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Analizamos la comunicación no verbal de la chica agredida en un directo de Tiktok

Una chica llamada Simona recibió una bofetada por parte de su pareja en un directo de TikTok (noticia). El vídeo se hizo viral y tras la repercusión, la víctima ahora asegura que estaba todo preparado para ganar dinero y tener fama con ese supuesto show.

No podemos saberlo con absoluta certeza pero su comunicación no verbal sí que puede darnos ciertas pistas en un sentido u otro. Observemos el patrón de comportamiento de la chica durante la secuencia en vídeo.

En primer lugar, es llamativo que mire relajadamente a la persona que unos segundos después la va a agredir, orienta su mirada, su cabeza y su cuerpo directamente hacia su pareja, elevando la cabeza, descubierta y con los ojos bien abiertos, la boca cae relajada, sin presión.

Es una postura natural, carente de rigidez o tensión y descuidada. Así, su cuerpo no representa cierta alerta o defensa esperable en alguien que aguarda encajar un golpe, es decir, no hay reacción previa, ella está totalmente confiada y despreocupada.

Recibe el golpe en la cara y su primera reacción es abrir la boca y los ojos, una expresión compatible con la emoción de sorpresa, ésta se produce de forma inmediata ante una situación novedosa, extraña o ante acontecimientos inesperados y se desvanece rápidamente dando paso a otra emoción posterior, en este caso, la risa.

Pero mientras se ríe se tapa la cara, pone la mano donde ha recibido el golpe, baja la cabeza unos segundos y se mantiene así mientras continúa riendo.

Sin embargo, no se trata de una sonrisa espontánea de felicidad, se percibe que es una risa nerviosa con cierta vergüenza. A continuación, se muerde el labio y se tapa la boca, gestos que refuerzan el pudor de la chica.

¿Las emociones también se pueden fingir?

Por supuesto, pero si unimos todas las expresiones faciales, su reacción corporal y postural, sus gestos y su actitud, nos transmite la idea convincente de que Simona no había preparado la agresión que recibió y que para ella fue totalmente inesperada.

Además, el contexto que nos da el testimonio de los chicos que compartieron con ella el directo, es bastante descriptiva de la realidad que envuelve esta polémica.

Quizás sea la primera vez que ha sido agredida por su pareja, quizás no, quizás ella lo normalice, quizás le quite importancia, quizás no supo cómo justificar ese golpe, quizás tenga miedo o vergüenza… Solo ella lo sabe pero no me parece que Simona consintiera y esperara esa violencia contra ella.

 

La comunicación no verbal de Shakira y la emoción más peligrosa

Las canciones de Shakira pueden ser un buen ejemplo de cómo va evolucionando su dolor tras su separación del futbolista Gerard Piqué. Recordemos que no es la única cantante que utiliza la composición musical para expresar sus experiencias personales, otras artistas como Adele o Amy Winehouse también confesaron transmitir parte de sus historias vitales a través de la canción.

Ayer mismo en este blog hablábamos sobre la reconciliación de Tamara Falcó con Íñigo Onieva y comentamos cómo una ruptura sentimental también nos hace transitar por diferentes emociones propias de un proceso de duelo.

En la primera canción «Te Felicito» se representa la frialdad con la que valora a Piqué, le robotiza, le describe como un actor. Shakira toma conciencia del engaño y asume que pensaba estar con un hombre que no era.

En la segunda canción «Monotonía» prima la emoción de tristeza y desolación profunda, ya analizamos esas imágenes demoledoras de su videoclip, en el que aparece con lágrimas en los ojos y un agujero en el pecho, pero expresaba su pesar de forma madura, asumiendo cierta responsabilidad afectiva en el proceso de separación.

Pero ahora llega la ira y con la letra de su última canción no deja de lanzar dardos envenenados a Piqué (y lo que es peor) a su nueva pareja Clara Chía.

Su imagen en esta última aparición nada tiene que ver con la anterior, no hay lágrimas ni agujero en el pecho, las emociones predominantes en su rostro son el asco y la ira, sonrisas irónicas y de desdén, sus gestos son dominantes, desafiantes, mostrando su pecho en señal de poder.

