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"Ya no se hacen películas como las de ahora"

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Una pareja y su bebé recrean las películas más famosas de la historia

Tener un hijo es una de las experiencias más extremas que uno puede imaginarse. Ni practicar deportes de riesgo ni experimentar con el ácido ni afiliarse a las juventudes del PP pueden compararse a las situaciones límite que implica ser padre.

La familia Mackie, en su 'Indiana Jones y el templo maldito' particular (http://cardboardboxoffice.com)

Lo digo con conocimiento de causa: es bonito, pero terroríficamente agotador. Sin embargo, hay gente que se lo toma con humor. Con humor, arte, imaginación y cinefilia. Es lo que les pasa a Lilly y Leon Mackie, una pareja que, tras tener un hijo, se mudó de Nueva Zelanda a Sidney (Australia) y que no sabía qué hacer con los millones de cajas de cartón que les rodeaban por todos lados.

Dicen que entre la mudanza y el nacimiento del pequeño Orson «su vida social cambió drásticamente», una manera elegante de decir que se convirtieron en unos apestados sociales. Pero, en vez de suicidarse, decidieron emplear sus desocupados fines de semana en recrear entre los tres célebres escenas cinematográficas y así matar el tiempo.

La familia, en 'La Guerra de las Galaxias (http://cardboardboxoffice.com/)

La familia, en ‘La Guerra de las Galaxias (http://cardboardboxoffice.com/)

Con disfraces hechos con ropa vieja del armario y, sobre todo, toneladas de cartón e imaginación, los Mackie se pusieron manos a la obra. Destaca en cada imagen Orson, por supuesto, el pequeño de la casa, a quien auguro una vida llena de emociones fuertes con unos padres así. Están como cabras, pequeño, pero tus padres deben ser divertidos, te han puesto un nombre precioso y tú eres muy mono.

Su página web es un éxito. Tienen 11.500 seguidores en Facebook. Y una cuenta en Twitter no tan popular, pero muy activa: en ella comentan con sus fans cuál podría ser el próximo escenario a inmortalizar y cómo montárselo para mantener el nivel.

De momento, se han atrevido con La Guerra de las Galaxias, Tiburón, Parque Jurásico, Indiana Jones y el templo maldito, Alien o Solo en casa, entre otras muchas. Los resultados son notables. Y tendrán que darse prisa: dentro de poco Orson crecerá, y probablemente, como le ocurrió a Joselito o Macaulay Culkin, la gente le despreciará. Aprovechad el momento, familia Mackie, y tened feliz 2014. 

George Clooney llama «tontos» a los famosos que usan Twitter

En persona, parece más un (buen) político que un actor: sí, es guapo, elegante y está hecho con el material con el que se fabrican los sueños (o, en este caso, las estrellas de Hollywood), pero es que además George Clooney es rápido, ocurrente y extremadamente seductor.

Y, para colmo, a veces se sale del tiesto, con alguna de esas afirmaciones que hacen relamerse a quien le está entrevistando. Eso acaba de pasar en una charla con la edición británica de la revista Esquire, cuya portada de enero corresponderá al actor.

El actor George Clooney, en la presentación de 'Gravity' en Venecia (GTRES)

El actor George Clooney, en la presentación de ‘Gravity’ en Venecia (GTRES)

En la charla Clooney se sincera al director de la revista, Alex Bilmes, reflexionando sobre las ventajas e inconvenientes de la fama, su vida como soltero y, cómo no, los eternos rumores que circulan sobre su sexualidad.

Pero lo más jugoso llega cuando Clooney se lanza a hablar sobre redes sociales. En su opinión, bastantes inconvenientes implica que te persigan los periodistas por ser famoso como para encima desvelar tu vida privada a tus seguidores. «Creo que un famoso que escribe en Twitter es, simplemente, tonto», dice el actor. «Me parece estúpido».

Para Clooney, las estrellas de la edad dorada de Hollywood no podrían resistir la presión que soportan los actores en la actualidad. «No es por compararme con Clark Gable«, dice Clooney, «pero dudo mucho que pudiera aguantar este entorno. Nos vemos afectados por la mierda que arroja un montón de gente, y eso requiere una personalidad muy zen».

A sus 52 años, Clooney cree que nada ni nadie puede prepararte para ser famoso. «Es impactante», concluye, «lo rápido que te ves atrapado en un mundo tan restringido».

Jennifer Lopez (casi 26 millones de seguidores), Ashton Kutcher (15,3), Charlie Sheen (10,3 millones de seguidores) o Leonardo DiCaprio (8,3 millones) son algunos de los actores más populares en la red social, lo que parece estar repercutiendo de manera positiva en su carrera. El (pen)último en sucumbir a los 140 caracteres ha sido el protagonista de House, Hugh Laurie, que abrió una cuenta el 16 de octubre diciendo: «Después de haber condenado esta tecnología como la simiente de Satanás, finalmente sucumbí».

Un mes y medio después ya ha publicado 500 tuits, y tiene casi 250.000 seguidores.

Miguel Ángel Muñoz: «El cine español se valora mucho más en el extranjero»

Cruza el charco cada dos por tres: que si una serie en México, que si un curso de interpretación en Los Ángeles… O, claro, el estreno de alguna película en España como Viral, que llega a los cines el viernes. «Llevo bastante tiempo fuera», explica Miguel Ángel Muñoz, «pero mis raíces están aquí, y la imagen que tenemos de nuestro cine no se corresponde con la realidad. Está infravalorada. Exportamos mucho talento, y en el extranjero se valora lo que hacemos… Es una pena que las cosas que leo fuera sobre el cine español no las lea en los periódicos españoles».

 

El actor Miguel Ángel Muñoz (foto: B. Doral)

El actor Miguel Ángel Muñoz (foto: B. Doral)

 

Así de contundente se muestra el actor, que en julio cumplió 30 años y al que llevamos viendo desde hace dos décadas. Empezó por pura casualidad: no hay antecedentes artísticos en la familia y a él lo que le gustaba era el fútbol. «Hasta que un día una amiga de mis padres me propuso ir a un casting, y salió bien. Les preguntaron a mis padres si podía ir a probar, y poco después estaba haciendo una película como El palomo cojo, con monstruos como Paco Rabal o Carmen Maura».

A los 14 años vino el primer pelotazo televisivo: Al salir de clase. A los 16, otro éxito absoluto: Compañeros. Pero fue a los 18 cuando todo explotó con Un paso adelante, donde como Rober, uno de los protagonistas, tuvo que aprender a cantar o bailar. «Fue un fenómeno social, y luego vino el grupo musical…» La pregunta es de rigor: ¿Cómo hace uno para, tan joven y tan famoso, no volverse un completo idiota? «Mientras hacía Al salir de clase veía, sin ser uno de los protagonistas, que casi no podíamos salir a la calle, pero también que a los tres meses de terminar la serie ya nadie me pedía un autógrafo. Fue un shock, pero me vino muy bien. Con el paso del tiempo te das cuenta, viendo la carrera de otros, de que la fama no tiene nada que ver con la calidad como actor, y eso te ayuda a tener los pies en el suelo. La fama se agradece, pero no es lo más importante».

Sin embargo, es innegable, Muñoz es famoso. Lo demuestran sus más de 137 mil seguidores en Twitter, herramienta de promoción que él mismo maneja y de la que está «desintoxicándose». «Cuando llegué a México hace unos años, no paraba… Y de pronto me di cuenta de que estaba todo el día compartiendo cosas, retuiteando otras y subiendo todo lo que se me pasaba por la cabeza. Así que, desde hace un año, he decidió quitarme Internet del móvil: así sólo puedo conectarme cuando tengo wifi, aunque sigo usando mucho Twitter en momentos como este, para promocionar lo que hago».

