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Matthew McConaughey se emociona viendo el tráiler de ‘Star Wars’

Matthew McConaughey - Star Wars

Ver para creer, la reacción del oscarizado actor Matthew McConaughey al contemplar el segundo tráiler de Star Wars: El despertar de la fuerza, y con la que podemos identificarnos muchísimos de los warsies. Sonrisas de satisfacción, lágrimas de emoción,  viviéndolo como si estuviera realmente dentro de la película. No se puede pedir más.

 

 

El vídeo subido a Youtube por el cineasta islandés Óskar Arnarson ha causado sensación en las últimas horas. No es para menos, y es que es buenísimo.

Naturalmente tiene truco. Como ya habrán adivinado, en realidad es un montaje con una de las más famosas escenas de Interstellar, cuando Cooper se emociona viendo uno de los mensajes en vídeo de su hija Murph.

Un montaje, de acuerdo. Pero después de haber visto el vídeo, McConaughey es ahora como un hermano para mí. Y abajo, este segundo avance de Star Wars VII.

 

 

Crítica: ‘Interstellar’, nosotros somos lo que da vida al universo

Interstellar 2014

Soy un admirador del cine de Christopher Nolan. Esto tampoco significa que necesariamente me gusten todas sus películas. Especialmente, le agradezco esa capacidad y talento de “pensar a lo grande” (no todos lo que intentan hacer algo grande lo consiguen), y sobre todo de intentar ofrecer un tratamiento original y novedoso en el terreno del fantástico, la ciencia-ficción o la intriga. Nolan desea llegar al gran público, pero al mismo tiempo huye de lo convencional, de lo que puede ser fácilmente comercial, jugándosela en cada película con sus defectos y sus virtudes. Y así le ha ido, ganándose tanta cantidad de fans como de detractores, a partes iguales, pero cada estreno de una de sus obras se convierte en un acontecimiento.

En esta odisea espacial de enorme envergadura, dice Nolan que ha realizado su película más “ambiciosa”, ¡también un rollo de dos horas y tres cuartos!, ¡también una propuesta fascinante e hipnótica, por momentos sublime!. Así está en esta órbita que sigue la película de mezclar ciencia astrofísica con sentimientos, entre sus imperfecciones y logros, bascula entre lo genial y el tostón, entre los que esas casi tres horas les pasarán volando y los que lamentarán haber comprado su entrada. No es un plato para todos los gustos.

En mi caso, yo que soy proNolan, me he quedado entre la “peor” de las posibilidades: a medias, en tierra de nadie. En una zona de ni frío ni calor, quizá tal vez dejando también que el tiempo me lleve a una mejor percepción sobre si Interstellar es una genialidad o un bluff.

INTERSTELLARHay paralelismos con 2001, una odisea del espacio (aunque la película de Nolan sea muy, muy distinta a la de Kubrick), a Solaris de Tarkovski, a El árbol de la vida de Terrence Malick o al cine de Spielberg (este es un proyecto que, en un principio, debía dirigir). Hay más conexiones, Elegidos para la gloria o Cuando los mundos chocan serían otras referencias imprescindibles.

Su temática, con guión coescrito por el mismo Nolan junto con su Hermano Jonathan, y fundamentándose en conceptos sobre anomalías gravitatorias o las teorías de Kip Thorne sobre los agujeros de gusano espaciales, se sustenta esencialmente en dos ideas. Una es la creencia que sólo existe vida en nuestro planeta y que, por lo tanto, los terrestres somos los seres vivos (¿inteligentes?) destinados a colonizar los otros posibles mundos habitables que puede haber esparcidos por el universo. El cómo traspasar las barreras de la tecnología y del espacio tiempo son las cuestiones astrofísicas y científicas a resolver. La segunda es aquello que nos distingue como seres especiales y “elegidos”, las cualidades humanas de supervivencia, de desarrollo e innovación, y sobre todo la capacidad de amar como motor del universo, para seguir adelante.

Ilustrativos, y uno de los leiv motiv del filme, son los versos de Dylan Thomas que recita el profesor Brand (Michael Caine) sobre esa capacidad de supervivencia, de rebeldía contra la propia extinción que caracteriza la raza humana (además de esa cualidad propia de Nolan de tender al énfasis, la solemnidad o el subrayado):

“No entres dócilmente en esa buena noche,
La vejez debería arder y delirar al acabarse el día;
Rabia, rabia contra la muerte de la luz.”

Interstellar nos sitúa en un futuro preapocalíptico donde los recursos alimenticios de la Tierra están próximos a agotarse, asolados por tormentas de polvo (símil de la muerte, “polvo eres y en polvo de convertirás”, y no se me rían) o con el crucial problema de la menguante reserva de oxígeno. Ello hace imperioso salir al espacio exterior para encontrar nuevos planetas. Pero, en la película, ese futuro quizá no tan lejano que nos presenta, la ciencia y la tecnología ha quedado devaluada en pos del pragmatismo de unas autoridades que reinterpretan la Historia a sus intereses y que prefieren encasillar a sus ciudadanos como agricultores, muchos de ellos de maíz, de los pocos alimentos que quedan.

InterstellarLa lucha entre ciencia y razón vs. corazón y sentimientos es la dualidad que marcará a los principales personajes del filme, al granjero y astronauta Cooper (Matthew McConaughey), y a su colega Brand (Anne Hathaway). El amor y los lazos sentimentales entre padres e hijos, los de Murph (Jessica Chastain) con los de su padre Cooper son la columna vertebral a nivel argumental y temático, punteado con la escena de Brand (para evitar destripes) confesando su amor por uno de los exploradores espaciales e intentando que ello no interfiera en sus decisiones.

McConaughey, Hathaway, Chastain, Caine (su actor fetiche)… sí, Nolan no tiene ni un pelo de tonto y se rodea de los mejores intérpretes. Además, añadan una mención especial para el robot TARS.

Nolan apuesta por el realismo en esa Tierra venidera, sin recurrir a trajes o diseños de decorados futuristas; perfectamente reconocibles con los de hoy en día. También por la verdadera magia y fascinación hacia la grandeza del universo y lo desconocido que podemos encontrar ahí fuera. Secuencias de enorme poder como la de la nave Endurance entrando en el impresionante agujero negro; la amenaza de unas olas gigantescas o la visualización, arriesgada, irritante o genial, de esa quinta dimensión que rompe las leyes espacio-temporales tras las estanterías de la habitación de una niña me recuerdan porque amo el cine de Nolan.

Interstellar, al contrario que 2011, una odisea del espacio, contiene sus distintos niveles de interpretación, pero prefiere no dejar demasiados enigmas y preguntas al aire, sin responder.

Esto, y mucho más, es Interstellar. Una película a nivel técnico y de efectos visuales apabullante, con música de un Hans Zimmer de nuevo en forma (su banda sonora para Origen, al igual que la misma película, me pareció una obra maestra). Interstellar es tan compleja como al mismo tiempo simple. Y aunque parezca una contradicción, no lo es. Entusiasme o se odie, no es en absoluto esa clase de películas que se puedan despachar en unas pocas líneas. Y si Interstellar nos dice que nosotros somos los que damos vida al universo, hay que valorar también la “vidilla” que le da Nolan al género de ciencia-ficción.

 Puntuación:

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( Fotos: Warner Bros. )

Y aquí reportaje: Las películas de «sci-fi» que precedieron a ‘Interstellar’