La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Archivo de agosto, 2014

¿Qué pasará cuando el clima sea seis grados más cálido?

Cambio climático

© Greenpeace

Me gustaría recomendaros el libro más descorazonador (o motivador, según se mire) de todos los que he leído en mi vida. Se titula Seis Grados y su autor es el periodista británico Mark Lynas.

Nos nos pongamos catastrofistas con esto del cambio climático, pensará más de uno. Unos grados más no se notarán demasiado. E incluso puede ser hasta bueno. Que en mi tierra, la ciudad de Burgos, haga más calor, es algo con lo que sueñan todos sus habitantes al menos desde los tiempos del Cid Campeador. Seis grados más en el próximo siglo. Pues en lugar de rondar los 10 grados de media anual pasaremos a los 16. Mejor para todos.

Craso error, querido amigo.

Este libro de divulgación científica te explica, de forma tan amena como trepidante, pero ante todo contrastada, lo que supondría ese aumento de la temperatura global no sólo en Burgos o en Teruel, sino en todo el planeta. Grado a grado, tragedia tras tragedia.Seis grados

Un grado más: Igual que ocurrió hace 6.000 años. Desastre ecológico y económico. Tierras de cultivo perdidas. Las nieves retrocediendo, desapareciendo de continentes enteros como África. Las especies de alta montaña y las del Ártico caerían en barrena hacia su extinción.

Dos grados más: Se derrite la capa de hielo de Groelandia, como ocurrió hace 125.00 años por este mismo motivo. Las ciudades costeras quedan inundadas. El mar se acidifica debido al aumento de dióxido de carbono matando a una gran parte del plancton, la base de la vida marina. En tierra, más olas de calor insoportables y más incendios forestales gigantescos.

Tres grados más: La catástrofe. El Amazonas, nuestro pulmón verde, consumido por los incendios. Sequías, huracanes, inundaciones. La escasez de alimentos se hace insostenible. Guerras. Hambre.

Cuatro grados más: Ártico y Antártida se derriten. Todas las grandes ciudades costeras deben trasladarse al interior. España y el resto de los países mediterráneos se convierten en desiertos inhabitables.

Cinco grados más: Inimaginable. Retrocedíamos al Eoceno, hace 55 millones de años. El efecto invernadero es ya insoportable para la vida actual debido a la liberación masiva a la atmósfera de gas metano, mucho más nocivo que el dióxido de carbono.

Seis grados más: La mega catástrofe. Parecida a la que se registró hace 251 millones de años en el período Pérmico. Entonces más del 95% de las especies de la Tierra se extinguieron. La nuestra no existía. Pero esta nueva gran extinción es enterita mérito del Homo sapiens.

El sábado llega una nueva ola de calor a la Península. Normal, estamos en agosto. Pero nos puede dar una idea de lo que se nos viene encima… salvo que hagamos algo ya mismo. Ése es precisamente el mensaje positivo de Mark Lynas, su conclusión final en Seis grados. La ignorancia no es defensa. Es momento de actuar. Porque todavía estamos a tiempo de lograr que el futuro no acabe en catástrofe. Y este libro, cuya lectura os recomiendo encarecidamente, además de darnos una bofetada de realidad también nos ofrece la árnica para curarlo.

Compradlo, regaladlo, que se sepa, que se haga algo. Porque hasta para Burgos tanto calor es contraproducente.

FICHA

Autor Mark Lynas
Páginas 320
Formato 16,5 x 23,5 cm
Encuadernación rústica con solapas
Editorial Librooks
Fecha de publicación Junio 2014
Idioma castellano

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Matar cigüeñas sale muy barato

©Tatavasco Images

© Tatavasco Images; SEO/BirdLife

¿Te acuerdas del cura de Alcolea de Cinca (Huesca)? ¿Ése que desahució a las cigüeñas de su parroquia? Ocurrió la pasada primavera. Como os conté en su momento, el tal párroco desalojó por las bravas a las 39 parejas de cigüeña blanca en el momento más crítico de su nidificación, cuando ya estaban con huevos y pollos. No contento con tirar estos 39 nidos, electrificó la torre y tejados para garantizar que no regresaran las patilargas. Lo hizo tan a lo salvaje que una de ellas murió de un calambrazo.

