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"Lo que tenemos que hacer es montar un bar. Y si no funciona, lo abrimos". Viejo adagio periodístico

El día que pensé que mi hijo había muerto sin todavía haberle visto la cara

El parto es un momento único: si estás en la media de la tasa de natalidad española, solo vas a tener un hijo, a lo sumo dos.

La mayoría de futuras madres leen mucho sobre el embarazo y las circunstancias posteriores al parto, pero no tantas se informan al detalle de cómo será el momento del alumbramiento, y la información que reciben por vías tradicionales (libros clásicos, consultas médicas…) es somera y superficial: poco más allá de las distintas posibilidades (parto vaginal, cesárea…), el trabajo de la parturienta (dilatación, respiraciones, pujos…), eventuales complicaciones, epidural sí/no/cuándo, etc.

Es un asunto que todas las partes suelen dar por zanjado con cuatro pinceladas, y las futuras madres, absortas a veces por la emoción de tener al bebé ya en sus brazos o por puro desconocimiento, pasan de puntillas por los procedimientos del parto, posiblemente también por temor al dolor y al esfuerzo físico de ese momento (recuerden aquello de «que sea una horita corta»).

Pero el alumbramiento es algo que ninguna de ellas olvidará en lo que le quede de vida. Y aunque solo sea por eso, todas deberíamos informarnos exhaustivamente de lo que nos espera, y de lo que podemos esperar y exigir de nosotras mismas y de quienes nos van a acompañar y asistir en ese momento. Porque como pacientes y como parturientas también tenemos derechos, y solo en nuestra mano está demandar que sean respetados. De cómo se desarrolle tu parto puede depender en una u otra medida la relación que establezcas con tu bebé, tu autoestima, tu salud física y psicológica… Y solo estando informada podrás elegir el parto que tú consideres más apropiado para ti y para tu hijo. Al fin y al cabo, es TU cuerpo, TU parto y se trata de TU hijo, no del de la matrona, el ginecólogo, el celador o el anestesista.

A mi primer parto llegué desinformada. Fue una inducción. Estuve casi 14 horas tumbada en una cama sin que me permitieran moverme. Progesterona, tactos vaginales… La ginecóloga entraba en la habitación, dejaba la puerta abierta de par en par y me metía la mano hasta la garganta sin casi mediar palabra y a la vista de cualquiera que quisiera otear el horizonte. Luego llegaron la oxitocina, los monitores, la epidural… Sin alternativa posible, porque no había opción a réplica. «Son lentejas», me dijo en una ocasión.

Sala de dilatación de un hospital de Madrid (foto cedida por Madre Reciente).

Sala de dilatación de un hospital de Madrid (foto cedida por Madre Reciente).

De pronto los monitores indicaron que algo no iba bien y me informaron de que se me iba a practicar una cesárea. En pocos minutos estaba tumbada en una sala de operaciones. Pregunté si la cesárea me la harían con la epidural y me respondieron que sí. Lo siguiente que recuerdo es despertar en una sala en la que no había nadie. Y cuando digo nadie, es nadie: ni médicos, ni enfermeras, ni familiares… ni mi bebé.

Intentando rastrear algo de lucidez entre los efectos de la anestesia general, alcancé a imaginar que posiblemente a mi hijo le había ocurrido algo durante el parto y que tal vez lo habían tenido que meter en la incubadora. Pero luego pensé que debía de haber sido algo muy grave para que me pusieran anestesia general sin avisarme, y buscando la razón de que no estuviera junto a mí, llegué a la conclusión de que había muerto. Una eternidad después (así lo recuerdo yo, aunque seguramente fueron solo unos minutos) oí unos pasos lejanos y decidí gritar para que alguien viniera. Le pregunté a la enfermera por mi hijo: me respondió que no sabía nada. Su aparente desconocimiento acrecentó mis temores de que el bebé había muerto. «No me lo quieren decir», pensé.

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Mi bebé no murió. Hoy es un preadolescente sanote, encantador, buen niño, generoso, charlatán, simpático y, como todos, a ratos insoportable. Su existencia matiza algunos recuerdos, los mejora, pero no los borra. Nunca olvidaré aquel día. Fue el más traumático de mi vida. Entonces no fui plenamente consciente ni de lo que estaba ocurriendo ni de las consecuencias que podría acarrear. Ese parto me costó casi un año de depresión, que llegó cuando mi hijo tenía ya dos años. Y mucho tiempo de reflexiones internas, de sentimientos de culpa, de asimilaciones y asunciones, de manejo del dolor y de las emociones.

Cinco años después nació mi segundo hijo. Fue también una cesárea, pero yo llevé las riendas desde el momento en que me quedé embarazada. Pacté con mi ginecólogo, mantuvimos largas conversaciones sobre mis expectativas y lo factible buscando siempre un equilibrio, hicimos un plan de parto, y llegado el momento, él me ayudó en mis tomas de decisiones, explicándome cada paso, cada movimiento, ayudándome a sopesar riesgos y a eliminar miedos.

La diferencia entre uno y otro parto la marcó la información. Lo leí todo. Busqué casos de madres que hubieran pasado por situaciones similares a la mía. Busqué opiniones de ginecólogos y matronas. Y así pude elaborar una aproximación a lo que yo esperaba de mi parto y a cómo quería que este se produjera. No fue todo maravilloso, pero me sentí respetada  y partícipe.

