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"Lo que tenemos que hacer es montar un bar. Y si no funciona, lo abrimos". Viejo adagio periodístico

Archivo de mayo, 2012

Nouriel Roubini: «Es imposible que España alcance un déficit del 5,3%»

Fue uno de los primeros en predecir la crisis hipotecaria de los Estados Unidos y eso le valió el apodo de «doctor calamidad». A Nouriel Roubini no parece molestarle el mote; más bien al contrario, a juzgar por sus recientes artículos y exposiciones sobre el futuro de la zona euro y de sus integrantes, entre ellos España. Hace dos semanas daba por sentado que España necesitaría un rescate para salvar sus bancos y no descartaba que nuestro país tuviera que salir del euro. Cree, además, que Grecia será el primero en abandonar el euro.

Comida con Roubini en el Palacio de Congresos (Madrid)

Nouriel Roubini, durante la comida celebrada este jueves en Madrid.

En vísperas de esa «tormenta perfecta» que él mismo augura para el año 2013, Roubini ha pasado este jueves por Madrid. Un reducido grupo de empresarios de Internet y periodistas hemos compartido con él un breve almuerzo horas antes de la conferencia que ofrecía en la feria Expomanagement. Estas son las principales conclusiones:

  • «La clave es restablecer el crecimiento económico» (esta ha sido la frase que más ha repetido, siempre en referencia a Europa). Para lograrlo cree necesario posponer los planes de austeridad fiscal. Ha calificado de «locura» los objetivos de déficit marcados por la UE, ilustrándolos con un ejemplo: «Es imposible que España alcance un déficit del 5,3%». Y las medidas para lograr ese imposible anulan cualquier posibilidad de crecimiento. Ha augurado un acuerdo en próximos meses «para inyectar capital en la banca y en aseguradoras» de países como España.
  • Roubini ha criticado los tiempos de ejecución de reformas en ciertos países de la UE, entre ellos España: cuando todo se hace al mismo tiempo -reducir el Estado, flexibilizar el mercado laboral, destruir empleo, aplicar políticas de ajuste fiscal… y, en consecuencia, ahogar el consumo- «puedes convertir la recesión en algo mucho peor». Este cuello de botella reformista está conduciendo a lo que Roubini ha llamado «fatiga de austeridad», que no solo afecta a los periféricos de Europa (Grecia, Italia, Portugal, España, etc.) sino al mismo corazón de la UE, incluyendo Francia y Alemania. De ahí los últimos resultados electorales en estos dos países.
  • Ha reiterado que una eventual salida del euro de países pequeños como Chipre, Portugal o Grecia no afectaría a la línea de flotación de la zona euro, pero que el abandono de España o Italia supondría la ruptura de la UE que hoy conocemos.
  • Europa debe ir «más allá de la unión monetaria» para evitar una desintegración. ¿Cómo? Construyendo una unión fiscal y también política. Ha puesto como ejemplo de la disgregación europea la cumbre informal de la UE celebrada este miércoles, donde se reunieron todos los líderes de la UE «pero aplazaron la toma de decisiones clave». Roubini se ha mostrado partidario de dar más poder al Parlamento europeo y ha señalado las dificultades que entraña buscar una coherencia entre 17 gobiernos.
  • En cuanto al papel de los países emergentes, ha destacado que el potencial de crecimiento de su PIB en los próximos años es de un 6%, frente al 1,5% de Europa y Japón, y el 2,5% de Estados Unidos. «Europa no trabaja tanto como China y no innova tanto como Estados Unidos», sentenció.
  • Tampoco suenan muy optimistas sus augurios para el entorno digital como colaborador necesario en esta futura reactivación económica, al menos en términos de creación de empleo. En su opinión, la digitalización incrementa la productividad y por tanto ralentiza la creación de empleo. Por otro lado, afirma que Internet conlleva una «revolución en la provisión de servicios» y, de alguna manera, el fin de la intermediación.