Shakira se encuentra actualmente en una fase más impulsiva, explosiva, incluso verbalmente agresiva en la que el dolor se transforma en despecho, reproches, críticas y la motivación que nos invade es muy destructiva.

Una persona despechada pasa por una intensa amargura y en esta etapa podemos no pensar con claridad, la emoción es tan fuerte que nos ciega, gana y se impone a la razón y en muchas ocasiones tomamos decisiones precipitadas que pueden perjudicar a la persona en este estado.

El rencor puede desembocar en obsesionarse con la búsqueda de venganza, de justicia emocional y esta actitud no es beneficiosa para nadie (hasta puede resultar auto-destructivo) y es probable que nos lleve a un arrepentimiento futuro.

De hecho, según los estudios, y a pesar de que la ciencia no le ha prestado la suficiente atención, algunos de los comportamientos más oscuros del ser humano han sido motivados por la emoción de despecho.

El duelo y las etapas por las que está transitando Shakira para superar y aceptar su separación es completamente normal y necesario, pero hemos de ser prudentes en cómo gestionamos ese incómodo viaje emocional, contra quién volcamos nuestro dolor y no tomar decisiones impulsivas que puedan perjudicarnos gravemente.

Hay que saber abandonar el barco sin hundirlo.

*Referencia:

La mente es Maravillosa: El despecho, un sentimiento amargo y peligroso (2021). Psicóloga Valeria Sabater

 

 

La comunicación no verbal delata a Irene Montero ante el ataque de Toscano


Irene Montero (Podemos ) y Carla Toscano (Vox) han protagonizado un tenso momento en el Congreso de los Diputados. Las duras palabras de la diputada de Vox han provocado una intensa reacción emocional en la Ministra de Igualdad.

La actitud de Toscano ha sido muy combativa y provocativa, usando palabras de alto impacto en las acusaciones a Montero (como «libertadora de violadores»), pero el pico de agresividad verbal se ha producido con la frase específica:

«Su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias«. Esa afirmación fue el detonante que provocó el derrumbe emocional de Montero.

Carla Toscano, en el Congreso (EP)

Y es curioso porque cuando ella interviene en respuesta para defenderse, su comunicación no verbal indica ira, en su rostro podemos ver el ceño fruncido, fosas nasales dilatadas, muestra los dientes, sus gestos se tornan en intensos aspavientos…

Pero su voz la delata, su prosodia emocional indica una tristeza y afectación profunda, más allá de un mero enfado. Sin imágenes, solo escuchando su voz, apreciaríamos mejor cómo dice lo que dice.

Irene Montero, en el Congreso (EP)

Su aflicción, denota que la herida nada tiene que ver con el ámbito político y que le aflije en lo personal. Además, esta idea se refuerza con su intento de reprimir el llanto, aprieta tanto la mandíbula para no desmoronarse que le acaba temblando la barbilla y el labio inferior.

Impacta porque la frialdad emocional suele ser habitual en los ataques y debates políticos, en este caso el daño fue de tal magnitud que no pudo inhibir su desolación.

La comunicación no verbal de Tamara Falcó tras su ruptura con Íñigo Onieva

Tamara Falcó reaparece públicamente tras las filtraciones de los vídeos que demostraban las infidelidades de su prometido Íñigo Onieva. Anoche atendió a los medios de comunicación y trató el tema sin tapujos.

Este es uno de los casos ejemplares en los que se demuestra que no todo son expresiones faciales cuando hablamos de comunicación no verbal, porque tal y como ha reconocido la propia Tamara, es férrea defensora del uso del bótox, y su rostro de piel tersa no muestra arruga alguna que pueda valorarse como emoción (ceño fruncido de ira o triangulación de cejas para la tristeza, por ejemplo).

No ha sido necesario, Tamara Falcó tiene una comunicación corporal muy elocuente y transparente, transmite con la mirada, con sus formas, con las palabras que escoge, con su actitud. ¿Y qué sentimiento es el que predomina en su discurso?

Sin duda, Tamara Falcó en su fuero interno estará triste, decepcionada, enfadada, abrumada, pero lo que expresa al mundo no es nada de eso, lo que irradia es alivio, tranquilidad. El fin de la angustia, de un peso, de una preocupación.