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Hoy, la asociación El Parto es Nuestro denuncia en un informe que el 96% de las maniobras de Kristeller se hacen sin el consentimiento de la madre. El 39% dice que pidió al personal que parara. De las 133 mujeres que lo solicitaron, solo 14 fueron escuchadas. Esta práctica provoca secuelas en el 26% de los bebés. Sobran más comentarios.

26 comentarios

  1. Dice ser Izas

    Felicidades por tu artículo. Explica muy bien las emociones que muchas mujeres han sentido ante una experiencia que se nos ha vendido como única y maravillosa y que, a la hora de la verdad, muchas veces se vuelve traumática por la excesiva medicalización y deshumanización de algo tan natural como dar a luz.
    Yo también sufrí una depresión postparto tras dar a luz a mi primera hija. Gracias a Dios no hubo «innecesárea», pero sí sufrimos ambas las consecuencias de una evitable negligencia hospitalaria (sanidad privada, quiero aclarar). Mi hija nació a las 22 horas de hacer roto la bolsa amniótica, y por tanto vino al mundo con taquicardia y una infección muy fuerte. Después de un parto en el que el padre de la neonata pudo ocuparse nada más que de sujetarme la palangana en la que no paré de vomitar, no me permitieron ver a mi hija. Pude acercarme a ella al día siguiente, cuando ya cargaba sobre mis hombros el inicio de la depresión, y un saco de culpa por no haber sentido ese instinto que creí nacería en mí cuando la tuviera sobre mi pecho. Claro: aquello no ocurrió hasta una semana después, que fue prácticamente cuando conocí a mi hija. Ahora tiene 16 años, y un hermano menor cuyo parto me resarció en gran manera de aquella experiencia. Pero francamente, podían habérnoslo ahorrado.
    Repito: felicidades por tu artículo.

    26 junio 2014 | 15:53

  2. Dice ser Vanesa

    Hola. No he podido evitar llorar al leer tu post. Me ha recordado mucho a mi parto aunque no fue por cesarea. Después de 36 horas de parto, forceps y kristeller, mi pequeña nació sin respirar. Nadie me decía que pasaba (yo no la escuchaba llorar y me aterraba), todos corrían de un lado para otro sin decirme nada. Aun recuerdo esos minutos como si fueran interminables. Y si, al recordarlo lloro como lo hacía en ese mismo momento. Por fin después de un buen rato la oí llorar, y deseaba con el alma que me la pusieran encima. Siempre digo que fue el día mas bonito y el más dura de toda mi vida. Aún recuerdo como le grité a la matrona para que no se subiera en mi tripa mientras me hacía la kristeller y no sirvió de nada. Cuando llegué a casa si no hubiera sido por mi pequeña, mi marido y mi familia, habría caido en una depresión, pues lo peor de todo es que me hicieron sentir culpable. «NO ESTABA EMPUJANDO BIEN». Es todo lo que me dijeron. Ahora lo que tengo claro, es que el siguiente no será como el parto de mi hija. Mi parto es mio, y yo seré la que decida. Te mando un fuerte beso y a ver si entre todas conseguimos que esto cambie.

    26 junio 2014 | 16:05

  3. Dice ser Goran

    Sobran palabras tras el relato de tu experiencia y lo peor es que no es mas que un caso mas y no una expcepción como debería ser. Es sumamente complicado enfrentarse a un parto traumático, tanto para el padre como para la madre, y si alguno de ellos ya sufre de ansiedad ni te cuento. ¿Como no va a haber depresión postparto?

    Nunca entendé que mueve a esto profesionales a actuar como lo hacen. ¿No se supone que están ahi para ayudar? ¿Para que madre e hijo salgan en las mejores condiciones? ¿Para que no haya problemas? ¿Para guiar? ¿Para aconsejar? Siempre hago la misma comparativa cuando hablo sobre el tema, pero es que parece que tratan ganado y no personas. Ni el ganado se merece un trato así.

    Lo mas triste es que, con tanta charlas preparativas, ejercicios, información que se dá, para realmente saber cuales son tus derechos y opciones tengas que sufrir un episodio traumático con todo lo que ello conlleva para los padres y para los hijos.

    26 junio 2014 | 16:20

  4. Dice ser Goran

    Para Vanesa, eso es lo peor de todo que puedes hacer como persona, no como médico o profesional, sino como persona. Ver que el bebé tiene problemas y echarle la culpa a la madre, la tenga o no. Y luego pasan lo meses, lees, te informas y resulta que no es tu culpa, pero el daño psicológico ya no te lo quita nadie.

    Si se duplica el comentario lo siento, pero es que no me sale 🙂

    26 junio 2014 | 16:59

  5. Dice ser AnaMG

    Es triste leer y escuchar tantas y tantas mujeres que han pasado por partos para olvidar cuando deberia ser un momento para recordar. No nos educan para parir, tenemos miedo al dolor. Es curioso como apenas recuerdo el dolor de mi segundo hijo y tengo un recuerdo horrible del primero. Mi primer hijo nació con un pack hospitalario casi completo, yo iba con una rotura parcial de la bolsa y sin contraciones. Me tocó de todo, la rotura total de la bolsa, la epidural sin el bebé descendido, las maniobras kristeller para descenderlo (que me dejaron la tripa llena de moratones) y encima decian que pujaba bien! Entonces para que tanta tortura!. Que mi hijo viniera con el giro mal hecho creo que fue consecuencia directa del empujón que le daban para abajo. Forceps y un buen cosido abajo. Lloraba cada vez que recordaba mi parto, tarde muchos meses en superarlo y a dia de hoy sigo sin poder recordarlo como «algo bonito» y lo triste es que pidiera yo disculpas por «portarme mal» en mi parto, porque grite o proteste! Que vulnerables somos en esos momentos!

