De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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El ranking de libros más descargados del mes

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Ólvidate de las listas de libros más vendidos del mes. Aparca el concepto de best seller. Llega la era de ‘los libros más descargados del mes’. Y no, nada que ver con piratería. Traficantes de Sueños, la editorial-librería-distribuidora-cooperativa madrileña, acaba de lanzar su Ranking descargas libres del mes de abril. Traficantes de Sueños edita libros con licencias libres (Cretive Commons), por lo que «se permite su libre copia, distribución y comunicación sin ánimo de lucro de manera perfectamente legal». Sin embargo, Traficantes de Sueños cuida con esmero las ediciones  en papel y los venden a precios de mercado. Además, tienen un dispositivo para canalizar donaciones voluntarias vía Pay Pal.

Traficantes lanza esta iniciativa para visibilizar que cultura libre – las licencias libres que permiten la circulación de la cultura- no es sinónimo ni gratuidad. Ni descarga de piratería. «Cultura libre no sinónimo de cultura gratis- afirman en su site -. Producir un libro conlleva costes de derechos de autor, traducción, edición, corrección, maquetación, diseño e impresión. En esta era digital, los proyectos de cultura libre estamos buscando nuevas fórmulas de financiación que permitan la sostenibilidad material sin bloquear la difusión de los contenidos».

Desde Traficantes aseguran que pretenden denunciar «las cadenas de librerías, grandes superficies y las encuestas de Nielsen en los que una y otra vez se repiten los títulos y autores que en su gran mayoría en nada nos interesan». Su ranking de libros más descargados del mes es el siquiente:

1º.  Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, de Silvia Federici. 912 descargas libres . Descarga aquí.

2º. El kit de la lucha en Internet, de Margarita Padilla. 534 descargas libres. Descarga aquí. En este mismo blog, mi post Razones para leer El kit de la lucha en Internet.

3º. Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones, de Edward W. Soja . 365 descargas libres. Descarga aquí.

4º. El manifiesto de la Carta Magna. Comunes y libertades para el pueblo,  de Peter Linebaugh. 341 descargas libres.Descarga aquí.

5º. La nueva frontera urbana. Ciudad revanchista y gentrificación, de Neil Smith. Descarga aquí.

Iniciativas como este ranking y la existencia de proyectos como Traficantes de Sueños prueban que existen otros caminos al dictado por la industria cultura, el lobby del copyright y la vieja política que rinde pleitesía a Hollywood.

Copyfarleft, más allá del copyleft

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¿Son las licencias libres una alternativa viable al tan criticado copyright? ¿El denominado copyleft – permitir la copia y las obras derivadas de un trabajo- es beneficioso por los autores? Tras la publicación de mi texto Diez años de Creative Commons, en el que defendía la utilidad de dichas licencias, surgieron algunas voces críticas. Desde el Twitter oficial de la plataforma Cultura Libre atacaron de lleno a las licencias Creative Commons basándose en un caso concreto: una fotografía del quincenal Diagonal que el El País utilizó (aquí detalles). David García Aristegui, miembro de la plataforma Cultura Libre argumentaba en un texto en La Marea que la licencia usada por Diagonal (CC by-SA: Creative Commons atribución-compartir igual) «está suponiendo en la práctica el facilitar la apropiación del trabajo ajeno sin remunerar, y sin distinguir entre El País, un partido neonazi o un blogger fan de tu trabajo».

Copyleft, ¿liberación o explotación? Vayamos por partes. La licencia usada por Diagonal, la más abierta de Creative Commons, permite «copiar, distribuir y comunicar nuestros contenidos públicamente; citarlos parcialmente y remezclarlo; Hacer un uso comercial». El País, ciertamente, es libre de pagar a un fotógrafo que ya ha sido remunerado por Diagonal. Pero tiene la obligación de publicar la foto con la misma licencia. Forzar que un diario masivo con copyright use un licencia abierta me sigue pareciendo una buena idea. En casos concretos, además, un colectivo o un free lance pueden llegar a imponer agenda. Así ocurrió en Brasil, cuando el colectivo Fora do Eixo, distribuyendo fotografías con Creative Commons de un evento invisible para la prensa, el festival Baixo Centro de São Paulo, consiguió portadas en todos los grandes medios del país en una edición de domingo.

Sin embargo, si los medios masivos usasen los trabajos licenciados con copyleft para ahorrar presupuesto y así no enviar a sus fotógrafos / periodistas / free lances habituales, estaríamos ante un caso de saqueo del ‘procomún’ en beneficio propio. Si el mundo estuviera compuesto por lo que Zygmunt Bauman denomina ‘comunidades éticas’, regidas por compromisos a largo plazo, no existiría este problema. Si la peer-to-peer production de pequeños productores en red que preconiza Michel Bauwens ya gobernase el planeta, tampoco veríamos estos casos. Mientras llega el momento, una posible solución a esta situación sería usar el CopyFarLeft. Dicha licencia fue propuesta hace unos años por el programador de software libre Dmytri Kleiner en su libro The Telekommunist Manifesto. Dmytri, preocupado sobre cómo el mercado obtiene beneficios del procomún, del movimiento open source y al copyleft, dio forma a una licencia abierta con algunas restricciones de mercado. The Telekommunist Manifesto, donde Dmytri adapta el Manifiesto Comunista de Karl Marx a la era de las redes, incluye algunas de las siguientes ideas:

«Para que el copyleft tenga algún potencial revolucionario debe ser Copyfarleft. Debe insistir en que los trabajadores sean dueños de los medios de producción.

