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Mirar el teléfono móvil también es contagioso

Los teléfonos ya no solo sirven para llamar. Constantemente nuestra conducta diaria se orienta al móvil para tomar fotos con éste, consultar búsquedas, aplicaciones de chat como whatsapp o nuestras redes sociales. Y al igual que un bostezo, prestar atención al móvil también produce cierto mimetismo cuando estamos en grupo.

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Es curioso que a la vez que el móvil sirve para conectarnos con el mundo, también es capaz de aislarnos socialmente de manera presencial, interrumpe conversaciones o actividades reales, dándole quizás una prioridad que no se merece.

Desde hace más de una década, los estudios han demostrado que, al usar teléfonos inteligentes, es menos probable que las personas ayuden a los demás y que participen de comportamientos sociales no verbales, como sonreír, que son cruciales para el intercambio comunicativo de cualquier interacción social.

Recientemente, además se ha demostrado que atender el teléfono produce mimetismo en los demás. Los humanos (y algunos animales) a menudo imitan espontáneamente los comportamientos del resto, sin ser conscientes de hacerlo (efecto camaleón).

Esta mímica involuntaria ya se ha registrado en otras acciones como bostezos, algunos gestos, piernas inquietas, acentos vocales, o incluso fumar cigarrillos.

Ahora, investigadores de la Universidad de Pisa, revelan que cuando una persona observa su teléfono móvil, alrededor de la mitad de las personas cercanas comenzarán a revisar sus teléfonos, en menos de 30 segundos.

Como curiosidad, no hay diferencias en la población: las tasas de respuesta fueron las mismas en todos los grupos, independientemente de la edad, el sexo o la relación con el desencadenante.

Todos somos susceptibles de infectarnos de la móvil-dependencia sin ni siquiera darnos cuenta!

 

Referencia:

Maglieri, V., Riccobono, MG, Giunchi, D. et al. Navegar de las interacciones sociales en vivo a las virtuales: mirar pero no manipular los teléfonos inteligentes provoca una respuesta de mímica espontánea en los observadores. J Ethol 39 , 287–296 (2021). 

 

Edgar Allan Poe nos dio la clave para ‘leer’ las emociones de los demás

2787381665_b19e49216c_bHoy he encontrado una joya navegando por la red, la web de ‘lenguaje corporal‘ recoge una pequeña anécdota que refería el personaje ficticio Auguste Dupin en “Los crímenes de la calle Morgue“, relato policíaco de Edgar Allan Poe. En el mismo se refleja una de las habilidades menos explotadas por el ser humano: la de identificarse con los sentimientos de sus semejantes simplemente por la imitación de sus gestos (efecto camaleón).

“Si quiero averiguar si alguien es inteligente, o estúpido, o bueno, o malo, y saber cuáles son sus pensamientos en ese momento, adapto lo más posible la expresión de mi cara a la de la suya, y luego espero hasta ver qué pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón, coincidentes con la expresión de mi cara.”

Son numerosos los estudios y publicaciones sobre la empatía y la sincronización de los movimientos corporales entre dos personas; cuando ambas estén de acuerdo o compartan una opinión, sus gestos serán réplicas mutuas, muy probablemente en espejo (si una cruza el brazo izquierdo, la otra hará lo mismo con el derecho). Con este contagio-imitación emocional seremos capaces de sentir e interiorizar emociones similares a las que observamos, y de la misma manera, condicionar las de otros.

Es un proceso en el que la persona es influida y a la vez ejerce influencia sobre las emociones y comportamientos de otras personas o grupos. No debemos ver en ello una forma de manipulación perversa, es una acción que facilita la empatía, que puede ayudar a conectar con el otro y que éste te confiese sus problemas o alegrías, transmite preocupación e interés por nuestra parte y puede ser la llave para descubrir estados emocionales en los demás que necesitan aflorar para resolverse.

 

 

 

El efecto camaleón: la imitación no verbal es clave para conectar con otra persona

reptile-316735_960_720Si tu propósito es resultarle atractivo a alguien, actúa como un camaleón. Así lo pone de manifiesto una investigación realizada por los autores Chartrand, TL y Bargh, JA de la Universidad de Nueva York con el título: The Chameleon Effect: The Perception-Behavior Link and Social Interaction.

La técnica es bien sencilla, un punto clave para gustar es imitar ‘sutilmente’ la comunicación no verbal del otro, sus expresiones faciales, sus gestos, movimientos, posturas, incluso su prosodia emocional, su tonalidad, ritmo y velocidad del habla, en algunas ocasiones, hasta nos nace hacerlo con el acento o particularidades varias de pronunciación propias de nuestro interlocutor.

Quizás esto a priori parezca difícil o incluso irreal pero, por ejemplo, ¿os habéis fijado en que Pablo Motos lo hace cuando entrevista a sus invitados en el programa de ‘El Hormiguero’? Observadlo a partir de ahora, le aflora a veces hasta el acento andaluz si su invitado es del sur. Nos encontramos ante un gran imitador (de forma inconsciente o no) para establecer un buen rapport, la conexión necesaria para hacer que el famoso de turno se sienta cómodo y confidente con el entrevistador.

Volviendo a la premisa científica. ¿Cómo se llegó a esta conclusión? Las hipótesis que se planteaban los autores versaban sobre si las personas se copian automáticamente entre sí sin importar si son extraños; si realizar esa acción proyecta más agradabilidad; y si las personas que son más agradables o más abiertas a las opiniones de los demás muestran más este fenómeno camaleónico. Y así resultó, los sujetos eran capaces de mimetizar algunos movimientos con auténticos desconocidos, como tocarse la cara, pero sobre todo, agitar los pies. Así mismo, los participantes que fueron imitados por los cómplices del experimento gustaron mucho más de ellos que los participantes que no habían sido imitados. Por último, también corroboraron que efectivamente existe una fuerte relación entre las personas con comportamientos más imitativos y la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

Estos resultados sugieren que, a través de esta particular mímica, podemos sentir lo que sienten otras personas, esto es, comprender sus estados emocionales. En definitiva, lo que descubrieron Chartrand y Bargh es una intensa correlación entre el grado de comportamiento imitativo que exhibían los participantes de sus experimentos y su tendencia a sentir empatía; a mayor imitación, más preocupación por los sentimientos de los demás y, por consiguiente, mayor empatía.

También podemos observar otro ejemplo práctico, muy claro, de esta copia conductual entre Albert Rivera y Pedro Sánchez, en la firma del pacto entre ambos, y en la que el líder de Ciudadanos utilizaba hábilmente su lenguaje corporal para conectar y sincronizar su comportamiento con la del líder del PSOE