    Mi segundo hijo nació con un equipo de matronas jovenes que me ayudaron a no perder el rumbo de mi propio cuerpo y dejar fluir el parto. Tambien era una induccion pero super respetada. Mi segundo hijo nació sin epidural y a pesar del dolor, que fue fuerte, todo fue tan diferente! Tanto que repetiria parir de esa forma. Que si, que duele pero mi mente no se ha quedado con secuelas de ese parto, donde se me animo a caminar para descender el bebe, donde se me dijo que nada de anestesias sin el bebe bien colocado, donde cuando ya la anestesia era inviable (estaba casi completa) se me animo a seguir y aguantar y donde mi segundo hijo nacio para enseñarme que nos hemos olvidado de lo mas basico, parir a nuestros hijos.

    26 junio 2014 | 17:01

  6. Dice ser Susana

    Enhorabuena por tu articulo. La verdad es que es una pena que todavía las mujeres tengamos que luchar por que este tipo de casos dejen de existir. Mi primer parto fue totalmente organizado por los médicos. No hubo problemas, no tengo mal recuerdo, pero si la idea de que no tuve nada que ver en el. Mi segundo parto fue inducido pero todo controlado por mi, estuve andando hasta el ultimo momento, estuve comiendo, estuve hablando con mi marido, escuchando música y cuando ya empezaba a sentir las contracciones y no podía con el dolor pedi la epidural pero con ayuda y el apoyo de la matrona y de sus ojazos azules, consegui dar a luz a mi hija sin casi ningún tipo de ayuda y sin epidural. El dolor fue tremendo, creía que me iba a partir en dos. A los veinte minutos de dar a luz estuve duchándome y volviendo a comer y viendo a mi preciosa hija encima de mi.

    26 junio 2014 | 17:58

  7. Dice ser laura

    Como me recuerda tu primer parto al mío.!

    Un parto normal, que acabó con una cesara urgente con anestesia general, sin avisar, sin comerlo ni beberlo, las últimas palabras que escuché fueron: ¡ echando ostias para el quirófano que la niña se muere! Luego me desperté en una habitación, como tu bien dices, sola (pero sola, sola ) sin enfermeras ni médicos ni bebé.

    Estuve dos largas horas en la sala de reanimación sin saber nada de nada! (allí nadie sabia nada). Las dos horas más largas de mi vida.
    Por suerte como para ti, la niña estaba feliz en brazos de papá esperándome e una habitación.

    Y tengo que dar gracias que mi parto fue en un hospital público, porque en un privado sin anestesista las 24h del día, no sé que habría pasado.

    El segundo parto, fue una inducción, 4 años después en el mismos hospital, casi 36 h de prostaglandina, oxitocina y yo que sé, pero tengo bastante mejor recuerdo.
    Enseguida me pasaron a un paritorio, y estuve yo sola con mi marido, y la matrona, que me asesoró en todo momento. Hasta me pusieron un espejo gigante para que viera como nacía la niña ( un poco desagradable, pero a la vez emocionantísimo). Y nació mi pequeña.
    Menuda diferencia de uno a otro.

    Efectivamente se nos está olvidando lo que hemos hecho durante miles de años, parir. Y con tanta información en uno y otro sentido, nos confunden.

    26 junio 2014 | 18:22

  8. Dice ser La abuela

    Cuando mi hija nació yo tenía 21 años. Llegué al hospital público 7 horas después de haber roto aguas. Vino mi suegra conmigo (mis padres vivían en otra ciudad) y en ningún momento me acompañó mi marido ni estuvo en el parto (entre otras cosas porque no lo permitían). Me metieron en una habitación, sola, pero con otras 8 mujeres, unas gritaban , otras hablaban, un gitana se me acercó, miró mi pequña tripa de primeriza y me espetó » pero niña, …¡tu vas a tener un conejo!» Había muchas mujeres quejándose en camillas en el pasillo «porque era luna llena y aluvión de partos» Después de 11 horas sola ( solo pasaba de vez en cuando algún médico o comadrona y te tocaba la tripa si decir nada) con dolor insufrible me metieron en un cuarto a oscuras con otras dos mujeres y cuando le apretaba en dolor a la de la de la cama de al lado, se agarraba a la mía y grtaba ¡ cuando zarga ze la corto!!!. Yo ya estaba viendo que iba a parir sola, pero en ese momento encendieron la luz , entraron dos comadronas charlando y se dirigieron hacia la que gritaba; de repente me miran y exclaman, ¡pero si es esta! Y se me llevan al paritorio. Al poco rato de llegar y tras varios y terribles empujones me rasgue entera y di a luz a mi niña..tanto me tenían que coser que se me pasó el efecto de la anestesia y la mujer seguía cosiéndome, sudando y regañándome » es que hay que ver como te has rajado». Ya en la habitación. (también a oscuras) la niña no paraba de llorar, nadie venia aunque tocaba el timbre y yo apenas me podía mover de dolor y así fue el resto de la noche. Me pusieron la niña a mamar y como no se agarraba me la apretujaban de mala manera y me reñían porque no sabía ponérmela bien. Cuando pasaron las visitas vino mi marido muy contento, estuvo cinco minutos y se marchó. Yo me recuerdo a mi misma sin poder parar de llorar mientras a mi alrededor discutían a ver por qué no se iba a bautizar o a poner pendientes. Por supuesto no se hacía preparación al parto ni oí hablar nunca de eso qu e llamais kristeller, ni oxitocina, ni epidural.
    Cuando mi hija se puso de parto después de 30 años yo estaba muy preocupada pero feliz porque tenía a su marido allí, una habitación para ella y médicos y aparatos que vigilaban el proceso, se la llevron tras mucho tiempo y sufrimiento para cesárea y resulta que cuando todo acabó, no era oro todo lo que relucía y, aunque el niño nació bien, ella se quedó con un trauma más grande que el mío. Ver para creer.