«A ver si se hace justicia y crujen a esos sádicos», comentó un lector.

Pues sí, al final ha habido sentencia gracias a la denuncia que interpuso SEO/BirdLife, pero no se ha hecho justicia.

Como ha informado la veterana entidad conservacionista, la resolución no reconoce la gravedad de los hechos, al sancionar al párroco (José María Huerva Mateo), responsable confeso del estropicio, con una raquítica multa de 500 euros cuando el daño estaba valorado en 13.480 eurosEn realidad mucho más, pues ¿puede valorarse una vida en euros?

La sección de Régimen Jurídico del Servicio Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Huesca solicitó a los técnicos una valoración económica de la infracción, quienes establecieron que del total de la colonia, unos 13 pollos habían muerto a causa de las molestias causadas por las obras. ¡13 pollos muertos de inanición!

No menos grave resulta el hecho de que, además de realizar las obras en el tejado de la iglesia durante un periodo no autorizado, el propio párroco decidió instalar un dispositivo de descargas eléctricas para ahuyentar a las cigüeñas desalojadas y evitar que volvieran. De resultas del invento, una de las cigüeñas sufrió una fuerte descarga y quedó ensartada en la cruz-veleta de hierro de la iglesia.

En el informe veterinario oficial del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de la Alfranca, al que fue llevado el animal agonizante tras pasar varios días ensartado en el tejado y ser rescatado por los bomberos de la comarca del Cinca Medio, se establece que:

Muy probablemente el accidente se ha visto favorecido por la presencia de un pastor eléctrico recientemente instalado en el tejado de la iglesia” y continúa afirmando que dicho dispositivo “representa un serio peligro para estas aves. El cable del pastor eléctrico está levantado sobre pivotes metálicos, constituyendo una trampa mortal”.

SEO/BirdLife (y cualquiera con dos dedos de frente) considera que la sanción ha sido insuficiente dada la gravedad de los hechos y la valoración oficial realizada. Igualmente tilda de «alarmante y del todo injustificable» que la Dirección Provincial contara con informes emitidos por técnicos de la propia Administración y resolviera el expediente sin tener en cuenta su contenido.

Beneficiosas para los agricultores 

Las cigüeñas han resultado ser unas auténticas devoradoras de cangrejos americanos (según la necropsia del veterinario, el ejemplar que murió tenia el buche lleno de estos invertebrados), topillos y ratones entre otras presas, por lo que son un buen aliado de los agricultores y muy beneficiosas para que las explotaciones sean más rentables.

Prohibido tirar sus nidos

La legislación ambiental prohíbe la retirada de nidos, la destrucción de los mismos o cualquier molestia o afección que repercuta negativamente en la fase reproductora de las aves, por lo que algunas prácticas habituales como la rotura o retirada de nidos de cigüeñas, golondrinas o aviones comunes, o el tapado de mechinales donde se reproducen vencejos, es una infracción administrativa.

Para estos casos se cuenta con medidas alternativas, y en cualquier caso, si se demostrara tras un preceptivo informe técnico que se están produciendo daños al patrimonio monumental o existe riesgo real para las personas, el órgano ambiental competente de la comunidad autónoma correspondiente podría emitir una autorización para realizar los trabajos necesarios, siempre en la época más adecuada (cuando no afecte a la reproducción de las especies protegidas). También podría aautorizar la posible retirada de nidos si no existiese otra solución satisfactoria, pero siempre con permiso.

El vallado eléctrico sigue matando

No hay multa, pero tampoco obligación de retirar ese sanguinario sistema anti cigüeñas. De hecho ahí sigue.

SEO/BirdLife ha solicitado al párroco la retirada del dispositivo eléctrico y su estructura metálica antes de que se produzcan más muertes, y que tras finalizar las obras de rehabilitación estructural de la cubierta, se vuelvan a instalar nidales para las cigüeñas, compensando o minimizando, en la medida de lo posible, los daños causados a una especie protegida.

