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La comunicación no verbal de Shakira y la emoción más peligrosa

Las canciones de Shakira pueden ser un buen ejemplo de cómo va evolucionando su dolor tras su separación del futbolista Gerard Piqué. Recordemos que no es la única cantante que utiliza la composición musical para expresar sus experiencias personales, otras artistas como Adele o Amy Winehouse también confesaron transmitir parte de sus historias vitales a través de la canción.

Ayer mismo en este blog hablábamos sobre la reconciliación de Tamara Falcó con Íñigo Onieva y comentamos cómo una ruptura sentimental también nos hace transitar por diferentes emociones propias de un proceso de duelo.

En la primera canción «Te Felicito» se representa la frialdad con la que valora a Piqué, le robotiza, le describe como un actor. Shakira toma conciencia del engaño y asume que pensaba estar con un hombre que no era.

En la segunda canción «Monotonía» prima la emoción de tristeza y desolación profunda, ya analizamos esas imágenes demoledoras de su videoclip, en el que aparece con lágrimas en los ojos y un agujero en el pecho, pero expresaba su pesar de forma madura, asumiendo cierta responsabilidad afectiva en el proceso de separación.

Pero ahora llega la ira y con la letra de su última canción no deja de lanzar dardos envenenados a Piqué (y lo que es peor) a su nueva pareja Clara Chía.

Su imagen en esta última aparición nada tiene que ver con la anterior, no hay lágrimas ni agujero en el pecho, las emociones predominantes en su rostro son el asco y la ira, sonrisas irónicas y de desdén, sus gestos son dominantes, desafiantes, mostrando su pecho en señal de poder.

Shakira se encuentra actualmente en una fase más impulsiva, explosiva, incluso verbalmente agresiva en la que el dolor se transforma en despecho, reproches, críticas y la motivación que nos invade es muy destructiva.

Una persona despechada pasa por una intensa amargura y en esta etapa podemos no pensar con claridad, la emoción es tan fuerte que nos ciega, gana y se impone a la razón y en muchas ocasiones tomamos decisiones precipitadas que pueden perjudicar a la persona en este estado.

El rencor puede desembocar en obsesionarse con la búsqueda de venganza, de justicia emocional y esta actitud no es beneficiosa para nadie (hasta puede resultar auto-destructivo) y es probable que nos lleve a un arrepentimiento futuro.

De hecho, según los estudios, y a pesar de que la ciencia no le ha prestado la suficiente atención, algunos de los comportamientos más oscuros del ser humano han sido motivados por la emoción de despecho.

El duelo y las etapas por las que está transitando Shakira para superar y aceptar su separación es completamente normal y necesario, pero hemos de ser prudentes en cómo gestionamos ese incómodo viaje emocional, contra quién volcamos nuestro dolor y no tomar decisiones impulsivas que puedan perjudicarnos gravemente.

Hay que saber abandonar el barco sin hundirlo.

*Referencia:

La mente es Maravillosa: El despecho, un sentimiento amargo y peligroso (2021). Psicóloga Valeria Sabater

 

 

La comunicación no verbal delata a Irene Montero ante el ataque de Toscano


Irene Montero (Podemos ) y Carla Toscano (Vox) han protagonizado un tenso momento en el Congreso de los Diputados. Las duras palabras de la diputada de Vox han provocado una intensa reacción emocional en la Ministra de Igualdad.

La actitud de Toscano ha sido muy combativa y provocativa, usando palabras de alto impacto en las acusaciones a Montero (como «libertadora de violadores»), pero el pico de agresividad verbal se ha producido con la frase específica:

«Su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias«. Esa afirmación fue el detonante que provocó el derrumbe emocional de Montero.

Carla Toscano, en el Congreso (EP)

Y es curioso porque cuando ella interviene en respuesta para defenderse, su comunicación no verbal indica ira, en su rostro podemos ver el ceño fruncido, fosas nasales dilatadas, muestra los dientes, sus gestos se tornan en intensos aspavientos…

Pero su voz la delata, su prosodia emocional indica una tristeza y afectación profunda, más allá de un mero enfado. Sin imágenes, solo escuchando su voz, apreciaríamos mejor cómo dice lo que dice.