    26 junio 2014 | 21:06

  9. Dice ser Gemma

    Mi parto, igual que el tuyo. Doce horas de tiras para dilatar, dónde sólo dilaté 2 cm… paseos, correas infinitas, comadronas bordes, sueño… Al final para correr a hacer una cesárea de urgencia porque el bebé venía mal… Me desperté en una sala donde había más gente de postoperatorio, me dio por llorar y decir que me quería ir a casa. Pensaba que mi hijo había muerto o qué sé yo…

    La cosa quedó en tres semanas de incubadora para el niño sin más secuelas. Por suerte, vamos.

    Me aterra quedarme embarazada de nuevo por no volver a pasar por lo mismo.

    Gracias por tu post. Veo que no soy la única, por desgracia, que ha pasado algo así.

    26 junio 2014 | 21:11

  10. Dice ser Mayka

    Mi hija nació hace ya ocho años…mi sueño hecho realidad, yo desde pequeña, quería ser MAMÁ. Cuando veía que no me ponía de parto, que no me salían las cuentas, me fui yo sola al hospital y no me echaron atrás porque les dije una verdad que dejó blanco al matrón: «Creo que estoy de casi 45 semanas y no me pongo de parto, nadie me hace caso pero mi instinto me dice que esto no está bien»

    Efectivamente estaba de casi diez meses y con una tensión arterial de 160 intentaron que tuviera parto vaginal, pero no podía …el médico se encabezonó y tras largas horas en el cambio de turno, oí gritar al nuevo médico que qué coño habían hecho conmigo…

    Una cesárea de emergencia en 20 MINUTOS dos días en la UCI, y años después enterarme de que el médico dijo a mi marido que de salvar a una de las dos , yo era quién menos posibilidades tenía…

    Con mi hijo PARTO NATURAL y cuatro puntos, dando a luz sentada y renunciando al «PROTOCOLO» que me imponía una segunda cesárea y vete a saber qué por pura comodidad médica.

    Que no os engañen. Podéis ELEGIR y EXIGIR la atención que quieres y no TE PUEDEN IMPONER PROTOCOLOS.

    26 junio 2014 | 22:45

  11. vperez

    Mayca, Gemma, La abuela, Laura, Susana, Ana MG, Goran, Vanesa, Izas… Gracias por compartir vuestras historias. Es un privilegio leerlas. Un abrazo a todas.

    27 junio 2014 | 01:06

  12. Dice ser Maria

    Hoy hace seis meses y un dia (parece una condena,y en cierto modo lo fue),vino al mundo la personita mas fuerte y luchadora que conozco.Al leer lo vivido por esta madre,me siento completamente identificada,pues yo no pude conicer a mi peque hasta cuatro dias de su nacimiento. Aun me cuesta mucho no llorar cuando pienso que podria no tener conmigo a mi hijo en estos momentos.En mi caso tiene la gravedad que el hospital donde di a luz ha perdido las pruebas medicas que podrian demostrar una negligencia grave»no solo eso,sino que tardaron mas de diez horas en reconocer que les supetaba la situacion,y trasladaron a mi hijo a una UCI en condiciones demasiado tarde. Gracias a Dios,nunca dejare de dar gracias,mi peque fue trasladado a la Maternidad de Odonel donde neonatologos y enfermeros del servicio de la UCI lograron salvar inestremis a mi hijo. Y hoy aunque con secuelas es una personita luchadora ypreciosa que con su sonrisa ilumina mi vida. Hoy puedo decir que NI OLVIDO, NI PERDONO EL SUFRIMIENTO DE MI HIJO..

    27 junio 2014 | 01:41

  13. Dice ser Ana C.

    Hola. Gracias por compartir tu experiencia con tod@s nosotr@s.
    Con treinta y cuatro años y en un embarazo gemelar de 20 semanas sufrí un aborto. Debo reconocer que el trato desde el punto de vista médico fue excelente pero desde el punto de vista psicológico nunca nadie desde la sanidad pública me presto ayuda, esto supuso que en mi segundo embarazo el miedo, la psicosis me produjesen un estado de ansiedad considerable, que rayó en algunos momentos de éste y tras el nacimiento de mi hija, en un segundo embarazo en caer en una depresión.
    En el momento del nacimiento de mi hija, hoy tiene 13 años, esta sana aunque actualmente tiene esa doble vertiente de toda adolescente (felicidad e infelicidad), aconsejada por la matrona con la que asistía a las preparaciones al parto, me negué a la Maniobra de Kristeller lo que supuso una “regañanina” por parte de la matrona que me atendió en el Hospital Público de mi ciudad.
    Ambas experiencias me han marcado y me han dejado una cierta “tristeza” porque creo que se olvida la parte humana del nacimiento para convertirlo en un solo acto médico.