¿Les hará caso? Lo dudo. Tanto lío por 500 euros. Ningún problema. Se mete mano en el cepillo y asunto resuelto. Y a las cigüeñas, que les den… calambrazos.

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Rebuznos y mordiscos contra (o a favor) del lobo

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© Wikimedia Commons

Ayer por la noche #LoboMarley fue tendencia nacional (trending topic) en Twitter. Tal día como hoy, hace ahora dos años, caía abatido un lobo muy especial en el Parque Nacional de Picos de Europa. Los científicos lo llamaban Marley, pues su pelaje les recordaba al del famoso icono del reggae jamaicano Bob Marley. Llevaba un emisor GPS que les permitía espiar sus movimientos durante meses.

Pero su fama no le sirvió para nada. Lo peor del caso es que no lo mataron ni unos cazadores furtivos ni un ganadero encolerizado. Lo mató personal funcionario del propio Parque Nacional, como parte de la supuesta gestión medioambiental de la especie.

Sí, lo has oído bien. Fueron los propios guardas del parque, obedeciendo lógicamente las órdenes de sus superiores, quienes acabaron con su vida. Aquellos que siguen pensando que el mejor lobo es el lobo muerto. Y que con lobos no hay paraíso.

La terrible noticia os la ofrecí puntualmente en La Crónica Verde. Pero informar no era suficiente. De la indignación de muchos conservacionistas nació hace también dos años la asociación Lobo Marley. Un grupo de defensores del lobo empeñados en lograr que el lobo sea declarado especie protegida en toda España.

En Portugal el lobo está catalogado por la legislación como Especie en Peligro de Extinción, lo cual implica el máximo grado de protección legal en todo el Estado luso ¿Cómo es posible que en España no lo esté?

Pero aquí no lo protegemos. Todo lo contrario. Tratamos de extinguirlo. Sin ir más lejos,  la Junta de Castilla y León prepara una nueva matanza. Como publicó el pasado 8 de agosto en su Boletín Oficial y denunció Lobo Marley, ha aprobado un nuevo cupo de 140 lobos a abatir hasta febrero de 2015.

Sin estudios poblaciones serios y actuales, estos cupos son pura invención, fruto exclusivo de la presión ejercida por los ganaderos, que ni tan siquiera mantienen una lógica de descaste basada en la eliminación de los ejemplares más peligrosos o enfermos.

Imposible, dirán algunos. Contra el lobo sólo se puede luchar a escopetazo limpio.

Pues no. Los ganados se pueden proteger de una manera tan sencilla como ecológica: con rebuznos y a mordiscos.

Rebuznos de burros vigilantes. Una experiencia muy positiva que, como ya os he contado en La Crónica Verde, está teniendo éxito en Galicia o la zamorana Sierra de La Culebra, y que ahora se pretende extender a Asturias, Cantabria y Castilla y León. Los asnos detectan al lobo antes que otros animales y rebuznan alertando al ganado de su presencia, con lo que los cánidos abandonan la idea de atacar y se van en busca de otras presas más sencillas.

A mordiscos. Recuperando la buena costumbre ganadera de vigilar los rebaños con perros mastines. Bien entrenados, los lobos ni se acercan. Sin vigilancia ni vallado es ponérselo demasiado fácil al depredador.

Lo último es matarlos, perseguirlos, aniquilarlos, extinguirlos. Son una joya natural, un aliado de los ecosistemas sanos. Puro paisaje.

Pero algunos políticos y ganaderos no lo ven así. Por eso rebuznan. Y nos dan mordiscos a quienes clamamos por su conservación.

No nos importa. Seguiremos aullando hasta que el lobo sea una especie protegida en toda España.