Irene Montero, en el Congreso (EP)

Su aflicción, denota que la herida nada tiene que ver con el ámbito político y que le aflije en lo personal. Además, esta idea se refuerza con su intento de reprimir el llanto, aprieta tanto la mandíbula para no desmoronarse que le acaba temblando la barbilla y el labio inferior.

Impacta porque la frialdad emocional suele ser habitual en los ataques y debates políticos, en este caso el daño fue de tal magnitud que no pudo inhibir su desolación.

Análisis no verbal de la intervención de Zelenski en el Congreso: más enfadado que de costumbre

El Presidente ucraniano Volodimir Zelenski ha intervenido hoy en el Congreso de los Diputados de nuestro país y, como siempre, deja constancia de que, sin duda, su arma más poderosa es su comunicación política, convirtiéndose ya en todo un ejemplo de liderazgo para el mundo.

Las expectativas eran altas y no ha defraudado. Zelenski se caracteriza por personalizar siempre sus discursos y realizar alusiones directas a hechos históricos (normalmente atentados o guerras) del país al que se dirige.

Para España ha destacado que: «En lugar de estar en el mes de abril del año 2022 pudiera parecer que estamos en abril del año 1937, cuando ocurrió el desastre de Guernika«.

Este recurso de la personalización despierta la empatía y la conexión con una audiencia concreta, refleja un poder similar al que conseguimos llamando a las personas por su nombre. Consigue que las personas seamos más receptivas con su causa y nos pongamos en su lugar. Agita nuestras conciencias.

De hecho, la palabra más repetida en su mensaje a la población española ha sido la de: «Imaginen…» Nos implora que de verdad podamos pensar en pasar por una situación de guerra a día de hoy. Nos pone en su piel evocando sensaciones. Relatando todo por lo que están pasando las familias ucranianas.

Sin embargo, y a diferencia de otras ocasiones, la expresión facial predominante en su rostro durante casi toda su intervención ha sido la emoción de ira. El ceño fruncido y la severidad en el tono de sus palabras nos revelan a un hombre más enfadado y rígido.

Es comprensible, las condiciones que generan ira son: la frustración, la interrupción de una conducta motivada, situaciones injustas, o
atentados contra valores morales e inmovilidad.

En otras conexiones pasadas se podían detectar en él más expresiones de tristeza, imploraba ayuda desde una posición más victimista, hoy se mostraba más imperativo e irritado, con el hartazgo natural del paso del tiempo en un contexto de guerra.

 

Lenguaje no verbal de Putin: su cuerpo muestra la conducta de ataque de la forma más primitiva

La comunicación no verbal se explica de forma biológica y de forma cultural. Ambas variables influyen y son importantes a la hora de realizar cualquier análisis de comportamiento.

Vladimir Putin siempre ha destacado por su mueca impasible, por lo parco en gestos con manos y brazos, por ser tacaño en sonrisas y por su mirada firme y sostenida.

Pero esta descripción corresponde realmente con la sociedad rusa, una cultura de baja expresividad corporal de cara al exterior, por supuesto que sienten como todos, pero contienen más sus emociones a los demás.

Por ejemplo, solo ríen cuando realmente están felices, la sonrisa para ellos no es un indicador social de afabilidad, educación o aprobación.

Para la cultura rusa, sonreír sin razón a extraños en público, a menudo se juzga como un signo de enfermedad mental o inteligencia inferior.

Entonces, ¿Putin es una persona carente de emociones? ¿No sonríe? Sí que lo hace, pero cuando está cómodo de verdad, de hecho, lo vimos hace poco días en su encuentro con el Presidente de Argentina.

Evidentemente, en su declaración de guerra no esperaremos que muestre emociones positivas. Pero emociones aparecen y no tanto como una ‘filtración emocional’ sino como toda una declaración de intenciones.

¿Qué nos encontramos? Decenas de microexpresiones de asco, desprecio e ira. Las emociones compatibles y esperadas al hablar de guerra, las sensaciones que mueve el odio, el rencor, el poder ambicioso…

Porque aquí entra en juego la biología, además del desarrollo cultural, todos somos animales, mamíferos, simios, que se culturizaron y desarrollaron un lenguaje, pero con bastante posterioridad a la comunicación no verbal que nos conectaba con el medio y con la manada.

Tal y como apunta acertadamente mi admirado compañero Mario Russo: «Putin es todo un simio agresivo«. Su cuerpo no hace más que mostrarse continuamente en disposición a la conducta de ataque de la forma más primitiva.

Abre los brazos para ocupar más espacio, para parecer más grande, fuerte e imponente, baja la cabeza pero manteniendo la mirada directa, desafiante, abre sus fosas nasales, se inclina hacia adelante.

Los pocos gestos que realiza son autoritarios e inquisitivos, por ejemplo cuando dice: «Quien quiera detenernos…», aquí utiliza el dedo acusador, amenaza y amedrenta no verbalmente, dándole potencia a su advertencia verbal.

Algo que también maneja y realza en su oratoria a través de los silencios, que no pausas, ejecuta largos silencios tras las frases que para él son importantes y contienen un significado de alto impacto.

Hasta el psicópata más puro es capaz de sentir emociones y hasta de experimentar empatía, aunque las gestiona y expresa de forma diferente al resto.

 

 

 

La comunicación no verbal contradice el discurso de Biden y Trump

Biden admite creer estar en el camino de ganar las elecciones, y así es, lo contempla como una posibilidad, todavía no como un hecho. El hombre entrañable de la afable sonrisa todavía no ha salido a relucir. Los gestos en su rostro no proyectan orgullo ni la felicidad de saberse triunfador.

EFE

EFE

Es más, las sonrisas que podemos apreciar son tibias y de acción unilateral, esto quiere decir que no son señal de alegría, sino más bien de desprecio, se enfrenta a su audiencia sintiéndose superior a su oponente, de eso sí está seguro, pero sabrá también que esto no es suficiente para ganar.

Su falta de convicción se filtra a través de sus gestos inseguros, muestra duda en su rostro y utiliza adaptadores como corregir su corbata (cuando no era necesario), un indicador de estrés e indecisión. No consigue fluir con sus palabras, está muy contenido, se entrelaza sus propias manos sobre el atril, una posición contraria a la expresión de euforia, orgullo o triunfo.

Trump se proclama vencedor pero su comunicación no verbal dice todo lo contrario. Sus sonrisas no son sinceras, las fuerza tensionando los músculos de la boca hacia atrás apretando los labios, en un gesto más de bochorno y frustración que de alegría sincera. Su tono de voz presenta una tonalidad mucho más baja de la que nos tiene acostumbrados, sin energía y sin certeza emocional.

Imagen EFE

EFE

Mientras pronuncia que esto es una celebración y que los resultados son geniales su cuerpo se balancea en sutiles giros laterales, una postura incómoda y vacilante muy poco propia de Trump e incoherente por supuesto con el mensaje verbal.

En el instante en el que dice: «Nosotros ya ganamos», agacha la cabeza, una conducta opuesta al gesto del éxito o de la victoria.

Trump no está contento, está muy enfadado, se aprecia la ira en su entrecejo y su actitud general es de circunstancia, se encuentra contrariado y realmente insatisfecho, por mucho que intente disimular el impacto emocional que experimenta es tan intenso que se le hace tarea imposible.

Esperemos resultados y observemos lo que no nos cuentan 🙂

 

Los dos grandes fallos al intentar detectar mentiras

Nos guste más o menos, el engaño es una característica central de nuestra vida social. La mayoría (si no todas) de las relaciones humanas involucran alguna forma de engaño, o al menos la posibilidad de que ocurra. Las mentiras existen entre aquellos a quienes amamos y confiamos tanto como entre aquellos que no nos agradan, e incluso ocurren entre completos desconocidos.

