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"Lo que tenemos que hacer es montar un bar. Y si no funciona, lo abrimos". Viejo adagio periodístico

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La libertad de información en España, el regreso al futuro sin Delorean

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2015 es el año en el que aterrizaban los protagonistas de la segunda entrega de Regreso al futuro. En su viaje ficticio anticipaban, sin equivocarse, la existencia del cine en tres dimensiones, las videollamadas o la ropa inteligente. Lo que no lograron adelantar es que en ese 2015 países de la Vieja, Grande y Unida Europa vivirían anclados en pretéritos más acordes con épocas predemocráticas en los que la libertad de información -un derecho que fue recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948- sería banalizada, menospreciada y despreciada por ciertos Gobiernos. No anticiparon este regreso al futuro sin Delorean.

Madrid, 17 de junio de 2015: integrantes de organizaciones mundiales que defienden la libertad de información, como el International Press Institute (IPI), el Committee to Protect Journalists (CPJ), la Federación Europea de Periodistas (EFJ) o la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), inician una ronda de contactos y reuniones con políticos e instituciones para reclamar mayores garantías para ejercicio de la libertad de información en España, en un momento en el que las conocidas como Leyes Mordaza están a punto de empezar a aplicarse, y cuando las detenciones y juicios a periodistas son continuos.

En esta ronda de contactos que concluye el día 19 se mantendrán conversaciones con el presidente del Tribunal Supremo, Grupos Parlamentarios (portavoces, Comisión de control de RTVE y Comisión de justicia), Defensora del Pueblo y partidos políticos sin representación parlamentaria (Podemos y Ciudadanos) y representantes del ministerio de Justicia. Tanto Industria (que tiene en marcha el concurso para la adjudicación de nuevos canales de TDT) como Interior han declinado reunirse con esta delegación; la Secretaría de Estado de Comunicación aún no ha confirmado su participación.

Impedir el libre acceso de la ciudadanía a la información significa amordazar el estado de derecho. No hay ninguna razón de excepcionalidad que justifique los desmanes legislativos que estamos viendo y que empezarán a ser una realidad práctica en muy pocos días. Lo explico en este artículo que escribí para presentar el informe Límites y amenazas al ejercicio de la libertad de información en España, elaborado por la PDLI:

La crisis como excusa

«Algunas de las violaciones de derechos humanos más despreciables de este siglo se articularon activamente para preparar el terreno e introducir las reformas radicales que habrían de traer ese ansiado libre mercado», decía Naomi Klein en una entrevista al poco de publicar ‘La doctrina del shock’.

El libro de Klein salió de la imprenta en 2007, justo cuando daba comienzo la mayor crisis económica de la historia moderna, en cuyas consecuencias aún estamos inmersos. En nombre de esta crisis se han articulado ‘reformas’ y medidas que han provocado un ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, entre poderosos y ciudadanos -con el consiguiente abandono institucional y político de estos últimos-, una exclusión apoyada siempre en argumentos casi irrefutables por lo que implican de ‘salvación’ colectiva: la recuperación económica, la seguridad y la estabilidad.

Pero con la crisis llegó también la democratización de la información, entendida como el acceso masivo de la ciudadanía a Internet, y la toma colectiva de conciencia de que el manejo de la información es clave para el control y la evaluación continua de quienes rigen nuestros designios. Y así la participación y la denuncia ciudadanas a través de las redes sociales empezaron a tener sus efectos más allá de la virtualidad de Internet: las protestas contra la Ley Sinde en 2008, el movimiento #nolesvotes, las movilizaciones de Juventud Sin Futuro, entre otros, y finalmente, el 15M y el revolcón del bipartidismo en las últimas elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015, consecuencia directa de aquellas protestas cuyo epicentro fue la Puerta del Sol.

Las personas en el poder han visto en estas nuevas formas de comunicación y de protesta una amenaza clara a sus intereses, y por eso unos meses antes de las recientes elecciones empezaron a articularse una serie de reformas legales encaminadas a la protección del estatus de ese ‘establishment’ a costa de un adelgazamiento de las libertades y derechos ciudadanos.

Muchas de estas reformas tienen un común denominador: acotar esas maneras de compartir información, poniendo puertas al campo de Internet como ámbito de libre comunicación y penalizando, en ocasiones de manera desproporcionada, las nuevas vías de protesta. Algunas de esas iniciativas legislativas han visto ya la luz, otras están a punto de entrar en vigor: de la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (más conocida como Ley Mordaza) a la doble reforma del Código Penal -que han sido puestas en cuestión incluso por relatores de derechos humanos de la ONU-, pasando por la nueva Ley de Propiedad Intelectual o por la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

En este marco nace, en octubre de 2014, la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), como respuesta a la preocupación de un grupo de periodistas, personas del ámbito jurídico y de ciertos movimientos sociales por lo que consideramos una serie de amenazas a la libertad de información, sustanciadas sobre todo en esas reformas legales ya mencionadas, pero también en prácticas poco transparentes por parte de instituciones y administraciones públicas, y que tienen consecuencias no solo para medios y periodistas, sino para la sociedad en su conjunto. Porque, como recoge el artículo 20 de nuestra Constitución, el derecho a la información no es solo el derecho a comunicar libremente; es también el derecho de la ciudadanía a recibir una información veraz a través de cualquier medio de difusión.