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Las escopetas llevan a codornices y tórtolas hacia la extinción

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Codorniz. © Raniero Massoli Novelli / Wikimedia Commons

Como marca la tradición cinegética, el pasado 15 de agosto, día festivo en toda España, se abrió la media veda de caza en Castilla y León y otras regiones. Hay que darse prisa para matar el mayor número posible de codornices y tórtolas antes de que éstas inicien su migración hacia África.

El que cada vez haya menos codornices y tórtolas europeas (la común, no confundir con la abundante turca) no es problema. De hecho, desde hace años los grupos de investigación y conservacionistas claman por prohibir durante unos años esta carnicería de los últimos mohicanos, en la esperanza de que sus maltrechas poblaciones puedan recuperarse algo. Caso omiso. Se siguen manteniendo unos cupos imposibles, 30 codornices y 8 tórtolas por cazador y día.

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Goya. Caza de la codorniz

¿Alguien logró estos días tales perchas? Quizá alguno en Burgos, la tierra más codornicera de España, pero la mayoría de los cazadores se volvió a casa con los cartuchos en los bolsillos. En la comarca de Sahagún, donde he pasado unos días, todos con los que hablé estaban enfadadísimos; se volvían a casa de bolo. También como marca la tradición, algún joven de aguilucho y de milano negro recibió el plomo de los indignados escopeteros. Yo vi dos.

Pero vamos a ver. ¿No habíamos quedado que los cazadores son gestores medioambientales? ¿Desinteresados amigos de la naturaleza empeñados en mantener sano el ecosistema eliminando las poblaciones excedentarias y cuidando a las menguadas?

Pues con la codorniz y la tórtola no lo parecen. Más se diría que sólo les interesa disparar a estos animales al grito ibérico de «el que vega detrás que arreé«.

De hecho, y según SEO/BirdLife, en la media veda se pueden llegar a abatir cada temporada más individuos de los que las poblaciones naturales son capaces de producir en sus nidadas.

Especialmente grave es la situación de la tórtola europea, cuya época reproductora comienza en el mes de abril y se prolonga hasta finales del mes de agosto, justo cuando los cazadores aún pueden encontrarse nidos ocupados.

¿Quieres más precisión? De acuerdo con los datos obtenidos por el programa Sacre 2012 de SEO/BirdLife, en el caso de la codorniz (gráfico 2), durante el periodo de 1998-2013 sus poblaciones nacionales han sufrido un grave declive de más del 53%. Para el mismo periodo, la tórtola (gráfico 3) sufrió un declive de más del 30% de su población.

Es verdad que la culpa de esta extinción no la tienen tan sólo los cazadores. El mayor culpable es el terrible cambio agrícola registrado en el campo español en las últimas décadas, con nefastas consecuencias para la fauna salvaje.

Por ejemplo, no es de recibo que a mediados de agosto la mayor parte de los campos castellano-leoneses estén ya arados o quemados sus rastrojos. Y aún más grave, la superficie dedicada a los cereales de secano es cada vez menor, sustituidos por cultivos leñosos en regadío como el maíz (transgénico, por supuesto).

Pero tampoco es de recibo que ante el delicado estado demográfico de las poblaciones silvestres de estas aves, las Administraciones autonómicas sigan autorizando año tras año unos cupos mucho mayores que los que capturan los propios cazadores.

Eso, estimados técnicos y/o políticos, no se puede llamar gestión del recurso. Ni el silencio de los cazadores, que deberían exigir una moratoria urgente, se puede llamar amor a la naturaleza. Eso, sencillamente, es ser un salvaje irresponsable.

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Tendencia poblacional de la codorniz común en España 1998-2013 (Fuente: SEO/BirdLife. Datos del Programa Sacre).

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Tendencia poblacional de la tórtola europea en España 1998-2013 (Fuente: SEO/BirdLife. Datos del Programa Sacre).

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Apadrina un olivo centenario

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© Apadrina un olivo

Estos días, viajando por Teruel, me he encontrado con una provincia maravillosa e injustamente olvidada. Arte, naturaleza, historia, paisaje, paisanaje, gastronomía,… ¡Qué lujazo para todos los sentidos! Y qué pena tantos pueblos abandonados, tantos campos arruinados, tantos jóvenes obligados a irse a esas grandes ciudades donde tanto se pierde y tan poco se gana.