Su talante es sereno, desde una posición muy sosegada y admite suspirando y reafirmándose que: «Estoy contenta por haberme enterado de todo esto antes de casarme y formar una familia«.

Todavía evita utilizar palabras dolorosas o impactantes como ‘infidelidad’, ‘deslealtad’, ‘ruptura’, ‘separación’, etc, pero a pesar de ello, sus palabras denotan ya cierta aceptación de la realidad, asume su nuevo estado sentimental calificando a Íñigo como su ex y hablando de sus sentimientos en forma pasada para justificar su confianza anterior: «Es que yo estaba muy enamorada de él».

Por último, cierra las puertas de la reconciliación respondiendo a la pregunta del perdón con un: «Imposible«. Y en ese momento no duda, pronuncia esa palabra con plena convicción y sin titubeos.

Y hasta en esta ocasión, Tamara Falcó nunca pierde su característico sentido del humor, bromeando con que su madre sería quien habría filtrado los vídeos. También da a entender con este chascarrillo que Isabel Preysler podría ser la más consciente de la fragilidad de este compromiso… No dando puntada sin hilo…

Fotografía GTRES

Fotografía GTRES

La clave para recibir ayuda en situaciones de emergencia

Según la ciencia, para recibir ayuda también hay que saber hacerlo bien, en este caso, gritar bien. Existen dos cuestiones de comportamiento importantes a tener en cuenta, la primera se relaciona con la comunicación no verbal:

Y es la de ser lo más precisos posible sobre nuestra necesidad de ayuda.

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Los investigadores han demostrado que centrar la petición de auxilio en una sola persona, a través de un contacto visual directo, eligiendo pocas palabras, aumenta el compromiso y la responsabilidad social de ese testigo.

Si la petición es general, al aire, gritando sin solicitar el socorro de alguien en concreto, se produce un ‘efecto espectador‘ de ignorancia pluralista.

Es decir, cuantos más espectadores hay en una situación que requiere ofrecer ayuda, hay una menor probabilidad de cooperar, porque se diluye la responsabilidad y pensamos que ‘ya lo hará otro’, o que ‘si nadie actúa por algo será’, ‘quizás yo quede mal, me ponga en peligro o cometa un error’.

Para corregir estos efectos, hay que elegir a un testigo y pedirle ayuda directa.

La segunda clave se relaciona con el lenguaje, con escoger bien las palabras. Esto ocurre sobre todo en el caso en el que se produce una disputa entre un hombre y una mujer.

En esa situación, se genera incertidumbre en los testigos, ya que no saben discernir si el ataque y la urgencia es inminente o solo se trata de una discusión de pareja.

Los estudios han revelado que los espectadores se mostraban bastante menos dispuestos a ayudar a una mujer que gritaba algo así como: ¡No sé por qué me casé contigo!, porque pensaban que se trataba de un asunto privado y su intervención podría resultar inoportuna o incluso ridícula.

Sin embargo, si la víctima gritaba: ‘¡No te conozco!‘, se incrementaba la ayuda notablemente. ¿Por qué?

Con esas tres palabras (no te conozco) se eliminaba el grado de incertidumbre de los observadores y no desconfiaban de la emergencia, de este modo, sí sabían que el intento de agresión o acoso era grave y la petición de auxilio era urgente.

 

*Referencias:

José Luis Martín Ovejero

Robert B. Cialdini – Influencia: La psicología de la persuasión.

 

¿Por qué nos gusta escuchar nuestros propios audios de Whatsapp?

Da igual el contenido, enviamos una nota de voz e inmediatamente nos surge la imperiosa necesidad de escucharnos a nosotros mismos. Pero, ¿este comportamiento tiene algo de malo?, ¿por qué lo hacemos?

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Muchos expertos ya lo califican de autoaudiomanía y puede haber varias razones que expliquen esta curiosa costumbre.

La primera explicación puede ser bien sencilla, y es la de chequear que todo esté correcto, que se escuche adecuadamente, sin ruido de fondo, que no nos hayamos equivocado en las palabras que escogimos o equis.

Es típico de personas que están acostumbradas a realizar comprobaciones varias también en otros ámbitos, como la de revisar si cerramos bien la puerta de casa.