Por eso la PDLI defiende la libertad de información como aval de la sociedad democrática española. Y por eso su principal objetivo es poner foco sobre esas amenazas, analizar y dar visibilidad a cualquier intento de coartar dicha libertad, dotando a la ciudadanía de herramientas (como mapea.cc) para que pueda denunciar cualquier abuso que se produzca en este ámbito. Queremos ser primero notarios de estos desafíos, y luego altavoces de esa realidad, con el objetivo siempre de revertir la situación y de contribuir a garantizar el libre ejercicio de esos derechos.

“En España no hay ruedas de prensa sin preguntas”, según la secretaria de Estado de Comunicación

La Ley de Transparencia, la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual y las ruedas de prensa sin preguntas fueron algunos de los asuntos que abordamos en el encuentro que el pasado día 4 se celebró entre los integrantes de la delegación internacional de organizaciones defensoras de la libertad de información y la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro.

A dicho encuentro asistí como presidenta de la recién constituida Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI) para presentar los objetivos de la Plataforma a la secretaria de Estado, y trasladar la preocupación de los integrantes de la PDLI por las amenazas contra la libertad de información en España, sustentadas en gran parte en reformas legales promovidas por el actual Gobierno.

Precisamente ayer se conoció una de las consecuencias de la aplicación de dichas reformas: el anuncio de Google de que retira de España su servicio Google News a raíz de la entrada en vigor el 1 de enero de la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI). Sobre las sensibilidades que recoge dicha Ley, la secretaria de Estado nos aseguró que el Gobierno ha recogido los puntos de vista no solo de la AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles) sino de distintos periodistas que reivindican la propiedad individual (y no de los medios para los que trabajan) de los derechos sobre sus obras/artículos. Pero “no se puede gustar a todo el mundo”, concluyó Martínez de Castro cuando le planteé las críticas que desde otros ámbitos periodísticos, empresariales y jurídicos han surgido en torno a la irrenunciabilidad del llamado #CanonAede, una cuota que la nueva LPI establece de pago obligatorio para aquellos agregadores que recojan noticias de medios, y cuyo cobro es “irrenunciable”, aunque haya quienes no deseen cobrarla.

Según le trasladé a la secretaria de Estado, esta categoría de “irrenunciabilidad” equipara el derecho a la propiedad intelectual a los derechos fundamentales, algo que la PDLI considera desmesurado, máxime teniendo en cuenta que derechos como el de libre acceso de la ciudadanía a la información pública no son considerados fundamentales en España.

Martínez de Castro matizó que la LPI “reconoce esa irrenunciabilidad, pero no la regula”, haciendo referencia al reglamento que desarrolla dicha ley y que todavía no ha sido elaborado. Para la secretaria de Estado, dicha reforma “es un gran avance, que supera algunas de las deficiencias de aplicación en otros países y que aborda el dominio de grandes agregadores”.

LA LEY DE TRANSPARENCIA

En la reunión, que contaba con representantes del International Press Institute, Access Info, la Federación Europea de Periodistas y el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, también se abordaron cuestiones relativas a la Ley de Transparencia, que entró en vigor este 10 de diciembre, como su desacompasamiento respecto a los estándares internacionales de transparencia, la exclusión en el artículo 18 de la posibilidad de solicitar información como informes, notas internas o cualquier documentación pública que no conste de una definición jurídica y la preocupación por la limitación que supone reconocer tan solo el acceso a información administrativa.

Martínez de Castro aseguró que “se ha hecho un enorme esfuerzo por tener en cuenta opiniones distintas” y pidió “darle una oportunidad a la ley”.  Yo le manifesté mi sorpresa por el hecho de que una Ley de Transparencia recién nacida no constituya siquiera un instrumento eficaz para publicar los gastos en viajes de los senadores –al hilo del caso Monago-, a lo que la secretaria de Estado respondió que las preguntas relativas a la transparencia del poder legislativo deben ser dirigidas a este.

«EN ESPAÑA NO HAY RUEDAS DE PRENSA SIN PREGUNTAS»

En cuanto a las ruedas de prensa sin preguntas, la secretaria las calificó de “leyenda”, afirmó que “en España no hay ruedas de prensa sin preguntas” y diferenció las ruedas de prensa –“donde sí se permiten preguntas”, aclaró- de las declaraciones institucionales y comparecencias, en las que los periodistas solo reciben información.

También calificó de “anécdota” la famosa comparecencia de Rajoy a través de una pantalla de plasma, en febrero de 2013.

Durante la reunión se le comunicó a la secretaria de Estado que la PDLI monitoreará las ruedas de prensa, comparecencias y declaraciones institucionales para poder evaluar de manera objetiva el grado de respuesta del Gobierno a las preguntas que la ciudadanía les plantea a través de los periodistas.

