40 años de ‘¿Quién puede matar a un niño?’ (1976)

¿Quién puede matar a un niño? 1976

El pasado fin de semana volví a ver ¿Quién puede matar a un niño? No era para menos, este martes, 26 de abril, se cumplen 40 años de su estreno. Debo reconocer que cuando la visioné por primera vez, hace ya tiempo, no me gustó especialmente. Entonces seguramente no supe valorarla, o no estaba con la suficiente predisposición para apreciarla, porque cuatro décadas no solo me ha subyugado sino que me ha parecido que sigue manteniendo intactas sus cualidades.

Está ese aire setentero, y sus posibles defectos, para este relato en el que predominan las escenas con la pareja protagonista paseándose entre calles y estancias desiertas de una pequeña localidad costera, en las que no hay nadie; o sí, solo niños, y en la que los adultos parecen haber desaparecido repentinamente. Largas escenas plagadas de silencios, truncadas por ruidos puntuales, una llamada de teléfono, persianas que se cierran, extrañas risitas infantiles. Lejos del ritmo narrativo que uno esperaría hoy en día y, sin embargo, tanto la historia como la planificación de Narciso «Chicho» Rodríguez Serrador continúa siendo estupenda.

Hace 40 años la idea de unos niños asesinos resultaba tan aterradora como desconcertante; la infancia está más relacionada con la inocencia que con los actos atroces pese a que los niños, en su ingenuidad, no dejan de ser crueles. La temática tenía sus antecedentes, aunque escasos: El otro (1972), A las nueve cada noche (1967), Suspense (1961), El pueblo de los malditos (1960) o La mala semilla (1956); pero «Chicho», basándose en la novela El juego de los niños, escrita por el gijonés Juan José Plans, le dio otra vuelta de tuerca plasmando una de las obras más emblemáticas del «fantaterror» español.

Un matrimonio británico, Evelyn (Prunella Ransome) y Tom (el actor australiano Lewis Fiander), ella embrazada de casi 7 meses y esperando su tercer hijo, viajan a un isla llamada Almanzora, cercana a Benavís, una población igualmente ficticia de la provincia de Tarragona (cerca de L’Ametlla de Mar), esperando pasar unas vacaciones al sol y, sobre todo, lejos del mundanal ruido. Calma y remanso. Sin embargo, en ese islote acaba de ocurrir un trágico suceso que pondrá patas arriba su escala de valores, el orden de las cosas y sus propias vidas.

¿Quién puede matar a un niño? 1976

(Prunella Ransome, Lewis Fiander, algún secundario y 300 niños protagonizaron la película)

Planteada como un thriller inquietante, sorprendió también por el hecho que su historia acaeciera a plena luz del día, y bajo un sol de justicia. El director de fotografía, José Luis Alcaine, tuvo que hacer un trabajo excepcional aunando distintas iluminaciones, las que se correspondían con las localizaciones de la isla de Menorca, la localidad catalana de Sitges, las de Almuñécar (Granada) y Ciruelos (Toledo). De la misma manera que la música que compuso Waldo de los Ríos es considerada como una de las más innovadoras de la banda sonora del cine español.

Igualmente llamativo fue su extenso prólogo, mientras iban apareciendo los títulos de crédito, en rojo. Unos siete minutos en los que se iban mostrando imágenes reales, extraídas de documentales y noticiarios, de niños como víctimas de los horrores de la guerra o el hambre. Los campos de concentración durante la II Guerra Mundial, la guerra de Corea, Vietnam, conflictos en la India… barbaries en las que los más pequeños eran carnaza propicia para las peores de las injusticias, con planos que no evitan contemplar los duros efectos, daños colaterales, en primer plano.

Visto de esta manera, justificaba que «Chicho» realizara su personal visión de Los pájaros de Hitchcock (y más de un plano lo «cita» textualmente) convirtiendo esa tranquila y aislada Almanzora en su Bodega Bay. Solo que aquí no son las aves las que se revelan contra las crueldades del ser humano, sino los niños contra «su principal enemigo», los adultos. La película no se recrea en la sangre ni en lo morboso, prefiere que sea la imaginación del espectador la que trabaje (escalofriante la escena de los pequeños jugando a la «piñata» con un viejo), e introdujo numerosos cambios respecto a la novela original.

¿Venganza, advertencia o mero instinto de supervivencia? La historia de ¿Quién puede matar a un niño? nos condenaría a perpetuar un mundo sin mayores, en los que los mismos niños deberán ser eliminados al llegar a su edad adulta.

 

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Narciso "Chicho" Ibáñez Serrador

( Vía: Photobucket.com )

Fue el segundo, y último, largometraje de Narciso Ibáñez Serrador, nacido en Urugay gran aficionado al género de terror, aunque su carrera se desarrollaría sobre todo en televisión con programas inolvidables como el concurso espectáculo Un, dos, tres…, sus Historias para no dormir o esas presentaciones a lo Hitchcock en el ciclo de películas Mis terrores favoritos.

Se estrenó en la gran pantalla en 1969 con La residencia que alcanzó un éxito impresionante, más de 3 millones de espectadores pasaron en su momento por taquilla; en contraste, ¿Quién puede matar a un niño?, sin duda una premisa más difícil de digerir, reunió a casi 870.000. Sufrió la censura, tanto en España como en otros países. Pero con el tiempo se posicionó como una obra de culto a nivel internacional, tuvo un meritorio reestreno en 1980 y ha generado numerosas influencias, también un remake: la mexicana Juego de niños (2012).

 

2 comentarios

  1. Dice ser morlaco

    Los niños nos recuerdan a los animales que somos al estar menos socializados, inocentes y al mismo tiempo crueles. Gran película y ha envejecido con clase.

    26 abril 2016 | 09:40

  2. Dice ser Sociólogo Astral

    El niño es como un simio amoral y poco evolucionado.

    26 abril 2016 | 09:59

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