Fotografía de la representación de la ópera de Otelo

Fotografía de la representación de la ópera de Otelo – MusiTour

Nuestro afán por conocer la verdad a veces nos obsesiona pero hay una serie de errores con los que tenemos que contar si queremos ser justos. Los dos mayores fallos de juicio en la detección del engaño son: el «peligro de Brokaw» y el «error de Otelo».

El primero se refiere a no tener en cuenta las diferencias individuales y juzgar un mismo indicio de igual forma en diferentes personas. Es muy difícil intentar captar una mentira cuando no se conoce nada del otro y no estamos familiarizados con su comportamiento habitual.

Entonces, podemos no creer a alguien que dice la verdad por el simple hecho de que está nervioso, bueno, es que quizás tiene siempre una actitud similar porque puntúa muy alto en una escala de neuroticismo, por ejemplo.

La mejor premisa para ‘pillar’ una mentira es detectar cambios importantes en la conducta, observar alteraciones sospechosas que nos hagan inferir que la persona no se está comunicando de una manera ‘normal’ para él.

El error de Otelo tiene su origen en la famosa tragedia de William Shakespeare, Otelo asumió erróneamente que la expresión de miedo de Desdémona era la reacción propia de una mujer que le había traicionado. No entendió que el simple hecho de observar una emoción no te dice qué causó esa emoción. Desdémona temía por su vida, lloraba por la desconfianza de su esposo y no por la muerte de su supuesto amante.

El miedo a no ser creído cuando uno es inocente se ve igual que el miedo a ser atrapado cuando se es culpable; o, por ejemplo, la emoción de ira en un sospechoso de delito, solo profundizando es posible determinar si el enfado es el resultado de estar bajo sospecha injustamente o si siente rabia hacia el entrevistador por tratar de atraparle como el ejecutor de un delito que ha cometido.

Por tanto, el error de Otelo se trata de no reconocer que una persona sincera, pero sospechosa de mentir, puede mostrar los mismos signos emocionales que un mentiroso.

De este modo, comprobamos que los errores en la detección del engaño no solo implican creer a un mentiroso, sino también, y lo que puede ser peor, no creer en una persona sincera. Las consecuencias pueden ser desastrosas.

 

 

*Fuente: PaulEkmanGroup

 

 

 

Lo que puedes responder a tu hijo si te dice: «Pues ya no te quiero»

El amor que se siente por un hijo debe ser el más profundo y desinteresado que podamos experimentar. Y escuchar esas palabras puede ser doloroso para unos padres. Depende de la edad, pero normalmente, cuando son menores de 6-7 años realmente ellos no tienen conocimiento del alcance de lo que significa ese rechazo.

Fotografía pxhere/CC0 Dominio publico

Fotografía pxhere/CC0 Dominio publico

Lo dicen porque saben que causa un impacto, quieren llamar tu atención, soltar su rabia en un episodio de frustración o rabieta, es su manera rápida y simple de expresar su falta de entendimiento hacia lo que le demandas o prohíbes, quiere decirte que está enfadado contigo, sin más.

La mejor opción en este caso es controlar tu reacción, para que no perciba que te afecta, no hay que darle importancia y terminarán por darse cuenta de que esa estrategia no les funciona, no consiguen nada.

A partir de cierta edad, las intenciones de esta frase ya pueden ser otras y aumenta el nivel de daño y propósito, a través de cierta manipulación consciente. También tu respuesta podrá entonces ser más elaborada y podrás discutir el significado del reproche.

«No mendigues el amor de tus hijos», así lo explica el sociólogo Yokoi Kenji en un breve vídeo que ya se ha convertido en viral porque, aunque la respuesta sea impactante, el sentido y la lógica de la misma no te dejará indiferente, se resume de la siguiente manera:

«¿Quién te dijo que tenías que quererme? No. Lo que tú tienes que hacer es respetarme. Yo a ti te tengo que querer porque eres mi hijo pero los hijos a los padres los respetan. Si tú quieres quererme o no, eso es ya una cuestión de tu corazón«.

