De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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Las ciudades invisibles

Invisible Cities from Christian Marc Schmidt on Vimeo.

La ciudad como un conjunto de memorias. La ciudad como una nueva geografía, como un paisaje urbano construído con narrativas. La ciudad como una secuencia de eventos en el espacio y tiempo. La ciudad como una arquitectura de redes sociales. El proyecto Invisible cities, del diseñador y artista Christian Marc Schmidt, pone los datos ciudadanos de Nueva York al servicio de un objetivo poético: visualizar la memoria colectiva de una ciudad. No es casualidad que el vídeo de presentación arranque con una frase del libro Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, que pone nombre al proyecto: «La ciudad, sin embargo, no muestra su pasado, pero lo contiene como las líneas de la mano, escrito en las esquinas de sus calles…».

Invisible cities, según su propio site, muestra datos «extraídos de servicios online, como mensajes de Twitter y fotos de Flickr». Los puntos con información están conectados en orden cronológico y conforman una especie de montañas de datos que deforman la geografía real de la urbe. La aplicación fue creada en Processing (un lenguaje de programación de código abierto) y usa la API abierta de Google maps. Los datos componen una visualización dinámica e interactiva que recrea Nueva York desde la subjetividad de sus habitantes. «El resultado es un espacio inmersivo que el usuario puede explorar, creando paralelos inmediatos que pueden responder o contradecir la arquitectura física de la ciudad», escribe el propio Christian Marc Schmidt en el muy recomendable texto Cities: Representing Social Networks in an Urban Context.

Invisible cities toca un asunto que me interesa muchísimo, bastante presente en este blog: la arquitectura de las redes vinculadas a un territorio. En Pastiche, su trabajo anterior, Christian Marc Schmidt ya abordaba la relación entre el entorno físico y las ideas  geolocalizadas que circulan en la red. Como en el proyecto A more perfect union, de Luke Dubois, las urbes pasan a ser una suma de memorias, de contenido compartido. Como en la instalación artística Bit.fall, del alemán Julius Popp, los mensajes más repetidos en Internet se convierten en parte del paisaje de la urbe. Como en el proyecto Stweet , los mensajes subjetivos de ciudadanos, vinculados a un mapa con imágenes, conforman una nueva piel informativa de la ciudad. Como en los mapas dinámicos de #Voces25S, basados en tweets geolocalizados de usuarios, la información coagula en un nuevo paisaje tecnopolítico.

Para concluir, corto&pego un párrafo de este mismo blog, en el que especulaba sobre las posibilidades del cruce entre web semántica e información creada por usuarios:  «Un Trendsmap sobre las etiquetas de Twitter más usadas dice más de un país que la portada de sus periódicos. De aquí a poco, habrá tecnología para saber en tiempo real la cara semántica de una calle. O el mapa de emociones de cada edificio».

 

La ciudad vista como un flujo de llamadas móviles

La socióloga Mimi Sheller define la ciudad como un «flujo de personas, vehículos e información». El proyecto Ville Vivante (ciudad viva), que transforma las llamadas de los teléfonos móviles en una vibrante animación, encarna a la perfección este concepto de ciudad de flujo de datos. La espectacular animación, realizada entre el Ayuntamiento de Ginebra, Lift y el genial estudio Interactive Things, mapea las llamadas en Ginebra realizadas entre las 5 p.m y las 6 p.m del pasado 2 de diciembre de 2011. Swisscom, el mayor proveedor de servicios móviles de Suiza, facilitó la localización de catorce millones de llamadas anónimas. Tras conseguir los datos, el diseñador Benjamin Wielder investigó sobre el movimiento real de las personas que efectuaban las llamadas. Las diferentes intensidades de naranja revelan los diferentes grados de actividad.

El proyecto incluye, además de la animación, seis gráficos interactivos sobre diferentes aspectos del estudio (flujos durante la noche o entre diferentes barrios, por ejemplo). Benjamin Wielder asegura que «la mayoría de los datos de una ciudad normalmente no se usan, pero dicen mucho de nosotros». Cierto: los datos pueden ayudar a las urbanistas a mejorar la ciudad. Pero hay que tener cuidado con el control vertical y centralizado de datos de la línea Smarter City de IBM. Grupos de trabajo como el de Ciudades y procomún, del MediaLab Prado, trabajan por otro orden de datos distribuidos y abiertos. Y proyectos como Open Energy o Data Citizen Driven City prueban que los teléfonos móviles pueden transformar la ciudad, gracias a la plataforma de hardware libre Arduino, en un red distribuida de ciudadanos interconectados que generan e intercambian datos por el bien común. Una red abierta y participativa que genera nuevas inercias de mejora urbana.

Mi web: bernardogutierrez.es Fundador de la red futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa