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Conoce a Madalina Ghenea, la Miss Universo de ‘La juventud’

Madalina Ghenea

( Madalina Ghenea ©GTRES )

Protagoniza el principal póster promocional de la nueva película del italiano Paolo Sorrentino, La juventud (Youth), estrenada el pasado viernes, 22 de enero. Un plano de ella llama poderosamente la atención ocupando gran parte del cartel. Aunque no es precisamente reconocible. No le vemos la cara. Solo su melena, espalda y… culo.

La juventud (Youth) poster

( ©Vértigo Films )

Y es que, por muchos que algunos bramen o se quejen sobre las desigualdades entre sexos o el uso de personas-objeto, los cuerpos desnudos y el sexo vende, y muchísimo, y más aún si son de mujeres, y más en estas épocas de Internet. En cuanto al cartel, solo después nos percatamos que en el póster también aparecen dos entrañables viejecitos y que estos son nada menos que Michael Caine y Harvey Keitel, sumergidos en el agua, embelesados contemplando a esa mujer.

Ella es la modelo y actriz rumana Madalina Diana Ghenea, de 27 años y un metro ochenta de estatura. Ha trabajado para varias marcas, espectáculos de moda y spots en Europa, también en España, con predilección sobre todo por Italia (Milán es su residencia habitual). Por su físico ha sido comparada incluso con Irina Shayk (las coincidencias no terminan aquí, ha llegado a rodar un anuncio con el ex de Irina, Cristiano Ronaldo).

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Genial tráiler de ‘La giovinezza’, lo nuevo de Paolo Sorrentino (‘La gran belleza’)

La giovinezza - Paolo Sorrentino

Sus imágenes, su música, su estilo nos remite a La gran belleza (La grande bellezza, 2013), una de las producciones europeas más premiadas de los últimos años y ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Y es que vuelve Paolo Sorrentino con La giovinezza (la juventud), y lo hace con otro gran protagonista. En lugar de Toni Servillo es Michael Caine quien ocupa el lugar de ese artista envejecido que parece repasar su vida, sus sentimientos, su arte y sus valores.

Sorrentino ya me cautivó hace 7 años con Il divo. Un cineasta peculiar, a seguir y al que, siguiendo la política de cine de autor, le distingue un universo propio y es autor tanto de la dirección como del guión. La gran belleza cosechó elogios y varapalos desde su presentación en el Festival de Cannes en una edición en la que ganó otro de los clásicos instantáneos, y controvertidos, del cine europeo actual, La vida de Adèle.

Y sí, Sorrentino ha demostrado que Fellini tiene sucesor… o al menos que Italia propicia a que algunos de sus más geniales cineastas se abandonen a esa amalgama de recuerdos, obsesiones y sensaciones sin rubor ni prejuicios, con libertad y creatividad.

Michael Caine encarnará a un compositor de 80 años retirado en un hotel de los Alpes que repasa su vida junto con un amigo, otro (casi) jubilado director de cine que, pese a su edad, intenta sacar adelante un proyecto más. Y el compañero cinematográfico es Harvey Keitel.

Ha sido rodada en inglés y su reparto guarda además otras joyas, a parte de Caine y Keitel, nada menos que a Rachel Weisz, Jane Fonda o el más joven Paul Dano.

Se espera que La giovinezza sea también una de las seleccionadas a competir para la próxima Palma de Oro de Cannes (que este año tendrá lugar del 13 al 24 de mayo). Pero al menos sabemos que aquí  también la podremos ver. En España cuenta con distribución, de Vértigo Films, pero todavía no hay fecha de estreno prevista.

 

 

 

Crítica: ‘Interstellar’, nosotros somos lo que da vida al universo

Interstellar 2014

Soy un admirador del cine de Christopher Nolan. Esto tampoco significa que necesariamente me gusten todas sus películas. Especialmente, le agradezco esa capacidad y talento de “pensar a lo grande” (no todos lo que intentan hacer algo grande lo consiguen), y sobre todo de intentar ofrecer un tratamiento original y novedoso en el terreno del fantástico, la ciencia-ficción o la intriga. Nolan desea llegar al gran público, pero al mismo tiempo huye de lo convencional, de lo que puede ser fácilmente comercial, jugándosela en cada película con sus defectos y sus virtudes. Y así le ha ido, ganándose tanta cantidad de fans como de detractores, a partes iguales, pero cada estreno de una de sus obras se convierte en un acontecimiento.

En esta odisea espacial de enorme envergadura, dice Nolan que ha realizado su película más “ambiciosa”, ¡también un rollo de dos horas y tres cuartos!, ¡también una propuesta fascinante e hipnótica, por momentos sublime!. Así está en esta órbita que sigue la película de mezclar ciencia astrofísica con sentimientos, entre sus imperfecciones y logros, bascula entre lo genial y el tostón, entre los que esas casi tres horas les pasarán volando y los que lamentarán haber comprado su entrada. No es un plato para todos los gustos.

