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La comunicación no verbal de un ganador: Rafa Nadal

Los momentos de alta intensidad emocional son los que realmente pueden despertar a nuestro comportamiento no verbal más instintivo y primitivo.

No hay tiempo para la preparación ni para el control, los gestos explotan con la ebullición del instante. Nuestro cerebro necesita soltar la alta tensión que provocan las emociones tan potentes y así lo hizo Rafa Nadal al ganar su 21 Grand Slam.

Fotografía Europa Press

La secuencia no verbal de su victoria en el Open de Australia es magnética. Imposible no contagiarnos de su euforia; y de eso trata la comunicación no verbal, (principalmente) de transmitir y llegar a los demás, para lo bueno y lo malo.

Vemos como su primera reacción es taparse la boca con las dos manos, este gesto surge en un contexto de ‘superación emocional’, es tan intenso lo que experimenta Rafa Nadal en ese momento, que el cuerpo intenta gestionar esta exaltación con una conducta que trate de regular ese estado interno.

Nos puede venir a la mente el gesto que hace un niño cuando se tapa la boca ante algo inédito, una palabrota, sorprendidos por lo que han visto o escuchado. Escandalizado es la palabra, consternado, en este caso por la conquista, por ganar.

A continuación, Nadal pone sus brazos en jarra, se trata de una postura expansiva, poderosa, dominante, que proyecta seguridad y confianza en uno mismo, es un «aquí estoy yo», «lo he logrado».

Mientras tanto, ejecuta la que creo que puede ser una de las sonrisas más exultantes que he visto. Observamos incluso cómo su cara se transforma, deformándose completamente por la amplitud de las comisuras labiales y las arrugas tan intensas, las cuales dan cuenta de la acción muscular relacionada con esta expresión facial.

 

Tras abrazar al oponente con humildad y reconocimiento, se dirige al público y ahora sí, puños cerrados con fuerza, la rabia del éxito, la filtración de la energía a través de los gestos con las manos, suelta su fiereza a través del cuerpo, se libera.

 

Por último, el gesto de la victoria, vemos cómo el tenista estira los brazos hacia arriba para transmitir su triunfo, según los estudios, una conducta universal y muy arraigada en el ser humano.

 

 

Greta Thunberg, ¿quién puede resistirse a la voluntad de una niña que llora?

Es indudable, Greta Thunberg (16 años) se ha convertido en todo un icono juvenil y revolucionario; ya puede afirmarse que esta adolescente de origen sueco es actualmente una de las principales líderes en la lucha contra cambio climático. Su imagen, sus palabras, han dado la vuelta al mundo y es capaz de movilizar auténticas multitudes en pro de su causa.

¿Cómo es posible? ¿Dónde reside la clave de su notoriedad? Muchas son las variables que influyen en la ecuación de su éxito: el choque generacional, el impulso de sus padres, marketing y publicidad, intereses políticos y económicos… En este post nos centraremos en sus emociones, su discurso y su estilo en la comunicación que también forman parte del secreto de su impacto.

«Estamos al inicio de una extinción masiva y de lo único que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas», «quiero que entréis en pánico, la casa está en llamas», «yo no debería estar aquí, debería estar en la escuela, me habéis robado mi infancia«. Éstas son algunas de las frases extraídas de su discurso, la carga emocional es impresionante, genera agresión, amenaza, catástrofe, miedo. No es políticamente correcta, es irreverente, incluso desagradable, pero sin duda provocadora.

Sobre todo, con la última frase culpa a los demás de su presencia en este tipo de movilizaciones, de esta manera niega su protagonismo, niega incluso su participación de forma voluntaria, y lo que transmite es que no le queda más remedio, que no tiene intereses personales, que ni siquiera le gusta estar ahí en lugar de en su escuela, pero que por la irresponsabilidad de los adultos, que deberían luchar contra el cambio climático, ella ha tenido que defender esta causa medioambiental. Esta estrategia (involuntaria o no) dota su mensaje de una credibilidad abrumadora, de realidad.

De repente, nos encontramos a una persona, una niña, que nos habla ‘desde abajo’, no es un señor experimentado, un científico o un político de 50 años que nos implora tomar medidas para el cambio, este hecho de por sí ya nos impacta, nos engancha, es algo diferente, nunca visto hasta ahora.