    27 junio 2014 | 08:47

  14. Dice ser Marysan

    Mi primer parto también fue muy desagradable,aunque no terminó en cesarea,después de 10 horas de estar inmovil en una cama, si que acabó con una episiotomia enorme que no me dejó sentarme en tres meses.Y el motivo,por lo que oí con claridad decir en la sala, era que se habian hecho las tres de la tarde y se tenian que ir a comer.Sí, la ginecologa tenía hambre y se acababa su turno así que mi hija tenia que salir como fuera,aunque eso significara «agredir» a la madre tanto física como psíquicamente,que es como me sentí. Tras esta experiencia sentia terror a tener otro parto, asi que cuando decidicimos ir a por el segundo,tenía muy claro que no iba a volver a pasar por lo mismo. Mucha información y mucha preparación, y sobre todo la suerte de dar con dos matronas estupendas,así que tuve un segundo parto mucho mas agradable,dejándome decidir en todo momento lo que quería y como, y un final sin ni si quiera un desgarro.
    Lo que aprendí con esto es que es primordial la información que se tenga para poder tomar decisiones y no permitir que ningún médico decida por nosotros sin haber un claro riesgo,porque esas situaciones y actuaciones, deberían ser denunciables

    27 junio 2014 | 10:14

  15. Dice ser Carlota

    Me estremezco de leer vuestros comentarios con las malas experiencias en vuestros partos. Sois todas unas valientes por haber superado eso y por compartirlo aquí,

    Yo voy a contaros mis experiencias en los nacimientos de mis dos hijos. También se ha de contar algo positivo, por eso quiero compartirlo con vosotras.

    Mis dos niños nacieron por cesárea, el mayor tiene 6 años y el pequeño 2. Fue por causas ajenas al embarazo, tengo un problema en la vista que me desaconseja realizar los esfuerzos de empujar en el parto. Mi oftalmólogo así me lo recomendó y ante el temor de tener un desprendimiento de retina, decidí llevar el informe a mi ginecólogo para que me programara una cesárea.

    Con mi primer hijo todo fue bien, el personal fue amable y no tuve problemas. Mi única queja quizá es no haber podido ver la cara de las personas que me atendieron, a excepción de la anestesista, ya que me quitaron las gafas y sin ellas no veo ni a las personas que tengo cerca.

    El celador que me llevó a quirófano me las quería quitar y que se quedaran en la habitación. Me negué en redondo, ¡¡no vería la cara de mi hijo!! Al final conseguí llegar con ellas al quirófano y al menos conocer a la anestesista.

    Todo fue bien, aunque a mi hijo le costó salir. No sñe si me hicieron el tan nombrado kristeller, pero creo que si. Yo no veía lo que ocurria porque te ponen una tela delante para que no veas como te abren y además iba sin mis gafas. Pero me apretaban tanto en la parte de arriba de mi barriga que no podía respirar. Me quejé y me decían que respirara cuando dejaran de apretar y luego aguantara un poco.
    Al final tras unos cuantos apretones de esos salió mi niño. Pedí mis gafas y me las dieron para poder verlo. Mi niño estaba perfecto, abrió los ojos y me miró. Me lo pusieron encima, lo abracé y al hacerlo se me soltaron todos los aparatos: el que me controlaba la tensión, la via con el gotero… bueno, que yo estaba como Jesucristo, con los brazos en cruz y me ponen encima a mi niño y qué hago yo… pues lo normal, cogerlo con mis brazos.

    Se lo llevaron a toda prisa y trataron de ponerme de nuevo todo lo que se había soltado.

    Me explicaron que me iban a coser y después iría a una sala de recuperación hasta que se me pasara el efecto de la anestesia raquídea (que dormía medio cuerpo, similar a la epidural) A mi hijo lo llevaban ya a la habitación y cuando yo subiera ya estaría ahí con mi familia.

    Así fue, un rato en recuperación con una enfermera amable que me controlaba y me dio una manta porque estaba helada de frío. Había otras mujeres, recuerdo una que llamaba a su mamá. Despertaba de una anestesia y estaba aturdida.

    Subí a la habitación y por fin pude volver a ver a mi hijo.

    Estuve 2 meses con dolor de costillas de los apretones que me dieron en quirófano. La cesárea no me dolió nada. Incluso el médico me dijo que si no se me pasaba el dolor me pediría una radiografía. Al final no hizo falta pero me duró mucho tiempo el dolor de costillas.

    Con el segundo las cosas fueron parecidas pero mejores. Dejaron entrar a mi marido al quirófano y no me quitaron las gafas. Pude ver a todo el mundo. Sólo me las quitaron cuando me «rajaban» con el bisturí eléctrico por si acaso alguna parte metálica de las gafas hacía algún contacto que me diera calambre.
    Me mareé mucho de la anestesia, pero enseguida me pusieron algo que me alivió.
    Mi niño salió enseguida, nada de empujones como la otra vez. No me lo pusieron encima, se lo dieron a mi marido y lo tuvimos ahí un poquito con nosotros.

    De nuevo a la sala a recuperarme y después a la habitación. La misma enfermera de 4 años antes, muy amable me dio la manta.

    Al subir mi niño no estaba. Pero mi madre y mi marido estaban contentos y sonrientes asi que ya vi que no pasaba nada. Lo habían puesto unos minutos en la incubadora para que cogiera calor. Lo trajeron al poco rato.

    Es una pena que haya madres que tengan un trauma en sus partos cuando debería ser un momento feliz. Yo tuve suerte y me atendieron profesionales que también eran personas humanas. Te trataban como a una persona, no como a ganado.

    27 junio 2014 | 11:27

  16. Dice ser Carlota

    Olvidaba deciros que la segunda cesárea me costó mucho la recuperación. Así como la primera no me dolió nada, salvo por lo de las costillas, pero eso no tenia que ver con la cesárea, la segunda me dolió una barbaridad. Meses después aún notaba la herida resentida.

    A veces cuando ovulo, o cuando me ha de venir la regla o cuando cambia el tiempo me noto una molestia en esa zona.

    27 junio 2014 | 11:30

  17. Dice ser Paz

    A una amiga le hicieron la maniobra de Kristeller y le desviaron la pelvis. Probablemente esto hizo que no se animara a un segundo.

    En mi caso particular, el primero fue cesárea de urgencia, con epidural. Sobre el trato médico no tengo queja, sólo que se llevaron al niño, lo medio vi por el aire porque me hicieron quitarme las lentillas y no veo ni torta sin ellas. Se lo llevaron al padre, que luego me estaba esperando con él en la habitación.
    El problema aquí fue que todo lo que leí en el embarazo me hizo pensar que la forma ‘correcta’ de parir era con parto vaginal y sinceramente creo que el mejor parto es el que resulta con la madre y el niño bien, sea cual fuere.
    Eso fue lo que me tuvo muy triste mucho tiempo, no sé si legó a ser una depresión postparto, pero después de llevar un diario de embarazo, dejé de escribir porque cuando pensaba en mi parto me daban ganas de llorar porque pensaba que lo había hecho mal.
    Luego encima, después de intentar contra viento y marea la lactancia materna exclusiva, después de que las dos primeras semanas de vida el niño cogiera entre todo cien gramos, que se estaba quedando en pellejos, pensé que además de no haber parido ‘correctamente’ no podía amamantarlo, que vaya mierda de madre que era. Que todo me lo decía yo sola, que nadie me decía nada. Pero era horrible. Se me llenan los ojos de lágrimas al escribirlo y han pasado casi cinco años.

    Con Lapequeña fue distinto, dilaté con epidural, pero la peque no salía y para evitar rotura de útero por cesárea previa pues fue otra cesárea, pero nada que ver. Yo estaba centrada en que lo importante era que las dos estuviéramos bien, y aunque intenté también la lactancia materna exclusiva la imagen de mi hijo en pellejos hizo que no me costara tanto decidir el paso a la lactancia mixta. Incluso las molestias de la cesárea fueron infinitamente menores.

    Creo que desde niños se nos escatima la parte menos agradable de la vida, que también forma parte de ella, y no sabemos encararlas cuando llegan: muerte, episiotomía, maniobras truculentas…o es que no sabemos escuchar y sólo cuando estamos en ‘faena’ nos hacemos conscientes…

    27 junio 2014 | 11:35

  18. Dice ser Ana

    Todas las experiencias y comentarios son respetables, y coincido en que cada una pueda elegir lo que quiera. Pero parece que lo «ideal» es un parto naturalísimo, con dolor y «sintiendo» todo mucho. Lo siento, yo creo que para algo se evoluciona. Defiendo la epidural y cualquier cosa que evite sufrimientos, en el parto, en la enfermedad y en todo. Bastantes dolores hay inevitables. Me parece estupendo que se procure que la parturienta no sienta dolor y esté cómoda. En lugares lejanos se pare debajo de un árbol y en soledad, pues estupendo. También antes sacaban muelas los barberos y sin anestesia y ahora a nadie se le ocurre ir al dentista y pedir que no le anestesien. Y los que tenían cáncer y no lo sabían aguantarían sin quimioterapia y sin analgesia. Y en las guerras hasta se amputaban piernas y brazos en condiciones lamentables, pero si puede evitarse… mejor. Aunque supongo que el médico será quien decida si puede esperar o no a tener medios o la infección o el dolor se va a cargar al paciente. Y como en tantas cosas, pues habrá que fiarse de su criterio.
    Lo que me parece intolerable son esas prácticas según las cuales te despiertas de una anestesia y nadie sepa nada ni del niño, ni de la familia, ni nada de nada. Eso sí me parece una crueldad intolerable e innecesaria.

    27 junio 2014 | 11:54

  19. Dice ser Lorena

    «La diferencia entre uno y otro parto la marcó la información» justamente creo que lo que falta es que las madres (o futuras madres) busquen informarse… es obligacion de una informarse no del otro. Si bien los medicos y profesionales dan a conocer «alguna que otra» informacion es apenas un… 10% de todo. Es necesario que las embarazadas pregunten, lean, averiguen, se saquen miedos. Yo asi lo hice… no tuve el mejor parto pero no me puedo quejar para nada todo fue como lo idealice (obvio que gracias a Dios). Todo lo lei… sin miedos ni tabues. Hoy en dia cuando veo a alguien embarazada me acerco y cuando charlamos me doy cuenta que no saben nada… que no estan interesadas en leer o buscar en internet o siquiera preguntar. Las que tienen pequeños recien nacidos… no leen!! madres es su obligacion informarse para criar a un niño… que comidas se les da, sus etapas madurativas, vacunas recomendadas, todooo. Tienen miedo… miedo!!!!!!!!! Estoy segura que es miedo por la falta de informacion. Entiendo que cada una es diferente pero es necesario leeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrr. Igualmente las que lean esto seran las que se informan… mientras muchas otras no lo leeran porque no se informan. Yo seguire charlando sobre el asunto con las panzonas que me cruce.