«El negocio es este: yo a ti te tengo que querer porque eres mi hijo y como eres mi hijo, tengo que enseñarte que no puedes ir a esa fiesta porque te comportaste mal esta semana. Y eso no lo puedo premiar. Esta es mi manera de decirte que te quiero«.

 

Análisis no verbal del: «¡Viva el 8M!» de Pedro Sánchez

En la sesión plenaria del Congreso de ayer, de nuevo, los reproches entre partidos continuaban. Y como no puede ser de otra manera, la controvertida celebración de la marcha feminista del pasado 8 de marzo continúa siendo el centro de las críticas al Gobierno.

Fotografía EFE

Fotografía EFE

(Aquí vídeo) Pedro Sánchez responde entonces con un reivindicativo: «Lo digo alto y claro: ¡Viva el 8 de marzo!»

Resulta que con su comunicación no verbal no lo dice ni alto, ni tampoco claro.

Su lenguaje corporal al inicio de la frase es coherente al enérgico mensaje: levanta la mirada, su rostro se torna severo, con ciertos visos de ira, en este caso, asociada a la trascendencia de lo que va a decir a continuación. Sacude fuerte el brazo para marcar contundente el «alto y claro».

Pero finalmente, no sube la voz, de hecho, la baja sutilmente y lo que es más sorprendente, por la incoherencia con el momento, desciende la mirada y agacha la cabeza. No sostiene así la intensidad y convicción en lo que pronuncia con sus palabras. Rompe totalmente el culmen de su protesta.

Parece que hubiera algún estímulo que internamente (idea, pensamiento, recuerdo, emoción) interrumpe el disfrute emocional de tal afirmación, podemos hipotetizar sobre que es consciente de la polémica que despertará tal proclamación, arrepentimiento, culpa, vergüenza

Desde luego, lo que no vemos es orgullo, este sí sería un gesto esperado asociado a sus palabras, definido con una mirada intensa al frente, cabeza alta y postura expansiva.

De ser así, este instante hubiera quedado para la posteridad, pero tal y como lo expresó ayer, proyecta falta de convicción.

 

Leer las emociones en el rostro con mascarilla

Los seres humanos (y muchos animales) expresamos 6 emociones básicas con el rostro: alegría, miedo, ira, tristeza, asco y sorpresa. Su codificación facial es muy específica y universal. Una persona enfadada es fácilmente reconocible aquí y en cualquier parte del mundo. Si bien, es cierto que al llevar mascarilla (impuesta ahora por coronavirus) perdemos indicadores emocionales, también lo es que la parte más importante para el reconocimiento facial está en el tercio superior de la cara, así que no lo demos todo por perdido.

Mujer con mascarilla. Fotografía de pxfuel/Free for commercial use

Mujer con mascarilla. Fotografía de pxfuel/Free for commercial use

¿Qué emociones podemos descubrir en el otro, a pesar de que lleve mascarilla?

Realmente… ¡Todas!

Al contrario de lo que podamos pensar, sabremos si una persona está de verdad contenta si observamos sus ojos, no su boca. La sonrisa verdadera (o sonrisa Duchenne) implica la acción muscular del músculo cigomático mayor y menor de la boca (hace que se eleven las comisuras de los labios), pero además también debe activarse el músculo orbicular que rodea el ojo (hace que se eleven las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos, ‘patas de gallo’ más marcadas).

Esta combinación es la que realmente es genuina de felicidad, ya que la mayor parte de las personas no podemos contraer el área orbicular a voluntad.

Para detectar la emoción de asco, es cierto que la boca y el pliegue nasolabial es importante, pero también se activan unas arrugas propias de la repulsión que producen un cambio de apariencia entre los ojos, en la parte superior de la nariz. Solo tenéis que observaros en el espejo mientras posáis simulando asco.