Una licencia copyfarleft debe hacer posible que los productores compartan libremente y que conserven el valor del producto de su trabajo. En otras palabras, los trabajadores deben poder hacer dinero al aplicar su propio trabajo a la propiedad mutual, pero debe ser imposible que los dueños de propiedad privada hagan dinero al utilizar trabajo asalariado.

Así, bajo una licencia copyfarleft, una imprenta cooperativa propiedad de los trabajadores debe poder reproducir, distribuir y modificar el stock común como quiera, pero una compañía editorial privada no podría tener libre acceso».

Las licencias basadas en el Copyfarleft, como la Peer Production License, harían imposible que un diario de El País obtuviese lucro de una fotografía de Diagonal por una sencilla razón: los trabajadores no poseen los medios de producción. El País no está orientado al procomún y está basado en la propiedad privada. Sin embargo, el copyfarleft sí permitiría que la fotografía de Diagonal fuese republicada por La Marea (Madrid) o La Diaria (Montevideo). Creo que el copyleft, en muchas ocasiones, puede ser más útil, incidente y relevante que el copyfarleft. Puede hackear medios masivos e imponer agenda. Sin embargo, el copyfarleft puede ser muy eficiente para parar la explotación del procomún por parte de multinacionales y empresas netamente capitalistas. También es una opción interesante para el hardware abierto: tal vez algunas pequeñas firmas tecnológicas se animen a abrir su código sabiendo que las grandes multinacionales no se aprovecharán de su conocimiento.

Este libro se autodestruirá

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Imagen perteneciente al libro ‘Argentina Copyleft. La crisis del modelo de derecho de autor y las prácticas para democratizar la cultura’. Licencia copyleft

Este libro se autodestruirá. Así se titula mi nuevo proyecto literario. Un libro – tal vez será otra cosa – que comienza en este mismo instante, cuando estoy recién llegado al lab rural Nuvem, en la sierra de Río de Janeiro, Brasil, en calidad de residente. Todavía no he escrito una línea. Y hay más: tal vez el inicio del proyecto corra a cargo de algún lector. La explicación es muy sencilla: voy a escribir en un documento abierto y online llamado PAD. Cualquier persona podrá ver en tiempo real qué estoy escribiendo. Cualquier persona podrá intervenir en la trama. Podrá co-escribir partes del texto. Cualquier persona que se entre en este link, la URL oficial de Este libro se autodestruirá, decidirá si quiere ser espectador o co-autor.

He escogido la plataforma TitanPad para dicho proyecto. Concretamente, he abierto un PAD público, por un motivo concreto. Si el documento no tiene un número de visitas mínimo, desaparecerá. El sistema lo auto destruirá. Si el libro no es social, compartido, morirá. Si el libro no se remezcla, no se reescribe, puede fallecer. Concretamente, según la política de TitanPad, el libro será borrado en dos semanas si no tiene veinte revisiones. Si no tiene cincuenta revisiones, será borrado dos meses después de la última. De cualquier forma, aunque sea un documento muy visitado, tiene fecha de fallecimiento: 12 meses después de ser creado. Este libro se auto destruirá. Un último detalle técnico. Un PAD, en muchos sentidos, es un agujero negro. Al estar en la nube, el proyecto no está adscrito a una jurisdicción nacional concreta. Tampoco está gobernado por el copyright. Ni por el copyleft. Ni por la licencia Dominio Público. He querido que así sea.

¿Por qué he comienzo este proyecto? Por muchos motivos. Uno importante: para seguir experimentando sobre los nuevos paradigmas creativos de la era red. Escribir una novela en tiempo real, visible, accesible por cualquier lector, me parece un reto. Aquel cuarto propio por el que luchaba Virginia Woolf en la era digital se transforma en el cuarto propio conectado del que habla Remedios Zafra, un cruce de privacidad y esfera pública, de individualismo y subjetividad colectiva. Escribir un texto del que no controlo totalmente la trama, algo que nace como un procomún colectivo que cualquiera puede modificar, es un misterio entusiasmante. ¿Existe la literatura colaborativa? ¿La literatura a cuatro, veinte o mil manos? ¿La creación entre un individuo (yo) y un colectivo que puede ser anónimo? Este libro se autodestruirá pretende investigar sobre estas cuestiones. Será un laboratorio compartido.

Pero el principal motivo para arrancar con este proyecto es otro: tocar las narices al sistema editorial y al copyright en concreto. Siendo más amable, podríamos decir que quiero incentivar el debate sobre la creación literaria, los derechos de autor y los nuevos formatos digitales. El Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO), por ejemplo, no reconocerá Este libro se auto destruirá como libro. Al publicar mi anterior obra, #24H, reparé conque CEDRO apenas considera el formato eBook. Por otro lado, la ambigüedad legal del PAD convierte el mecanismo copyright en algo inservible. Cada uno hará lo que quiera con el texto. Ni si quiera hace falta que ponga aquel aviso que lucía en la revista Internacional Situacionista, publicada entre 1950 y los años 70: «Todos los textos publicados pueden ser libremente reproducidos, traducidos y adaptados, incluso sin indicar su origen».