    27 junio 2014 | 15:43

  20. Dice ser Goran

    Para Ana:

    La epidural tiene un montón de contraindicaciones y posibles efectos secundarios, alguno de ellos muy graves. Te reduce el dolor (desde todo a nada según la persona y la dosis) si, pero llevandose consigo la sensibilidad de la zona, esto implica una deceleración del ritmo de contracciones y dilatación que acaba en meter oxitocina sintética que aumenta mucho el dolor de las contracciones (una pescadilla que se muerde la cola, vaya) y en la fase de expulsivo en muchas ocasiones no se siente la necesidad de pujar por esta insensibilidad, que redunda en un % mayor de intervenciones quirurjicas (forceps, ventosa, Kristeller…). No voy a mentar los problemas propios de las anestesias, que es de lo que mas informan en los hospitales.

    Independientemente de todo ello, los primeros centímetros hay que dilatarlos sin nada ya que si no se corre el riesgo de que la anestesia no dure lo suficiente y se termine antes de llegar al expulsivo.

    La oxitocina que te meten, entre otras cosas, corta la producción de endorfinas en el cerebro, que además de ser un anestésico natural del cuerpo, es vital en la formación del lazo madre-hijo justo tras el parto.

    Y si la cosa es que la parturienta no sufra dolor, pues es curioso que la postura más utilizada (tendencia que está cambiando poco a poco) sea la de acostarla en una cama que es una posición muy muy cómoda para el médico, pero la más dolorosa de todas y además no ayuda en nada a expulsar al bebé.

    Por supuesto, es una elección y debe siempre respetarse, siempre es bueno tener opciones, pero las ventajas de un parto natural están mas que avaladas.

    Un saludo.

    27 junio 2014 | 18:01

  21. Dice ser MCarmen

    Pues yo no entiendo por qué a tanta gente le molesta que se defienda el parto normal, sin cirugía ni medicalización. El parto es fisiológico, es una función corporal. Pero la anestesia (sí, la epidural también) es una intervención médica con muchos riesgos. Y la cesárea es una cirugía mayor, también con muchos riesgos. Si uno se molesta en leer las estadísticas de muertes maternas en países ricos, se da cuenta de que prácticamente todas se deben a dos causas: 1) Complicaciones de la cesárea (embolias por coágulos, hemorragias, infecciones) 2) Complicaciones de la anestesia. Ah, pero no habíamos quedado en que la cesárea era muy segura y la epidural inócua? Nos mienten y nos dejamos engañar. (Por cierto, comparar tener un bebé con sacarse una muela podrida da una idea de por qué nos dejamos engañar: las mujeres no sabemos nada de nuestros cuerpos ni tenemos ni idea de lo que es un parto normal).

    28 junio 2014 | 07:44

  22. Dice ser Roser

    Se me caen las lagrimas al leer tu experiencia ya que la mia fue parecida. Hace 4 meses nacio el amor de mi vida. Fue un parto prematuro, de 34 semanas. Era la segunda vez q me ingresaban por hemorragias y estando en planta me puse de parto. Con cada contraccion perdia mucha sangre y decidieron hacer una cesarea de urgencia pq temieron por mi vida (mientras me hacian una eco para ver como estaba mi hijo perdi el conocimiento). Me pusieron anestesia general ya que no daba tiempo a una epidural, y cuando desperte mi hijo ya no estaba, se lo habian llevado a la incubadora. Yo no pude verlo hasta el dia siguiente. Fueran las 27 horas las largas de mi vida. Fueron unas semanas muy duras, pero a dia de hoy es un bebe sano y fuerte. Aun cuando pienso en como fue todo me deprimo, yo hice un plan de parto y estaba decidida a un parto natural. Siento q no se lo q es parir, y q no he disfrutado del proceso. Solo se q me desperte de una anestesia y me mire la barriga y ya no estaba mi bebe, pero tampoco estaba conmigo.
    No se si en mi caso fue la mejor opcion, quiero pensar q si. Considero q estaba bastante informada, lei mucho y hable con carios amigos que trabajan en el ambito de la salud, pero esto no estaba dentro de mis planes ni de mis expectativas, y cuando ocurrio me deje llevar.

    28 junio 2014 | 16:16

  23. Dice ser Goran

    Para MCarmen,

    Pese a que tienes razón en que son dos intervenciones con riesgos variados algunos muy graves y que, efectivamente, la mayor parte de muertes maternas tienen estos 2 factores como principal motivo, das una visión sesgada. Si la mayor parte de muertes es por una de estas dos intervenciones se debe a que son las 2 principales intervenciones que se realizan, con lo que es normal que acaparen las estadísticas. Tu dato está bien para saber que son foco de riesgos graves y no son, como bien comentas, inocuas. Pero también es verdad que el % de muertes en el cómputo global de intervenciones por cesáreas es ínfimo, al igual que lo es por la epidural.

    Es necesario remarcar que tienen riesgos y exponer claramente cuales son, pero tampoco es bueno caer en el alarmismo, y decir que «es una intervención médica con muchos riesgos», eso es alarmista. Decir que «es una intervención médica que puede, en casos poco probables, derivar en riesgos y complicaciones, algunos de cierta gravedad» es mucho mas preciso y correcto.

    Es como la viagra «puede causar desde somnolencia a la muerte» que parece que equipara el % de que te de somnolencia al de que te cause la muerte. Es curioso como se manejan los % de riesgos según se interpreten. Por ejemplo a mi mujer en la primera eco nos dió una medida pliegue nucal que entraba dentro de los nuevos baremos de riesgo de enfermedad cromosómica (que son puramente estadísticos por cierto). No nos dijeron el % de riesgo, pero la matrona nos derivó directamente a una anmiocentesis, que según ella se hacía todos lo días y los riesgos eran casi inexistentes. Investigando e investigando, resulta que en nuestro caso había mas probabilidad de perder al feto por la anmio que de que tuviera un problema cromosómico, y rechazamos hacerla.