Lo que hace en estos momentos es, precisamente, promocionar Viral, película cercana al terror pero que no se ahorra alguna que otra broma y que, de paso, habla de las redes sociales y los reality shows. En ella Muñoz da vida a Frank, un director de cine andaluz («decidimos que fuera andaluz para crear más empatía con el público, y nos metimos en un buen jardín con el tema del acento») que desengrasa de vez en cuando la trama. «Me gusta que la película toque esos temas porque los jóvenes están hambrientos por salir en la tele, o por tener muchos seguidores en las redes sociales, sin saber que también puede ser peligroso. Muchos chicos confunden la realidad con lo que vemos en Internet: la tecnología nos facilita la vida, pero también puede alejarnos porque pasamos demasiado tiempo navegando y perdemos de vista lo que nos rodea».

Y lo que nos rodea es, claro, la crisis. La del cine y la del país en general. Sobre la primera, Muñoz no tiene dudas: «El cine, tanto el español como el extranjero, le gusta a la gente, es necesario. Pero la crisis aprieta mucho, y si no tienes ni para comprar el pan cómo vas a pensar en cines o teatros.. Pero hay ganas. Se vio con la Fiesta del Cine. Confío en que la situación económica mejore, porque el cine también lo notará». Y, mientras, recomienda para los que todavía se atreven a ir las salas dos películas además de Viral: Gravity («donde se ve que los latinos tienen ahora el poder en Hollywood, y que va a hacer carrera en los Oscar») y una que llegará próximamente, Dallas Buyers Club, «donde Matthew McConaughey hace un trabajo espectacular como enfermo de SIDA».

 

La desconocida mujer que escribe los tuits de las grandes estrellas

Cuando Channing Tatum se contonea en una película miles de personas se relamen, pero eso no es nada comparado con lo que provocan sus chistes en Internet.

Zac Efron no tiene tantos músculos, pero sí una sonrisa angelical. Todavía no ha hecho una película potable, pero si alza una de sus perfiladas cejas millones de chicas lo retuitearán con histeria.

No, Channing: sabemos que con esos deditos no escribes tus tuits.

No, Channing: sabemos que con esos deditos no escribes tus tuits.

 

Porque a Tatum le siguen casi 18 millones de personas a través de Twitter, Instagram y Facebook, y con Efron pasa algo parecido: tiene casi 17 millones de admiradores entre las tres redes sociales.

Grave, sí, ¿pero saben lo peor de todo? Que ninguno de los dos escribe una sola de las palabras que tanto emocionan a sus fans.

Lo siento. Había que decirlo. Su abrumador éxito en Internet se debe a una negra diminuta y desconocida, LaQuishe Wright, con más o menos el mismo carisma en la Red que un político español.

Eso sí, su historia es mucho más emotiva y humana que la de Rubalcaba o Rajoy. En 2004, tras deambular por varios empleos, Wright creó una empresa de diseño web y marketing que no lograba arrancar, pero la cosa fue todavía peor cuando dos años después le diagnosticaron una grave enfermedad a su bebé de diez meses.

Wright entró en una depresión, hasta que una película la rescató del pozo: un musical llamado Un paso adelante. Si la han visto probablemente les habrá dado ganas de suicidarse, pero a LaQuishe le pasó lo contrario: para que luego digan que el cine mediocre sólo sirve para recibir subvenciones.

La cosa no quedó ahí. LaQuishe terminó de espantar su pena creando una web consagrada a su nuevo ídolo, Channing Tatum Unwrapped, donde aplicó sus conocimientos de marketing cibernáutico y que en un solo mes ya tenía 30.000 usuarios únicos. El bebé se curó. Los padres de Tatum le felicitaron por la web sobre su hijo. Y, finalmente, el milagro se completó: el propio actor contactó con ella para pedirle que su página fuera su web oficial.

El resto ya os lo he contado: la vida digital de Tatum quedó en manos de la hábil Wright, que después ha sumado como clientes a Zac Efron, Paul Walker o el escritor Nicholas Sparks (en cuyos lacrimógenos libros se basan algunas exitosas películas de los últimos años). La tipa es una auténtica genia propulsando carreras con mensajitos de móvil.

Querida LaQuishe: no soy digno de que entres en mi blog, pero si lo haces y te animas a hacer conmigo lo que has hecho con tus chicos prometo aprender a bailar y ponerme tan cachas como ellos.