Greta es espontánea, gesticula sin parar, no filtra sus emociones, cree en lo que dice y lo expresa con todo su cuerpo, con su voz, realiza las pausas y los silencios que necesita, no le importa si eso está bien o está mal, no le interesa aprender a ‘cómo tiene que hablar en público’, se deja llevar, no tiene aún las barreras sociales que frenan a los adultos, llora si le apetece, es agresiva si le parece… ¿a qué adulto hemos visto comunicarse así públicamente? ¿Qué político sale a hablar ante una audiencia sin revisar su discurso, sin ensayar sus gestos y emociones?, ¿quién no se propone disimular lo que realmente siente, sin cuidar o escoger las palabras exactas que va a pronunciar? Nadie.

Greta Thunberg es vista como una voz del futuro encarnada en una adolescente dolida y enfadada.

Precisamente, es su actividad emocional lo que traspasa cualquier pantalla o cualquier barrera, no hay interferencias, sus expresiones en el rostro mientras habla son muy intensas y reales, muestra una mezcla entre ira y afectación sentida que nos atraviesa y empatizamos sin remedio.

En muchas ocasiones, hemos visto llorar desconsoladamente a Greta cuando le muestran imágenes sobre el deshielo y los plásticos en el mar, pero no solo ella, su alegato emociona a los demás, provoca lágrimas en el publico mientras desgrana las principales catástrofes medioambientales. ¿Quién puede resistirse a la voluntad de una niña que llora? Independientemente del motivo, de lo que tenga detrás, de que estemos de acuerdo o no con su mensaje, esa proyección nos cala en lo más hondo de nuestra humanidad.

 

 

Psicópatas y liderazgo ¿Por qué tienen éxito?

¿Conoces a algún psicópata? Por probabilidad… seguramente sí. ¿Sabrías identificarlos? Esto es más complicado, pero hace unos meses escribí un post con las claves para reconocerlos (picha aquí para acceder a la entrada). Y desde que descubrí a la experta en psicopatía Paz Velasco de la Fuente, no puedo dejar de recurrir a ella para profundizar más sobre este perfil de la personalidad, aterrador y atractivo a partes iguales. No dudéis en seguir el blog «Criminal-mente» de esta autora y acudir a su libro, de igual nombre, «Criminal-mente: La criminología como ciencia» como fuente de consulta muy valiosa sobre la mente psicopática. ¡A mí me tiene totalmente enganchada!

Aquí os dejo una nueva colaboración de Paz para este blog, espero que lo disfrutéis tanto como yo:

Debemos romper con el tópico alimentado por el imaginario popular, el cine, las series de televisión y algunas novelas negras, de que los psicópatas son sujetos con ojos de tiburón que esconden un hacha tras su espalda y que cometen crímenes aberrantes. Hay psicópatas que jamás cometerán un crimen, que viven totalmente integrados en la sociedad, que te harán vivir un infierno profesional o personal, que vacían a las personas por dentro o vacían sus cuentas corrientes. Estamos ante los psicópatas corporativos, de éxito, delincuentes de cuello blanco e incluso líderes políticos y religiosos que pueden llegar a arruinar economías y sociedades enteras, tomando decisiones totalmente alejadas de las emociones (no pueden sentirlas) o del bienestar de terceros.

Por lo tanto, la diferencia fundamental entre un psicópata criminal (del que ya hablé en una entrada anterior) y un psicópata integrado, está en las conductas que llevan a cabo, ya que ambos comparten la misma estructura emocional y de personalidad: encanto personal, locuacidad, manipulación, mentira patológica, falta de empatía, ausencia de miedo ante conductas arriesgadas etc… El psicópata integrado, es lo que hace a diario con las personas que le rodean, con todo su entorno. Son sus obras y sus actos los que hablan por él, no sus palabras. A ellos se les puede aplicar la frase que aparece recogida en El Príncipe, la obra de Nicolás Maquiavelo publicada en 1513: “Todos ven lo que aparentas, pocos advierten lo que eres”. Esta obra es el precedente de los psicópatas que alcanzan el éxito en la política. Maquiavelo nos presenta a César Borgia como un hombre que alcanza el poder utilizando la intriga, el terror y la manipulación.