¿Y la trama del libro? Quiero que tenga un formato parecido a una novela. Será meta literatura. Pura y dura: un tipo intenta escribir una novela en un PAD; arranca con el proyecto en un lab rural; el telón de fondo es un mundo confuso en descomposición, despedazado por la especulación financiera, la corrupción y el consumo desaforado; un planeta, eso sí, que está siendo reformulado por activistas, pensadores, hackers, desempleados y visionarios. Los nuevos paradigmas, la tecnología que conecta a personas, harán que todo se derrumbe. Sistemas políticos, modelos empresariales, industrias culturales. Mientras, el protagonista del libro intenta escribir la novela del siglo, sus lectores le retuercen las orejas o le animan en tiempo real, en un PAD que reverbera en la pantalla allá por donde pasa. Al final del todo no hay nada. El libro se autodestruye. La nieve cubre de nuevo los pasos. No quedan huellas. De nada.

Este libro se autodestruirá será una ficción. Ficción con licencia poética y libertad creativa absoluta. Escribiré por placer. Por necesidad. Y si alguna editorial me llama, pues tendremos que negociar dentro del agujero negro. En este nuevo proyecto intentaré combinar mis diferentes facetas. Remezclaré mi estilo periodístico histórico, el ritmo de cronista de mi primer libro Calle Amazonas o de mis textos de viajes, la cibersoltura del libro #24H, los dardos ácidos que te provocan las tablas de ser bloguero. Usaré pocos links.

 

Quien quiera participar, puede hacerlo aquí. Yo me voy a dormir. Tal vez cuando me disponga a escribir la primera línea, el libro ya disponga de un comienzo.

Diez años de Creative Commons

La cultura libre está de enhorabuena. Las licencias Creative Commons acaban de cumplir diez años. Desde el pasado día 7 hasta mañana (día elegido para el aniversario), el mundo está conmemorando con múltiples actos, campañas, eventos y encuentros esta primera década de Creative Commons, las licencias que crearon una alternativa más visible al estricto ‘todos los derechos reservados’ del copyright.  La información oficial del cumpleaños está recopilada en la web 10.creativecommons.org. En Europa se ha lanzado una mixtape con música libre remezclada. En México, Wikimedia ha lanzado un editatón (un maratón de edición) para mejorar artículos de la Wikipedia relacionados con Creative Commons. Y el etcétera de conmemoraciones es larguísimo.

El mundo que lucha contra el copyright está de fiesta. Y están corriendo ríos de tinta. Curiosamente, algunas personas del mundo libre han escrito artículos tan críticos como este Diez años de Creative Commons: ¿algo que celebrar? (David García Aristegui) en LaMarea.com. El texto crítica cómo el mercado saca tajada de estas licencias a costa de de los creadores y de instaurar una nueva era del «todo gratis». Sin embargo, medios más conservadores como El Confidencial empiezan a elogiar unos tipos de licencias que hasta hace muy poco eran invisibles, porque son una alternativa de mercado. ¿Qué está pasando? ¿Creative Commons salvará a los creadores del copyright talibán o será su perdición? ¿En qué quedamos?

Los lectores habituales de este blog saben perfectamente qué es Creative Commons. Pero probablemente haya alguno que no haya escuchado hablar de este tipo de licencias. Por eso, voy a intentar argumentar de una manera sencilla por qué creo que las licencias Creative Commons han beneficiado a la humanidad. Intentaré que lo entienda el más analógico de los lectores. Claro que hay críticas a Creative Commons. El mercado puede aprovecharse de ellas para bajar el coste de producción o el valor de ciertas obras. Están basadas en el copyright, como el copyleft (pero es una forma de hackearlo). El copyleft es una licencia (y movimiento) más amplio: apenas 3 de las 6 licencias Creative Commons (España) son copyleft. Prevalece el reconocimiento de la autoría individual frente al carácter colectivo de la obra del dominio público. Otro tipo de licencias, como el copy far left (así sería la más abierta de Creative Commons, que permite la explotación comercial de la obra ajena), reivindican la posesión de los medios de producción por parte del creador.

Sin embargo, me parece que el beneficio de la existencia de Creative Commons ha sido muy grande. Las licencias Creative Commons son buenas para la humanidad. Han cambiado muchas cosas. Han abierto una puerta.  Son buenas para la humanidad porque…

Porque crearon una alternativa de mercado. Cuando Lawrence Lessig, Hal Abelson y Eric Eldred, entre otros, lanzaron las licencias Creative Commons existían pocas opciones al «todos los derechos reservados» del copyright. Apenas, el dominio público, que libera todos los derechos de una obra. Existía el copyleft, basado en las cuatro libertades del software libre de Richard Stallman. Aplicar las libertades del software libre a una obra cultural permite a cualquier usuario usarla, modificarla, distribuirla y mejorarla haciendo públicos los cambios. Sin embargo, no había un camino intermedio que permitiese al creador escoger el grado de libertad de su obra. Con Creative Commons, el autor puede elegir el «algunos derechos reservados» y regalar la obra a particulares y cobrar si existe un uso comercial por un tercero. Puede liberar totalmente la obra hasta el «ningún derecho reservado». O puede cerrarla hasta el «todos los derechos reservados».

