Al menos uno de sus protagonistas, Dani Rovira, así lo espera. En una entrevista a la agencia Europapress se mostraba optimista sobre el efecto balsámico que pueda ejercer Ocho apellidos catalanes, que se estrena este viernes, 20 de noviembre, ante el llamado «desafío soberanista» del Parlament català: «Ayudará a quitar hierro» a esta situación de tensión que se vive en España. Aunque, lógicamente, después matiza que la película no está para sanar heridas.
Las discrepancias están en el ámbito político y económico, no tanto a nivel de la calle: «En el trato personal no existe tal discrepancia, ni odio o desapego. Dudo que una persona de Barcelona se lleve mal con una de Salamanca», asegura el actor, cómico y escritor malagueño que también ha aprovechado el inminente estreno de esta comedia para presentar su colección de microcuentos recopilados en el libro Agujetas en las alas y 88 razones para seguir volando.
Ocho apellidos catalanes, en la línea de la original y precursora, la de los «vascos», se presenta como una comedia ante todo amable que pretende reirse de los tópicos locales, pero siempre sin hacer sangre. Habrá castellers, sardanes, calçots, espetecs, mossos d’esquadra, senyeres y estelades independendistes, incluso se hablará de una «República catalana», y seguro que no faltarán alusiones a los tópicos de la pela es la pela por parte de los catalanes; pero es un producto para todos los públicos, y sensibilidades, dispuesta a ejercer algo de catarsis en la gran sala de cine, apuntando hacia todo aquello que nos diferencia para, finalmente, intentar unirnos.