LPDI

Variaciones machistas: del intelecto de Arias Cañete al despido de Jill Abramson

En apenas tres días han pasado ante mis ojos algunas variaciones machistas que me han dejado atónita. Atónita, a pesar de todo: a pesar de ser mujer, a pesar de mi edad y a pesar de mi posición profesional, tres factores que, sumados, deberían haberme inmunizado hace ya tiempo contra la indignación y el cabreo ante ciertos comentarios.

Pero no. Sigo siendo virgen en lo que respecta a la aceptación de ciertas actitudes machistas, aunque admito que mis poros ya absorben sin provocar graves enrojecimientos cutáneos ese machismo cotidiano, de alcoba o de fogón, esa rutina de acero inoxidable que provoca la asunción generalizada de una serie de responsabilidades por parte de la mujer, y la interpretación -obviamente interesada- de que son los genes, el instinto femenino y no sé qué estupideces más los elementos que nos convierten en idóneas, simplemente perfectas, para ciertos desempeños, no más complicados de desentrañar que el mecanismo de un chupete.

Luego están los machismos de todo a 100: los del vocativo que tan bien cumple desde tiempos inmemoriales su función apelativa (los «cállate, bonita, que no tienes ni idea») o los físico-exclamatorios para cuando una mujer adquiere una posición relevante en cualquier entorno («pero qué fea es»; cámbiese «fea» por «gorda», «vieja», «buenorra», «tonta», «imbécil», «qué acento tiene», etc.). También a la orden del día, en la calle y en otros ámbitos (incluso parlamentarios). Sin ir más lejos, hace solo un par de días, me topé con esta conversación en Twitter, en este caso, entre reconocidos periodistas:

Sobra cualquier añadido a la respuesta de Carme Chaparro. 140 caracteres fueron más que suficientes para explicarse con meridiana claridad.

Otro ejemplo, este ya de hace unas semanas, puede aún consultarse en los comentarios de este mismo blog. En un texto sobre la muerte de Gabriel García Márquez, el primer comentario rezaba así:

«Felicitaciones por el artículo y por su rebosante salud física».

Sí, me sobran unos kilos. Nada que no sea obvio mirando la foto que preside este blog; nada que haya pretendido ocultar nunca. Lo que no creí yo que fuera tan evidente es la relación entre intelecto, capacidad periodística y talla de ropa… Pero está claro que esa relación a tres bandas solo debe de darse entre las mujeres, porque no recuerdo ni un solo comentario en un blog firmado por un varón que haga referencia a su apariencia física.

Arias Cañete y Valenciano se saludan antes del debate (EFE).

Arias Cañete y Valenciano se saludan antes del debate (EFE).

Por si las mujeres no tuviéramos suficiente con eso, hay señores aspirantes a representar a parte de la ciudadanía (incluidas nosotras) que se descuelgan con comentarios tan ilustrativos y poco ilustrados como el que sigue, haciendo gala de otro tipo de machismo, el de plató, menos extendido por las consecuencias que podría tener (aunque en España nunca las tiene): «Si el hombre demuestra superioridad intelectual, da una impresión machista». Arias Cañete, ex ministro y aún no ex candidato a las europeas por el PP, suelta esta perla el día después de un tedioso y nada europeo debate con su contrincante: una mujer, Elena Valenciano (PSOE).

¿Será esa la verdadera razón de que el señor Cañete haya preferido no desplegar esa superioridad intelectual ni siquiera como ministro? Hace apenas unas semanas dijo «ignorar» las actividades de la petrolera de la que es accionista tras publicar 20minutos que pugnaba por adquirir un negocio en Ceuta valorado en 600 millones de euros. Un pequeño despliegue intelectual, minúsculo, le habría evitado decir tal sandez. Lo hizo en los Los Desayunos de TVE ante una presentadora (mujer). ¿Debemos buscar ahí la razón de su contención intelectual? ¿Se habría ella sentido acorralada si el hasta ese momento ministro de Agricultura hubiera sacado a pasear su intelecto?

Podríamos seguir hablando de machismos y sus tipologías hasta completar una enciclopedia del disparate, pero me detendré solo en uno más: el que le acaba costando el puesto de trabajo a una mujer o pone fin de una manera u otra a su carrera profesional. Me viene a la mente el reciente despido de Jill Abramson, la primera directora mujer del New York Times. Es seguro que su salida del periódico se ha producido por una confluencia de circunstancias (asuntos «de gestión», argumentó el editor del diario), pero también en este caso se dan algunos factores que apuntan a ciertas consideraciones de género como motivadoras de su marcha.

Por un lado, y según apuntan distintos medios, Abramson se enteró hace relativamente poco de que su salario y pensión eran inferiores a los del anterior director (en el caso de la pensión podía tener sentido ese desequilibrio, dado que su antecesor en el cargo llevaba más años que ella al frente del diario). Al parecer, reclamó al equipo gestor la iguala de sus condiciones. A quién se le ocurre…

Jill Abramson (Fuente: Wikimedia).

Jill Abramson (Fuente: Wikimedia).