Porque incentivan la transparencia. La mayoría de licencias Creative Commons permiten la libre copia del contenido. El hecho de que el contenido pueda ser copiado y divulgado fuerza la transparencia. Interesante: algunos Gobiernos o instituciones están usando licencias abiertas. La Casa Blanca, el Parlamento de Italia, el Parlamento de Australia, el portal de Datos Abiertos de Brasil o el Institut D’Estadística Catalunya usan licencias Creative Commons. La lista es gigante y crece cada día.

Porque crean una nueva ética de la atribución. La ética hacker de la que hablaba Pekka Himanen en su ya mítico libro (descárgatelo aquí) es diferente. Está basada, entre otras cosas, en lo colectivo, en la atribución, en lo compartido, en la colaboración. Usar licencias abiertas, abrir el código de una obra, querer que circule al margen del valor de mercado, abre una puerta inédita en el mundo del copyright. Llevo muchos años publicando textos con licencias abiertas. Y nunca me he encontrado a nadie ‘robándome el trabajo’. Citan la fuente, respetan mi trabajo. Las licencias Creative Commons obligan la atribución (reconocimiento de la fuente).

Porque  incentivan la divulgación del conocimiento. La cultura es más que mercado. El conocimiento, el acceso al mismo, debería estar por encima del valor de mercado. Las licencias Creative Commons están incentivando la circulación del conocimiento. La lista de universidades y centros de educación que están disponibilizando recursos con Creative Commons no para de crecer. El Harvard Open Access Project  de la universidad de Harvard es un buen ejemplo. Mientras el Gobierno de España intenta convertir la Universidad pública en un rincón para ricos subiendo tasas, la universidad de las élites del mundo es gratis. Y en parte gracias a las licencias abiertas.

Porque son buenas para el periodismo.  El texto Diez años de Creative Commons: ¿algo que celebrar?  de David García Aristegui afirma que las licencias Creative Commons son malas para el periodismo. No puedo estar más en desacuerdo. Son buenas. Muy buenas. El caso de 20 Minutos, pionero en el uso de Creative Commons, es un buen ejemplo de reputación ganada, de atribución cruzada y de transparencia. Todas las publicaciones del grupo Nature usan Creative Commons. También lo hacen Al Jazeera, ProPública o el site de crowd funding periodístico Spot.us. En fotografía existen muchos casos de éxito, como el del fotógrafo Jonathan Worth, que gracias a Creative Commons consiguió llegar al mercado. El hecho de que Flickr permita ya subir una foto y usar licencia Creative Commons está causando una pequeña revolución en el mundo del fotoperiodismo. Y yo creo que es muy buena. El caso del Fotomovimiento.org (del movimiento 15M español) o de Fora do Eixo en Brasil (que ya han conseguido portadas en Folha de São Paulo), es un buen ejemplo.

Porque legitiman la remezcla. Algunos tipos de licencias Creative Common son copyleft y permiten las obras derivadas. Modificar la obra no sólo es legítimo, sino que puede enriquecer la misma. En la música, han nacido comunidades de obras libres como Jamendo, donde cualquier pueda remezclar. En la literatura han surgido proyectos como Remix my lit, que incentivan la remezcla de textos. Algunos escritores, como el popular Cory Doctorow, usan licencias Creative Commons. Yo habilité una sala de remezclas para mi obra #24H que con copyright habría sido imposible. Del Ramayana a Picasso, del mester de juglaría a proyecto 15M.cc, la remezcla es un bien inconmensurable para la humanidad.

Porque construyen sociedad, valores compartidos, solidaridad. El caso de España es bastante peculiar. La sociedad española es una de las que más está empujando el carro de la cultura libre, el copyleft, la remezcla, lo abierto, lo compartido. De hecho, hasta el año 2011 España figuraba en lo más alto de todos los rankings en cuanto a obras licenciadas con Creative Commons. En CC Monitor (que no está actualizado), España aparece en segundo lugar, casi igualado con Estados Unidos en número de obras. Aunque no existe un registro exhaustivo al respecto y el número puede ser muy superior, España tiene según CC Monitor 9.224.224 obras licenciadas con Creative Commons. Casi 4 veces más que Alemania. Siete veces más que el Reino Unido. En España no sólo existe cultura con Creative Commons. Existe arquitectura. Semillas copyleft. Muchos abogados, como Javier de la Cueva o David Bravo, cuelgan todo su trabajo con licencias abiertas. Y un número creciente de medios (será el siguiente post de este blog). Sin embargo, el Gobierno español es uno de los más retrasados en aplicación de licencias abiertas en sus sites y uno de los más retrógrados en la aplicación de leyes digitales, como la Ley Sinde-Wert. La aprobación del Canon Digital, que había sido declarado ilegal por la Unión Europea, justo cuando arrancaron las conmemoraciones de los diez años de Creative Commons, es muy sintomática. El divorcio poder-sociedad sigue creciendo. Y Creative Commons ayuda, en definitiva, a la creación de la República del 99%.