Los psicópatas tienen la capacidad y la habilidad de controlar su entorno y para ello utilizan la manipulación y las mentiras que acompañan de una excelente imitación y simulación de emociones que ni tienen, ni entienden, ni sienten y de palabras que abren puertas. Dominan a la perfección el arte de la observación y tienen un olfato especial para encontrar a las “víctimas” adecuadas, además de tener una gran destreza para saber lo que la persona elegida necesita, de modo que no duda en ofrecérselo.

Somos objetos para ellos y se mueven por el puro egoísmo de modo que instrumentalizan a las personas para lograr sus fines, su bienestar eligiendo a las personas que les son útiles y de las que pueden obtener beneficios (profesionales, académicos, sociales, económicos, mediáticos, etc.). Estamos ante la “maldad” más insidiosa, al ser simples peones en su tablero de ajedrez, moviéndonos a su antojo y marcando en todo momento el ritmo, sin que apenas nos demos cuenta. Estos hombres y mujeres mienten, engañan y manipulan, con la única intención de beneficiarse, hacer daño y de provocar caos en las vidas de las personas que les rodean o en la sociedad.

Hay entornos profesionales donde la psicopatía está socialmente aceptada no solo como un comportamiento adecuado, sino incluso deseable. En nuestra sociedad se tiende a valorar como beneficiosas determinadas aptitudes que tienen estos sujetos, llegando incluso en determinadas profesiones y puestos de trabajo a ser potenciadas como valores positivos. La combinación de determinadas conductas arriesgadas, la ausencia de remordimientos, su gran habilidad para manipular y el hecho de la búsqueda de éxito a corto plazo pueden llevar a los psicópatas a una exitosa carrera delictiva (delincuentes de cuello blanco) o a una exitosa carrera en las finanzas o en los negocios, como el caso de Michael Milken, el inventor de los bonos basura o de Bernard Madoff y su exitosa estafa piramidal (50.000.000 de dólares).

Lo que está haciendo nuestra sociedad es exaltar y valorar de modo positivo determinadas características de los psicópatas asociándolas al éxito y liderazgo profesional o político, sin ser realmente consciente de la peligrosidad social y a veces personal que pueden generar algunos de sus actos y de sus decisiones. Las profesiones que implican poder, autoridad, liderazgo, prestigio, alta reputación y una capacidad especial para tomar decisiones racionales alejadas de los sentimientos, son donde podemos ver una mayor presencia de psicópatas integrados.

¿Qué rasgos comparten los psicópatas integrados con los líderes y personas de éxito?

• Carisma, locuacidad y habilidad para comunicar.
• Estratégicos, persuasivos y con gran capacidad analítica.
• Pierden el miedo ante determinadas situaciones. En el caso de los psicópatas, no es que lo pierdan, es que no lo sienten.
• Control emocional y seguridad en sí mismos.
• Asumen riesgos. En el caso de los psicópatas aunar las conductas arriesgadas con la ausencia total de remordimientos es una bomba para la sociedad.
• Capacidad para establecer metas y objetivos, aunque en el caso de los psicópatas son a muy corto plazo.
• Cuidan la imagen que dan ante los demás.
• Habilidades sociales.

¿Te viene alguien a la cabeza…? 🙂

Tácticas que aumentan las probabilidades de éxito en Tinder

Las estrategias para ligar han cambiado, las nuevas tecnologías han revolucionado la forma de comunicarnos y ahora la psicología social tiene un gran campo de estudio por delante. La comunicación no verbal es la protagonista en aplicaciones como la popular Tinder, ya que con escasa información: unas cuantas fotos, un nombre, la edad (verdaderos o no) se activa un proceso de toma de decisiones para evaluar si esa persona merece nuestro interés o un ‘descarte’ directo. Las primeras impresiones son un potencial fascinante para la investigación social.

Gareth Tyson y su equipo de la Universidad Reina María de Londres (Reino Unido) se han convertido en los primeros en investigar las estrategias de emparejamiento que se dan en Tinder y en profundizar sobre las diferencias de actuación de ellos y ellas en esta aplicación. Las conclusiones del estudio revelan datos interesantes sobre las diferentes estrategias que se utilizan según el género. Las mujeres son mucho más selectivas a la hora de iniciar los contactos. Los hombres lograban un ‘match‘ (coincidencia de ‘me gustas’) en un 0,6% de los casos y las mujeres en un 10,5%, por tanto, ellos son más proclives a iniciar contactos de un modo menos selectivo para compensar este porcentaje y aumentar sus probabilidades.