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Crónica gráfica de la marcha del #16M

La asamblea convocada para este martes a las 19 h en Sol acabó en una marcha por las calles de Madrid. Estas son algunas de las fotos que tomé con mi teléfono. La mayoría son de una calidad pésima, pero retratan algunos momentos interesantes y constituyen una crónica gráfica de parte de la noche del 15 al 16 de mayo.*

Grito silencioso a las doce de la noche. La asamblea aún no había concluido.

 

Termina la asamblea con la cacerolada prevista. Un grupo de gente empieza a golpear con las manos, cacerolas, cascos… la valla que rodea el edificio de Tío Pepe. El ruido es ensorcededor.

 

Algunos gritan «¡A la Bolsa!» y tímidamente empiezan a subir por la calle Alcalá. En la asamblea se ha desestimado esa acción y hay gente que duda. Los más animosos se paran y miran hacia Sol (foto) esperando que se les una más gente.

 

Finalmente se inicia la marcha hacia la Bolsa. En la imagen, momento de la llegada a Cibeles.

 

Momento tenso junto al Palacio de Correos. La multitud rodea un coche de Policía que quiere cruzar Cibeles. Al cabo de unos minutos, la marcha continúa hacia la Bolsa.

 

El edificio de la Bolsa está literalmente tomado por furgones policiales y antidisturbios. La multidud se dirige hacia el primer cordón policial y dos de los manifestantes se desnudan ante los efectivos policiales mientras les lanzan preguntas como «¿Tenéis hijos, tenéis familia?». No hay incidentes. La marcha continúa en dirección hacia Neptuno.

 

El despliegue policial es espectacular. Por el paseo del Prado en dirección Neptuno comienzan a bajar decenas de antidisturbios a paso ágil, seguidos por una decena de furgones policiales. La marcha se dirige hacia el Parlamento, pero finalmente toma una de las callejas que suben hacia la zona de Huertas.

La marcha sigue por las pequeñas calles de Huertas en dirección a la calle Atocha. Todas las calles aledañas están cortadas por furgones o por policías. Esta chica camina en la cola de la manifestación con una vela en la mano (con la que quiere representar el primer cumpleaños del 15-M) y a escasos centímetros de la lechera que tiene a su espalda, que va dando acelerones para amedrentarla. «Si fuera buena fotógrafa, esta sería la foto del día», tuiteé anoche.

 

A partir de ese momento, la marcha -con menos manifestantes a medida que avanzaba la noche- continuó desde la calle Atocha por Antón Martín, Jacinto Benavente, plaza de la Cruz, calle Segovia, Vistillas… hasta concluir en Tirso de Molina, con identificaciones de los asistentes y una detención. Mi relató concluyó hacia las 2.30 h, aproximadamente, cuando mi teléfono se quedó sin batería. Así os lo contamos en 20minutos.es: http://www.20minutos.es/noticia/1447722/0/indignados-15m/aniversario/directo/

*TODAS LAS FOTOS DE ESTE POST SE PUBLICAN BAJO LICENCIA CREATIVE COMMONS. PUEDEN SER REPRODUCIDAS CITANDO AUTORÍA Y ENLAZANDO.

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La revolución sin prisa: cuatro claves para el futuro del 15-M

*Hay tantas percepciones del 15-M como personas se acercan a conocerlo. El texto que vas a leer es solo una manera de verlo: la mía.

¿Cuánto ganas? ¿Cuántos metros cuadrados mide tu casa? ¿Cuántos caballos tiene tu coche? ¿Cuánta gente acudió a la manifestación el sábado? ¿Y el domingo? ¿Cuántos había en la plaza ayer? Vivimos en una sociedad en la que la cuantificación se convierte en la única referencia posible para valorar éxitos o fracasos.

Este era el fin de semana del examen, de la cuantificación definitiva. La fecha en la que todos esperaban saber si el 15-M seguía vivo, si mantenía su poder de convocatoria, si las plazas volverían a llenarse. El momento de la valoración, en términos numéricos y, por supuesto, inmediatos.

