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"Lo que tenemos que hacer es montar un bar. Y si no funciona, lo abrimos". Viejo adagio periodístico

Archivo de marzo, 2014

#22M: las dos Españas

Existe una dimensión paralela de la realidad, en la que sestean gentes que no se asoman a las ventanas, que no viajan en metro ni en autobús, que no miran hacia aquello que no que no quieren ver. Gentes que leen siempre los mismos periódicos, ven las mismas cadenas de televisión, escuchan las mismas emisoras de radio. Gentes con legañas, con los párpados semipegados, que se rodean de seres semejantes con las mismas legañas, con el mismo escaso campo de visión, que los miran con admiración y los animan a seguir así, inmóviles, apegados a lo suyo, despegados de lo de todos.

Sestean de la misma manera en que lo hacen los animales del zoo. Estos, tras los barrotes toscos de las jaulas del parque. Ellos, en jaulas que no aparentan serlo, flanqueados por unos leones hieráticos que tienden su mirada hacia el vacío y que solo alcanzan a ver vallas y uniformes oscuros, rostros tapados. Los leones sujetan una bola con una de sus patas, grande, pero no tanto como la enorme pelota que se pasan a diario entre sí estas gentes adormecidas sin apenas tocarla, porque les quema cuando la rozan con las yemas de los dedos.

Sestean y sestean sin parar, también en sus coches oficiales de cristales tintados que oscurecen una realidad nítida, cristalina. Una realidad en la que decenas, cientos de miles de manos los señalan con el dedo. Dormitando sienten un frío helador, el que provoca el calor de la masa, y buscan refugio en su celda dorada, revestida de páginas de periódicos mullidas en las que apoyar sus cabezas y descansar plácidamente, arrullados por la banda sonora de teles y radios que les cantan nanas al oído; periódicos, radios y teles que, simultáneamente, anhelan que esos decenas, cientos de miles de manos pasen también sus páginas, sintonicen sus noticiarios, porque esa es la única garantía de su supervivencia.

Estas son las dos Españas: una duerme siempre, la otra a veces despierta.

 

Plaza de Colón, al término de la manifestación del 22M (EFE).

Plaza de Colón, al término de la manifestación del 22M (EFE).

 

Humanos y animales: la mirada de un niño

Conversación mañanera de sábado con mi hijo de 7 años. Tema: las guerras.

Yo: Muchas veces las guerras se producen porque los distintos bandos pelean por un mismo territorio.

Él: Como los ciervos, que luchan entre ellos para defender su territorio.

Yo: Pero nosotros somos humanos y hay algo que nos diferencia de los animales.

Él: ¡Claro! ¡Nosotros luchamos con armas!

Foto: Brian Stansberry (CommonsWikimedia).

Foto: Brian Stansberry
(CommonsWikimedia).

La lectora del restaurante de Goya

Jueves, 21 de marzo, 14.30 h. Restaurante en el distrito de Goya (Madrid). A dos o tres metros de mi mesa, en mi campo de visión pero algo a la derecha, una mujer de unos cuarenta años lee unos folios grapados. Pasa de página y creo ver una de las noticias de nuestro diario impreso, 20minutos. Mientras espero mi comida, intento discernir de qué página se trata por la disposición de fotos y textos, pero la mujer se mueve y ahora solo veo sus manos sujetando las páginas.

Pienso que es posible que la mujer esté leyendo un informe de algún tipo que incluya una información de 20minutos, pero vuelve a pasar de página, el librillo se le descompone y alcanzo a ver la cabecera de nuestra publicación mensual sobre economía, MiBolsillo, y la portada del jueves de 20Minutos, con la foto del bebé Mateo, en color.

¿Está leyendo la edición del jueves de 20minutos en folios? ¿Por qué?

Me levanto y me acerco hasta ella para preguntarle. Me presento. Ella me dice que ya solo lee 20minutos, que es ‘su’ periódico, que antes lo cogía todos los días en un gran municipio madrileño, pero que ya no lo encuentra, que ha enviado a la redacción un montón de correos electrónicos, pero que no ha conseguido que se repartan más ejemplares. «Así que en cuanto llego al trabajo, entro en la web de 20minutos, descargo el PDF de la edición impresa, me lo imprimo, me lo guardo en el bolso, y me lo leo a la hora de la comida. Si me pilla mi jefe, me echa seguro», confiesa entre risas.

Le pregunto por qué no lo lee en la versión online, y abre unos ojos comos platos: «Claro que veo la web, pero me gusta leerme el periódico así, cada día, en mi hora de comer».

Me cuenta que esos folios grapados vuelven a su bolso tras la comida, y que vuelven a salir de él cuando llega a casa. «Lo lee toda la familia y quien caiga por casa».

Le agradezco su fidelidad y vuelvo a mi mesa intentando disimular mi emoción. Porque una cosa es saber que ‘al otro lado’ hay legión de lectores, y otra bien distinta es comprobar que algunos nos leen con al menos tanta pasión como la que nosotros ponemos al hacer nuestro trabajo.

Diez minutos después, la mujer paga y se levanta. Ahora es ella quien se acerca a mí con una sonrisa. Abre su bolso y me muestra su interior: dentro está ‘nuestro’ 20minutos tamaño folio. Se dirige a mí por mi nombre de pila, posa su mano sobre mi brazo: «No cambiéis nunca, seguid así».

Lectores recogiendo 20minutos el 14 de marzo de 2014.

Lectores recogiendo 20minutos el 14 de marzo de 2014.

