De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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Papa Francisco, onanismo comunicacional

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Nuestro comportamiento en redes sociales pueden revelar cuestiones que no están a la vista. Una simple cuenta de Twitter – cómo la usamos, para qué la usamos-  son un buen termómetro de nuestra identidad. Además, pueden revelar detalles ocultos de las organizaciones que representamos. La nueva cuenta de Twitter del Papa Francisco es un ejemplo extremo.

El primer tuit desde la cuenta @pontifex_es (en castellano) fue el día 14 de marzo.

 

 

Desde entonces, el Papa Francisco apenas ha tuiteado cinco veces. Un detalle: el sumo pontífice apenas sigue ocho perfiles. Sorpresa: en realidad se sigue a sí mismo en ocho idiomas diferentes (latín, inglés, alemán, portugués, polaco, italiano, francés y árabe). No ha retuiteado absolutamente nada. No ha marcado ningún tuit como favorito. No ha conversado con nadie. No tiene ninguna lista creada ni sigue listas creados por otros. Resumiendo: está mirándose al espejo, usando Twitter como si una mera herramienta para hablar de sí mismo, entendiendo sus mensajes como un producto acabado y definitivo. ¿Alguien se imagina a una empresa, a un profesional, a un colectivo que apenas se siga a sí mismo en diferentes idiomas?

David de Ugarte, en su recomendable Trilogías de las Redes, definía a la iglesia católica como una red descentralizada. No es, para él, una red estrictamente centralizada, con un nodo centralizador. Tampoco, una red distribuida, en la que cualquier nodo puede conectarse a cualquier nodo. Sin embargo, creo que aunque la iglesia pudiera considerarse una red descentralizada por cómo se expande sus sedes en el territorio, la actitud del Vaticano la convierte en una anticuada, anacrónica y exagerada red vertical.

Usar Twitter como lo usa el Papa Francisco – exactamente igual a como lo usaba el Papa Ratzinger- es el mayor reflejo de lo que hoy en día es la Iglesia Católica: una institución caduca cuya única forma de comunicación es el monólogo. El Papa Francisco, en lugar de dialogar en Twitter, está practicando un verdadero onanismo comunicacional que resume la actitud de la iglesia. Mucho me temo que la principal fuente que el Papa Francisco utiliza para informarse es L´Osservatore Romano, más cercano a la propaganda que a un medio de comunicación. Y que Twitter y cualquier medio social seguirán siendo para el Vaticano, mientras siga existiendo, un palco más al que asomarse e imponer un mensaje.

Aclarando los términos ‘comunidad’ y ‘red’

¿Qué es una red? ¿Y una comunidad? ¿Y una comunidad virtual? ¿Son términos excluyentes? ¿Complementarios, tal vez? Hace unos días dialogué en Twitter con @lasindias y @elsatch (César García) sobre redes y comunidades. El tuit que desencadenó el debate fue el siguiente:

 

 

Desde @LasIndias argumentaban la clara frontera existente entre ‘comunidad’ y ‘red’. Incluso mencionaron el número Dunbar (150 personas como número máximo de una comunidad real). Vale la pena leer la definición de ‘comunidad’ de la siempre recomendable Indianopedia«Puede ser llamada comunidad real cualquier cluster, una red social perfectamente distribuida donde todos los miembros se relacionan con todos los demás en un ámbito no jerárquico, que comparta una interacción voluntaria sostenida en el tiempo (deliberación) y donde los miembros se reconozcan unos a otros una identidad común».

Hace unos meses escribí el artículo De las redes a las comunidades. La intención era dejar de identificar ‘red social’ como sinónimo de herramientas como Facebook. Lo importante, defendía entonces, era construir comunidad. El Power to the people de Meg Pickards, máxima responsable de redes sociales del diario The Guardian, va justo en esa dirección: construye plataformas, herramientas, deja que la comunidad se autogobierne. Sin embargo, creo que existen varios tipos de comunidades. Que existe una nueva estructura de relaciones, que podríamos llamar red social. Que tal vez existan comunidades virtuales. Y que existen muchos puentes entre todos los conceptos, para nada excluyentes.

Imagen: Urbanohumano.org. Licencia Creative Commons. 

Urbanismo emergente, ciudadanía y esfera digital, del urbanista Doménico di Siena, es uno de los mejores textos que conozco para entender la diferencia entre red y comunidad. Doménico, citando la Wikipedia, afirma que una comunidad es un conjunto de individuos que comparten elementos en común, tales como un idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad, ubicación geográfica (un barrio por ejemplo), estatus social, roles. La comunidad está basada en sentimientos de pertenencia y suelen funcionar con cierta jerarquía. Cada miembro tiene que confirmar su “afiliación” con gestos presenciales o de compromiso.

Sin embargo, la existencia de Internet, por otro lado, abre la puerta a otro tipo de comunidades. ¿Qué es una comunidad virtual? ¿Qué es lo que entiende por comunidad un community manager? ¿Sus lazos son más tenues que los de una comunidad real? Antes de seguir avanzando, necesitamos definir el término ‘red’. Una red social, como afirma el Doménico di Siena, «es una estructura social compuesta de grupos de personas que están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, intereses comunes o que comparten conocimientos». Una red tiende a funcionar de forma horizontal, está basada en la información y la pertenencia a la misma es flexible. El resultado, en palabras de Doménico di Siena, “es una mayor libertad que se basa sobre un intercambio más intenso y más transparente de la información que se produce dentro y por la red”. ¿Las empresas y community managers confunden, el término comunidad con red? ¿O la comunidad virtual es diferente a la ‘red’ y también de la ‘comunidad’?

Imagen: Urbanohumano.org. Licencia Creative Commons

Precisamente, en nuestro debate tuitero, @lasindias insistían en diferenciar ambos conceptos.

Por mi parte, dejé clara mi postura escéptica:

 

Pienso que ambos conceptos, la ‘comunidad’ y la ‘red’ se retroalimentan. La frontera es difusa, estrecha, poco cuantificable. La comunidad es un paso adelante (o al costado) de una red, sí. Una comunidad real en el territorio refuerza y potencia el funcionamiento de una red. Pero una buena red de información compartida, transparente, revitaliza una comunidad. Y más leña a la frontera-difusa-que-se-retroalimenta: las intersecciones de varias comunidades pueden dar pie a una nueva red. Y una red puede dar pie a varias comunidades, puede desmembrarse en varias. En cualquier caso – en plena era de Internet – la red y la comunidad caminan de la mano en un nuevo modelo de organización colectiva, es decir la “estructura en red” que puede llegar a complementar o sustituir el modelo clásico de “la comunidad”. La asociación de identidades digitales a espacios físicos, personas conectadas digitalmente en los territorios, difumina todavía más el debate

Lo que tengo muy claro es que los ‘community managers’ del mercado o de las instituciones políticas no han entendido prácticamente nada. Meg Pickards, jefa de ‘social media’ es antropóloga y no publicitaria con título pomposo (ciao MBA!). Meg aprendió – lo digo porque he visto conferencias de ella – lo que es una comunidad estudiando los pueblos indígenas de Bolivia, viendo cómo bailaban alrededor del fuego.

Cultura de red

 

Imagen: Urbansocialdesign.org

Olvídate de la tecnología. Imagina que Internet no existe. Ahora intenta pensar qué es una red. Una parrafito del libro El origen de las especies de  Charles Darwin puede ayudarte: «Pájaros cantando en los arbustos, con varios insectos alrededor, con gusanos arrastrándose a través de la húmeda tierra, formando un banco enredado que  depende de cada elemento de tantas maneras complejas». Ya tenemos la imagen que necesitamos: varios elementos relacionados, una red.

Podríamos buscar muchas otras. Unos predicadores cristianos distribuidos por el Imperio Romano, creando una religión. Abejas conformando un enjambre. Un ayllu de Bolivia – una comunidad familiar – que vive con propiedad colectiva. En ninguno de los casos las herramientas tecnológicas son una condición necesaria para la existencia de la red. La red es un conjunto de conexiones. La red es un arquetipo que excede a la suma de sus partes.

Siempre hubo redes. Lo interesante es que la era digital, el acceso a Internet y algunas nuevas herramientas están fomentando a un ritmo acelerado las redes distribuidas, capilares y horizontales. Las redes centralizadas (Estado vertical) o descentralizadas (Iglesia católica) están perdiendo su hegemonía. Las redes dinámicas – tan habituales en la naturaleza – empiezan a sostener las construcciones humanas (físicas, sociales, culturales, políticas). Por eso, es más necesario que nunca hablar de la cultura, de los procesos y comportamientos que están surgiendo de esta nueva era: de la cultura de red.

¿Qué es la cultura de red? De momento, una definición abierta, inconclusa. Un concepto en estado beta. Una cultura que emana de  procesos de red. Una cultura que desborda la definición de cultura. Y que también va más allá de la denominada cultura libre (basada en el copyleft y el código abierto) y la cultura digital surgida en el ciberespacio. Una cultura que es un proceso compartido que modifica la relación entre personas, instituciones, marcas y colectivos. Curiosamente, estos procesos colectivos de red ya existían en sociedades precapitalistas. La cultura hacker y la cultura indígena de los Andes, por ejemplo, comparten un ADN colaborativo similar.

Precisamente estoy en Cochabamba, en Bolivia, en  Entretejer Bolivia-Cultura de Red, un encuentro que busca la similitud de las redes analógicas de las culturas indígenas y las redes de la era digital. Un encuentro que es un proceso mayor, que desemboca en la nueva la plataforma Cultura de Red. Un espacio de diálogo, interacción y co-creación de colectivos y personas muy diferentes. Buscaremos nexos entre los procesos colectivos y colaborativos ancestrales como el Ayni y la ética hacker. Remezclaremos las dinámicas de la cultura libre con el procomún indígena. Cocinaremos una definición inacabada de cultura de red que le puede servir a todo el mundo.

Para llegar a la cultura de red, comparto unas  pildoritas alrededor de las redes, totalmente remezclables.

 

Imagen: colectivo Manuela Lucas

#Proceso

«Una red distribuida, descentralizada es más un proceso que una cosa». Kevin Kelly, en su mítico Fuera de control (1995), estudiando los enjambres de abejas o los hongos probó que el mundo está regido por sistemas complejos. La deducción no sirve para explicar las redes compuestas de muchos elementos. La ciencia clásica no conseguía entender el trabajo en red de las hormigas, por ejemplo. La inducción, sin embargo, estudiar los procesos bottom up (de abajo arriba) de los elementos de una red, sí consigue entender los sistemas. Por lo menos una parte. Bajo la complejidad existen algunas reglas simples de funcionamiento: colaboración, mímesis, apoyo mutuo, inteligencia colectiva. Por otro lado, las herramientas que facilitan la comunicación en tiempo real (streamings, pads, wikis….) y permiten compartir información han acelerado la era de los procesos. Las redes son procesos compartidos. Hasta los objetos físicos (cualquier manifestación cultural) difuminan su contorno: son un proceso previo de información, código y diálogo compartido; son una conversación posterior.

#Glocalismo

La conexión de nodos rebasa las fronteras físicas. Las redes son la espina dorsal de un nuevo espacio de flujos donde convive lo local, lo regional y lo global. El glocalismo (global+local) es el nuevo territorio emergente de acción, creación y convivencia. Un detalle interesante: cada vez es más presente la influencia global desde lo local. Un fenómeno que ocurre en un rincón del planeta puede desencadenar reacciones en lugares muy distante en breves espacios de tiempo.

#Wikipedismo

Estamos ante un choque de trenes de la historia: el de  la visión enciclopedista heredera de la Ilustración (todo se puede explicar, todo se puede categorizar) y la visión wikipedista de una cultura de la cooperación, la colaboración y la no jerarquía.  El viejo mundo delegaba en una élite intelectual, científica y creativa la explicación del mundo. El nuevo – más interconectado y horizontal – se apoya en la sabiduría del enjambre, en los amateurs. El conocimiento adquirido informalmente tiene el mismo valor-utilidad que los títulos académicos. Todos podemos aprender, todos podemos enseñar algo. La cultura de red aprovecha lo mejor de cada persona, de cada nodo: favorece el intercambio. La escuela expandida dinamita los muros del conocimiento.

#2+2=Manzanas #InteligenciaColectiva

Las redes complejas no son estáticas. No tienen límite, contorno, final. En los sistemas complejos, en el mundo de las redes, 2+2 no siempre es igual a cinco. El ‘más’ es siempre otra cosa. 2+2 puede ser igual a manzanas, según Kelly. Sumando nodos, conseguimos influencias transversales, laterales. Y el enjambre – la suma de esos nodos dinámicos y distribuidos – se comporta como un nuevo organismo. Este enjambre, esta red, demuestra una nueva inteligencia colectiva inexplicable desde las lógicas de la ciencia clásica. Trabajar en red, conectarse con otros nodos de la red, refuerza la inteligencia colectiva, la eficiencia del conjunto. Reforzar la autonomía de los nodos, revierte en el buen funcionamiento de la red. Una red peer-to-peer (P2P) de nodos interconectados es casi indestructible. Como diría Kelly, «las abejas distribuyen poder, haz lo mismo».

#CódigoAbierto #Transparencia

El código abierto no es más que el compartir la información de un proceso. Y compartirlo desde el inicio e incluso en tiempo real. Las comunidades de programadores de software libre trabajan así. Y llevan contagiando durante las últimas décadas a toda la sociedad. Para construir redes sostenibles y distribuidas el código tiene que ser abierto, libre, transparente. El código abierto incentiva la colaboración, el diálogo, el trabajo en equipo, el buen funcionamiento de la red, los prototipos colectivos. La cultura de red – para no ser vertical ni jerárquica – tiene que apostar por procesos de código abierto.

Quien no comparta el código dentro del sector cultural verá su acción reducida a la compra-venta de objetos. El código cerrado es la base de la industria de distribución de espectáculos (exposiciones, museos, conciertos…) o de venta de productos. La industria no ha demostrado interés en el valor colectivo, en los reusos de las obras. El código abierto, según Josianito Llorente, favorece la ética hacker, la creación de prototipos. Integra lo hard (lo físico) con lo soft (los procesos).

#Remezcla #CopyLove

La cultura de red propicia la creación colectiva. La autoría individual como predominio creativo de las obras fue un paréntesis en la historia de la humanidad. En la antigüedad, las historias se transmitían por vía oral, en las ágoras, en los zócalos, en las plazas. Algunos de los grandes libros de la humanidad (Popol Vuh, Ramayana…) son narraciones colectivas. Las nuevas herramientas facilitan la creación colectiva y, además, no eliminan la creación individual. El código abierto incentiva el reuso y remezcla de las obras. Copiar no es sinónimo de piratería, como pretende la industria. La copia es una muestra de admiración, de interés, de afecto. El copyleft pasa a ser copylove. Los nodos de la cultura de red son personas. Los vínculos están hechos de afecto.

#Diversidad #Procomún

La red es la forma-formato que mejor garantiza la diversidad. Ni la pirámide ni la cadena ni el círculo incentivan la diversidad como la red. Cuanto mayor diversidad de nodos existan mayor probabilidad de supervivencia existe para una red. Cuantas más conexiones entre nodos diferentes más robusta será la red. Por eso el concepto de la cultura de red es más agregador que el de cultura (artistas) o cultura digital (relacionada con medios digitales). Los transversal, lo diagonal, prima en la cultura de red. Y la diversidad de los nodos propicia que el procomún, y no los intereses individuales, alimente a la red.

 #Redes oblicuas 

Las redes casi nunca son verticales o distribuidas de una forma categórica. El investigador Albert Barabási, autor del muy recomendable libro Linked y uno de los mayores expertos en redes del planeta, ha descubierto interesantísimas asimetrías. Todas las redes, además de nodos y enlaces, tienen agrupamientos de nodos (cluster, racimos) y un pequeño número de nodos con un enorme número de enlaces a otros nodos (los hubs, cubos). La cultura de red tienen que lidiar con lo oblicuo. La asimetría, lejos de ser un problema, es una oportunidad.

#Digitalógicos

Lo analógico deja de tener sentido como algo separado de lo virtual. La realidad es híbrida. El cibridismo (off+on) impregna la realidad. La proliferación de medios locativos (móviles, tablets…) y tecnologías como el GPS o el WI-FI genera territorios híbridos. Las dinámicas virtuales se instalan en lo físico. Los procesos analógicos inspiran a las redes virtuales. Como afirma el activista Jeferson Assumpção, no somos ni analógicos ni digitales, ¡somos digitalógicos!

 

La era de la pluriarquía

 Las oligarquías siguen gobernando el mundo, digamos Bankia. Intentan imponer su fórmula de casinos, explotación y vicio (digamos Eurovegas) al sistema. Las multinacionales siguen gobernando el planeta. Algunos las confunden incluso con países (digamos Repsol=España). Pero la nueva era está haciendo tambalearse todo. La pluriarquía irá sustituyendo a la oligarquía (y hasta a la monarquía). La filé, una comunidad transnacional, trasladará a la multinacional. Os dejo las definiciones de dichos términos de la casi siempre interesante Indianopedia.

Plurarquía  «Término usado por primera vez por los ensayistas suecos Alexander Bard y Jan Soderqvist para definir el sistema de decisión colectiva de la netocracia. Según estos autores en plurarquía: «todo actor individual decide sobre sí mismo, pero carece de la capacidad y de la oportunidad para decidir sobre cualquiera de los demás actores». En un sistema pluriárquico la toma de decisiones no es binaria. No es sí o no. Es en mayor o menor medida. Alguien propone y se suma quien quiere. La dimensión de la acción dependerá de las simpatías y grado de acuerdo que suscite la propuesta. Aunque la mayoría no sólo no simpatizara sino que se manifestara en contra, no podría evitar su realización.(…) Pero para los creadores del concepto, tenía un sentido negativo, dado que su mirada se orienta hacia lo político como proceso nacional, no hacia el análisis de la red social. (…) Desde la perspectiva ciberpunk y del sionismo digital, la plurarquía aparece espontáneamente en las redes sociales distribuidas y se hace posible en estas redes al imperar en ellas lo que Juan Urrutia llamó lógica de la abundancia: la opción de cada uno no merma las posibilidades de los demás.

File o filé, del griego φυλή (en inglés phyle) es el nombre que recibe una comunidad transnacional -o una red de comunidades transnacionales- que se dota de un tejido empresarial y comercial propio, ordenado bajo el principio de democracia económica, para asegurar su autonomía.El último paso es entender qué pasa cuando la filé original -una comunidad real– crece hasta alcanzar su tamaño máximo, dando el paso a convertirse en una red de filés unidas por un proyecto similar o una estructura económica común. Pero para esto, aún nos falta la experiencia.

Mi web: bernardogutierrez.es Dirijo la red futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

MeetCommons: un festival sin jerarquías ni programa

Imagínate un festival sin público ni ponentes. Un encuentro donde todo el mundo es organizador y participante al mismo tiempo. No hay charlas ni expertos ni mentores. Todos los participantes tienen algo que contar y algo que aprender de los demás. Y el programa es abierto y se va conformando según va avanzando el evento. Este es el espíritu del festival Meet Commons que mañana arranca en #lanave, en el barrio de La Elipa de Madrid.

Bajo la premisa El futuro ya no es lo que era, así que hay que hacer atractivo el presente el urbanista y netthinker Doménico di Siena, ha lanzado este «encuentro auto gestionado al que asistirán participantes de toda España para compartir sus ideas, establecer lazos y encontrar nuevos modelos desde los que desarrollar su profesión de forma colaborativa y responsable». Meetcommons será un encuentro transversal donde se abordarán la cultura libre, el urbanismo de código abierto, las redes, el P2P (Peer 2 Peer) en ámbitos urbanos, la innovación abierta, la participación ciudadana, la gestión de datos, las visualizaciones de información, el software libre, la educación en red y el reciclaje, entre otros asuntos. El domingo, los participantes recorrerán algunos lugares de Madrid, como el Campo de Cebada, transformados gracias a la horizontalidad, la participación y las redes.

MeetCommons, que tendrá zona de acampada, surgió de forma espontánea de  la comunidad online que nació alrededor de las sesiones en streaming del proyecto Think Commons, que tienen lugar todos los miércoles a las 19h30 (hora de Madrid) en las que, por cierto, yo participo con frecuencia. Por ello, la mayoría de asiduos de Thinkcommons va a participár en el evento. Entre ellos estarán el colectivo Paisaje Transversal (@paistransversal), Basurama (@basurama), el antropólogo Alberto Corsin (@acorsin), Fran Castillo (responsable del proyecto Open Energy) o el sociólogo Andrés Walliser (@andreswallise), entre un largo etcétera. La lista completa se puede consultar en un documento escrito colectivamente en PiratePad. La prensa está invitada. Y cualquier ciudadano puede acercarse, participar y enriquecer el programa.

Frente a los eventos espectáculo de conferenciantes, patrocinadores y público pasivo, MeetCommons abre un camino transversal en la nueva e interactiva era P2P.

