¿Qué sería la vida sin una pizca de locura? (‘Toni Erdmann’, 2016)

Propuestas de cine

Toni Erdmann 2016

( ©Golem )

Una simple peluca y una dentadura postiza. Una transformación que no engañaría a nadie pero que nos sirve para el juego de cambio de rol y de recuperación de sentimientos y cariños paternofiliales perdidos que nos propone Toni Erdmann. Ante cuestiones de peso como ¿Eres feliz? ¿Me quieres? o ¿Cuál es el sentido de la vida? la comedia existencialista de la alemana Maren Ade evita un tratamiento plomizo aún metiendo a sus dos personajes protagonistas en una historia de cocción a fuego lento.

Para quien no lo sepa, Toni Erdmann está siendo la sensación en los últimos meses entre la crítica y la prensa especializada, de hecho desde que se estrenó en mayo pasado en Cannes. Se está llevando todos los premios importantes y es la película del momento entre los cinéfilos, la que deben amar o aprender a apreciar si uno no desea quedarse fuera de juego, arrinconado en el grupito de rezagados que no se enteran de nada. Cine de autor en mayúsculas y tercer largometraje de una excelente conocedora del cinéma d’auteur gracias a su trabajo como productora. Así que habrá que andarse con pies de plomo porque tanta expectativa puede provocar sus consiguientes efectos secundarios en forma de mayúscula decepción, y además de más de dos horas y media, que es lo que dura.

Toni Erdmann 2016

( ©Golem )

Pero la diosa fortuna del cine sonríe, sobre todo si lo que busca es una película distinta. En primer lugar, es incuestionable que al menos nos regala dos interpretaciones magistrales. El actor de teatro austriaco Peter Simonischek es Winfried, un profesor de música casi jubilado. Aunque más bien se diría que su profesión fue y es la de bromista incorregible y un gran aficionado a inventarse historias y personajes. Pero ante todo es el padre que un buen día, o quizá antes, descubre que su hija pasa bastante de él. Ya no es la niña de sus ojos con la que, se intuye por una de las escenas clave del filme, compartía momentos irrepetibles cantando y tocando el piano. Ella, Inés (Sandra Hüller), además de estar lo suficientemente crecidita es una fría y calculadora consultora de una empresa petrolífera con sede en Rumanía. Una implacable ejecutiva, sin tiempo para nada ni nadie que no sea su móvil o negocios, que no tiembla ni siente remordimiento si el hacer bien su trabajo implica cosas como despedir a gente. Todo sea en aras de la modernidad y los beneficios de empresa en el marco de una Europa igualmente desorientada.

Durante una inesperada visita de Winfried a su hija para ver cómo es su día a día, los dos, y de manera nada sorprendente, sentirán todo el vacío y la frialdad que habita entre ambos, el silencio incómodo de una despedida en el rellano, antes de subir al ascensor, porque no tienen nada más que decirse. Es entonces cuando no tardará en aparecer el tercer personaje, el Toni Erdmann del título, para intentar recuperar esos lazos perdidos o el recordar que a parte del trabajo y hacer negocios hay otras cosas.

Esta especie de cruce entre Big Fish de Tim Burton, Tootsie con Dustin Hoffman o Mi padre, mi héroe con Gérard Depardieu evita caer en el manual de autoayuda o la comedia familiar sensiblera y fácil, que por algo la comedia es una cuestión muy seria. Y es capaz de pasar en cuestión de microsegundos de lo más sutil a lo más grotesco, de la más dolorosa realidad a la ingeniosa extravagancia. Nota al margen, Sandra Hüller está inconmensurable asumiendo escenas que fácilmente podrían caer en el peor de los bochornos.

Al respecto de cuestiones profundas como la felicidad, el sentido de la vida, saber aceptar la pérdida o sobre la posibilidad de cambiar o no, Toni Erdmann no nos va a solucionar nada, pero aporta su granito de arena. Destaca, por sus efectos catárticos, una improvisada fiesta de cumpleaños nudista; y muy especialmente la conmovedora escena con la canción Greatest Love of All de Whitney Houston o un descomunal disfraz de monstruo peludo al que seguramente todos nos gustaría abrazar.  Y es que… ¿Qué sería de la vida sin una pizca de locura… y cariño? Tu padre que te quiere. Toni Erdmann.

Puntuación:

 

 

 

1 comentario

  1. Dice ser lo que se tiene por locura a veces es lo más saludable

    Incluso en Youtube pueden verse ejemplos que superan toda ficción y las reacciones y circunstancias nada tienen que ver con el temor que muchos medios pronosticaban, incluido el cine.
    Defiles de moda sin ropa.
    https://www.youtube.com/watch?v=EU30s7fkItI
    Bodypaint
    https://www.youtube.com/watch?v=xQRVDy_pq7o
    Gente paseando igaulmente la natiural.
    https://www.youtube.com/watch?v=IcGbXKefDnM

    Ejemplos de esta vertiente humana hay a toneladas por ahí. En la tele apenas se ve y en el cine, cuando aparecen, es bajo planos de censura y guardando siempre la «digna» cordura…

    22 enero 2017 | 18:10

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