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Yolanda Díaz: ¿las apariencias engañan?

Muchos pensarán: «Y qué más da la ropa o el peinado que lleve Yolanda Díaz, o Ayuso, o Iglesias, o Casado…». Sí, sí que nos importa, a todos y todas, y esto es inevitable.

Es cierto que las mujeres en esto de las apariencias siempre somos más cuestionadas, o tenemos un foco más permanente en este sentido, porque se añade el estilo, el maquillaje, tal escolte o una coleta mal hecha. Los hombres tienen menos variables influyentes, son más sencillos en apariencia, pero juzgamos a todos, vaya si lo hacemos…

Nuestro cerebro necesita constantemente realizar inferencias y predicciones sobre lo que nos rodea, está preparado para ello, y ejecuta esta actividad sin parar, tomando los pocos datos de los que dispone visualmente cuando por primera vez tenemos delante a un desconocido.

La vicepresidenta Yolanda Díaz (AGENCIAS)

Con la indumentaria que elegimos para la foto decidimos proyectar lo que queremos, lo que necesitamos, lo que nos gusta y valoramos, incluso la personalidad que tenemos o cómo hemos cambiado.

Existen muchos estudios que validan los efectos de la apariencia en la influencia y persuasión de los demás. Por ejemplo, investigadores de la Universidad de Princeton descubrieron que una buena mayoría de personas esperaban que aquellos que usaban ropa más distinguida y elegante fueran más competentes que los que vestían más informales o deportivos.

Otros estudios publicaron que los dos rasgos que más esperamos percibir en un líder político son la confianza y la competencia. Nuestro cerebro indaga si un candidato los posee a través de su imagen, comunicación y contenido de su discurso.

Observamos y nos preguntamos: ¿puedo confiar en esta persona?, ¿podré también respetarla?

Yolanda Díaz parece tenerlo bastante claro y ha transformado su imagen original, empoderando su apariencia, solo hace falta ver su último posado para la revista ‘Yo Dona’.

En este reportaje aparece como una auténtica super heroína, posando de semi-perfil, con un plano desde abajo; brazos en jarra (en un ‘aquí estoy yo’), enfundada en cuero negro con labios bien subidos de carmín rojo.

Yolanda se agarra con fuerza al cuero negro, demostrando poder y firmeza, abandonando su imagen más informal, dejando atrás los moños despeinados, las camisetas anchas y los pañuelos multicolores.

De este modo, desea exhibir formalidad, dominio, autoridad, seguridad, valía… elementos ahora indispensables para proyectar el liderazgo que necesita.

La apariencia es una de las variables que más influyen en la persuasión, a veces los cambios son realmente interiores y se filtran al exterior. Más allá de la estrategia política que pueda haber detrás, un cambio radical de imagen puede reflejar un cambio real en la manera de pensar o comportarse de una persona.

La clave es cómo se producen estos cambios. Cuando (el cambio interior) es real, se produce de forma más progresiva y se dan otra serie de patrones coherentes, como el cambio de hábitos, costumbres, o forma de hablar.

Cuando se producen solo en una situación puntual, como en el caso de un juicio o en un determinado contexto político, para un debate o una entrevista, suelen ser provocados.

¿Qué pensáis? ¿En qué caso situáis a Yolanda Diaz? Os leo en mis redes!

¿Quién ganó el tenso cara a cara entre Pablo Iglesias y Albert Rivera?

(EFE) Pablo Iglesias y Albert Rivera discuten en su cara a cara en el programa Salvados.

(EFE) Pablo Iglesias y Albert Rivera discuten en su cara a cara en el programa Salvados.

Albert Rivera y Pablo Iglesias se sentaron anoche frente a frente en un programa especial de ‘Salvados’, el moderador, Jordi Évole instaba constantemente a la cordialidad entre ambos, y así comenzaron, con un tono muy cordial, expresiones positivas, calma y buenas intenciones, pero duraron poco. Me limitaré a exponer algunos datos para que cada uno saque sus propias conclusiones. Y es que en mi opinión, ambos manifestaron aciertos y errores en lo que a comunicación no verbal se refiere.