#AvaloZemos98

Zemos98 ha lanzado una campaña que merece con creces una entrada en Código Abierto: #AvaloZemos98. El colectivo sevillano, uno de los precursores de la cultura libre, las licencias abiertas, la remezcla y las prácticas del procomún, necesita nuestra ayuda. El motivo: necesitan avales para conseguir un préstamo de 98.000 euros en la Coo57, una cooperativa de créditos solidarios. La pura & dura realidad es que las instituciones cada vez tardan más en pagar las facturas y Zemos98 no tiene cómo continuar con su actividad si no consigue saldar sus deudas.

El colectivo da detalles sobre el porqué de la campaña en su explicación expandida. Algunos entrecomillados que destaco:

«queremos iniciar un proceso de independencia con respecto a la banca tradicional, desprecarizar los proyectos en los que estamos inmersos, afianzar los lazos de confianza con nuestra comunidad y aprovechar para hacer una campaña de promoción de la economía social y solidaria»

«Lo que necesitamos es tiempo. Nos deben mucho dinero. Nuestra media de cobro de una factura supera con creces lo que establece la Ley y eso viene siendo así desde 2008. Ya no podemos hacer esperar más a ciertas personas y agentes con las que trabajamos. Hemos llegado a un momento en el que necesitamos poder pagar deudas e intentar empezar de cero»

«No tienes que ingresar nada. El aval es un documento en el que una persona o entidad se compromete a responder por el solicitante de un préstamo en su nombre en caso de que éste cometa un impago en las devoluciones de dicho préstamo»

«Avalar implica comprometerse con una cantidad económica. Pero avalar también significa considerar que ZEMOS98 es un proyecto de carácter social y cultural cuyos retornos ya se han dado y se seguirán dando si podemos seguir adelante con nuestro trabajo»

De momento, en la campaña #AvaloZemos98 han participado 170 avalistas y se han conseguido 72350,00 € avalados el 73%83%. Pero quedan pocos días. #AvaloZemos98 necesita nuestra ayuda.

Para quien no conozca al colectivo ZEMOS98, vale la pena un paseo con calma por su web. Estoy escribiendo este post porque admiro el trabajo del colectivo y porque considero que su papel ha sido, es y será fundamental en los procesos culturales de código abierto. Sin Zemos98 no habríamos disfrutado de los siguiente:

De un festival anual temático, transversal e inspirador. El último fue el CopyLove: procomún, amor y remezcla.

-De ZEMOS TV, donde recopilan vídeos, programas y producciones audiovisuales de la comunidad expandida del colectivo.

-De un espectacular programa como WeTV, realizado por ZEMOS98 para RTVE.

-De un documental como La educación expandida, una mirada crítica sobre el sistema educativo.

-De publicaciones de código abierto tan interesantes como Código fuente: la remezcla, Creación e Inteligencia Colectiva o La Televisión no lo Filma.

-De blogs como Abrelatas, Petroglifo, Entorno de posibilidades o Prescolar (entre muchos otros).

Por todo ello, y por mucho más, #AvaloZemos98.

 

Una novela fantástica ilustrada de código abierto

Olvídate de la frase-vejestorio «las segundas partes nunca fueron buenas». En la era del remix, las segundas y terceras partes siempre son mejores. El caso de El intercambio celestial de Whomba es perfecto para desmenuzar la nueva mutación de «las segundas partes». El intercambio celestial de Whomba, una novela gráficase estuvo publicando durante dos años en la web infantil-juvenil Pequeño Libro de Notas. Las ilustraciones eran de Mario Trigo y los textos de Guillermo Zapata.

Pero los tiempos cambian. El remolino-red sugiere nuevos caminos (casi todos colectivos). Los autores quieren corregir la novela. Sueñan con editarla tanto en papel como en versión digital. Además, palabras textuales de los autores, «quieren crear una web que contenga y promueva la iniciativa y que permita la remezcla y el juego con la propia novela». El intercambio celestial de Whomba será una novela fantástica ilustrada de código abierto, una obra copyleft. Cualquier persona podrá remezclarla, reescribirla. Será una narración del procomún.

Como no podía ser de otra manera, este renacimiento de El Intercambio celestial de Whomba está buscando financiación en la plataforma Goteo, que no sólo incentiva el crowd funding de proyectos de código abierto sino el trabajo colectivo y la colaboración. Parte de la financiación, además de para desarrollar el proyecto, servirá para apoyar el site Libro de Notas (muy recomendable para quien no lo conozca) y Pequeño Libro de Notas.

