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¿Cuál es el mejor Joker de la historia?

Jared Leto

( ©Warner Bros. )

Finalmente no ha tenido la suerte, o los minutos que requería, el Joker de Jared Leto en Escuadrón suicida. El montaje presentado en cines ha reducido considerablemente su presencia relegándole a un lugar muy secundario en la película de David Ayer cuando la intensa campaña de promoción se centró sobre todo en él, y en la Harley Quinn de Margot Robbie.

Este recorte (más de uno asegura que la versión de los ejecutivos de Warner se impuso a la del propio director) ha provocado no solo el descontento del mismo actor sino también de algún fan que ha decidido llevar el asunto más lejos, hasta los tribunales, sintiéndose engañado por escenas que aparecían en los tráilers y que luego no se han visto en la película.

Pero, pese a ello, ¿qué lugar ocuparía el Joker de Jared Leto entre los mejores de toda la historia? Variety ha elaborado una lista, difícilmente rebatible, con los 5 mejores. ¡No os pongáis tan serios! ¿Adivináis quién estaría en el número 1?

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Nicholson, hacer de la mueca un arte

Jack Nicholson

Grande entre los grandes en el Olimpo de los Dioses de Hollywood. Empezó como chico de los recados en el departamento de dibujos animados de los estudios Metro Goldwyn Mayer y acabó convirtiéndose en uno de los mejores y más famosos actores durante 4 décadas seguidas. Leyenda aún viviente, la noticia de la posibilidad que padezca Alzhéimer me conmocionó. No es oficial, su entorno lo niega, pero a sus 76 años se dice que Nicholson ya casi no sale de su casa, que no es capaz de recordar los papeles que le puedan llegar. La sola idea de pensar que no vuelva nunca más a ponerse ante unas cámaras me aterra.

Es uno de esos actores que van ligados al cine, a la historia y crecimiento cinéfilo. Cuesta imaginar que se sigan haciendo películas sabiendo que (seguramente) Nicholson ya no volverá a aparecer en ninguna de ellas.

De su extensa filmografía, más de 60 trabajos en el cine, 12 nominaciones a los Oscar y entre ellas 3 estatuillas (2 al mejor actor principal y 1 al secundario), un récord. Si sólo pudiera quedarme con 5 de sus papeles protagonistas para mí serían, cronológicamente, el investigador privado «Jake» Gittes de la espléndida Chinatown (1974), en la que el mismo director Roman Polanski se permitía el detalle de cortarle la nariz, luego aparecía con una tirita sin perder ni un ápice de su carisma; naturalmente también esa inmersión en la locura (de las instituciones psiquiátricas) del rebelde McMurphy en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975); su icónica interpretación en El resplandor (1980) de Stanley Kubrick; el malhumorado, solitario y maníaco Melvin Udall evitando las rayas de las baldosas de la calle en Mejor… imposible (1997) o una de sus mejores interpretaciones, en la madurez, como Warren Schmidt en A propósito de Schmidt (2002). Y una mención especial (¡5 es imposible!) para Buddusky en El último deber (1973).

Jack Nicholson El resplandorEs en El resplandor donde quería detenerme. Allí, el bueno de Jack, mismo nombre que su personaje en la ficción, Jack Torrance, dinamita los conceptos de lo que debe de ser una buena interpretación. Algo controlado, sobrio, contenido, expresando lo máximo con lo mínimo… y sin embargo, ¿sería lo mismo ver al bueno de Torrance destrozando a hachazos la puerta tras la cual se esconde una asustadísima Shelley Duvall, o diciendo aquello de “¡Aquí está Jack!”. Y Kubrick, tan controlador, tan omnipresente y meticuloso él, incluso se sumó a sus excentricidades pasadas de rosca dedicándole ese inserto en forma de celebérrimo primer plano de Jack sacando la cabeza por entre un hueco de la puerta. Es la imagen que ha presidido uno de los carteles más conocidos de la película.

Su muestrario de muecas, rictus de sonrisas malvadas o burlonas, cejas arqueadas y caras que va poniendo el desquiciado (para su personaje) Nicholson son icono y patrimonio cinematográfico. Sin Nicholson ni El resplandor ni el bueno de Jack Torrance (en el fondo él es la gran víctima de este relato) seguramente no hubieran sido lo mismo.

Pocos años después, volvería a pasárselo en grande, nuevamente suelto y haciendo de las suyas en Las brujas de Eastwick (1987), donde literalmente hacia el diablillo, y sobre todo como Jack Napier, alías Joker, en el Batman (1989) de Tim Burton. «Joker es como una versión psicópata de Bugs Bunny», dijo. Se comía a sus personajes, los transformaba en él, lo mismo haciendo de licántropo en Lobo (1994). No había criatura humana o sobrenatural que se le resistiera.

Como secundario siempre ha sido igualmente enorme. ¿Sería lo mismo Algunos hombres buenos (1992) sin su cabronazo coronel Jessup? Y de nuevo como protagonista siento una gran simpatía por su personaje de Harry Sanborn en Cuando menos te lo esperas (2003), junto a Diane Keaton, en la que ya no interpretaba, simplemente se limitaba a ser él mismo, con la sensación de que esto era aún mejor que lo que pudiera dar de sí un rol ficticio sobre el papel.

Jack Nicholson gafas negrasNicholson también podría ser calificado como uno de los grandes golfos y granujillas de Hollywood. Asegura que se dedicó al cine sencillamente porque «le gustaba», compartiendo su tiempo con sus otras grandes pasiones; Los Angeles Lakers, la lucha libre profesional y las mujeres.

Si Warren Beatty llegó a declarar que se había acostado con ¡12.775 mujeres! (¿cómo llevaba la cuenta?), y aparte los «aquí te pillo aquí te mato», Nicholson se quedaría en más de 2.000 (también le ganaría Charlie Sheen, que se vanagloria de 5.000). ¿Qué se puede esperar de alguien que lanza consejos como «Sólo debes mentir a dos personas en la vida: a tu novia y a la policía»?. Atrás sólo un matrimonio, y entre sus relaciones más conocidas la actriz Angelica Huston durante 12 tumultuosos años de idas y venidas. Juntos protagonizaron El honor de los Prizzi en 1985 (bueno, la protagonista era Kathleen Turner, y Angelica se llevó el Oscar a la mejor actriz de reparto), dirigidos por el padre de ella, el también grande John Huston.

A sus 70 años aún vacilaba diciendo que «sólo tomaba Viagra cuando estaba con más de una mujer», y aseguraba no separarse, al menos públicamente, de sus características gafas oscuras porque sin ellas entonces sólo «era un gordo y setentón».

Y les dejo con la imitación que de él hizo Leonardo DiCpario, con su peculiar arqueo de cejas y sonrisa burlona (juntos coincidieron en la oscarizada Infiltrados de Scorsese), y que hizo durante la promoción de Django desencadenado en Japón.