Pero muchos no se rinden y siguen apostando por su tierra. Como los responsables del proyecto que hoy os traigo a este blog: Apadrina un olivo en Oliete (Teruel).

Como explican en su página web, se trata de un proyecto único para recuperar miles de olivos centenarios gracias al apoyo de todos nosotros, consumidores responsables y comprometidos. Ayudaremos así a reactivar la economía de la zona, apoyando a los agricultores de una manera solidaria, ecológica y responsable con nuestro presente y futuro. 

Esta solidaridad tiene premio. A cambio, los padrinos podrán dar nombre a su olivo, recibir fotografías y un certificado acreditativo. Y también el aceite que el olivo haya generado anualmente, cuidadosamente embotellado.

Además han desarrollado una novedosa aplicación para el móvil, “Mi Olivo”, disponible para iOS y Android, con la que poder conectar directamente con tu olivo apadrinado. Podrás conocer así un montón de cosas, desde quién es el agricultor encargado de cuidar tu árbol hasta si se ha podado, ha florecido o está cargado de olivas. Incluso es posible organizar un viaje para conocerlo in situ. ¡Oleoturismo solidario!

Los olivos del pueblo de Oliete forman parte de la denominación de origen aceite de oliva del Bajo Aragón y en su mayoría pertenecen a la variedad autóctona Empeltre, Pero el 70% de este olivar único se encuentra en estado de abandono. Fíjate si este árbol tiene importancia histórica en la zona que el nombre del pueblo, Oliete, deriva del latín Olivetum, campo de olivos.

Estos jóvenes han conseguido el apoyo de muchas instituciones, empresas y personas, pero sin lugar a dudas su mejor embajador es el Tío Miguel, el hombre más anciano del pueblo. Quien en este vídeo promocional no se anda por las ramas cuando dice que recuperar esos olivos es algo «muy bueno» que estamos obligados a hacer.

Qué entrañable. ¿Les echamos una mano?

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Un lugar que no puedes dejar de visitar

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No hay nada más fantástico que parecerse a los amigos. O al revés, que los amigos se parezcan a nosotros, tanto da. No por la proximidad del roce, cada día más complicada, sino por la afinidad de gustos y pasiones.

Es lo que me pasa con Elías Rubio. Sus ilusiones son las mías. Y viceversa. Así que a nadie puede extrañarle que este verano haya inaugurado en el pueblecito serrano de Jaramillo de la Fuente una exposición fotográfica dedicada a los árboles singulares de la provincia de Burgos. Yo habría hecho lo mismo. De hecho, tengo publicado un libro sobre este tema prologado precisamente por Elías, con dibujos del que fuera otro gran amigo, el siempre recordado José Luis Larrosa.IMG_20140802_114842

La visita era obligada. Y mereció la pena. Vaya si mereció. A la sombra de la impresionante iglesia románica, muy cerca de donde se levantara una centenaria olma “de concejo” bajo la que se reunía el pueblo desde tiempo inmemorial para discutir de los problemas del común, hoy tristemente desaparecida, allí estaban, en apretada formación gráfica, esos seres formidables supervivientes del pasado: el roble de los borrachos, el de la verruga, los morales de Santa Lucía y de Villoviado, castaños centenarios del Valle de Sotoscueva, la encina de Tordueles,… Árboles con tantas historias como hojas, que por sí mismos darían para pasar horas recordando su larga vida y hasta milagros, que alguno también hubo.

En realidad no. Decía que Elías y yo nos parecemos, pero qué va. Él me gana por goleada de entusiasmo. La prueba la tienes ahí mismo, en esas antiguas escuelas de Jaramillo de la Fuente donde se expone su obra más imposible: el mapa de las tierras de Burgos.