Pero el examen del 15-M debería ir más allá de las plazas y de fechas puntuales, porque el 15-M es  -o parece ser-  una revisión del orden establecido a partir de miles, millones de revoluciones pequeñas (tantas como personas quieran participar de ellas, tan pequeñas como inmensa es cada toma individual de conciencia), una mutación lenta pero segura de los hábitos del ciudadano, como individuo y como parte de una sociedad civil y participativa en la que este tiene -debe tener- capacidad de decisión y de cambio. Y esa transformación no sabe de exámenes ni de cifras, no conoce las prisas, no mira el reloj.

Dicho esto, ¿cómo casa esa lenta metamorfosis con el disparo frenético e indiscriminado por parte de los dirigentes políticos de medidas encaminadas al blindaje del sistema financiero a costa de acabar con la protección social del individuo que se le suponía al Estado? Ese es el problema: que no casa. Y no casa porque no hay tiempo para engranar esas pequeñas revoluciones con la demolición de la sociedad tal y como la conocíamos.

Frustración. Esa es la palabra resultante cuando lo que está en juego, como ahora, son las expectativas. Ni todos los indignados comulgan con el 15-M ni el 15-M representa a todos los indignados, pero en la primavera de 2011 muchos depositaron sus esperanzas en este movimiento. Confiaron en que esa gente que había logrado una movilización masiva real a través de las redes sociales fuera capaz de canalizar sus aspiraciones, quejas, malestar; su indignación, en definitiva. Por eso, este #12M15M era su momento para calibrar: fuerzas, repercusión, conclusiones, consecuencias, medidas, concreciones. De nuevo, cuantificación. Y, por tanto, frustración, porque es posible que al final la nota del examen no esté a la altura de esas expectativas; porque esta es una carrera contrarreloj para algunos, pero no para todos los que corren en ella. El tiempo, una vez más, como elemento confrontador entre realidad y deseo, y también como objeto de reivindicación.

¿Sobrevivirá el 15-M a este «mayo global»? ¿Tiene futuro? Posiblemente, estos cuatro puntos sean determinantes:

  • No cerrar el ciclo. Si algo ha logrado el 15-M es abrir un nuevo ciclo: cambiar el paso de la sociedad española y llevarla de la resignación a la convicción de que las cosas pueden y deben cambiarse; despertar conciencias, al fin y al cabo. Mientras esa convicción se mantenga, el 15-M seguirá alimentando, aunque sea de manera indirecta, la necesidad de protesta y de reivindicación. Pero el gran reto es pasar de la convicción a la acción: cambiar las cosas. Se han dado pasos (relativos a la dación en pago, la transparencia, a la reivindicación del espacio público, etc.) y se han logrado incorporar puntos importantes al debate político. Los avances en este terreno son claves para la imagen y la pervivencia en el tiempo del movimiento.
  • Aceptación y respaldo social. Aunque el 15-M ha seguido vivo a lo largo de este año, con acciones en barrios y plazas, muchos rompieron con él tras los últimos días de las acampadas de 2011. De ser considerada inicialmente una corriente de y para todos, pasó a adquirir cierto matiz marginal. Puntos calientes:
      • Los últimos días de acampadas de 2011 tuvieron un efecto negativo en la imagen del 15-M por su identificación -interesada y promovida en muchos casos por ciertos medios de comunicación e instituciones públicas-con los llamados grupos antisistema, izquierda radical e incluso indigencia. Los intentos de vincular el movimiento con estos grupúsculos y de criminalizarlo han sido constantes en los últimos doce meses.
      • De la utopía a la frustración. Si con las conclusiones de las asambleas acabara por construirse un nuevo Estado, estaría a años luz del que hoy conocemos. Esto genera cierta sensación de irrealidad, de juego de niños, de estar levantando castillos en el aire. Algunos de los indignados, no necesariamente partícipes del movimiento 15-M solo quieren recuperar el estado del bienestar que han conocido, no construir un nuevo sistema que rija el orden mundial.
  • Acción frente a información. El movimiento se vertebra a través de asambleas, pero estas requieren de una cierta constancia por parte de los asistentes, además de grandes cantidades de tiempo libre dada la duración de algunas de ellas. El #12M15M ha mostrado en los últimos días pocos avances respecto a los planteamientos asamblearios del pasado año. Las asambleas son más maduras (más centradas, más cortas, más al grano), pero el abanico de temas sigue siendo tan amplio como disperso (economía, política internacional, política a corto plazo, vivienda, feminismo, formación profesional, migración, economía, amor y espiritualidad…). Y, aunque para muchos de los activistas del movimiento la sociedad vive en una desinformación constante precisamente por la sobreabundancia informativa, algunos de los que rondaban las plazas estos días esperaban más «acción» (manifestaciones, sentadas de protesta…) y menos información.
  • Canalizar la indignación. A medida que aumentan la conciencia social y la indignación, los recortes, las políticas neoliberales y sus consecuencias van abriéndose paso a golpe de decreto ley. ¿Cómo canalizar esa indignación en los momentos clave? ¿Debe ser constante la movilización? ¿Es necesaria esa movilización? ¿Cuál es la mejor manera de introducir en el debate político y parlamentario ciertos mensajes y reivindicaciones? ¿Cómo se ejerce esa «democracia real» (ciudadana y participativa) más allá de las asambleas? Mientras los Gobiernos ponen el foco del sistema en la salvaguarda del sistema financiero y las elites políticas, ¿quién reorienta ese foco hacia la justicia social y la sociedad civil? ¿Quién y a quiénes se deben pedir responsabilidades? ¿Quién da respuesta a estas preguntas? Y, tal vez lo más importante,  ¿debe ser el 15-M? Porque es posible que el futuro del movimiento no pase por ofrecer respuestas, sino más bien por su capacidad para seguir planteando preguntas. El tiempo lo dirá. 