Por otro, parece que Abramson era un tanto ‘brusca’, una ‘borde’, en definitiva, con los integrantes de su redacción, y que esto también ha influido en su salida forzosa del NY Times. Pregunten ustedes en distintas redacciones si los directores (varones) que han pasado por ellas eran dechados de dulzura y amor fraternal. Luego me cuentan la respuesta.

Hace algo más de un año ya se levantó cierta polvareda por un artículo publicado en Politico en el que se relataba una discusión entre la directora y uno de los máximos responsables editoriales (varón) del diario; este salió airadamente del despacho de ella, dio un golpazo en la pared con una mano y abandonó la redacción durante toda la tarde. Sin embargo, el foco de las críticas de la redacción se centró en la directora, a la que algunos calificaban como «obstinada y condescendiente» o «imposible». El airado responsable editorial del puñetazo en la pared, Dean Baquet, es desde esta semana el nuevo director del periódico.

Durante los tres años de mandato de Jill Abramson, el New York Times ha logrado ocho premios Pulitzer, ha alcanzado 800.000 suscriptores digitales y ha vuelto a ganar dinero. Pero esto, en el caso de una mujer, no parece ser relevante frente a su ‘bordería’ o a sus conflictos con el editor.

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También puedes encontrarme en Twitter (@virginiapalonso) y en Facebook.

Jugarte la vida y no poder pagar tu casa: la realidad del reportero freelance de guerra

Ricardo García Vilanova (izda.) y Javier Espinosa, recién llegados a Madrid. (EFE).

Ricardo García Vilanova (izda.) y Javier Espinosa, recién llegados a Madrid. (EFE).

(Esta entrada ha sido actualizada el 7 de abril de 2014, a las 19 horas, con los datos de recaudación de las campañas mencionadas). *

El pasado domingo aterrizaron en Madrid dos periodistas españoles que fueron secuestrados en Siria en septiembre de 2013. Habían sido liberados de su cautiverio unas horas antes. Ambos cubrían sobre el terreno el conflicto armado. Uno, Javier Espinosa, lo hacía contratado por un medio de comunicación (El Mundo); el segundo, Ricardo García Vilanova, reportero gráfico, trabajaba como freelance (sin salario fijo ni estable, sus ingresos dependen de lo que unos medios u otros le ‘compren’ en cada momento).

Ambos se juegan la vida casi a diario para que el resto del mundo conozca lo que que ocurre en países a los que la mayoría de medios de comunicación ya no envían corresponsales. Y se la juegan para dar a conocer las injusticias y desigualdades que nosotros preferimos obviar desde nuestro mullido sofá. Ponen en riesgo sus vidas porque las gentes que viven atrapadas en esas realidades ‘lejanas’ merecen que se conozca su situación y porque la difusión de su sufrimiento puede suponer el principio del fin del mismo. Tan simple, tan complejo.

Javier y Ricardo se enfrentan ahora a unos meses de recomposición vital, de reubicación, de autorreconstrucción. Pero Ricardo no ha obtenido un salario durante los meses que ha permanecido secuestrado ni lo tendrá durante el tiempo que dure su necesaria recuperación.

Los gastos mensuales que debía cubrir Ricardo en concepto de hipoteca, gastos corrientes, seguros, impuestos, etc., eran aproximadamente de 2.000 euros. Durante los más de 6 meses que ha estado secuestrado, sus deudas superan los 12.000 euros, y necesitará de un tiempo para recuperarse de las secuelas de un cautiverio tan largo y poder estar en condiciones de volver a trabajar.

Además, durante estos meses de secuestro ha perdido su principial herramienta de trabajo: su equipo gráfico, sus cámaras.

Por eso algunos compañeros periodistas han puesto en marcha estas dos campañas de ‘crowdfunding’ (financiación colectiva):

1. Libya Close Up (en Twitter, #supportRicardoGV). Busca recaudar fondos para editar un libro bilingüe, Libya Close Up, con su trabajo fotográfico sobre Libia. La campaña tiene como objeto conseguir 30.000 euros.

Félix Flores, autor de los textos, Edith Stone, responsable del diseño, Jon Lee Anderson, prologuista, y la editorial Blume, responsable de la publicación y la plataforma Verkami, que colabora de una manera especial, han renunciado a todos sus derechos para hacer posible que los beneficios de este proyecto sirvan para pagar los gastos fijos que este fotoperiodista acumula desde el primer día de su secuestro.

(…)

El coste de producción aproximado del libro es de 12 euros, incluyendo el trabajo de preimpresión, el papel, la impresión, la encuadernación y las comisiones bancarias por las aportaciones. Así pues, con una aportación unitaria por libro de 30 euros, quedará una cantidad aproximada de 18 euros por ejemplar para Ricardo.

Si conseguimos sacar adelante esta publicación, Ricardo recibirá por su trabajo la cantidad aproximada de 18.000 euros. Si logramos superar esa cantidad, podremos realizar una tirada superior y aumentar así la cantidad que percibirá Ricardo.

2. For Ricardo. Recauda fondos para que Ricardo García Vilanova pueda reemplazar su equipo fotográfico, perdido durante los seis meses de cautiverio. El objetivo es lograr 20.000 euros.