Quien no esté todavía convencido para apoyar la mutación colaborativa de código abierto de El intercambio de Whomba, aquí tiene un pequeño vídeo con los argumentos de sus autores. Aunque deberían bastar las primeras frases del trailer que encabeza esta entrada, inspiradoras y misteriosas, para que apoyemos este proyecto: «Te contaré cómo fueron los años que no conociste, antes de que los dioses abandonaran Whomba, te hablaré del interambio, de cómo los dioses usaban sus dones a cambio de nuestros favores…»

 

La ventana indiscreta remix

Remezcla a Alfred Hitchcock, pásalo. Simplemente espectacular el trabajo de Jeff Desom sobre y alrededor de la película La ventana indiscreta (Rear Window) de Alfred Hichtcock. Su obra Rear Window Loop, ganadora en la categoría de gráficos por ordenador del prestigioso Ars Electronica, confirma algo: la remezcla es bella. El remix, no solo es legítimo artísticamente hablando, sino necesario. Modificar una obra, por mucho que se oponga el lobby del copyright, la enriquece. Quien tenga dudas, que mire el vídeo de Rear window loop.

Jeff Desom, utilizando el programa After effects, recrea la obra de Hitchcock en un inquietante e inspirador paisaje de ventanitas fragmentadas. Lo que Jimmy Stewart contempla desde su apartamento en la obra original, se transforma en una película de veinte minutos, en una nueva realidad deconstruida, en un nuevo universo personal. Rear window loop está compuesta exclusivamente de fotogramas de la película de Hitchcock. Pero la cirugía creativa de Jeff Desom transforma la obra en algo oblicuo, transversal, pos, (re)mix, (re) ciclado.

El periodista y comisario José Luis de Vicente hace un gran repaso a los premios de Ars Electrónica en su recomendable blog Ondas de choque. 

 

 

Carta abierta a la nueva ministra de cultura de Brasil

Querida Marta Suplicy

Soy un ciudadano del mundo que se ha tomado la confianza de hablar en nombre de la sociedad en red. Puede sonar pretencioso, pero soy de los que se considera una neurona conectada de un nuevo cerebro planetario. Primero de todo, muchas felicidades por asumir el cargo del ministerio de Cultura de Brasil. Desde la sociedad en red, asistimos con pavor a la gestión de tu antecesora, Ana Buarque de Hollanda. Nos espantó cuando la ex ministra retiró la licencia Creative Commons del site del ministerio (nada más llegar, vaya). Mucho peor fue cuando Buarque de Hollanda fue dando la espalda a la alucinante y vanguardista gestión de los ex ministros Gilberto Gil y Juca Ferreira.

Desde la sociedad en red nos quedamos perplejos cuando la señora Ana Buarque de Hollanda aseguró que no tenía ninguna intención de promover la cultura libre y la libre circulación de ideas. Más todavía, cuando se entregó en cuerpo y alma a la industria cultural, al corrupto Escritório Central de Arrecadação e Distribuição (ECAD) de gestión de derechos de autor y al amigo americano. Parece que Buarque, la señora de la industria, se dedicaba a reunirse con secretarios de comercio estadounidenses, en lugar de con personas relevantes en la cultura. Dio la espalda a los colectivos, a los verdaderos creadores (no al 1%). Dio la espalda al pueblo brasileño. Dio la espalda a un mundo que confiaba en el Brasil del futuro. Por eso, un  distribuido y enREDado Movimiento Social de las Culturas brasileño declaró la guerra a la señora del ECAD, a la ex ministra Ana Buarque de Hollanda. A la hijita de papá que acaba de caer.

Tienes que saber, querida Marta Suplicy, que la sociedad en red planetaria fue una gran admiradora de la gestión de Gilberto Gil y Juca Ferreira. Brasil se convirtió en el primer país que apoyó desde instancias gubernamentales la cultura libre, las licencias abiertas, la circulación libre de la cultura y los formatos abiertos. El denominado movimiento de la cultura digital del mundo debe mucho a Gilberto Gil, a Juca Ferreira y a todo el movimiento de la cultura libre de Brasil. Por eso, querida ministra, llegas en el momento oportuno.

El mundo te necesita, Marta Suplicy. Llegaste en tiempos de tránsito. Las corporaciones, las teleoperadoras, la industria cultural y los gobiernos del 1% que están esquilmando el planeta nos persiguen. Mientras, la sociedad en red se articula en nuevos movimientos híbridos como el 15M español, Occupy Wall Street o #YoSoy132 en México. Los últimos años han sido complicados. Una industria anticuada, especializada en vender plástico (CDs le llaman), celulosa (libros, periódicos) y ancho de banda están consiguiendo aprobar leyes tan tétricas como la Hadopi en Francia o la Ley Sinde-Wert en España.  Quieren silenciar al mundo, a la sociedad en red. Quieren prohibir que compartamos cultura, afectos y contenido. Intentan imponer leyes absurdas como SOPA (Estados Unidos) o ACTA.

No entendieron nada. No entendieron el cambio. No entienden que nos comuniquemos entre nosotros sin intermediario, que creemos cultura de forma colectiva, que remezclemos, que compartamos. La Ley de Derechos Autorales de Brasil, por ejemplo, considerada una de las más restrictivas del mundo, fue escrita en 1998, cuando no existía Napster ni la posibilidad de intercambiar archivos digitalmente. Fíjate que la ley brasileña impide hasta la copia de un Cd a un Ipod. ¿Tiene sentido?

Un detalle, querida Marta. La cultura en la época de la red es mucho más que cultura. La cultura de red es mucho más que arte. Más que cine, música, literatura, teatro… La cultura de red es un nuevo paradigma de conexiones, de creación, de comportamiento, de mercado. Es otra forma de ver el mundo. Es otra forma de hacer política. La cultura de red entiende la realidad como un espacio colaborativo, libre, glocal y transfronterizo. Tienes que saber, además, que las licencias abiertas que popularizó la cultura, el copyleft, Creative Commons, ahora sirven para mucho más. Hay colectivos de arquitectos licenciando edificios con Creative Commons. Hay personas construyendo objetos en impresoras 3D gracias a las licencias abiertas. Hay gente usando las redes distribuidas ‘estilo  Napster’ para crear un mundo más sostenible y ecológico. El modelo fordista está en decadencia. Pero los gobiernos de Europa y Estados Unidos no quieren verlo. Han dado la espalda a sus pueblos.

Por eso, querida Marta, el mundo te necesita. Necesita a alguien que garantice el libre acceso y circulación de la cultura y la neutralidad de la red. El Ministerio de Cultura de Brasil, el popular MINC, puedes tener la certeza, puede ser el epicentro del nuevo Brasil, del nuevo mundo. Brasil no va a ser una nueva potencia, no va a influir al mundo, exportando carne y soja a costa de acabar con la Amazonia. Tampoco será potencia incentivando a que la clase media se endeude con los bancos y alimentando la burbuja inmobiliaria. Menos aún apostando por los combustibles fósiles y el crecimiento desaforado del parque automobilístico. Brasil será potencia si consigue rediseñar el mundo, la geopolítica del poder y de la industria, desde los nuevos paradigmas de la red.

Recuerda, querida Marta. Tupi or not tupi. Confiamos en ti. Estaremos a tu lado. Sabemos que lucharás por el sueño del Manifiesto antropófago de Oswald de Andrade. Esperamos que, como buena defensora de los derechos de las mujeres, luches por aquel ‘matriarcado de Pindorama’ del manifiesto. Por ese mundo glocal que no sabe que es «urbano, suburbano, fronterizo y continental». Confiamos en ti, Marta. Confiamos en ti, Brasil. No nos defraudeis.

Atentamente

La Sociedad en Red

 

#SalvemosPulpFiction


Encabezando esta entrada debería haber un vídeo de You Tube bien especial: la mítica película Pulp Fiction de Quentin Tarantino en orden cronológico. O sea: desordenada, remezclada por un usuario, reinterpretada. En cambio, apenas vemos un pantallazo con «El usuario ha suprimido este vídeo. Disculpen las molestias». ¿Qué ha ocurrido? ¿Quién ha retirado el vídeo? ¿Por qué? Para saberlo, demos un breve paseo por el contexto.

En su versión original, la película Pulp Fiction empieza en el fin, continúa por el inicio cronológico de la historia, acaba en el medio. Siempre me gustó el uso del flashback de Tarantino. Además, no tengo especial apego a esa linealidad del tiempo acuñada por Occidente, el cristianismo y la Ilustración. Pero la versión ordenada cronológicamente de Pulp Fiction tenía algo grande: la reutilización del contenido de un usuario. El remix. El reuso formal de unos elementos audiovisuales que ya forman parte del procomún cognitivo de la humanidad. Pulp Fiction ya no es una obra que pertenezca exclusivamente a Tarantino. Pulp Fiction es nuestra. Forma parte de la sociedad. No es propiedad exclusiva de la industria cultural. ¿O me estoy equivocando? Por eso, para meditar en alto, guardé el vínculo y lo aparqué en un borrador de este blog, esperando una buena ocasión para publicarlo.

Pero han pasado meses. Y al entrar en la Pulp Fiction Remix me doy cuenta que han suprimido el archivo. La recreación de la obra de un usuario-admirador de Tarantino, simplemente, ya no existe. O peor que eso: apenas está registrada en el ordenador de dicho usuario. Ha dejado de ser un patrimonio colectivo. La industria cultural, la rígida moral hollywoodiense, deben haber obligado a You Tube a retirar el archivo. He buscado y rebuscado en Internet otra Pulp Fiction en orden cronológico. Sin éxito. Apenas encontré  el genial infográfico Pulp Fiction en Chronological Order que cierra esta entrada. Y una joyita irreverente: la película Memento, otro icono del flashback, en orden cronológico. Entra aquí, rápido, antes de que la industria lo descubra.

Algunas preguntitas que lanzo al aire colectivo. ¿Por qué la industria sigue considerando la obra de arte como un producto acabado y definitivo? ¿Por qué el velo talibán del copyright impide la creatividad de los usuarios? ¿Por qué se cercena la imaginación y dedicación de los admiradores de una obra? ¿Por qué tenemos que ver películas o leer libros en el orden escogido por sus autores? ¿Por qué no nos divertimos en una Conjura Toca Narices Industriales que despedace las películas y su orden cronológico? ¿Por qué no lanzamos un hashgtag en Twitter para salvar a PulpFiction, #SalvemosPulpFiction , y la reordenamos cómo nos de la gana? ¿Por qué no remodelamos Pulp Fiction de 1001 formas hasta que Tarantino reaccione y aplauda nuestro quehacer distribuido e idólatra? ¿Liberamos a Pulp Fiction de las cadenas? ¿Retuiteamos #SalvemosPulpFiction hasta que nos escuchen?