 

De las redes verticales a las redes distribuidas

 

«Bajo toda arquitectura de información se esconde una estructura de poder». Así de contundente era uno de los dichos más repetidos del grupo ciberpunk español en los años noventa. «Toda arquitectura de red esconde una estructura de poder», podríamos remezclar en la supuesta era de las redes sociales. Un detalle: redes sociales existen desde la noche de los tiempos. Medios sociales (el tan desgastado social media), desde las pinturas rupestres. ¿Qué aporta Internet, pues, al añejo mundo de las redes? Nada mejor para hacer un básico repaso que la topología de las redes que hizo Paul Baran, uno de los padres de Internet. Usando de base la excelente entrada Topologías de red de la Indianopedia del Grupo Cooperativo de las Indias, hago un breve repaso a los tres tipos básicos de redes. Tres tipos que, de momento, conviven e incluso se mezclan.

RED CENTRALIZADA. Todos los nodos, menos uno, son periféricos y sólo pueden comunicarse a través del nodo central. La caída del nodo central priva del flujo a todos los demás nodos. La red separa emisores de receptores. Y se  rige por el principio del «conocimiento» (el receptor conoce el mensaje del emisor). El nacimiento de los periódicos o de los clubs políticos son dos buenos ejemplos de red centralizada. La televisión que emite mensaje unidireccional, la publicidad clásica o un Estado centralista son redes centralizadas.

RED DESCENTRALIZADA. Aparece por la interconexión de los nodos centrales de varias redes centralizadas. Como resultado no existe un único nodo central sino un centro colectivo de conectores. La caída de uno de los nodos centralizadores, conlleva la desconexión de uno o más nodos del conjunto de la red mientras que la caída del cluster centralizador produciría necesariamente la ruptura o desaparición de la red. La red se rige por principios como la «adhesión» o la «participación». El nacimiento del telégrafo marcó el inicio de las redes descentralizadas. La iglesia católica, el Estado Federal o Wikipedia son redes descentralizadas. Aunque David de Ugarte, uno de los impulsores de la Indioanopedia, afirma en su excelente El poder de las redes, que Facebook es una red centralizada, a mi entender es una mezcla de red centralizada y red descentralizada (con adhesión y participación).

RED DISTRIBUIDA.  Todos los nodos se conectan entre si sin que tengan que pasar necesariamente por uno o varios centros. Desaparece la división centro/periferia y por tanto el poder de filtro sobre la información que fluye por ella. La red es robusta ante la caída de nodos: ningún nodo al ser extraído genera la desconexión de otro. La red se rige por el principio de interacción. Se diluye la frontera entre emisor y receptor. El poder tiende a diluirse en una pluriarquía. La acción política estaría moldeada por las ciberturbas. Y en contraposición al Estado, nación o empresa la organización grupal dominante es la filé transnacional.  El mejor (y más mítico) ejemplo de red distribuida es la blogosfera. Twitter, aunque es una red centralizada, tiene algunos aspectos de red distribuida. La red libre N-1.cc es distribuida. La organización política de la red distribuida – democracia en red, democracia distribuida-  está en total y absoluta construcción. La esencia de estos años confusos, eso sí, tiene una explicación clarísima: la incapacidad del poder, las marcas, la industria y los medios para entender el final de la era de las redes centralizadas e incluso de las descentralizadas.

Mi web: bernardogutierrez.es Dirijo la consultora futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

 

 

 

 

 

De las redes a las comunidades

Este artículo fue publicado primero en Clases de Periodismo. Imagen: licenciada con Creative Commons por Rodrigo Vera

Ya no se existen marcas, sólo las plataformas sociales. Ahora (casi) no hay informaciones exclusivas, sólo conversaciones. No existe el marketing, apenas estrategias sociales. Cuando Tim O’Reilly habló por primera vez en el 2004 de la Web 2.0 pocos entendieron aquello de la cooperación y participación. Google había cambiado la forma de buscar cosas. Wikipedia ya estaba caminando. Los blogs comenzaron a ser más relevantes gracias a plataformas como WordPress o Blogger . Orkut y Facebook abrían nuevas formas de relaciones. Y por primera vez, durante los atentados de Londres de julio de 2005, los usuarios llegaron primero: enviaron a la prensa las primeras fotografías y videos de la masacre. La World Wide Web ya era algo diferente a aquella que inventó del Tim Berners-Lee creó en el año 1991 .
Lo que más me llama la atención, siete años después de la proclamación del mundo 2.0 es que muchas marcas, medios de comunicación e instituciones no han entendido nada. Cuando se habla de Web 3.0 (una mezcla de datos enviados por sensores, personas vinculadas con el territorio y la web semántica) o squared web (geolocalización, cloud computing, realidad aumentada, una fusión híbrida del ciberespacio y realidad) todavía existen marcas con un comportamiento 1.0. ¿Tiene sentido generar contenido vertical sin contar con los usuarios? ¿Tiene sentido cerrar las puertas de la participación? El principal error es considerar que Facebook, Twitter, MySpace o Google + son sinónimo de redes sociales, y no meras herramientas o aplicaciones. Lo importante no es la red, la herramienta. Lo importante es la comunidad. Meg Pickard, jefe de redes sociales del periódico británico The Guardian , escribió recientemente un artículo titulado Power to the people.