    Un saludo.

    30 junio 2014 | 18:25

  24. Dice ser Telma

    Os recuerdo que la epidural no es obligatoria. Sé de casos en que las futuras madres van con su «plan de parto» y su decisión tomada y luego no soportan el dolor dicen que ya no pueden más y piden la epidural, no entiendo eso de que están agotadas y no pueden más, por esa regla de tres no hubiésemos nacido ninguno de los que estamos hoy aquí con más de treinta años, si nuestras madres se hubiesen agotado y como no había epidural ¿qué?. Evidentemente que no puedo estar de acuerdo con el trato inhumano, con la grosería y con no tener en cuenta que un alumbramiento es algo único para cada persona y que hay que tratarlo con profesionalidad y delicadeza hacia las personas. Lo que no comparto es que, por muy informada que se vaya, no somos médicos y no podemos ni decidir en todo momento ni programar nosotras mismas nada, podemos llevar ideas pero en un momento determinado hay que aceptar la decisión de la medicina que para eso está. El parir no deja de ser una práctica médica o quirúrgica y de la misma manera que ni decidimos una operación de apendicitis (por ejemplo) y no nos acompaña la familia al quirófano a extirparnos la vesícula, no entiendo por qué en un parto ha de ser diferente.
    Años y luchas han costado el tener medios, el parir en hospitales, etc. para que ahora queramos saber más que los profesionales. Cuando una mujer dice que la ha ido mejor decidiendo ella el parto y llevando la batuta, bajo mi punto de vista, no es que haya sido ella la que ha tomado la mejor decisión y gracias a su información todo haya salido bien, es sencillamente que la cosa se dio bien y pudo practicarse lo que ella tenía en mente, que suele ser un parto entendido por «normal», si las cosas se «tuercen» hay que «tirar» de adelantos, maniobras y lo que haga falta. Por supuesto que hay errores y malos profesionales pero quiero pensar que los médicos están para salvar vidas y no para lo contrario.
    Un saludo.

    01 julio 2014 | 09:13

  25. Dice ser MCarmen

    Para Goran. No es ser alarmista, es decir la verdad. Una intervención médica NUNCA tiene riesgo cero y SIEMPRE causa un daño al cuerpo. El que diga lo contrario, miente. Cuándo compensa una intervención médica? Cuando el riesgo de no hacerla es superior. Qué con las cesáreas? Que prácticamente la mitad de las que se hacen son INNECESÁRIAS. Y ahí está el problema: que se somete a una mujer y a su bebé a una intervención que no tenían que haber sufrido. Se les somete a un riesgo que no compensa.
    Lo que me parece una desverguenza es que se nos diga que la cesárea es muy segura y la epidural inócua. Esto es manipulación y ocultar la verdad, que permite tapar malas prácticas obstétricas. Por ejemplo, en las demandas por negligencias obstétricas siempre se dice «por no haber hecho cesárea a tiempo», pero si uno se molesta en leer los informes médicos, se encuentra con que la cesárea la provocó una inducción por protocolo sin necesidad real, o una infección por hacer tactos vaginales a mansalva también sin necesidad, etc etc. Es decir, a mi entender las demandas no deberían ponerse por «no haber hecho cesárea», sino por haber hecho durante el parto todas las intervenciones innecesárias que han acabado por provocar un problema. Te lo digo por experiencia propia: en mis tres embarazos tuve complicaciones, dos veces se resolvieron en manejo expectante (sin hacer nada, solo esperar) y una tercera hubo que intervenir. Lo que me costó recuperarme de la cirugía, menuda diferencia, una tremenda agresión al cuerpo.

    01 julio 2014 | 14:07

  26. Dice ser Victoria

    Yo he tenido dos hijos, paridos en Suecia los dos y el ultimo hace poco. Repetiria mil veces, sirva de comentario para resumir lo positivo de mi experiencia, que, como las demas, es personal. Hubo algunas disimilitudes en cuanto a como me trato el personal en uno y otro pero no puedo decir nada malo de ellos. Lo que si que recuerdo es que con mi primer hijo, los pujos eran tan fuertes y el bebe bajaba tan despacio (algo ilogico, en mi opinion, pero no del medico) que en un plis se presento el ginecologo con la ventosa de las narices. Me preguntaron si daba mi consentimiento y como lo unico que sabia es que es un medio de ayuda y solo podia concetrarme en no gritar del dolor, pues acepte. Al final no hubo que usarla. Pero que vas a decir en ese momento? Mi matrona lo unico que me habia dicho de ventosas, forceps y cesareas es que se usan en caso de necesidad y que las secuelas son minimas. Nunca me explico que muchas de las mujeres que han sido intervenidas con forceps o ventosa terminan con problemas de incontinencia (y no solo urinaria). Mi cunada (sueca ella) fue una de ellas, con su hijo si usaron ventosa y aun hoy casi dos anhos despues tiene problemas de incontinencia y los problemas asociados que ello conlleva. En fin, lo que quiero decir con esto es que muchas veces se ahorran explicaciones por temor a la negativa de la mujer. Y asi, mientras nosotras (y ellos, los papas!) nadamos en un mar de ignorancia, ellos hacen y deshacen a su antojo. El parto de mi segundo hijo fue sencillamente IDEAL, eso si aguante en casa hasta el ultimo minuto y fue llegar al hospital para parirlo. A las 6 horas estaba en mi casita con toda la familia.

    11 julio 2014 | 22:43

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