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¿Por qué nos cuesta mantener la mirada?

Anteriormente os preguntaba ¿Alguna vez una mirada te ha dejado sin habla? La ciencia nos dice que esto es normal, ya que la rapidez y correcta elección de las palabras parece verse mermada cuando miramos o nos miran a los ojos. Pero ¿dónde se situaría la línea que separa una mirada atenta de otra molesta, impertinente, invasiva…?

La mayoría de los animales se miran entre sí para mostrar amenaza o interés. Los seres humanos también lo hacemos, pero entre nosotros el contacto visual resulta más complicado y está lleno de matices sociales. Si es demasiado corto, podemos parecer nerviosos, evasivos o poco fiables; si es demasiado largo, podemos intimidar o exhibir una confianza o intimidad excesivas. En casos extremos, es una característica definitoria de condiciones clínicas como el autismo o la esquizofrenia. Por si no fuera suficientemente delicado, cada cual aguanta la mirada durante un tiempo diferente.

Investigadores de varias universidades británicas han querido averiguar cuál es el tiempo medio adecuado para mantener la mirada de otro, motivo por el que han realizado un curioso experimento cuyos resultados publican en la revista Open Science de la Royal Society. En su estudio, los científicos pidieron a un grupo de 498 estudiantes contemplar el vídeo de un actor que mira hacia el exterior de la pantalla. Debían pulsar un botón cuando sus miradas se encontraran durante un tiempo que resultara demasiado incómodo.

Durante la prueba, el movimiento de los ojos y el tamaño de las pupilas de los voluntarios fueron grabados con tecnología de seguimiento ocular. En promedio, los participantes tuvieron una duración de mirada preferente de 3,3 segundos. Esto no dependía de características como el género, los rasgos de la personalidad o el atractivo.

Algunos estudios establecen que el contacto visual medio ocupa un 70% de la conversación mientras escuchas, y no más del 40% cuando hablas, aunque estos porcentajes son solo orientativos. Aunque considero que no es una cuestión de cantidad sino de forma. Una mirada dulce, de admiración, de emoción más constante puede ser percibida como positiva, pero una mirada con un ceño fruncido, que transmite hostilidad, puede ser muy incómoda.

Ocurre igual con las miradas inexpresivas (cara de póker), nuestro cerebro necesita constantemente recibir información sobre los estados de ánimo de nuestro interlocutor para interpretar sus intenciones con nosotros, si no logra este análisis nos generará desconfianza.

Yo considero que el contacto visual sí que depende de muchos factores, uno importante es la tipología de personalidad que tengamos cada uno, las personas más tímidas e introvertidas suelen percibir el contacto visual directo como más negativo que las personas más sociables o extrovertidas, asimismo, tampoco les gusta (y les cuesta) mantenerlo con los demás.

Y porque, tal y como apunta el estudio que comentamos, nos gasta recursos cognitivos, hay gente que se concentrará mejor que otra haciendo una multitarea y no le resulte complicado, pero hay otras personas que no, y no piensan con claridad mientras el contacto visual se mantenga. El estudio mencionado concluye que cuando hay contacto visual, nos cuesta encontrar las palabras adecuadas para mantener una conversación. Al final es una cuestión de multitarea, hablar y mantener el contacto visual son dos tareas de procesamiento diferente, y según a que acción destinemos más recursos se nos hará más exitosa la ejecución de una u otra.

¿Y tú, cuánto aguantas la mirada? 🙂

 

 

¿Qué no pudo controlar Mariano Rajoy en su entrevista con Jordi Évole?

Mariano Rajoy y Jordi Évole durante el programa Salvados. La Sexta.

Mariano Rajoy y Jordi Évole durante el programa Salvados. La Sexta.

La entrevista a Mariano Rajoy en el programa ‘Salvados‘, emitido anoche, comenzó fuerte. Situación ideal para poder recrear un inesperado impacto emocional y que diferentes expresiones y gestos salieran a la luz ineludiblemente, pero parece que nada cogía ayer por sorpresa a un preparadísimo presidente del gobierno. Así lo corroboró la carpeta que se encontró Jordi Évole con su apellido escrito en una esquina sobre la mesa del despacho de Rajoy, que no le quedó otra que admitir que, efectivamente, aquella conversación se la tomaba con responsabilidad y respeto y que por ello se había preparado ciertas cosas para el momento. Y así era, porque repetía invariablemente las mismas frases textuales en diferentes ocasiones. En estos aspectos se transmiten la falta de naturalidad y espontaneidad protagonistas en el lenguaje corporal del líder del Partido Popular.

rajoy-tristezMuchos creen que Rajoy tiene una alta expresividad facial, y no es así, su línea base en filtración emocional del rostro es prácticamente nula o muy escasa, cuestión que se confunde con los numerosos y constantes tics que encontramos en su cara, sobre todo cuando está en tensión, estos tics se incrementan cuantitativamente en temas que le incomodan y disminuyen cuando habla relajadamente. Este hecho hace especialmente confusa la tarea de identificar estados emocionales en él, por ejemplo, hay un tic repetido que pareciera tristeza, eleva la zona interna de las cejas de una forma muy fugaz, casi cada vez que termina de pronunciar una frase. En este sentido parece que esta tristeza se produce realmente cuando habla de corrupción, ya que la expresión es más prologada y la ejecuta mientras habla, este momento coincide con el análisis que hice hace unos meses en otra entrevista, en la que ocurría igual.

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