He visto al diablo (‘La bruja’, 2015)

La bruja (The Witch, 2015)

( ©Universal )

El cineasta Roman Polanski tuvo no pocos quebraderos de cabeza durante el rodaje de La semilla del diablo (Rosemary’s Baby). La prohibición de filmar dentro del selecto y «maldito» edificio de apartamentos Dakota en Nueva York, donde dicen que rondan varios espíritus (entre ellos el del legendario actor y muy aficionado a las sesiones de espiritismo, Boris Karloff), le limitó a rodar solo planos de exteriores. Lo peor es que las sectas satánicas acusaban al cineasta de que en su película exhibiría demasiados secretos sobre sus cultos. Hubo protestas de algunos de ellos, y amenazas de muerte.

Lamentablemente, Polanski acabaría pagando en sangre, aunque no con la suya. En agosto de 1969, Charles Manson y su funesta «familia» de acólitos tarados perpetraron uno de los crímenes más escabrosas que se recuerdan de la crónica negra del pasado siglo, matando a la esposa del director, la bellísima actriz y modelo Sharon Tate y a las cuatro otras personas que se encontraban en ese momento con ella en su mansión de Los Angeles. No es que los asesinatos fueran una represalia por La semilla del diablo, ni mucho menos, pero Manson había sido también uno de los que se había manifestado ante el edificio Dakota.

Con La bruja (The Witch), el debutante Robert Eggers ha tenido mejor fortuna. Un cuento diabólico ambientado en la Norteamérica de los pioneros del siglo XVII, en la Nueva Inglaterra de 1630, premiada con la mejor dirección en Sundance y sobre todo reconocida, incluso por los no adeptos al cine de terror, como una de las mejores propuestas de género de los últimos años. Al contrario que la de Polanski, su obra sí que ha contado con la inesperada «bendición» precisamente de una secta satanista, elocuentemente llamada The Satanic Temple, que incluso llegó a colaborar con la distribuidora A24 en Estados Unidos organizando diversos preestrenos y coloquios. Pero no se trata de una de esas sectas que incluyen sacrificios humanos y ceremonias sangrientas.

La bruja (The Witch, 2015)

( ©Universal )

En La bruja, una familia de granjeros, el matrimonio y cinco hijos, es expulsada de la comunidad donde viven y se instalan en unos terrenos cerca de un bosque que, dicen, está habitado por una malvada hechicera. Las señales diabólicas no tardarán en aparecer. Cabras que dan sangre en lugar de leche, las cosechas que no son fértiles, dos de los hijos más pequeños cantando extrañas canciones, la inquietante presencia de un macho cabrío negro o la misteriosa desaparición de un bebé. Y, por supuesto, también hay brujas, sean bajo el aspecto de joven y bella dama o caracterizada como la clásica bruja vieja de nariz arrugada y repelente. Las sospechas de brujería recaerán en la hija mayor, Thomasin (excelente Anya Taylor-Joy), una adolescente con su incipiente despertar sexual.

Ella vivirá la imparable desintegración de su familia, los efectos de las supersticiones, de las paranoias y temores colectivos, del puritanismo y las intransigencias, de los extremismos religiosos ante los que solo parece haber un camino para la liberación, entregarse a ese «desorden» prohibido que desafía las reglas. Solo recordar que treinta años después de los hechos en los que se enmarca La bruja, en 1692, acontecerían los tristemente famosos Juicios de Salem.

Sobre la notable película de Robert Eggers, los de The Satanic Temple la calificaron, como no podía ser menos, de «experiencia satánica»; pero en otro sentido. Su portavoz, una mujer, Jex Blackmore, explicó las razones de su apoyo: «Nuestra esperanza es dar a conocer un mayor entendimiento de lo que significa ser satanista. Libre pensamiento, mujeres que pueden expresar lo que deseen, sexualidad no tradicional son cosas que han sido interpretadas como «satánicas» por nuestras comunidades y legislaciones. Lo que estamos tratando es evitar que el término sea peyorativo (…) Existe un interés en controlar la figura femenina y en ordenarle cual es su rol en la sociedad, el que beneficia a los hombres». (1)

La bruja (The Witch, 2015)

( ©Universal )

Cinematográficamente, La bruja se posiciona al lado de las mejores películas que han tratado el tema como la pionera, en el cine mudo, Häxan: la brujería a través de los tiempos (1922); Dies Irae (1943), una de las obras maestras de  Dreyer o la producción checa Martillo para brujas (1970), uno de los relatos más impresionantes y contundentes jamás realizados, el de la cacería de discípulos de satanás inexistentes, fueran mujres o hombres, al servicio de otros intereses, muy oscuros y muy humanos.