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Diez libros para el ministro de (in)cultura

Muchos ministros españoles bien podrían ser conocidos como desministros. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas suspende a todos y cada uno de ellos de manera contundente. Pero José Ignacio Wert, ministro de Cultura, Educación y Deporte, se supera cada día con su (des) gestión. Podría ser el ministro de Casi Cultura. O el ministro de Propaganda Neoliberal. O el Ministro Familia. O el (sub) ministro de la Decadencia de Hoollywood. O simplemente Ministro de Incultura. No es de extrañar que la ciudadanía valore con 2,49 puntos sobre diez su gestión. Has leído bien: 2,49 puntos sobre diez.

Su medieval Ley Sinde-Wert demuestra que no ha entendido absolutamente nada de la era digital. Hasta los empresarios de Internet denunciaron su radical ceguera. Su giro fundamentalista en la asignatura de Educación por la Ciudadanía deja bien clara la huella de su partido (Partido Popular, para despistados): la asignatura dejará de hablar de parejas homosexuales y de sus derechos para hablar de propiedad privada, familia y nacionalismos excluyentes.

Pero la esperanza es lo último que se pierde. Aunque Mr.Wert ha protagonizado hashtags de Twitter tan calamitosos para la marca España como #Wergüenza o #Wertnodoyuna, pienso que unas cuantas lecturas podrían abrir la mollera del susudicho (des)ministro o SubMinistro de la Casi Nada (nada dentro, nada fuera). He preparado una básica listita de libros que el señor (des) ministro de incultura podría leer en lo que queda de verano, si no es mucho pedir. En la mayoría de los casos, tendrá que bajarse cada libro de Internet de forma gratuita. Y totalmente legal, señor Wert. Aunque lo mismo, a su gestión como  Tal Vez Ministro le queda muy poquito y el señor Ministro de sus Amiguetes acabe pronto como consejero de alguna empresa nacional que no tribute en España, como es lógico. Pues eso: diez libros para el ministro de (in) cultura. Basta entrar en cada enlace (justo en esos links que su ley pretende criminalizar) para bajarse el libro.

1) The Wealth of Networks (Yochai Benkler). Un bello repaso a la era de las redes, la cultura colaborarativa (peering), la economía Peer-to-peer (P2P). La riqueza de las naciones de Adam Smith ya no sirve ni para encender una hoguera, señor Wert.

2) Por una cultura libre, (Lawrence Lessig). Algo así como la Biblia para entender los nuevos paradigmas de la creación y de la circulación de la cultura.

3) El código 2.0 (Lawrence Lessig). Fundamental para entender la era de la colaboración y aquella ya vieja idea de lo 2.0 que usted,  Super Ministro del Deporte que Compite, desprecia.

4) T.A.Z, Zona Autónoma Temporal (Hakim Bey). Una obra maestra que anticipó muchas de las cosas que están ocurriendo en este nuevo milenio.

5) Micromegas (Voltaire). Un clasicón de aquella Ilustración que desenbocó en aquella guillotina que le faltó a España (uy, si lo de la guillotina no lo dijo un perroflauta y sí un miembro de la Real Academia de la Lengua).

6) Q (Luther Blisset- Wu Ming). Espectacular western teológico que explica por qué una nueva tecnología (la imprenta) hizo perder muchos privilegios a la iglesia. La historia recreada tiene casi cinco siglos, pero Señor No Doy Una, sin duda que se sentirá identificado (con el lado del mal, lógico)

7) La ética hacker y el espíritu de la información (Peka Himanen, con epílogo de Manuel Castells). Un bonito texto sobre la ética de lo compartido, de lo abierto y lo colaborativo.

8) Ulises (James Joyce). Como sabemos que eres clasicote, aquí una pequeña concesión. Te recomendamos este tocho llamado Ulises que este año dejó de tener copyright y pasó a dominio público.

9) Inteligencia colectiva. Por una antropología del ciberespacio. (Pierre Levy). Leyendo este ya clásico libro entenderás (ójala) por que la Enciclopedia Británica perdió la carrera contra la Wikipedia. O por qué tu visión elitista de la educación está condenada a fracasar en la era del aprendizaje distribuido y abierto.

10) La rebelión de las masas (José y Ortega y Gasset). Oh, sorpresa, Ministro del Medalloro Olímpico: Ortega y Gasset no era tan conservador como el nacional-catolicismo creía. Esa apropiación ideológica conservadora de la obra de Ortega hace aguas. Aquí una joyita: «La polis no es, primordialmente, un conjunto de casas habitables, sino un lugar de ayuntamiento civil, un espacio acotado para funciones públicas. La urbe no está hecha, como la cabaña o el domus, para cobijarse de la intemperie y engendrar, que son menesteres privados y familiares, sino para discutir sobre la cosa pública. Nótese que esto significa nada menos que la invención de una nueva clase de espacio». Coño, otro perroflauta con apego a las plazas.

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