Ya os hablé hace tiempo de ello. Con la ayuda de cientos de voluntarios, un buen día Elías decidió recoger muestras de tierra de cada uno de los 1.233 pueblos de esa extensa provincia que él conoce tan bien como la palma de su mano. Introducidas en reducidos tubos de ensayo, las fue colocando en un mapa gigante. Y no paró hasta tenerlas todas. El primero fue Viérgol (Valle de Mena) el 22 de mayo de 2008 y el último Perros (Valle de Valdevezana) el 6 de marzo de 2009.

Pero el proyecto, producido por Espacio Tangente, tenía una segunda parte. Alimentar con todas esas tierras multicoloristas y multiculturales un árbol muy especial: el árbol de la provincia.

La idea entusiasmó a todos menos a los políticos burgaleses, lo que seguramente fue una buena señal. Tan sólo el alcalde de Jaramillo de la Fuente, Simón Bernabé, se interesó por el proyecto, y con la ayuda de un puñado de vecinos como Domingo, Servillano, Mateo y Julián, el 14 de marzo de 2009 plantaron una encina que ahora crece vigorosa alimentada con el suelo fértil de 1.233 pueblos. La encina de la provincia.

Árboles singulares, arte, historia, geografía, sensaciones, simbolismo. Jaramillo de la Fuente te lo ofrece todo, y gratis, a un tiro de piedra de la capital burgalesa, en medio de un paisaje único.

Es verano, tiempo de excursiones, de turismo. ¿Te vas a perder tanta maravilla?

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El hacha amenaza a los últimos abuelos del bosque

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Abeto centenario del amenazado bosque singular de Riu de la Cerdanya. © Acció Natura

Hay técnicos, políticos, a los que el bosque no les deja ver los árboles. El conjunto sigue, pero el individuo viejo, centenario, monumental, soberbio desaparece entre la masa amorfa de los jóvenes ejemplares aparentemente más productivos (tan sólo en metros cúbicos de madera) sin que notemos la tragedia.

Los últimos abuelos del bosque no sólo son importantes reductos de biodiversidad, testigos del cambio climático, generadores de paisaje, dinamizadores sostenibles de las economías rurales y herramientas de educación medioambiental. Son ante todo la experiencia genética de los más fuertes, atesorada durante siglos contra vientos e incendios. Sus características ambientales, estéticas y educativas les otorgan un valor económico muy superior al valor de la madera que se pueda obtener de ellos. Pero los estamos talando.

El último y más alarmante caso se ha producido en Cataluña. Allí hay tan pocas masas de árboles viejos que las tienen perfectamente catalogadas. Muchas son de propiedad pública, pero da lo mismo. En los últimos cinco años se ha destruido una cuarta parte de los bosques singulares inventariados por el CREAF (Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals).

Los 292 bosques centenarios incluidos en el inventario del CREAF, que cubrían una superficie de 2.355 hectáreas (equivalentes al 0,3% de la superficie forestal arbórea de Cataluña), eran representativos de la diversidad forestal y estaban formados por pequeños rodales, generalmente inferiores a 10 hectáreas, enclavados dentro de bosques con menor valor, que se habían librado de las talas forestales y los incendios desde hace siglos. En los escasos casos donde se había podido realizar una prospección científica dentro de estos bosques habían aparecido casi siempre especies nuevas para la comarca, Cataluña o el mundo.

Tan solo el 10% de su superficie está protegida de una manera efectiva (reservas naturales, acuerdos de custodia del territorio, compra de derechos de tala, etc.), pero esto tampoco garantiza nada. De hecho, el último caso de tala autorizada afecta a un rodal del bosque centenario de Bagues del Riu, de titularidad pública y situado en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, que fue subastado el pasado mes de mayo, pese al informe negativo del propio órgano gestor del parque y del espacio Red Natura 2000.

Catorce entidades conservacionistas y científicas han firmado un manifiesto donde solicitan la paralización de las talas de árboles en estas joyas naturales. ¿Les harán caso? De momento siguen ganando aquellos que no ven los árboles del bosque.