Puede contener, en este sentido, cierto grado de obsesión, inseguridad y/o perfeccionismo, pero también la de asegurar que la imagen personal que proyectamos a través de ese audio sea la que queremos.

También podemos querer deleitarnos con nosotros mismos, y escucharnos puede relacionarse con un rasgo narcisista de la personalidad. Tranquilo, tampoco tiene nada malo.

El concepto narcisista no siempre se refiere a un trastorno, sin llevarlo al extremo, está bien que nos gustemos, que nos agrade nuestra voz y lo que contemos, que sonriamos escuchando la parte más graciosa de nuestro mensaje. Todo ello indica un buen autoconcepto y autoestima.

Podemos aprender mucho sobre nosotros escuchándonos, si ponemos el foco en el análisis de nuestra comunicación verbal y no verbal podemos detectar imperfecciones y puntos fuertes en nuestro estilo a la hora de relacionarnos con los demás y pulir aquello que no nos gusta tanto.

No solo en lo que decimos sino en el cómo lo decimos (paralenguaje). Por ejemplo, detectar que utilizamos un tono muy elevado o casi inaudible, que hablamos demasiado rápido, que no utilizamos silencios, que repetimos mucho una misma palabra o ciertas muletillas, etc.

Escuchar nuestros propios audios solo supondría un problema si nos obsesionamos con ello, si nos limita, si nos hace sentir mal, ridículos y además tenemos también comportamientos relacionados (como ansiedad social por ejemplo) que pueden revelar un grave problema de autoestima y debería ser tratado con un profesional.

En situación habitual, la autoaudiomanía no presenta ningún inconveniente y sí muchas ventajas para interesarnos por lo que proyectamos y mejorar nuestro estilo de comunicación.

 

¿Por qué se desconfía del testimonio de Amber Heard?

Avanza el juicio de Amber Heard y Johnny Depp y aumentan las opiniones dispares sobre esta batalla legal. Ya destacamos anteriormente que la comunicación no verbal se había convertido en indiscutible protagonista y no dejan de trascender ciertos patrones conductuales, ahora, tras la declaración de Heard aun más.

¿Ha resultado creíble el testimonio de Amber Heard? Parece que en redes sociales y medios de comunicación predominan los comentarios de desconfianza sobre el relato de la actriz. Pero, ¿por qué ocurre esto?

En primer lugar, es importante aclarar que no hay un indicador directo e inequívoco de mentira que sea visible a través del lenguaje verbal o no verbal, sí que hay ciertos indicios de engaño que pueden hacer saltar las alarmas y que resultan incongruentes o extraños en base a lo que se espera en una situación similar.

Amber Heard es actriz y este es un hecho que no juega a su favor. Por su profesión, se la puede conferir cierta capacidad para simular mejor que el resto emociones complicadas, como la tristeza o el llanto a voluntad. Es cierto, pero también lo es que su habilidad no puede convertirla en mentirosa per se.

Amber Heard ha tenido un comportamiento muy singular desde el principio. Hemos podido observar muchos cambios de humor abruptos, pasaba de la risa a la tristeza, vestía de forma llamativa y espectacular y al día siguiente de una manera totalmente opuesta, proyectando estéticas contradictorias.

E incluso imitaba ciertos patrones y elementos de la vestimenta de Depp, hecho inquietante que puede desestabilizar la idea sobre su seriedad y sensatez. Pero todavía no sabemos los motivos que la llevan a ello, quizás puede ser una llamada de atención a la desesperada, una burla, una estrategia para debilitar a su ex…

Centrándonos en su declaración, las emociones que acompañaban a sus palabras fueron tristeza e ira, ambos son sentimientos esperables en un relato como el suyo; muchos piensan que no son reacciones compatibles, pero sí, son posibles y perfectamente congruentes con lo que va contando.

Si me agreden y abusan de mí puedo sentir pena y además estar enfadada. No quiero decir que por esto diga la verdad, pero tampoco la presentación de estas dos emociones de forma simultánea son indicativas de mentira.

Cientos de comentarios advertían que Heard lloraba sin lágrimas y que, por esto, su consternación era fingida. Esto tampoco es indicador de engaño directo, pero es que además hay fotografías en las que sí que se pueden apreciar lágrimas en su rostro.