En mi caso, yo que soy proNolan, me he quedado entre la “peor” de las posibilidades: a medias, en tierra de nadie. En una zona de ni frío ni calor, quizá tal vez dejando también que el tiempo me lleve a una mejor percepción sobre si Interstellar es una genialidad o un bluff.

INTERSTELLARHay paralelismos con 2001, una odisea del espacio (aunque la película de Nolan sea muy, muy distinta a la de Kubrick), a Solaris de Tarkovski, a El árbol de la vida de Terrence Malick o al cine de Spielberg (este es un proyecto que, en un principio, debía dirigir). Hay más conexiones, Elegidos para la gloria o Cuando los mundos chocan serían otras referencias imprescindibles.

Su temática, con guión coescrito por el mismo Nolan junto con su Hermano Jonathan, y fundamentándose en conceptos sobre anomalías gravitatorias o las teorías de Kip Thorne sobre los agujeros de gusano espaciales, se sustenta esencialmente en dos ideas. Una es la creencia que sólo existe vida en nuestro planeta y que, por lo tanto, los terrestres somos los seres vivos (¿inteligentes?) destinados a colonizar los otros posibles mundos habitables que puede haber esparcidos por el universo. El cómo traspasar las barreras de la tecnología y del espacio tiempo son las cuestiones astrofísicas y científicas a resolver. La segunda es aquello que nos distingue como seres especiales y “elegidos”, las cualidades humanas de supervivencia, de desarrollo e innovación, y sobre todo la capacidad de amar como motor del universo, para seguir adelante.

Ilustrativos, y uno de los leiv motiv del filme, son los versos de Dylan Thomas que recita el profesor Brand (Michael Caine) sobre esa capacidad de supervivencia, de rebeldía contra la propia extinción que caracteriza la raza humana (además de esa cualidad propia de Nolan de tender al énfasis, la solemnidad o el subrayado):

“No entres dócilmente en esa buena noche,
La vejez debería arder y delirar al acabarse el día;
Rabia, rabia contra la muerte de la luz.”

Interstellar nos sitúa en un futuro preapocalíptico donde los recursos alimenticios de la Tierra están próximos a agotarse, asolados por tormentas de polvo (símil de la muerte, “polvo eres y en polvo de convertirás”, y no se me rían) o con el crucial problema de la menguante reserva de oxígeno. Ello hace imperioso salir al espacio exterior para encontrar nuevos planetas. Pero, en la película, ese futuro quizá no tan lejano que nos presenta, la ciencia y la tecnología ha quedado devaluada en pos del pragmatismo de unas autoridades que reinterpretan la Historia a sus intereses y que prefieren encasillar a sus ciudadanos como agricultores, muchos de ellos de maíz, de los pocos alimentos que quedan.

InterstellarLa lucha entre ciencia y razón vs. corazón y sentimientos es la dualidad que marcará a los principales personajes del filme, al granjero y astronauta Cooper (Matthew McConaughey), y a su colega Brand (Anne Hathaway). El amor y los lazos sentimentales entre padres e hijos, los de Murph (Jessica Chastain) con los de su padre Cooper son la columna vertebral a nivel argumental y temático, punteado con la escena de Brand (para evitar destripes) confesando su amor por uno de los exploradores espaciales e intentando que ello no interfiera en sus decisiones.

McConaughey, Hathaway, Chastain, Caine (su actor fetiche)… sí, Nolan no tiene ni un pelo de tonto y se rodea de los mejores intérpretes. Además, añadan una mención especial para el robot TARS.

Nolan apuesta por el realismo en esa Tierra venidera, sin recurrir a trajes o diseños de decorados futuristas; perfectamente reconocibles con los de hoy en día. También por la verdadera magia y fascinación hacia la grandeza del universo y lo desconocido que podemos encontrar ahí fuera. Secuencias de enorme poder como la de la nave Endurance entrando en el impresionante agujero negro; la amenaza de unas olas gigantescas o la visualización, arriesgada, irritante o genial, de esa quinta dimensión que rompe las leyes espacio-temporales tras las estanterías de la habitación de una niña me recuerdan porque amo el cine de Nolan.

Interstellar, al contrario que 2011, una odisea del espacio, contiene sus distintos niveles de interpretación, pero prefiere no dejar demasiados enigmas y preguntas al aire, sin responder.

Esto, y mucho más, es Interstellar. Una película a nivel técnico y de efectos visuales apabullante, con música de un Hans Zimmer de nuevo en forma (su banda sonora para Origen, al igual que la misma película, me pareció una obra maestra). Interstellar es tan compleja como al mismo tiempo simple. Y aunque parezca una contradicción, no lo es. Entusiasme o se odie, no es en absoluto esa clase de películas que se puedan despachar en unas pocas líneas. Y si Interstellar nos dice que nosotros somos los que damos vida al universo, hay que valorar también la “vidilla” que le da Nolan al género de ciencia-ficción.

 Puntuación:

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( Fotos: Warner Bros. )

Y aquí reportaje: Las películas de «sci-fi» que precedieron a ‘Interstellar’