El atuendo elegido ya nos dice algo, con anterioridad comentamos la importancia del uso o no de la corbata en política, curioso que en este caso el líder de Podemos la utilice y el representante de Ciudadanos no lo haga; ambos matizan posiciones, suavizan, e intentan romper así la asociación con la imagen transgresora de Pablo y con la más clásica y tradicional de Albert.

A veces, son las palabras las que incendian determinados comportamientos, acusaciones que se convierten en una especie de ‘botón’ que activa de pronto una intensa reacción conductual (positivas y negativas). Sin duda, se producen tres momentos destacados, con tal impacto emocional que son determinantes en el transcurso de la entrevista:

  • La alusión a Amancio Ortega: Pablo Iglesias estaba muy relajado y neutral hasta este momento. Le enfada que Rivera le acuse de haber criminalizado al famoso empresario a través de Twitter, su gesto se torna iracundo e incluso asqueado por lo que escucha. Ante está primera provocación Iglesias se desestabiliza y entonces adquiere también un rol más agitador, aunque consigue, en cierta medida recuperarse.
  • La mención a los refugiados sirios (el momento más tenso): Aunque ambos coincidieron en agilizar los trámites para la acogida de refugiados, la contienda llegó con la réplica de Iglesias: «Lo que dices es sensato Albert, pero no entiendo por qué votasteis en el Parlament de Cataluña en 2013 a favor de retirar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes», y esto desata la angustia y el estrés de Rivera, que responde muy tenso «Pablo, tu demagogia es insultante».»No te pongas nervioso», le dijo Iglesias. «No me pongo nervioso, me indignas Pablo«A partir de aquí el líder de Ciudadanos comienza un viaje al descontrol sin retorno posible. Comienza a beber agua sin parar, a sudar de igual forma, no puede gestionar su vuelta a la calma. Y para colmo aun le quedaba encajar otro duro golpe.
  • La referencia a Venezuela: Fue la tecla que termina por encender a Albert. La insinuación de que le preocupen más los problemas al otro lado del charco en detrimento de los de España y sus (desafortunados) comentarios sobre el significado de una dictadura, hacen que se perturbe del todo, llegando incluso a elevar el tono de voz. En realidad, ya ambos no cesan de reproducir expresiones de ira, asco y desprecio, entran en un estadio afectivo muy negativo del que no logran recuperarse.

Otros datos relevantes:

  • Los papeles de Pablo Iglesias: No solía recurrir a la lectura, ni a datos, frases literales, porcentajes, etc. Pero en esta ocasión decidió ir acompañado de apuntes a los que apelaba asiduamente como apoyo argumental. Rivera sin embargo prefirió ir libre de guión.
  • A Iglesias le molestaba significativamente que Rivera le acusara de intransigente, ante está ‘tecla’ (utilizada repetidamente), muestra un intenso desprecio.
  • Evasivas de Albert Rivera: En algunas respuestas carece de contundencia, sobre todo, en las que se refiere a los futuros pactos. Le cuesta nombrar a los partidos políticos con los que sí o no pactaría.
  • El bolígrafo sigue adquiriendo el protagonismo en el impacto emocional de Iglesias. En esta ocasión además es muy flagrante su utilidad para descargar tensión y agresividad, cuando escucha a Rivera, literalmente, ‘lo aprieta’.
  • Albert casi siempre toma la posición no ventajista en sus intervenciones de respuesta, por un lado, toma la iniciativa y esto proyecta una imagen positiva, pero por otro lado, le regala constantemente tiempo a Iglesias para pensar mucho mejor sus réplicas.
  • El apretón de manos final: este elemento resulta muy ilustrativo de lo que fue el careo, resume muy bien el estado emocional, sobre todo, de Rivera. Está muy enfadado, ni le mira, ni se inclina, es una acción desdeñosa que realiza por deber protocolario.

cierre cara a cara iglesias-rivera

Pablo Iglesias admite que en el pasado cara a cara entre ambos, en el mismo medio y formato, «lo hizo mejor Rivera», y estoy totalmente de acuerdo, pero en este caso, con estos datos tan dispares, tengo mis dudas sobre por quién decantarme. ¿Qué pensáis vosotros?