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«Papá, ¿ese señor es un ladrón?»

Ocurrió esta semana en una peluquería de Madrid perteneciente a una cadena. Un señor que habla por teléfono dentro del establecimiento empieza a levantar la voz. El hombre se hace entender perfectamente pese al ruido de los secadores y el hilo musical. Exige a su interlocutor que le pague lo pactado; acepta el despido, pero pide el dinero que según él se le debe en concepto de comisión por cada corte de pelo. Es un exempleado de la peluquería.

Las peluqueras, que están atendiendo a los clientes, empiezan también a elevar la voz y le piden, avergonzadas y nerviosas, que se marche, alegando que el encargado no está. El hombre exige hablar con este por teléfono. A gritos, pero el tono no es amenazador y él no parece violento. Pide que le paguen lo acordado. La que lleva la voz cantante le dice que si no se va, llamará a la Policía.

Él empieza a hablar de nuevo por teléfono, a voces, y sale a la calle, momento que aprovecha una de las peluqueras para cerrar la puerta con pestillo y telefonear supuestamente al encargado; le explica la situación y este da la instrucción de pagar al hombre, que a la sazón está entrando de nuevo en la peluquería (el pestillo no estaba bien echado).

Al instante, la peluquera que hablaba por teléfono abre la caja, saca un dinero, lo mete en un sobre y se lo da. El hombre se marcha. Y las peluqueras vuelven a su trabajo pidiendo mil disculpas a los clientes, que las aceptan con cara de circunstancias mientras comentan lo ocurrido y se lamentan por la situación tan embarazosa que acaban de contemplar.

El mal rato ha pasado, y todo queda en una anécdota provocada aparentemente por un desequilibrado, alguien despechado a causa de un despido cuyas circunstancias obviamente desconocemos.

Pero, ¿y si el hombre no es un desequilibrado? ¿Y si es cierto que pactó un dinero que finalmente no se le pagó? ¿No se enfadaría usted si le ocurriera algo similar? ¿No exigiría que le pagasen lo que es suyo? ¿No gritaría?

A juzgar por las miradas y los comentarios, ninguno de los presentes se plantea esta hipótesis. De hecho, a nadie parece llamarle la atención que la peluquera finalmente, y dadas las circunstancias, no haya telefoneado a la Policía, ni siquiera después de haberle entregado el sobre. ¿No habría sido esto lo lógico en el caso de que el tipo se estuviera llevando algo que no le correspondía? ¿O es que en esa peluquería pagan en negro y por eso a nadie le resulta chocante?

Un niño ha presenciado la escena entre asustado y sorprendido. Y al llegar a casa, aún confundido, pregunta a su padre: «Papá, ¿ese señor era un ladrón?».

-¿Por qué crees que era un ladrón?

-Porque gritaba mucho, las señoras tenían miedo, querían llamar a la Policía y al final le han dado un sobre con dinero.

Blanco y en botella… para un niño de cinco años.

¿Y para el resto? Ciertamente ha sido una situación incómoda, pero ¿qué les habrá resultado más embarazoso? ¿Que un tipo pida lo que al parecer se le debía? ¿Que lo haga a gritos? ¿Que se le entregue un sobre sin disimulo alguno? ¿Que las peluqueras lo hayan tratado como a un delincuente? ¿Que estas puedan verse en una situación similar mañana? ¿O simplemente la sensación de estar ante un perdedor más, un desahuciado social (con lo perturbador que es eso)?

El niño de cinco años ha aprendido esta semana que no siempre los ladrones son quienes lo aparentan. Ya sabe más que muchos de los adultos que le rodean.

¿Cuántos asesores necesita un presidente?

Imagine que a su compañero de despacho la empresa le ofrece un cargo de responsabilidad. Su compañero acepta (la responsabilidad y el sueldo asociado a esta) porque en líneas generales se considera capacitado para el desempeño de esa función. Pero aunque aparentemente es un tipo cualificado, su compañero comete faltas de ortografía, no sabe trabajar con documentos de excel, las cuentas no son lo suyo… En un entorno razonable, no durará ni tres meses en ese nuevo cargo.

Imagine ahora que viviéramos en el mundo al revés y que ese compañero al que le han ofrecido un puesto de responsabilidad fuera plenamente consciente de sus carencias y de que, por tanto, estas lo inhabilitan para el ejercicio de ese cargo. En tal caso, su compañero aceptaría el puesto ofertado (y el sueldo correspondiente), pero pondría a su jefe una condición sine qua non: contratar simultáneamente a tantos asesores como lagunas presentara para garantizarse la excelencia en el desempeño de sus tareas. La empresa aceptaría encantada dichas condiciones en aras de esa excelencia.

Suena a chiste, ¿verdad? ¿A qué le sonaría si supiera que es usted quien con su sueldo tiene que pagar a esa cohorte de asesores? Posiblemente la cosa perdería parte de la gracia.

Pues créanme, está ocurriendo. En concreto, los ciudadanos de este país pagamos con nuestros impuestos a los 82 asesores directos (sí, 82) de nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. También pagábamos a los 56 (sí, 56) de José Luis Rodríguez Zapatero.

Tras mucho devanarme los sesos no sabría decirles cuál es el número de asesores necesario para que un presidente del Gobierno español salga airoso del trance. A juzgar por la brillantez de nuestra política en los últimos años, es probable que incluso se hayan quedado cortos. Desconozco también si el número de asesores es directamente proporcional a la capacidad de toma de decisiones de cada uno (¿o tal vez sea inversamente proporcional?). Me pregunto sobre qué asuntos reciben asesoramiento ‘directo’ nuestros jefes de Gobierno aunque, por el número de mentores, es de suponer que incluso la ubicación de la raya del cabello adquiera la dimensión de cuestión de Estado. Y, sí, también me pregunto por el número de asesores que tendrá cada ministro, cada secretario de Estado, cada director general…

La buena noticia es que con mimbres como estos -y quien dice mimbres dice asesores- usted (y yo) podríamos ser mañana presidentes del Gobierno. Aunque pensándolo bien, si esta es la buena noticia, ¿dónde están las malas?

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