Sin embargo, tras el contacto inicial. Ellas participan mucho más activamente y tienen mayor probabilidad de enviar mensaje a su potencial pareja. «En general, el 21% de las mujeres que lograron emparejamientos le enviaron un mensaje, mientras que tan sólo el 7% de los hombres lo hicieron», según el equipo de Tyson. Los mensajes de los hombres suelen ser más rápidos y más breves, del tipo «¿qué tal?». Por contra, ellas se toman su tiempo en pensar qué van a escribir y la longitud del texto es mayor, ya que tienen 122 caracteres de media.

Como curiosidad añadida el grueso de emparejamientos procedía de hombres, tanto para los perfiles masculinos como para los femeninos. «Aunque el ratio de hombres: mujeres en nuestro conjunto de datos es aproximadamente de 1:1, el 86% de todos los emparejamientos que reciben nuestros perfiles masculinos provienen de otros hombres«, añade el equipo de Tyson. Este dato apunta a que los hombres homosexuales desempeñan un importante papel en Tinder. «Los hombres homosexuales son mucho más activos a la hora de seleccionar perfiles que las mujeres heterosexuales» asegura Tyson.

Tras los datos analizados, los investigadores sugieren tácticas que pueden cambiar las probabilidades de éxito de un usuario de Tinder. Una de las claves, principalmente para los hombres, es ofrecer un poco más de información sobre sí mismos. Cuando se incrementaba el número de fotos de perfil de las mujeres de una a tres, el número de “matches” aumentaba un 37%. En hombres, con una sola foto de perfil, después de cuatro horas solo se habían logrado 44 emparejamientos. Con tres, esa cifra se incrementaba a 238. Este hecho correlaciona con el resultado de otras investigaciones al respecto, cuanto más información tenemos sobre el otro disminuye la percepción de engaño y aumenta la confianza en la veracidad de ese perfil.

Esta característica también se observa en la importancia de las biografías para lograr “me gustas”. Ellas, que saben que hagan lo que hagan van a tener una gran cantidad de respuestas positivas, no tienen nada escrito en sus biografías en un 42% de los casos. La cifra desciende al 30% en los hombres. La decisión de estos últimos es errónea según los datos recogidos por Tyson. Sin biografía, ellos recibían 16 matches de media de las mujeres, una cantidad que se multiplicaba hasta los 69 cuando se ofrecía esa información.

 

 

*Fuente de consulta:  A First Look at User Activity on Tinder arxiv.org/abs/1607.01952

«No amo a mi hijos». Soy psicópata

Tenéis a algún psicópata a vuestro alrededor, seguro. Por probabilidad puede ser vuestra madre, hermano, pareja, jefe, vecino… Están en todas partes y normalmente son personas muy influyentes (aquí 4 pruebas científicas que lo demuestran). Reconocerlos no es difícil si se sabe cómo buscar, lo primero de todo es saber qué es la psicopatía y cómo identificarla en la gente que nos rodea (pincha aquí para descubrirlo).

Realmente, hay muchos psicópatas adaptados en la vida real, conviven socialmente y además suelen ser personas de éxito. Y lo cierto es que no todos son criminales porque sí que son muy conscientes de los resultados que pueden tener sus acciones, aunque romper la ley suele ser una manera muy fácil de cumplir sus objetivos, deben ‘capear’ ciertos límites para llegar a la meta sin caer en el intento.

No reciben satisfacción social pero la autorrealización es una de las pocas necesidades de nivel superior que pueden ‘saborear’. Son capaces de llegar hasta donde sea mientras no se les pare los pies y no tienen en consideración a nadie. En esas circunstancias, es raro que una persona psicópata (desgraciadamente) no tenga éxito en su vida.

Al ser humano en general no sólo le dan miedo las consecuencias legales de sus actos, también las consecuencias sociales, pero el psicópata no tiene freno. Allá donde la ley no sea capaz de pararles los pies los psicópatas tendrán una tendencia criminal que pueda reportarle los suficientes beneficios.