La notable obra de Ricardo ha arrojado una luz intensa sobre el sufrimiento de los sirios en una salvaje guerra que dura ya tres años, cosechando numerosos premios. Mientras trabajaba en el norte de Siria en septiembre de 2013, fue secuestrado por extremistas, y su equipo fotográfico, robado junto con siete meses de su vida profesional. Esta iniciativa se pone en marcha para que aquellos que apreciamos y admiramos su trabajo y su coraje -y que entendemos el valor de estas imágenes para ayudar a otros- le proporcionemos algún tipo de ayuda. Como freelance, él regresa a su vida profesional sin el respaldo de un medio de comunicación, y estas contribuciones le ayudarán a ponerse de nuevo en pie y a retomar su su trabajo lo más rápido posible (traducción propia del texto en inglés de la campaña; disculpad si hay inexactitudes).

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En este momento hay alrededor de una veintena de periodistas secuestrados en Siria, la mayoría sirios, pero también algunos europeos, entre ellos cuatro franceses. Como ciudadanos, deberíamos sentirnos en deuda con todos ellos.

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* Datos de recaudación actualizados a las 19.00 horas del 7 de abril:

  • En Libya Close Up ya se han obtenido 31.701 euros, por encima de los 30.000 que se buscaban en un principio. Objetivo cumplido, por tanto.
  • En For Ricardo la recaudación va por 16.083 euros. La meta es lograr 20.000 euros.

‘Mujeres trinchera’ en Colombia: cuando tu cuerpo es un arma de guerra

Luz Marina Becerra, María Eugenia Urrutia y Blanca Nubia Díaz (de izda. a dcha). Tres mujeres víctimas de la violencia en Colombia. Ahora, activistas.

Luz Marina Becerra, María Eugenia Urrutia y Blanca Nubia Díaz (de izda. a dcha). Tres mujeres víctimas de la violencia en Colombia. Ahora, activistas.

Hoy me enfrento por primera vez a las notas que tomé en Bogotá hace seis meses, durante un viaje organizado por Oxfam Intermon, un recorrido monográfico por la violencia sexual contra las mujeres en Colombia en el marco de un conflicto armado que dura casi 50 años.

Una guerra. Sin más. Sin menos. Con sus muertos, desplazados, familias rotas. Con sus miserias; las que se ven y las que se entierran bajo una lápida. Con sus armas; las evidentes y las que no portan munición en forma de metralla. Con su utilización de las mujeres como estrategia bélica, tan terriblemente eficaz como vehículo de terror colectivo e individual que se repite en casi cualquier conflicto conocido, desde el génesis de la antigua Roma (recuerden la leyenda del rapto de las sabinas), a los ya más recientes de Bosnia, Ruanda, Congo, Sierra Leona o la propia Colombia.

Las mujeres como trinchera de guerra, parapetos defensivos para construir un ataque al enemigo a base de su humillación, su sometimiento, controlando sus cuerpos como señal de dominación; violándolos, mutilándolos, torturándolos… porque son ‘propiedad’ de otros, y desde esa perspectiva constituyen un simple y perverso botín con el que desestabilizar al colectivo oponente. Pura mercancía; puro instrumento.

Solo hay una diferencia entre las mujeres víctimas de entonces y las de ahora: aquellas vivían, sufrían y morían en silencio; pero hoy muchas de las que han sobrevivido al horror han tomado las riendas de sus vidas, luchando por que sus historias se conozcan, por que los delitos cometidos contra ellas no queden impunes, por que su dignidad y la de otras quede intacta y no vuelva a ser objetivo bélico en ningún rincón del mundo. Muchas de ellas lo han perdido todo, y aun así arriesgan su vida de nuevo en esta lucha.

Estas son las mujeres que conocí en Bogotá. Fuertes, valientes, ejemplares, sólidas, «berracas», como ellas mismas dicen. Con hijos, sin ellos, de origen humilde, de clase media, desplazadas, bogotanas. Negras, indígenas, blancas. Mujeres que abrazan y se dejan abrazar, que lloran y comprenden el llanto ajeno, por eso saben que no hay que ponerle freno. Mujeres de mirada limpia que dan las gracias por nada, por unos minutos de escucha, de acompañamiento en su sufrimiento, en su proceso de cura. Mujeres con historias tan terribles a sus espaldas que produce sonrojo sentir dolor al releer las notas con sus testimonios.

Una decena de mujeres compartieron estas vivencias con nosotros en Bogotá. Son ‘solo’ el 0,002% de las 489.687 víctimas que fueron objeto de la violencia sexual entre 2001 y 2009 en ese marco del conflicto armado colombiano. Un 0,002% que tiene nombre: Rosalba, Blanca, María Eugenia, Luz Marina, Johana, Nora, Jennifer, Yovana, Jineth… Un 0,002% que da sentido a la palabra ‘empoderamiento‘.