La distinción entre el miedo y la sorpresa es compleja, ya que en ambas se produce una elevación de los párpados superiores y se arquean las cejas, en el miedo la musculatura es más tensa y enérgica que en la sorpresa, en la cuál el movimiento se describe más suave y relajado a nivel muscular, tendremos que ayudarnos del contexto para interpretar una u otra.

Con la tristeza lo tenemos super fácil, ya que su expresión típica es la de elevar la zona interior de las cejas, las esquinas sobre la nariz, formando así un triángulo con éstas, es muy difícil de fingir, os animo a que lo intentéis y veáis el movimiento.

Por último, igual ocurre con la ira. Se tensa la boca y la mandíbula, también se abren significativamente las fosas nasales, pero su gesto más reconocible es el ceño fruncido.

Vemos que no es tan difícil seguir leyendo las emociones de los más, es solo cuestión de práctica ante este nuevo panorama. La parte beneficiosa es que tener solo una visibilidad parcial del rostro nos proporciona un duro entrenamiento y aumentará nuestra habilidad, nos esforzaremos más en la observación y esto mejorará nuestras capacidades cuando nos veamos desprovistos de mascarilla por fin. Esperemos que sea muy pronto…

Y a vosotros, ¿os cuesta más ahora leer emociones?, ¿conocíais estos trucos? ¡Contádme! 🙂

 

Pablo Iglesias se ve sorprendido por Matías Prats #ComunicaciónNoVerbal

La forma más usual de expresar y reconocer la emoción básica de la sorpresa es a través de su expresión específica en el rostro: los ojos se abren como platos, pero con una acción muscular relajada, se arquean las cejas de forma suave o también cae la mandíbula, dejando entreabierta la boca.

Pero no, ayer no vimos este gesto facial en Pablo Iglesias cuando fue entrevistado por Matías Prats en el informativo. Sin embargo, fue otro canal de la comunicación no verbal el que reveló igualmente esta sensación sorpresiva e inesperada en la reacción del Vicepresidente del Gobierno.

En una intervención que dure pocos minutos (como fue el caso) se puede controlar el rostro, se pueden controlar los gestos con los brazos, incluso la postura, pero es muy difícil controlar la parte no verbal de nuestra voz, la prosodia emocional del mensaje (ritmo, velocidad, tonalidad, silencios, etc) y este canal fue el que dejó al descubierto la imprevista entradilla de Matías Prats para el entrevistado.

Solo tenéis que fijaros en el tono y la velocidad del habla que se suceden en el primer minuto de la respuesta de Iglesias y comparar ambos elementos  pero ya transcurridos unos minutos, cuando Iglesias ya ‘ha calentado’ y entra en materia.

Podemos observar como al principio baja la voz y estira las palabras, tanto de hecho, que le deriva como en un extraño acento. En ese momento se evidencia la sorpresa y la consecuente carga cognitiva que ha supuesto la primera apreciación de Prats:

«Vamos a iniciar la desescalada con la mayor tasa de víctimas mortales por habitantes del mundo, ¿qué ha hecho mal el Gobierno, del que usted es Vicepresidente, para arrojar esos datos?

Iglesias no sabe qué decir. La pregunta crítica inicial le pilla totalmente ‘fuera de juego’, desprevenido y necesita de todos sus recursos mentales para pensar y preparar rápidamente lo que va a contestar, algo que no ocurre posteriormente cuando ya se acondiciona al tono de la entrevista.

Se refuerza también este hecho con su ceño fruncido (ya marca registrada de Pablo Iglesias), se aprecia durante toda su aparición pero se intensifica también a medida que van avanzando los minutos. Este gesto facial, como forma parte de su patrón base habitual de expresión, no se interpreta tanto como ira, sino más bien como concentración e implicación emocional en lo que va diciendo con sus palabras

Al principio la acción muscular en el entrecejo es muy sutil y se va acentuando más y más, igualmente cuando va aclimatándose emocionalmente a una (parece que insospechadamente) tensa entrevista para él.