El término ‘psicopatía’ está bien definido, el término ‘buena persona’ es bastante más complejo y subjetivo. La psicopatía es un síndrome genético, no aparece de repente en la edad adulta, por tanto la persona está habituada desde bien pequeña (sí, también hay niños psicópatas) a hacer daño y destruir lo que hay a su alrededor (no tiene por qué ser físicamente), sin consideración, aunque sus intenciones sean buenas.

Por supuesto muchos psicópatas se adaptan sin demasiada dificultad a la sociedad y no causan grandes problemas, pero sus métodos muchas veces nos impiden pensar que son buenas personas. Si bien es cierto que las personas con psicopatía son capaces de aprender a comportarse bien, ser educados, tener modales, pudiéndose convertir en personas ‘no perjudiciales’ para su entorno, siempre tienen un fin individual y no poseen sentimientos/emociones reales de amor, empatía, compasión, generosidad, admiración, etc, ni por sus hijos ni por nadie.

Lo define muy bien un ejemplo traído por Guillermo Jiménez en su (muy recomendable) blog ‘Lecturonauta’ y que os dejo para la reflexión y el debate:

En Quora, plantearon la siguiente cuestión: ¿Pueden los psicópatas amar a sus hijos?

Una madre diagnosticada con psicopatía nos da su respuesta:

No, yo no “amo” a mis hijos… pero ellos ciertamente creen que lo hago. Veo a mis hijos como posesiones. Esto va a “sonar mal”, pero yo los veo como una especie de mascotas o muñecas. Son míos para entrenar, educar y moldear.

  1. Les decía lo que hacer y lo hacían. Punto.
  2. Respondía a sus preguntas, pero ellos sabían preguntarlas en privado (no en público). Normalmente no mentía a la hora de responder estas preguntas…

(Por ejemplo, preguntaban “¿De dónde vienen los bebés?” y les daba la charla sobre el sexo [mi hija tenía 5 años cuando preguntó esto por primera vez, y mi hijo, 8 años]. Sin embargo, si preguntaban “Mamá, ¿nos quieres/amas?”, yo, por supuesto, les decía algo por el estilo de “¡Con todo mi corazón!” porque reconocía que tienen sentimientos y yo no los tengo, y quería que mis “mascotas” estuviesen felices y contentas. No deseo hacerles daño emocional).

  1. Nunca tuvieron permitido creer en Santa, el conejo de Pascua, el hada de los dientes, o cualquier otro sinsentido.
  2. Empezaron a aprender meditación y yoga cuando fueron muy jóvenes (hija, 2 años; hijo, 3 años).
  3. Las personas que interactuaban con mis hijos (jóvenes) no tenían permitido usar el sarcasmo cuando se comunicaban con ellos o “bromear” con ellos. Los niños jóvenes no entienden el sarcasmo y “bromear”. Les permití aprenderlo con sus compañeros en la escuela (cerca de 5º/6º curso (N. del T: Entre 10 y 12 años)).
  4. A mis hijos se les enseñó acerca de todos los tipos diferentes de religión y tuvieron permitido elegir cualquiera de ellas que sintieran que se adecuaba mejor a ellos (Mi hija eligió la Wicca y mi hijo es “espiritual”).

Mis hijos tienen buenos modales, se graduaron con honores (tanto en el instituto como en la universidad), y tienen carreras exitosas y florecientes en sus respectivos campos. Entienden como jugar al juego sin ser eclipsados o consumidos por él. Han sido entrenados para ser lobos, no ovejas.

Y aunque estoy orgullosa de que sean míos y los apruebo, no los amo.

 

Nacho Jacob: «Pablo Iglesias no sería congruente vestido con un traje de Armani»

Nacho Jacob

Nacho es todo un referente en el mundo V.I.P, ya que me consta que ha asesorado a numerosos miembros destacados del panorama social, cultural, deportivo, empresarial y político tanto nacional como internacional; aunque discreto, guarda receloso el ‘secreto de confesión’ a la hora de revelar nombres.