Porque sacan fuerzas de algún sitio del que solo ellas deben de tener la llave y se ponen al frente de otras mujeres para ayudarlas a salir de un agujero al que otros las arrojaron; para hacerlas entender que no están solas, que ellas no tienen la culpa, que sus cuerpos son bellos porque son suyos y de nadie más, incluso mutilados, incluso torturados; que los asesinos de sus hijos pueden y deben ser capturados, al igual que sus violadores y torturadores; que juntas solo pueden sumar; que solo juntas podrán evitar que sus hijas, sus vecinas y sus compatriotas tengan que pasar por su mismo doble calvario: el de la agresión y el de esa impunidad que alcanza cotas sobrecogedoras en Colombia, inasumibles, inaceptables, insoportables.

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A quienes vamos y regresamos, a quienes en seis meses olvidamos sus nombres y los detalles de las narraciones de sus vidas, a quienes borramos sin quererlo sus timbres de voz, el calor de sus abrazos, la amargura de sus lágrimas, a quienes seguimos con nuestras vidas a más de 8.000 kilómetros de distancia… A nosotros solo nos queda obligarnos a releer nuestras notas cada poco tiempo para volver a sentir aunque sea una millonésima parte de ese dolor, e intentar esculpir con palabras, una y otra vez, el relato de sus vidas para que entendamos y hagamos entender que la lucha por su dignidad es la batalla por la dignidad de todos. Es lo único que ellas nos piden: «¡Cuéntelo!».

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Tras dudar mucho sobre el género periodístico que debía utilizar para contar la historia de estas ‘mujeres trinchera’, me decidí por hacerlo de una manera más personal en este blog. La razón es sencilla: no soy buena reportera. Me cuesta alejarme de las historias, poner tierra de por medio, aparcar sentimientos y emociones cuando soy yo quien tiene que narrarlas. Los derroteros profesionales me han llevado por caminos muy diferentes al del periodismo que hace años deseaba para mí misma, el del narrador solo ante su historia, capaz de construirse a sí mismo a partir de las vidas ajenas, hábil para tejer un relato con retazos bien escogidos, para desarrollar esa especie de ‘periodismo patchwork’ que protege o desprotege a quien lo lee, que puede transmitir la calidez más confortante o el frío más glacial solo con palabras que tan pronto te cubren y arrullan, como te descubren y desnudan. Por eso encuentro refugio en los textos de otros; por eso leo, no sin cierta envidia y con enorme admiración, a periodistas como Ramón Lobo, Jon Lee Anderson, Bru Rovira, Jordi Pérez Colomé, Leila Guerriero, Olga Rodríguez y alguno más. Por eso les recomiendo que no se queden solo con este post, y que lean y se dejen empapar por estos dos extraordinarios reportajes de Ander Izagirre, con quien compartí algunas de las experiencias que acabo de relatar. En ellos refleja excepcionalmente bien lo que yo solo he sido capaz de esbozar aquí:

La responsabilidad de informar sobre fenómenos migratorios

Patricia Horrillo, periodista «pendenciera» (como ella misma se define), nos daba un tirón de orejas esta mañana por el titular que hemos utilizado en 20minutos.es para informar de la entrada de unas 250 personas a Melilla tras saltar esa valla que simboliza la brecha entre dos mundos: el de la falta de oportunidades y el de la esperanza. Ese titular era inconcreto: «Centenares de inmigrantes entran en Melilla en un nuevo salto a la valla fronteriza con Marruecos». Y además, podría generar cierta alarma, porque ese «centenares» puede referirse a 110 personas o a 3.000.

Lo hemos modificado de inmediato, concretando la cifra, aunque a esta hora (las 11.10 h) aún  no sabemos con certeza el número exacto de personas que han logrado cruzar la frontera.

En 20minutos somos especialmente cuidadosos con las informaciones que afectan a las personas en situación de indefensión o en posiciones desfavorecidas. Nuestro compromiso con el periodismo de servicio público y nuestra obligación como medio de comunicación es dar voz y visibilidad a quienes no los tienen, y hacerlo de una manera honesta, sensible, humana, respetuosa, integradora.

Por eso, hace unas semanas, elaboramos y difundimos entre los periodistas de 20minutos este decálogo y lo subimos a nuestro wiki de redacción, una especie de manual de cabecera que podemos (y debemos) consultar internamente en cualquier momento:

DECÁLOGO PARA EL TRATAMIENTO INFORMATIVO
DE FENÓMENOS MIGRATORIOS EN 20MINUTOS

1º.- No exagerar, utilizar los antecedentes y el contexto en el que se produce la información.

-Relativizar las cifras contrastándolas con las de los países de nuestro entorno.

-Evitar provocar en el receptor una sensación de presión migratoria.

-Contextualizar las noticias relacionadas con la inmigración y aportar documentación sobre la situación de los países de origen de las personas inmigradas.

2º.- No introducir palabras o expresiones que puedan inducir al receptor a tener una visión negativa y sesgada de la información: avalancha, oleada, marea, brote, desembarco masivo, ilegal, asalto a la valla…

3º.- No inducir al receptor a la asociación de ideas que puedan convertir al colectivo de inmigrantes en chivo expiatorio de los males de nuestra sociedad.

-No relacionar las noticias de inmigración con los delitos contra la salud o la inseguridad ciudadana o viceversa.