Otro aspecto cuestionado ha sido el contenido de su testimonio. Amber Heard es muy detallista a la hora de dar contexto a un hecho, es decir, se explaya con la información que es más irrelevante o periférica para explicar un suceso, pero muy escueta a la hora de abordar el incidente crítico, la agresión en sí.

Esta premisa sí resulta un indicador de engaño, podría hacer saltar la alarma de la credibilidad ciertamente, pero también podría ser que tenga serias dificultades para poder recordar y relatar los detalles específicos de un episodio que experimente como doloroso, vergonzante, humillante, traumático…

Desde luego, en una entrevista terapéutica sería un buen punto para profundizar e intentar desmarañar; en un juicio, me temo que este asunto quedará así.

En definitiva, es muy complicado dictaminar o no la credibilidad de una persona a través de la mera observación de su comunicación no verbal en tan solo unos minutos.

Por supuesto, su actitud, conducta, palabras, gestos, vestimenta nos dan pista y mucha información sobre estado de ánimo, intenciones y sinceridad, pero tendríamos que escudriñar mucho más el relato para aseverar si miente o no.

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El polémico posado de Marine Le Pen con una mujer negra

Todo eran ‘buenas intenciones’. Marine Le Pen posa para la foto con una señora negra en su visita a la isla de Sainte-Rose, comuna francesa situada en las Antillas.

El momento fue compartido este mismo lunes a través de sus propias redes sociales, seguramente sin haber advertido el pequeño detalle que la convertiría en viral. Observa bien la foto… ¿Qué te llama la atención?

Hay pequeños gestos que pueden ofrecer grandes significados en el mundo de la comunicación. Estamos ante tal caso, ya que ese dedo que toca ligeramente el hombro de la señora se convierte en el indiscutible protagonista de la escena. Una postura que lo cambia todo.

Es evidente que hay algo extraño, porque en un abrazo natural la palma de su mano entraría en contacto con la piel de la mujer, pero lo evita y entonces nos resulta un posado artificial y forzado.

El canal de comunicación háptico (el del contacto físico con nosotros mismos y con los demás) es muy elocuente en algunas ocasiones. Los seres humanos, y muchos animales también, establecemos vínculos afectivos a través de la piel, es nuestra forma de conectar sensorialmente con otros y con el mundo que nos rodea.

Un líder cercano y accesible, con actitud de transmitir y llegar a su público, toca mucho, pero toca bien, toca con ganas. Parece que este no sea el caso.

Tal y como apunta en su análisis mi colega Alan Crawley: «Todos tenemos un impulso natural de mantener ciertas distancias y tener menos contacto físico con aquellos que consideramos muy distintos a nosotros o simplemente con los que no nos gustan».

En esta instantánea vemos cómo se pretende un forzado abrazo para la foto pero de forma inconsciente se reduce al mínimo posible el contacto piel con piel.

Otro aspecto importante de la fotografía son los rostros de ambas. En la expresión facial de la señora anónima vemos cierta desgana en el posado, su ceño está levemente fruncido y sus labios apretados. Cara de circunstancia total y compromiso forzado.

Y en el rostro de Le Pen podemos advertir una sonrisa pero ésta también se dibuja algo singular, puesto que no es relajada, vemos las comisuras con tensión, estiradas, forzando mostrar los dientes para que se vea mayor amplitud.

No transmite comodidad, ni felicidad, ni voluntad de conectar, más bien proyecta cierto desagrado por la forma en la que se produce.

Parece que la comunicación no verbal más involuntaria le juega una mala pasada a las intenciones de Marine Le Penn con esta fotografía.

«No todo son emociones básicas»: mensaje importante para los seguidores de la comunicación no verbal

¿Te suenan las emociones básicas?, ¿Paul Ekman?, ¿la serie de Lie to me (Miénteme)? Seguro que sí, y eso está genial… Pero quizás te estés perdiendo los revolucionarios trabajos y teorías de Rusell o Fridlund por ser más desconocidos pero no por ello menos interesantes…

Hoy contamos con una firma invitada excepcional, Alan Crawley, psicólogo, gran investigador y divulgador de la comunicación no verbal científica, nos envía un mensaje para la reflexión sobre el estudio y la práctica de este apasionante mundo:

Alan Crawley (fotografía cedida por el autor para este medio).