Adrián Lastra: «Me cabrean mucho el paro y las medidas que no están arreglando nada»

Buenas noticias para sus admiradores y admiradoras: Adrián Lastra es, efectivamente, un cielo. Lo avisan sus compañeros. La persona que lleva su imagen. Y puede corroborarlo cualquiera que hable con él: nacido en 1984 en Madrid, está en pleno ascenso profesional pero parece no haber cambiado. «Acabo de salir del gimnasio», cuenta, «intentando desestresarme un poco. Es el único lugar donde mi cabeza se está un poco quieta».

Es normal que ande un poco estresado, porque no para. Podemos verle en el cine, donde ha hecho Fuga de cerebros 2, Primos (por la que fue candidato al Goya) o Temporal, que se estrena este viernes. En el teatro, donde protagoniza el musical Hoy no me puedo levantar. O en la tele, donde estará próximamente con Galerías Velvet, cuya primera temporada está a medio rodar.

Adrián Lastra

«No me puedo quejar, desde luego», explica, «porque la situación que vivimos es muy mala: desempleo o precariedad, gente que no puede llegar a fin de mes ni al final del día… De eso habla Temporal: de la mierda que estamos viviendo. Pero la película, que es muy humilde, le da una vuelta de tuerca y logra arrancar una sonrisa».

Temporal es, en efecto, una película humilde e independiente. Otro ejemplo del cine al que nos está acostumbrando una industria, la española, que atraviesa un momento difícil. «No me gusta hablar de películas pequeñas o cine pequeño», aclara el actor, «porque Temporal no lo es. Es humilde, no aspira a triunfar en la taquilla, pero sí a contar de manera detallista, con mucho trabajo y de manera maravillosa, la historia de cinco personas».

Adiós, entonces, a las grandes producciones y al concepto «estrella» del cine. El actor tendrá que ser más humilde… O no será. «Hacer películas como se hacían antes es imposible. Somos muchos profesionales y cada vez hay menos trabajo. Espero que la situación remonte o, simplemente, tendremos que adaptarnos todos. Lo hizo Paco León con Carmina o revienta, y es maravilloso: actualizarse, apostar por otro sistema, reinventarse».

Otra cosa, claro, es el teatro. Hablamos de Hoy no me puedo levantar, el musical basado en canciones de Mecano. «Lo que vivo con esa obra es pura felicidad», concede, «porque me da lo que siempre he soñado. Estamos dándole una vuelta de tuerca a los personajes de un musical: ya no es sólo cantar o bailar sino, sobre todo, interpretar. Con Colate hemos creado un personaje real, un chico de pueblo que llega cargado de sueños al Madrid de los ochenta y que, además de cosas bonitas, encuentra cosas más feas como la droga. Pura realidad».

Actúa, canta, baila… En resumen: ¿el típico caso de niño que, desde pequeño, sueña con ser artista? «¡Para nada!», desmiente entre risas. «Yo quería ser futbolista, como todos los niños, pero Operación Triunfo me hizo cambiar. Se estrenó cuando tenía 17 años y me despertó algo que no tenía… ¡Me apetecía cantar! Mi padre cantaba y en mi casa he oido mucho flamenco, pero al ver OT vi que se me podía dar bien. Que entonaba. Que me apetecía lanzarme. Estaba estudiando electrónica, pero vi que ese era mi reto, y me gustan mucho los retos».

Y ahí sigue, de reto en reto. El próximo es aprender idiomas («no quiero ir a Hollywood, porque me daría una leche importante, pero sí trabajar en Europa, Sudamérica, Centroamérica…) y, por supuesto, seguir en contacto con sus seguidores, cada vez más. «Me gusta mucho Twitter, pero depende del dia y de cómo me levante. Es una forma de compartir tu vida profesional y privada, como un regalo para la gente que te sigue, pero a veces tengo que controlarme porque soy hiperimpulsivo y no puedo escribir las cosas ofensivas que me apetecen cuando me cabreo». ¿Y, por ejemplo, qué le cabrea? «Infinitas cosas. El paro. O las medidas que presuntamente se toman. Que me digan que todo se está arreglando, que va a mejor, mientras miro a mi alrededor y encuentro justamente lo contrario».