4º.- No hacer conjeturas ni interpretar las noticias o las imágenes. No realizar afirmaciones gratuitas, como si supiéramos lo que pasa por la mente de otra persona (ej.: Las mujeres embarazadas vienen buscando la nacionalidad española para ellas y su bebé).

5º.- Contrastar las fuentes. Con mucha frecuencia se utilizan únicamente los datos proporcionados por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Resulta imprescindible contar también con las personas inmigradas como fuente informativa, así como con las organizaciones que los agrupan y representan (ONGs, asociaciones de acogida y de ayuda, etc.), y garantizar de esa manera a las personas y colectivos inmigrantes su derecho a la libertad de expresión.

6º.- No utilizar términos negativos para el colectivo. No relacionar inmigración con Islam ni con ninguna otra confesión religiosa. Mantener una actitud de humildad frente a la información. No dar cosas por supuestas.

7º.- En los delitos, no aportar información que no sea relevante, ni destacar la nacionalidad del detenido si este dato no resulta de interés informativo.

8º.- No usar un lenguaje inadecuado para describir las nacionalidades o los rasgos de los inmigrantes, o un lenguaje que vincule inmigración con problemas, con hechos delictivos o con marginalidad y exclusión social.

9º.- No hacer análisis gratuitos. No señalar qué colectivos, según nuestra subjetiva percepción, pueden integrarse mejor que otros en nuestra sociedad. No apostar por ningún colectivo de inmigrantes frente a otro. Con ello sólo contribuiríamos a discriminarlo y a excluirlo de la integración.

10º.- Contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a dignificar la imagen del inmigrante y a resaltar la imagen positiva de la inmigración. Es obligado tratar al inmigrante como a un semejante. No “victimizar” al colectivo de inmigrantes, ni tampoco ofrecer una visión paternalista.

(Fuentes: Fundación Ciudadanía y valores, Consejo audiovisual de Cataluña, Informe UCM sobre ‘La ética periodística en el tratamiento informativo de la inmigración’, Webislam).

Periodismo esquirol… o no

El periodista Javier Pérez de Albéniz -compañero circunstancial de cañas y charlas, y de más acordes que desacuerdos- se plantea hoy en su columna de Cuarto Poder las siguientes preguntas, ya con una precarga de intencionalidad:

¿Si un periodista hace huelga se detiene el mundo? ¿Están exentos los periodistas de cumplir compromisos laborales y sociales? ¿Somos los periodistas seres superiores, indispensables, divinos?

Leyendo el post de Javier es difícil no estar de acuerdo con él; o, más bien, asusta atreverse a cuestionar lo que plantea, porque la ironía y el sarcasmo bien llevados es lo que tienen: conducen al ‘adversario’, indefectiblemente y de cabeza, al territorio de la estupidez.

Aun a riesgo de parecer estúpida (o incluso de serlo) y a pesar de que la decisión de hacer o no huelga es, en última instancia, personal, voy a compartir con vosotros mi punto de vista, más tendente al gris que a los blancos y negros.

No me siento un ser superior, indispensable ni divino; tampoco creo que los periodistas en conjunto lo sean (aunque muchos se empeñen en pretenderlo). Pero sí creo en el periodismo como servicio público y, sobre todo, en la importancia de una información veraz, siempre, pero especialmente en ciertos momentos.

El 29M en 20minutos.es batimos récord histórico de visitas. Las informaciones más leídas y más buscadas fueron las relacionadas con la huelga, con el minuto a minuto a la cabeza (pieza que, de una u otra manera, centró el grueso de los esfuerzos de quienes trabajamos). Eso da cuenta, por un lado, de la necesidad de información de la sociedad en un momento clave como es una huelga general y, por otro, abre un debate interesante: en estos tiempos del «está pasando, lo estás viendo», en los que la demanda de información es constante, ¿hasta qué punto es determinante para la ciudadanía conocer la incidencia de una huelga al minuto? ¿Influye en el desarrollo de dicha huelga? En caso afirmativo, ¿de qué manera influye?

Hubo un factor crucial en mi decisión de trabajar el 29M: pensar que ciertas cabeceras ranciomediáticas posiblemente echarían el resto en esta jornada (recuerdo los días del 15M, cuando una única cadena de televisión cubrió en directo las manifestaciones; y no era precisamente TVE, os lo aseguro). Solo hay que darse un paseo muy de puntillas por las últimas portadas (y webs) de estos medios para pegarse un atracón de manipulación y de panfletismo al servicio del poder de turno. Y después del paseo, viene otra tarea obligada: intentar buscar la información de verdad, sin adornos, sin añadidos, sin intereses y sin intenciones, en el paisaje mediático nacional. Es entonces cuando cae la noche, a plomo. Y cuando se encuentran muchas respuestas.

Hay algo más. Atañe a los que se empeñan en separar dos condiciones que son, o deberían ser, indisolubles: la de periodista y la de ciudadano. No puede haber periodistas sin conciencia ciudadana. El periodista que sea capaz de disociar la faceta ciudadana de su ejercicio profesional simplemente no es periodista, porque nunca podrá echarse a las espaldas la carga de responsabilidad que implica su deber de informar y el derecho de la ciudadanía a estar informada. Dicho esto, el hecho de que un periodista trabaje en un día de huelga no lo despoja de su condición de ciudadano ni lo convierte en menos ciudadano que aquellos que deciden secundar la huelga; tal vez es que simplemente ejerce su ciudadanía, su compromiso social, de una manera diferente a la del resto.