Meg, antropóloga, tiene muy claro el papel de los nuevos medios de comunicación: «La plataforma nos pertenece a nosotros, pero la conversación es de todos». Meg entiende perfectamente que el tan hablado social media, más que una suma de herramientas, es una actitud. The Guardian construye las noticias con la ayuda de los lectores. Estimula la conversación. Y crea plataformas de participación, como la que permitía investigar los gastos de los parlamentarios. The Guardian ha entendido la esencia del 2.0: la inteligencia colectiva de la que tanto habla el pensador Pierre Lévy es casi imbatible. La comunidad es superior al individuo. Por eso, The Guardian intenta escuchar tanto como habla. Y no falla: los lectores de The Guardian encontraron en cuestión de horas la corrupción de sus políticos a través de la plataforma creada por el periódico. Los periodistas del diario habrían tardado semanas.
Power to the people. Las redes son caminos, herramientas, espejos. Sin embargo, las comunidades deben estar construidas de manera orgánica. No hay que obsesionarse por las comunidades, como ocurre en Estados Unidos, un país individualista sin demasiadas comunidades en el mundo real. Y sí entender que las verdaderas comunidades son las que están formadas por personas que construyen algo – contenido, estrategias, emociones – juntos. El diario español 20 minutos, esta casa, publica en Internet todos los días una «pizarra» de las cuestiones en discusión con el director (en este caso el ejemplo del día de la muerte Gaddafi). Los lectores participan, critican, aportan ideas. El País ha creado una red social propia, Eskup, que aunque no es del todo horizontal permite que lectores y periodistas interactúen. The New York Times creó la categoría de trusted commeters para los lectores más activos.

Nintendo, con el plug in Meetup.com, incentiva que los usuarios se encuentren semanalmente en las ciudades. Fiat co-creó un modelo de automóvil con los usuarios, el Fiatmio. Y la compañía Local Motors fue más allá: diseña coches con crowd sourcing (los usuarios los diseñan). En otras palabras: cede a los usuarios la responsabilidad del proceso. El estadounidense Jeff Jarvis, autor del blog Buzzmachine y el libro Y Google cómo lo haría? es una de las personas que mejor entiende la filosofía 2.0. Los medios de comunicación, las marcas, los gobiernos y las instituciones que todavía producen contenido verticalmente y utilizan las redes como herramientas de propaganda y se sienten superiores a las comunidades, deberían comprender algunas frases redondas de Jeff Jarvis:
-Haz lo que mejor sepas hacer en tu propio sitio. Y enlaza el resto.
-Únete a la red. Sé una plataforma. Piensa distribuidamente.
Escucha.
-Sé sincero. Sé transparente.
Confía en la gente. Tus clientes son tu mejor agencia de publicidad.

Power to the people. Herramientas para la comunidad. Nosotros somos el medio, como escribió Dan Gillmor, uno de los gurús de 2.0. Para terminar, me gustaría destacar un ejemplo de la agencia brasileña Colmeia TV que resume perfectamente el espíritu 2.0. Colmeia, en lugar de desarrollar una campaña publicitaria para la liga de fútbol 2010 Petrobras Brasileirão , hizo algo más. Cambió el ángulo. Decidió hacer un documental para cada hinchada de cada equipo. Crearon una plataforma. Dieron voz a la comunidad . Y luego, soltaron el resultado (documentales cortos) en las redes. Power to the people. Contenido compartible ( y modificable) para la comunidad.

Mi web: bernardogutierrez.es Dirijo la consultora futuramedia.net. En Twitter soy @bernardosampa