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¿Reconoces la amenaza en el rostro de los demás?

Podemos tener dudas a la hora de reconocer la emoción de ira en un rostro, pero tranquilos, nuestro cerebro ya lo hace por nosotros y es capaz de detectar una cara amenazante de forma inconscienteEsto puede parecer inverosímil, pero como el Dr. Harald Schupp y un equipo de investigadores descubrieron ya en el año 2004, estamos programados a un nivel evolutivo para experimentar una respuesta de miedo al detectar la amenaza percibida en otra cara. Si bien es posible que no sepamos lo que está sucediendo, a nivel fisiológico, nuestro cuerpo ciertamente reacciona.

Esta investigación está profundamente arraigada en nuestra historia evolutiva. Nuestras emociones básicas universales (alegría, sorpresa, ira, asco, miedo y tristeza) se basan en cómo evolucionaron nuestros rostros; por ejemplo, entrecerrar los ojos para desconectarnos de las imágenes repugnantes. 

La percepción de amenaza en la cara de otro está profundamente entrelazada con nuestra respuesta de miedo. Las investigaciones han descubierto que detectamos amenazas en los rostros de los demás mucho más rápidamente que las emociones positivas, y nuestros cerebros se preparan rápidamente para lo peor. El trabajo del Dr. Schupp va aún más allá, al observar la respuesta neurológica básica que se activa al percibir la amenaza en la cara de otra persona.

En el estudio, un pequeño grupo de participantes fue reclutado y posteriormente expuesto a una serie de imágenes que representan emociones básicas: amenaza/enojo, felicidad y una cara neutral. Se pidió a los participantes que calificaran cada rostro según el grado en que pareciera amistoso o amenazante, pero solo estuvieron expuestos al rostro por un breve instante, monotorizándose la actividad cerebral para detectar cambios neurológicos.

De acuerdo con sus hipótesis, el estudio encontró que el cerebro muestra una actividad marcadamente diferente casi de inmediato. Sin embargo, la diferencia entre un reconocimiento de amenaza y un reconocimiento amistoso fue mucho mayor que entre amigable y neutral, lo que sugiere que nuestros cerebros están respondiendo de manera más categórica a la amenaza que a otras expresiones faciales. Es más, nuestro reconocimiento no se detiene al detectar la amenaza como sí que lo hace cuando reconocemos un rostro amistoso. En su lugar, continúa procesando el estímulo para formular una respuesta precisa, como huír o luchar.

La comprensión de que nuestro cerebro tiene una reacción profunda e instintiva ante la amenaza nos ayuda a ser más conscientes de lo que sucede instintivamente cuando vemos una cara. Algunas caras pueden inspirar una sensación de ansiedad o consternación subconscientes, y esto perfectamente puede estar vinculado a nuestros procesos de reconocimiento neurológico.

 

 

*Fuente: Can You Spot the Anger? – Humintell

El desconcertante efecto del bótox en la comunicación no verbal

descargaLas inyecciones de toxina botulínica (bótox) en los músculos faciales suavizan las líneas de expresión y hacen que el aspecto de la piel parezca la consecuencia de una parálisis. Es evidente que este efecto produce una gran dificultad para expresar las emociones en el rostro inyectado. Los analistas, de hecho, nos fijamos en las arrugas de la cara para asociar acciones musculares desencadenantes, y así, las emociones. En estos casos nos es casi imposible dictaminar lo que siente la persona con certeza (aunque aun nos queda el análisis de la expresión de la parte inferior del rostro, gestos, etc). Pero es que además, una reciente investigación por parte de los científicos de SISSA pone de manifiesto otra consecuencia asombrosa.

El uso del bótox también socava la capacidad de entender las expresiones faciales de otras personas. Esta  secuela se produce por un bloqueo temporal de la retroalimentación propioceptiva, un proceso que nos ayuda a comprender las emociones de los demás mediante su reproducción en nuestro propio cuerpo. «La parálisis, afortunadamente temporal, de los músculos faciales que provoca esta toxina afecta a nuestra capacidad para captar el significado de las expresiones faciales de otras personas, nos perdemos información emocional«, explica Jenny Baumeister, una de las investigadoras de SISSA.

Y es que, por ejemplo, cuando observamos una sonrisa nuestra cara también tiende a sonreír (a menudo de una manera imperceptible y automática) para tratar de dar sentido a esa expresión que estamos captando. Sin embargo, si nuestros músculos faciales están paralizados por el bótox, entonces el proceso de comprensión de la expresión de la emoción de otra persona puede llegar a ser más difícil.

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