Me alegro de la decisión que tomé, aunque sé que también me habría alegrado de haber tomado la contraria. Me gustó constatar el grado de compromiso de la redacción al saber que el grueso haría huelga, aunque también me agradó la actitud -no menos comprometida- de quienes decidieron no hacerla y sus argumentos. Ni blancos ni negros, os decía. Como la vida misma.

Recomendación: no os perdáis ni un post de Javier Pérez de Albéniz (sus textos, en El Descodificador y Telematón, de Cuarto Poder). Tan necesario como el oxígeno.

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Otra manera de agradecer el premio iRedes

El II Congreso Iberoamericano sobre redes sociales anunció ayer los ganadores de los premios iRedes: Enrique Meneses, maestro y referencia imprescindible para cualquier periodista -en ejercicio o en ciernes-, gana en la categoría Letras Enredadas. Para el presidente del jurado, el profesor universitario José Luis Orihuela, Meneses es un «ejemplo de la voluntad y capacidad de adaptación de un gran periodista a los nuevos medios y modos de comunicación».

La Fundación del Español Urgente (Fundéu), cuyo objetivo es impulsar el buen uso del idioma en los medios de comunicación, obtiene el premio iRedes en la categoría institucional «por su acción dinamizadora, en las redes sociales, del buen uso de la lengua en los medios de comunicación», en palabras de Orihuela. (20 Minutos fue, a la sazón, el primer diario con el que Fundéu firmó un acuerdo de colaboración.)

Y el premio iRedes en categoría individual lo han concedido a la autora de este blog que, a juicio del presidente del jurado, «representa una nueva generación de directivos de medios que han comprendido la transformación cultural que se requiere en las redacciones».

Nunca había recibido tantos mensajes de felicitación ni por tantas vías diferentes como ayer, tras hacerse público el fallo del jurado. Ante la imposibilidad de responder a todos -e intentando hacer honor al objetivo de los premios iRedes: reconocer «la originalidad, eficacia y repercusión«-, me lancé a preparar mi primer Storify para transmitir a todos mi agradecimiento (es mejorable y solo contiene los mensajes de ayer; para la próxima prometo superarme). Casi doce horas después de haberlo publicado -y tras espamear involuntariamente a medio Twitter por mi impericia-, he conseguido insertarlo en este post; la originalidad tiene su precio, ya saben.

Y todo esto solo para decir «¡Gracias!».

(Gracias a Melisa Tuya y a Federico Álvarez por su ayuda técnica con este post).

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http://storify.com/Virginiapalonso/premios-iredes-gracias

4 + 4 razones por las que trabajo en ’20 minutos’

Alguien me preguntaba ayer, justamente el día en que hace doce años estábamos cerrando el primer ’20 Minutos’ (entonces ‘Madrid y m@s’), por qué no he cambiado de trabajo en todo este tiempo. No es la primera persona que me lo plantea, y las respuestas siempre son las mismas. Las he comentado muchas veces en privado, pero esta es la primera vez que lo hago en público.

En el plano periodístico:

1. Hacemos el periodismo que siempre he defendido: de servicio público; pegado a la calle y no a los despachos; escribimos para los lectores, no para las fuentes; intentamos dar voz a quienes no la tienen. Esta forma de trabajar hace que me sienta útil como periodista.

2. Trabajamos con  libertad e independencia. No hay vetos morales, ideológicos, políticos… Esto puede parecer una perogrullada, pero, créanme, no lo es.

3. Intentamos estar siempre en la vanguardia, ser innovadores y tener una visión crítica de cuanto hacemos y, por supuesto, de lo que nos rodea. Una manera de convertir nuestro día a día en un reto siempre motivador.

4. Es un orgullo participar en un proyecto que facilita el acceso a la información de manera gratuita, ya sea en Internet o en papel, a centenares de miles de personas cada día. Porque una sociedad informada siempre será una sociedad libre.

En un plano más personal:

1. De los 30 fundadores que empezamos a hacer el periódico en una oficina de la calle Jardiel Poncela en ese año 2000 apenas quedamos una decena. Pero la marcha de compañeros hacia nuevas aventuras y la llegada de rostros nuevos nunca ha mermado el sentimiento de pertenencia a un equipo unido y compacto.

2. Decía Kapucinski que para ser buen periodista hay que ser, ante todo, buena persona. Puedo decir sin equivocarme que la gran mayoría de los que han pasado por esta casa lo son. Un factor determinante para pisar cada día la redacción con ilusión y ganas, en un ambiente cordial y distendido.

3. Me divierto.

4. En estos doce años he desempeñado tareas diferentes y ocupado cuatro puestos distintos; ha sido como cambiar de trabajo cada tres años. Esta movilidad ha satisfecho mis necesidades de aprendizaje, tanto personales como profesionales.

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