Darwin no se lo imaginó. Por allá en 1872 cuando publicó su libro: “La Expresión de las Emociones en los Hombres y los Animales”, jamás se le ocurrió que a día de hoy sus ideas serían defendidas a capa y espada.

En la actualidad, afirmar que algo fue dicho por “Darwin” o “Ekman” parece garantía de validez científica; pero no, no lo es.

Nuestros tiempos son extraños. Cada vez contamos con más información, pero parece que no necesariamente sabemos más (Tetlock & Gardner, 2016).

Todo lo contario, en ocasiones, la avalancha de estudios científicos publicados de una semana a otra parece bloquear el camino. Y no hay teoría que logre allanar ese camino. Estamos atrapados bajo la nieve de publicaciones y nadie ve la salida.

El terreno de las expresiones faciales es el mejor ejemplo. Es el tema más estudiado de esta disciplina. De los 1000 papers más citados, más de 400 tienen el término “expresión facial” en el título (Plusquellec & Denault, 2018). Pero, cuidado.

Existen por lo menos cuatro teorías diferentes, con más o menos evidencia científica, cada una es válida en algunos aspectos (BET, BECV, Visión Dimensional, y ‘Appraisal’ theory). Ninguna lo explica todo, ninguna está completamente errada.

Sin embargo, solo una se repite a viva voz en libros, cursos y redes sociales: la teoría de las emociones básicas de Ekman (BET). ¿Y toda la evidencia en su contra?, ¿y las teorías alternativas? No se puede seguir barriendo toda la controversia bajo la alfombra.

Lamentablemente, no hay un consenso académico que logre acallar la cacofonía de voces que una y otra vez vociferan: “El rostro expresa las 6 emociones básicas”.

La cara comunica mucho más que emociones.

Una expresión facial puede transmitir también intenciones, cogniciones, juicios de valor, rasgos de la personalidad, mensajes sociales, actitudes, esfuerzo físico, ilustrar las palabras, y mucho más.

Es un craso error creer que mayoritariamente los movimientos de la cara se asocian directamente a emociones, y peor aún, ignorar todos los otros tipos mensajes o confundirlos con “emociones”.

Ha llegado la hora de que científicos y practicantes dejen sus diferencias de lado. En realidad, no es que este sea el momento, sino que llevamos años sin lograrlo y cada vez se vuelve más imperativo.

En ocasiones, ni siquiera los científicos pueden sentarse en una mesa a debatir las ideas que hoy se imparten en posgrados, se aplican en situaciones policiales o moldean los algoritmos de softwares de ‘reconocimiento’ de emociones.

Así, será difícil resolver el enigma de lo que el rostro comunica. En las grandes palabras de Caroline Keating (2016): «La expresión [facial] está tratando de decirnos algo sobre la naturaleza de la emoción que aún no entendemos«.

La Comunicación No Verbal necesita un nuevo rumbo, liderado por quienes con responsabilidad difunden los conocimientos con fundamentos científicos y de practicantes comprometidos con compartir su conocimiento y formular ideas en conjunto con los investigadores.

No se trata de tener razón, se trata de mejorar el conocimiento que tenemos. Se trata de difundir el conocimiento verdadero. Se trata de trabajo en grupo.

Los divulgadores debemos proponer alternativas productivas y realistas para sofocar el terrible incendio de las promesas falsas de los discursos pseudocientíficos. Y debemos estar abiertos al diálogo con disidencias.

De este modo, podremos ofrecerle al público la información más idónea. No basta con lo que estamos haciendo. Lo siento, no lo creo. Podemos hacer más.

Hoy sabemos sobre las expresiones faciales mucho más que hace 60 años, pero parece que a medida que aumentan las respuestas, también lo hacen la cantidad de preguntas sin contestar. Puede que el mayor aprendizaje sea que todavía no las entendemos.

¿Esto qué significaría para los investigadores o practicantes?