Pero, posiblemente el principal valor de la película de Eggers es que nos ofrece dos posibles interpretaciones, a escoger. Una es la mitológica, la que efectivamente los hechizos y desgracias se ciernen sobre la familia protagonista por culpa de los seres malignos sobrenaturales; luego está otra, en la que no habría brujas ni magia negra, son el reflejo de los miedos, las represiones y neurosis de las personas o sociedades. Así que no son pocos los que habrán visto al diablo. La mitología y el folclore popular ha dado forma a lo que es malvado y dañino: lo que puede causarnos un daño físico, lo que nos causa desgracias y mala suerte (las «maldiciones») o lo que amenaza nuestros valores, reglas o simplemente opiniones. Cada sociedad, cada individuo ha puesto cara y nombre al diablo, sea con criaturas surgidas de la imaginación o el mal encarnado en asesinos y, ya que estamos en tiempos muy revueltos, en líderes espirituales o políticos perfectamente reales y reconocibles.

(1) Curiosamente, La bruja ha coincidido en nuestra cartelera con el estreno de Reina Cristina, que ofrece una visión similar, la del diablo como abanderado de liberación de la mujer en un estado regido por fanatismos religiosos y las reglas de los hombres. En una de las escenas, la monarca (Malin Buska), inmersa en una cruenta guerra religiosa entre protestantes y católicos, se deja llevar por su irrefrenable pasión amorosa hacia su dama de compañía (Sarah Gadon) mientras ojea la Biblia del Diablo, libro también conocido como Codex Gigas.

 

7 comentarios

  1. Dice ser mucho mejor que las violencias, la belleza

    Mejor ver la gloria del arte divino. Pura bella naturaleza libre.
    Mucho mejor que bestialidades, brutalidades, sangres y visceralidades, guarradas de esas, la belleza hermosa de la humana naturaleza.
    Cuidado, atención, peligro, seres sensibles que no habéis visto nunca un cuerpo, en el link hay un precioso ser humano sin ropa. Avisados quedan, que parece que hace má sdaño que todas las guarradas del universo..
    http://anuglybeauty.tumblr.com/post/136392035999

    22 mayo 2016 | 12:49

  2. Dice ser lector

    A verrrr, no os dejéis engañar, no es una película de terror ni de miedo, es un truño. Probablemente la peor que he visto en años. Es la típica peli en la que que aparecen *cinéticos del todo a 100* diciendo que es una obra de arte (ejemplo:el pajillero de arriba). Luego no digáis que no os lo advirtieron..

    22 mayo 2016 | 12:58

  3. Dice ser Alejo

    A mi no me ha disgustado, pero no sé por qué la clasifican dentro del género de terror, cuando ni da miedo ni lo pretende.

    22 mayo 2016 | 13:49

  4. Dice ser Anónimo

    Yo entiendo por película de terror, historias que dan miedo o espanto, y esta película no da ni una cosa ni la otra. Ahora, como sistema para coger sueño es infalible. La empezamos a ver en VOSE espectantes con la ristra de críticos que la ponen por las nubes y al cuarto de hora empezó algún bostezo, a la media hora nos mirábamos en plan «pero esto qué es…» y los 40 minutos decidimos dejar de perder el tiempo. Atención Spoiler; después de tanto tostonazo con el diablo y las bruja del bosque, a la que la adolescente se convierte en una? Qué original, la historia sí. En todo caso no tengo ninguna intención de ver el resto. Aviso a navegantes; me encanta el cine clásico, me encanta el cine de pensar, el cine de autor, pero esto es un bodrio de proporciones bíblicas.

    22 mayo 2016 | 17:21

  5. Dice ser Marta

    En el cine hubo un cuántas deserciones y los que nos quedamos nos daban ataques de risa. Supongo que todos pensamos el timo que es pagar 8 eurazos por una ver una película que da miedo cero y aburrida hasta morir. No sé cómo se me pasó mirar rotten tomatoes antes de ir, ya sabía yo que tanto crítico lúcido diciendo maravillas no podía ser una bueña señal.

    http://www.rottentomatoes.com/m/the_witch_2016/?search=the%20witch

    22 mayo 2016 | 22:51

  6. Dice ser Ango

    La verdad que la película es un truño contando con ayuda de satanistas… se han lucido…

    23 mayo 2016 | 01:46

  7. Dice ser El Diablo existe.

    Yo he hablado muchas veces con alguien que se llama «diablo» y con alguien que se llama «dios». Dicen estar en la dimension 4. Me demostraron que tienen conocimientos y tecnologia avanzada. El tal diablo es bastante educado y el tal dios es un prepotente odioso. Soy agnostico pero esa gente existe. Como lo cuento.

    23 mayo 2016 | 08:01

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