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La Gomera, año 2 del terrible incendio forestal

 

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El 4 de agosto de 2012 se desataba un pavoroso incendio forestal en La Gomera que afectó al 11% de su superficie y obligó al desalojo de la cuarta parte de toda la población. El fuego fue intencionado. Varios terroristas ambientales llevaban todo el año empeñados en destruir la isla colombina y a punto estuvieron de lograrlo.  Las llamas destrozaron 4.100 hectáreas de terreno, calcinando viviendas, cultivos y ganado. Por suerte (por milagro) no hubo que lamentar víctimas humanas. 

El Parque Nacional de Garajonay se llevó la peor parte. El 20% de la mayor y mejor conservada reserva de laurisilva de Canarias, del mundo, quedó carbonizado. Miles de árboles con más de 1.000 años de edad ardieron como teas. La flora y fauna más amenazada recibió un durísimo castigo del que tardará varios siglos en poder a recuperarse.

Hace poco he regresado a La Gomera. Acompañado de Jacinto Leralta, excelente guía del Parque y mejor amigo, he caminado por esos lugares para mí tan queridos que ahora mismo me resultan irreconocibles. Han pasado dos años y la naturaleza, poco a poco, con fatiga inmensa, empieza recuperarse, pero los efectos del fuego son todavía terribles.

En algunos sitios tienes la impresión de que haya caído sobre el monte una bomba atómica. La tierra aparece calcinada, doblada por el fuego. Los viejos árboles son negros esqueletos retorcidos de carbón. Al pisar, los pies se hunden en una capa esponjosa de cenizas y levantan nubes grisáceas, emitiendo leves sonidos de infinita fatiga. En algunas laderas la lluvia ha arrastrado la capa fértil de tierra, esa acumulada durante siglos por el bosque, dejando al descubierto una tierra descarnada, roja como la carne despellejada de un cadáver, pedregosa, sin vida.

Imposible aguantar las lágrimas. Caminamos despacio, en silencio, con miedo a marchitar con nuestro paso cualquier pequeño brote de esperanza. El sol es aquí más terrible y duro que nunca, implacable. ¡Cómo se echa de menos el color verde, el mar de nubes!

Es ahora cuando afrontas la evidencia de que La Gomera no es un territorio septentrional, sino una isla situada casi enfrente del desierto del Sáhara, bendecida por unos vientos alisios a los que debe la dulzura de su envidiable clima; humedad que se encargan los árboles de ordeñar pacientemente, hoja por hoja, rama por rama, logrando que las nieblas no pasen de largo, que el agua se quede en la isla y fertilice sus campos.

Llegamos a un pequeño arroyo. Sorpresa: tiene agua. La alegría nos dura poco. Junto a la orilla descubrimos un esqueleto calcinado. Le falta la cabeza y parte de las extremidades. Durante unos minutos, pocos e interminables, sufrimos un ataque de pánico. ¿Será de una persona? Mando rápidamente las fotos a un amigo forense. Falsa alarma. Nos confirma que no es humano. Seguramente un pobre burro. Unas decenas de metros más allá encontramos a su cría, igualmente calcinada.

Fuego, muerte, erosión, desesperación. Vuelven las lágrimas.

Pero no todo son malas noticias. Para empezar, queda mucho parque, mucha maravilla sin tocar, anclada en el tiempo y el verdor, esperando nuestra visita. Un 80 % no sufrió el incendio. Y La Gomera sigue siendo el mejor lugar del mundo para ir de vacaciones.

De la zona afectada no todo sufrió con la misma intensidad. En algunos lugares el fuego fue menos intenso. En ellos el monte se recupera a una velocidad sorprendente. Allí nos reencontramos con la esperanza. Por todos lados se ven rebrotes de fayas, acebiños, viñátigos, laureles, brezos. Muchos superan ya los dos metros de altura.

Murieron los gigantes vegetales, pero sólo en apariencia, pues son seres eternos capaces de renacer de sus raíces una y mil veces. Ya lo hicieron antes y lo volverán a hacer las veces que haga falta, no les importa.