No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión. Ya sabemos que escasos segundos son suficientes para que nos juzguen (y juzgar) en un primer encuentro, y no hay nada perverso en ello porque no es un proceso consciente, ni siquiera notamos que lo hacemos. Se trata de una fase natural de la comunicación que nuestro cerebro ‘necesita’ activar por nuestra herencia primitiva, cuando no podíamos permitirnos tomar malas decisiones o demorar nuestra actuación porque de ello dependía nuestra supervivencia. Así que, aunque puedan interponerse nuestros prejuicios a la hora de hacer un análisis fugaz y automático de los demás, no podemos dejar de hacerlo.

Hoy cuento con la visión al respecto de todo un icono en la asesoría de imagen. Nos colamos en el despacho de Ignacio de Jacob y Gómez, conocido también como Nacho Jacob. Licenciado en ADE y Psicología, posee la mezcla perfecta para saber combinar la proyección de la apariencia, personalidad, actitud y saber estar, con el éxito profesional. En el año 2000 funda la Agencia Jacob Fitzgerald: Eventos & Comunicación, una de las compañías españolas líderes y más influyentes del sector, así como el “Instituto para la Excelencia Profesional”. Además, imparte docencia en diferentes universidades españolas, como la San Pablo CEU, Complutense, o Rey Juan Carlos de Madrid, sobre imagen institucional, imagen personal y liderazgo.

Pocos asesores de imagen pueden presumir de albergar en su curriculum el tener la confianza de personajes tan relevantes como Julio Iglesias, una entrañable amistad con el oscarizado actor Leonardo DiCaprio o haber pasado veranos con el Nobel Gabriel García Márquez.

Pocos asesores de imagen pueden presumir de albergar en su curriculum el tener la confianza de personajes tan relevantes como Julio Iglesias, una entrañable amistad con el oscarizado actor Leonardo DiCaprio o haber pasado veranos con el Nobel Gabriel García Márquez.

¿Cómo se relaciona la imagen con el liderazgo político?

La clave reside en que un líder debe saber evolucionar y adaptarse constantemente a la coyuntura social. Debe adecuar su discurso, su forma de hablar y de vestir, es decir, no puede transmitir nunca incoherencia en las diferentes estructuras que conforman su imagen. Por ejemplo, Pablo Iglesias, como líder de la formación política Podemos, es una persona muy progresista, con ideología de izquierdas, por tanto, no sería congruente que emitiera un mensaje envuelto en un traje de Armani, la audiencia no lo entendería, sería contradictorio. Su imagen se comprende de una forma más adecuada con las prendas que suele llevar, camisas, jeans y deportivas. Algo que no admitiría un electorado de índole más conservador, que presupone que un representante político debe llevar corbata y traje, detalles que les inspiren confianza y seguridad.

Entonces, ¿no cambiarías nada de la imagen de Pablo Iglesias?

Todos podemos mejorar. Con él haría algo transgresor. Demostrar que se puede ser fiel a un estilo pero con algunos matices importantes. No dignifica su imagen, por ejemplo, el hecho de llevar las corbatas tan desajustadas, sin embargo, se puede seguir siendo progresista enfundado en un traje para ciertas ocasiones. Habría que elegir uno con el que él se sintiera atractivo, cómodo y seguro. Todo un reto. Pero recordemos que hay precedentes de ello, Zapatero, Felipe González, o Pedro Sánchez, son personas de ideología progresista y presentan una imagen más adecuada para inspirar el gusto de una parte más amplia de los votantes.

¿Quién sería tu candidato favorito (en este sentido)?

Un caso con mucha lógica es el de Albert Rivera, es una persona que se viste muy adecuadamente para su edad, que puede ir sin americana o no ponerse traje e ir más informal pero siempre guardando un estilo neoconservador. Así, tanto sus electores, como no electores, se pueden sentir identificados. Cuando decide utilizar traje, elige un traje con la solapa reducida, low cost, que se vende en grandes almacenes al alcance de todos y no son de precio elevado, el nudo de la corbata es de una sola vuelta, etc. Es decir, se viste como cualquier persona de esa edad para un acto formal, así, muchos jóvenes sienten inclinación para votarle por su discurso pero también porque es adecuada esa imagen al mensaje pronunciado. La apariencia y el discurso no pueden ser antagónicos, tienen que ir de la mano y Albert Rivera puede ser un buen ejemplo de ello.