Lo anticipó mi estimado Paul Bouissac hace veinte años, semiótico internacional de lo más respetado: “El principal desafío para la semiótica de los gestos será poder cuestionar sus modelos y teorías implícitas”.

¿Comenzamos?

Además de a Ekman, podemos leer las investigaciones de Alan J. Fridlund, Carlos Crivelli, José Miguel Fernández-Dols, Lisa Feldman Barret, James Russell, Hillel Aviezer, Dacher Keltner, entre otros tantos más…

Y, por supuesto, yo añado seguir a Alan Crawley porque realmente es la persona con la que he ido actualizando mis conocimientos y ofrece una perspectiva diferente y muy rigurosa de la comunicación no verbal. Gracias Alan.

 

*Referencias:

Bouissac, P. (2002). Descrevendo gestos: limites, escalas e perspectivas. DeSignis, (3), 0021-36.

Darwin, C. (1872). The expression of the emotions in man and animals. New York: Philosophical Library.

Keating, C. F. (2016). The life and times of nonverbal communication theory and research: Past, present, future. In APA handbook of nonverbal communication. (pp. 17-42). American Psychological Association.

Plusquellec, P., & Denault, V. (2018). The 1000 most cited papers on visible nonverbal behavior: A bibliometric analysis. Journal of Nonverbal Behavior42(3), 347-377.

Tetlock, P. E., & Gardner, D. (2016). Superforecasting: The art and science of prediction. Random House.

 

Lenguaje no verbal de Putin: su cuerpo muestra la conducta de ataque de la forma más primitiva

La comunicación no verbal se explica de forma biológica y de forma cultural. Ambas variables influyen y son importantes a la hora de realizar cualquier análisis de comportamiento.

Vladimir Putin siempre ha destacado por su mueca impasible, por lo parco en gestos con manos y brazos, por ser tacaño en sonrisas y por su mirada firme y sostenida.

Pero esta descripción corresponde realmente con la sociedad rusa, una cultura de baja expresividad corporal de cara al exterior, por supuesto que sienten como todos, pero contienen más sus emociones a los demás.

Por ejemplo, solo ríen cuando realmente están felices, la sonrisa para ellos no es un indicador social de afabilidad, educación o aprobación.

Para la cultura rusa, sonreír sin razón a extraños en público, a menudo se juzga como un signo de enfermedad mental o inteligencia inferior.

Entonces, ¿Putin es una persona carente de emociones? ¿No sonríe? Sí que lo hace, pero cuando está cómodo de verdad, de hecho, lo vimos hace poco días en su encuentro con el Presidente de Argentina.

Evidentemente, en su declaración de guerra no esperaremos que muestre emociones positivas. Pero emociones aparecen y no tanto como una ‘filtración emocional’ sino como toda una declaración de intenciones.

¿Qué nos encontramos? Decenas de microexpresiones de asco, desprecio e ira. Las emociones compatibles y esperadas al hablar de guerra, las sensaciones que mueve el odio, el rencor, el poder ambicioso…

Porque aquí entra en juego la biología, además del desarrollo cultural, todos somos animales, mamíferos, simios, que se culturizaron y desarrollaron un lenguaje, pero con bastante posterioridad a la comunicación no verbal que nos conectaba con el medio y con la manada.

Tal y como apunta acertadamente mi admirado compañero Mario Russo: «Putin es todo un simio agresivo«. Su cuerpo no hace más que mostrarse continuamente en disposición a la conducta de ataque de la forma más primitiva.

Abre los brazos para ocupar más espacio, para parecer más grande, fuerte e imponente, baja la cabeza pero manteniendo la mirada directa, desafiante, abre sus fosas nasales, se inclina hacia adelante.

Los pocos gestos que realiza son autoritarios e inquisitivos, por ejemplo cuando dice: «Quien quiera detenernos…», aquí utiliza el dedo acusador, amenaza y amedrenta no verbalmente, dándole potencia a su advertencia verbal.

Algo que también maneja y realza en su oratoria a través de los silencios, que no pausas, ejecuta largos silencios tras las frases que para él son importantes y contienen un significado de alto impacto.

Hasta el psicópata más puro es capaz de sentir emociones y hasta de experimentar empatía, aunque las gestiona y expresa de forma diferente al resto.