El problema es el ritmo. Lo hacen a la velocidad del bosque, una escala muy distinta de la humana. Por eso ninguno de nosotros veremos concluida esa resurrección.

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Viajeros imposibles: de Madrid a Kenia sin parar a dormir

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© Wikimedia Commons

Casi de repente, los cielos españoles han enmudecido. ¿Te has dado cuenta? Apenas quedan vencejos. Esas aves locas y gritonas que pasan raudas por los edificios en cerradas formaciones. Las mismas que nos estropean tantas fotos de paisajes al cruzar veloces por delante del objetivo de la cámara. Esas que mucha gente confunde con las golondrinas pero nada tienen que ver con ellas. Los vencejos se han ido.

Vencejo con geolocalizador © Javier de la Puente SEO BirdLife

Vencejo con geolocalizador © Javier de la Puente / SEO BirdLife

Llegaron muy tarde de África, al final de la primavera, y se van muy pronto, a mitad del verano. La mayoría de sus efectivos europeos ya ha abandonado el continente europeo. El pasado sábado, voluntarios de la Fundación Migres censaron más de 30.000 vencejos en uno solo de los observatorios instalados en el Estrecho de Gibraltar. Lo cierto es que cientos de miles de ellos están cruzando por todo el sur español. Un flujo constante que se mantendrá activo hasta la próxima semana.

¿A dónde van?  En realidad son más de allí que de aquí. En realidad son de ninguna parte. Hijos del viento, tras siglos de incógnitas, los movimientos de esta pequeña ave (apenas 40 gramos de peso) empiezan a conocerse ahora gracias al uso de minúsculos geolocalizadores instalados sobre sus espaldas a modo de diminutas mochilas.

No son GPS. Registradores de la cantidad de luz recibida, mediante complicadas fórmulas astronómicas a partir de la hora del amanecer y del anochecer y del número de horas diarias de luz, son capaces de especificar dónde se encuentra el ave en cada momento.

En verano de 2012 SEO/BirdLife marcó ocho vencejos comunes con geolocalizadores y, un año después, los técnicos del Programa Migra consiguieron recapturar uno para descargar la información almacenada en su aparato. Se trataba de Goyeneche, un joven vencejo nacido ese mismo año en Madrid.

Los resultados obtenidos nos han dejado a todos boquiabiertosDesde el municipio madrileño de Nuevo Baztán, viajó hasta Uganda y Tanzania, cerca del lago Victoria, para meses después seguir hasta Kenia, cerca de la isla de Zanzíbar, a 6.000 kilómetros de su nido. Muy diferentes esas extensas áreas de selvas y sabanas de su meseta castellana de nacimiento.

La vuelta la hizo pasando por la República Democrática del Congo, la costa de Camerún e incluso una zona de alta mar cerca de la costa de Liberia. En menos de diez meses realizó un viaje de más de 20.000 kilómetros antes de regresar a Madrid… y todo ello sin detenerse a descansar o dormir.

No pueden parar. Como su nombre científico indica [Apus significa en griego «sin patas»], tienen tan atrofiadas las extremidades inferiores que es como si no existieran. Apenas pequeñas garras para colgarse unos segundos de riscos y paredes.

Comen, beben, copulan y hasta duermen en el aire. Sólo reposan para incubar y alimentar a los pollos. El resto del año, 24 horas al día, vuelan y duermen a gran altura. Si cayesen al suelo no podrían levantarse. Por eso yo las llamo cariñosamente «las aves de nunca parar». 

Este verano se han marcado más vencejos con geolocalizadores gracias al patrocinio de la Fundación Iberdrola. Un total de 32, en tres provincias españolas: 22 en Madrid, 6 en Ciudad Real y 4 en León, todos equipados con esos dispositivos en su espalda que nos permitirán espiar sus secretos viajes imposibles.

Se acaban de ir y ya los hecho de menos. 

El viaje del vencejo ‘Goyeneche’ ©SEO-BirdLife

El increíble viaje del vencejo ‘Goyeneche’. ©SEO-BirdLife

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