¿Qué te parece la trasformación que están sufriendo nuestros políticos en cuanto a su imagen? Por ejemplo, algunos líderes más tradicionales, como Mariano Rajoy, en los que hace unos años era impensable verles sin su riguroso traje y corbata y, en la actualidad, en algunas de sus intervenciones más relevantes elige un look mucho más informal.

Es que España ha cambiado mucho, si bien es cierto que en este sentido también ha habido precedentes de salirse de esa línea más formal, recordemos el PSOE de Felipe González o Alfonso Guerra con las famosas americanas de pana, fueron muy criticados, pero se convirtió en todo un símbolo. Ahora vivimos en una sociedad diferente, donde entendemos que la corbata puede ser una prenda de diferenciación y puede dotar a la persona de un cierto elitismo, por eso no la utilizan, todos buscan ser más cercanos a su electorado.

Dejando a un lado la política, y hablando en general, ¿qué concepto consideras más significativo en la asesoría de imagen?

Hay que dejar claro que la asesoría de imagen no trata en exclusiva de cómo vistes, siempre abogo por el concepto de la ‘imagen integrativa’. Cuando recibo a una persona mi trabajo no se reduce a elegirle unos pantalones, una camisa o el color de una corbata, mi acción va mucho más allá, y de ahí la importancia del asesor con una formación multidisciplinar; tengo que profundizar en cómo se comporta, cómo gestualiza, las palabras que suele utilizar, cómo interpreta y expresa sus ideas, trabajar en su autoestima, cuidar la alimentación, las horas de sueño, iniciarse en la meditación, y un largo etcétera. Y todo ello es lo que tiene una relación directa con el éxito y la proyección profesional. Cuidando todo este conjunto seremos más capaces en nuestro trabajo, podremos conseguir nuestras metas y alcanzar nuestros sueños. (Veo al asesor más como un coach, hay que conocer sus gustos, preferencias, sus hábitos diarios).

La importancia de esto se ve reflejada perfectamente en la actualidad con el uso de las redes sociales, el impacto brutal que tiene la plataforma Instagram en la vida social y laboral, el auge de todo ello manifiesta lo fundamental que se ha convertido la proyección de la imagen personal.

¿Cómo influyen las variables de género y edad?

El hombre sigue siendo un poco más dejado o se interesa menos por esta imagen integrativa aún, han avanzado, han mejorado, cada vez hay más hombres que la tienen en cuenta, pero la mujer se sigue cuidando más en todos los aspectos, invierte más en su imagen personal como hábito.

En cuanto a la edad, parece que con los años se va perdiendo el interés en esta imagen, pero me parece estupendo que una persona se sienta joven por dentro y lo exprese así por fuera, y si se llevan unos pantalones pitillos o un traje slim no tenga por qué ponerse un traje regular porque ‘ya tenga una edad’, ¿por qué no puede ponerse un pantalón slim siempre que le favorezca y se sienta cómodo con ello? Eso sí, no hay que caer en el error de que solo porque una prenda o estilo esté de moda nos la tengamos que poner porque sí, tenemos que buscar siempre que nos favorezca y nos haga sentir bien.

En general, ¿qué personajes públicos calificarías como referentes y quiénes tienen la necesidad de un buen asesoramiento?

No puedo contestar a eso, ni decir nombres, para bien o para mal, tengo mi criterio, claro, pero me lo reservo. No soy destructivo ni incendiario.

Sí te diré que aunque pueda parecer que los más abandonados sean los deportistas, esto ha cambiado muchísimo en la última década, a pesar de que su imagen sea más street o casual, y bastante peculiar, está muy cuidada y pensada. Los más descuidados, en este sentido, son los profesionales del mundo de la interpretación, en particular, los actores masculinos. No la nueva hornada, no los jóvenes que vienen apuntando fuerte y además suelen trabajar también como imagen de firmas y publicidad, más bien me refiero a los actores de una edad más adulta.

¿Es caro tener buena imagen?

Hoy por hoy para nada, hay muchas alternativas, mucho mercado low cost donde puedes vestirte muy bien a un precio muy razonable, solo hay que proponérselo y experimentar fórmulas que te hagan sentir bien y que irradien estilo.