 

La responsabilidad de informar sobre fenómenos migratorios

Patricia Horrillo, periodista «pendenciera» (como ella misma se define), nos daba un tirón de orejas esta mañana por el titular que hemos utilizado en 20minutos.es para informar de la entrada de unas 250 personas a Melilla tras saltar esa valla que simboliza la brecha entre dos mundos: el de la falta de oportunidades y el de la esperanza. Ese titular era inconcreto: «Centenares de inmigrantes entran en Melilla en un nuevo salto a la valla fronteriza con Marruecos». Y además, podría generar cierta alarma, porque ese «centenares» puede referirse a 110 personas o a 3.000.

Lo hemos modificado de inmediato, concretando la cifra, aunque a esta hora (las 11.10 h) aún  no sabemos con certeza el número exacto de personas que han logrado cruzar la frontera.

En 20minutos somos especialmente cuidadosos con las informaciones que afectan a las personas en situación de indefensión o en posiciones desfavorecidas. Nuestro compromiso con el periodismo de servicio público y nuestra obligación como medio de comunicación es dar voz y visibilidad a quienes no los tienen, y hacerlo de una manera honesta, sensible, humana, respetuosa, integradora.

Por eso, hace unas semanas, elaboramos y difundimos entre los periodistas de 20minutos este decálogo y lo subimos a nuestro wiki de redacción, una especie de manual de cabecera que podemos (y debemos) consultar internamente en cualquier momento:

DECÁLOGO PARA EL TRATAMIENTO INFORMATIVO
DE FENÓMENOS MIGRATORIOS EN 20MINUTOS

1º.- No exagerar, utilizar los antecedentes y el contexto en el que se produce la información.

-Relativizar las cifras contrastándolas con las de los países de nuestro entorno.

-Evitar provocar en el receptor una sensación de presión migratoria.

-Contextualizar las noticias relacionadas con la inmigración y aportar documentación sobre la situación de los países de origen de las personas inmigradas.

2º.- No introducir palabras o expresiones que puedan inducir al receptor a tener una visión negativa y sesgada de la información: avalancha, oleada, marea, brote, desembarco masivo, ilegal, asalto a la valla…

3º.- No inducir al receptor a la asociación de ideas que puedan convertir al colectivo de inmigrantes en chivo expiatorio de los males de nuestra sociedad.

-No relacionar las noticias de inmigración con los delitos contra la salud o la inseguridad ciudadana o viceversa.

4º.- No hacer conjeturas ni interpretar las noticias o las imágenes. No realizar afirmaciones gratuitas, como si supiéramos lo que pasa por la mente de otra persona (ej.: Las mujeres embarazadas vienen buscando la nacionalidad española para ellas y su bebé).

5º.- Contrastar las fuentes. Con mucha frecuencia se utilizan únicamente los datos proporcionados por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Resulta imprescindible contar también con las personas inmigradas como fuente informativa, así como con las organizaciones que los agrupan y representan (ONGs, asociaciones de acogida y de ayuda, etc.), y garantizar de esa manera a las personas y colectivos inmigrantes su derecho a la libertad de expresión.

6º.- No utilizar términos negativos para el colectivo. No relacionar inmigración con Islam ni con ninguna otra confesión religiosa. Mantener una actitud de humildad frente a la información. No dar cosas por supuestas.

7º.- En los delitos, no aportar información que no sea relevante, ni destacar la nacionalidad del detenido si este dato no resulta de interés informativo.

8º.- No usar un lenguaje inadecuado para describir las nacionalidades o los rasgos de los inmigrantes, o un lenguaje que vincule inmigración con problemas, con hechos delictivos o con marginalidad y exclusión social.

9º.- No hacer análisis gratuitos. No señalar qué colectivos, según nuestra subjetiva percepción, pueden integrarse mejor que otros en nuestra sociedad. No apostar por ningún colectivo de inmigrantes frente a otro. Con ello sólo contribuiríamos a discriminarlo y a excluirlo de la integración.

10º.- Contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a dignificar la imagen del inmigrante y a resaltar la imagen positiva de la inmigración. Es obligado tratar al inmigrante como a un semejante. No “victimizar” al colectivo de inmigrantes, ni tampoco ofrecer una visión paternalista.

(Fuentes: Fundación Ciudadanía y valores, Consejo audiovisual de Cataluña, Informe UCM sobre ‘La ética periodística en el tratamiento informativo de la inmigración’, Webislam).

Compartir la eternidad con Doraemon

Ella vio el dibujo que su hija de cuatro años había pintado para su bisabuela recién fallecida. En el dibujo predominaban los tonos azules bajo la dedicatoria: «Para mi yaya …». El dibujo estaba depositado sobre las pantorrillas de nuestra abuela, dentro del féretro; se veía a través de la urna de cristal en la que habían introducido la caja con su cuerpo.

Ya en casa, por la noche, ella felicitó a la niña:

-¡Qué dibujo más bonito has pintado para la yaya! Precioso. ¿Qué es?
-Mamá, ¡es Doraemon!
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Mi abuela -mi yaya- Laurentina se habría desternillado de risa si alguien le hubiera contado que, gracias a su bisnieta Telma, acabaría compartiendo la eternidad con un gato cósmico de color azul.

El presente da paso al condicional perfecto… Cambia el tiempo verbal, pero ella seguirá siendo parte de nosotros; o nosotros de ella.

Doraemon volador.————————————-

Con esta entrada personal me hago el firme propósito de intentar dar algo de vidilla a este blog que tengo abandonado desde julio de 2012. De momento es solo eso: un propósito.