Queda claro que la imagen que los demás se formen de nosotros, a partir de una primera impresión, es la que generalmente perdura y la que nos abre o nos cierra las puertas hacia nuevas oportunidades. Todos los seres humanos proyectamos una imagen hacia el exterior, que comienza a crearse a partir de nuestro aspecto físico, se fortalece con todo aquello que dejamos ver de nosotros y se consolida con lo que los demás perciben e interpretan de cada una de nuestras actuaciones. Cuidar nuestra imagen a lo largo del tiempo, para que siempre refleje lo que queremos mostrar, requiere de una total coherencia en nuestras conductas frente a lo que los demás piensan y esperan de nosotros. Cuando se pierde esa coherencia, aunque sea por un solo y desafortunado hecho, la imagen se deteriora o puede llegar a arruinarse totalmente, siendo casi imposible su recuperación. Las apariencias importan, y mucho.

El motivo real por el que te mienten

psicopata1La mentira es uno de los quebraderos de cabeza que más padece el ser humano y sin embargo todos lo hemos padecido pero también todos mentimos, de hecho, lo hacemos constantemente (vale, unos más que otros) ya sea por omisión, exageración, minimización, con maldad, por protección, para impresionar…

Responder a la pregunta de por qué la gente engaña es compleja, ya que se explica por factores diversos. Si bien es cierto que en la sociedad actual el engaño adquiere una mayor relevancia por el ambiente ‘competitivo’ en el que nos tenemos que desenvolver, de manera extraordinariamente marcada podemos situarnos en el mundo del deporte, donde los casos de tramposos se repiten una y otra vez, pero también en el núcleo familiar, comunidad de vecinos o el trabajo. Socialmente adquirimos de inmediato la inquietud por competir con todos y por cualquier cosa.

«Ganar tiene un efecto extraño sobre la gente”, asegura el investigador Amos Schurr, una vez que estás arriba no quieres bajar, aunque eso conlleve engañar al resto. El autor publicaba en ‘The Washington Post‘ que cuando alguien tiene éxito compitiendo con los demás parece afectar a sus valores éticos. Les hace mucho más susceptibles de engañar y hacer trampas posteriormente. De hecho, el artículo sostiene que una de las razones por las que, por ejemplo, Armstrong terminase dopándose era precisamente esa: “era un ganador”.

Los resultados de este autor fueron demoledores: Parece existir un tipo muy concreto de éxito: el que implica una comparación social. Uno que implica no que te vaya bien sino que te vaya mejor que a otros. En el primero de los experimentos, en el que era imposible hacer trampas, unos participantes ganaron y otros perdieron. Fueron reorganizados en grupos distintos para un nuevo juego. En este caso era no sólo posible sino muy fácil hacer trampas: si los que tiraban los dados querían ganar más monedas, sólo tenían que mentir. Y mintieron. Pero quienes así lo hicieron fueron, principalmente, aquellos que habían ganado en el juego anterior.

Los resultados de los siguientes experimentos siguieron reforzando la idea de que incluso el simple recuerdo de haber ganado puede llevar a un comportamiento deshonesto.“La gente que se ha salido con la suya se siente con más derecho a seguir ganando», explica Schurr. El que gana piensa de inmediato que es mejor y que merece seguir siéndolo, sea como sea la situación que venga. Una vez convencidos de que son los justos vencedores, pase lo que pase, se abre la puerta al engaño. Puede sonar infantil, pero el pensamiento resultante, según lo define el experto sería algo así como: “Soy el mejor, así que puedo asegurarme de ganar haciendo trampas porque de todas maneras lo merezco”.

Como decíamos al principio, todo esto va más allá de la mera competición deportiva. Este concepto influye en toda civilización occidental. Y no para bien, sino perpetuando la injusticia social y la desigualdad de ingresos. Así, la gente que ‘gana’ desde una perspectiva socioeconómica tendería, igual que los jugadores, a ‘adaptar’ las reglas a su favor. Numerosos estudios han comprobado que la gente rica tiende mucho más a la mentira, la negociación fraudulenta y la falta de ética en el trabajo, mientras que las personas que provienen de sectores menos favorecidos económicamente tienden más habitualmente a trabajar por el bien común.

Schurr nos lanza una pregunta a tenor de sus resultados: “¿No deberíamos premiar a más gente por hacer algo bien en lugar de premiarlos por hacer algo ‘mejor’ que otros?”. ¿Qué os parece?