Una lucha que no cesa, por la igualdad (‘Selma’)

Estados Unidos durante la década de los 60 se caracterizó porque lo de las armas había ido a más. Hubo un periodo en el que los objetivos eran personajes ilustres o magnicidios convocando el llamado “fin de la inocencia” de esa Norteamérica idealizada, también sobre todo a través del cine. El presidente Kennedy cayó abatido un 22 de noviembre de 1963 en Dallas; el activista beligerante Malcolm X, a favor de los derechos de los norteamericanos de raza negra, un 25 de febrero de 1965 en Manhattan. Pocos años tardaría en seguir su camino Martin Luther King jr.

Y tal vez sí que al sucesor de Kennedy, Lyndon B. Johnson, se le acumulaban los problemas, en casa y afuera. La imparable escalada bélica en Vietnam, la lucha contra la pobreza y los desequilibrios sociales, y mil cosas más. Pero a mediados de los 60, Norteamérica también tuvo que decidir si, en el país autoproclamado de las libertades y derechos, trataba a los afroamericanos como seres humanos o seguía, como ocurría especialmente en los estados del sur, considerándolos simples bestias, a las que dar de comer a parte, impidiéndoles mezclarse con los blancos, negándoles lo que su patria concedía a sus ciudadanos.

Odio y segregación, y la figura del reverendo Martin Luther King desafiando, provocando, mediante la “lucha” pacífica (al igual que Ghandi) recurriendo a los discursos y manifestaciones para lograr la igualdad de los derechos civiles de su raza simbolizados en el derecho a voto, lo que les permitiría acceder a cargos oficiales y públicos, equilibrar fuerzas de decisión y poder.

Selma 2014

( Wanda Vision )

La marcha de 87 kilómetros desde la localidad Selma, en Alabama, y sus varios intentos para cruzar el puente de Edmund Pettus hasta Montgomery, la capital del Estado (y de la que en este año se conmemora el 50 aniversario), puede parecernos distante, que no va con nosotros, pero simboliza que la lucha por los derechos, sean de trabajadores, mujeres o cualquier colectivo siempre ha requerido de sus batallas, mártires, bajas y… líderes.

La marcha desde Selma ocupa la parte final del metraje. Hasta entonces, su directora Ava DuVernay había dejado claro que la suya era una película impoluta, pero con abundantes subrayados y efectismos para destacar los elementos más dramáticos, incluyendo el uso de la cámara lenta. Buscando en primer plano esa tragedia que vivía la población negra o las disyuntivas, también en su vida privada y familiar del mismo King (aunque rehúye sus aspectos más polémicos, como posibles infidelidades). Hasta entonces todos los personajes de raza blanca se han mostrado o villanos (racistas y con rostros dominados por el rechazo y la aversión) o manipuladores, como el presidente y sus asesores.

No está exenta de maniqueísmo, pero guarda sus buenas bazas. El actor británico David Oyelowo compone un Martin Luther King sorprendentemente parecido con el original y sobrio en su interpretación, y lo mejor está en sus entrevistas y enfrentamientos dialécticos, en esa batalla en la trastienda, en el escenario político de despachos de la Casa Blanca o vía teléfono, con el presidente B. Johnson (un igualmente excelente Tom Wilkinson). Precisamente, uno de los aspectos más criticados sobre la película en Estados Unidos es que, contrariamente a la visión que ofrece DuVernay, el presidente B. Johnson siempre estuvo al lado de Martin Luther King en su reivindicación del voto para todos.

Para la directora, curtida en el mundo de la publicidad, a la tercera ha ido la vencida y ha sido su primer largometraje estrenado en nuestras salas; y ante todo Selma, y por si cabía duda alguna, es su sentido homenaje hacia aquellos hechos. Tras ella el apoyo de la productora Plan B de Brad Pitt (que ya estuvo en 12 años de esclavitud) o relevantes figuras del espectáculo como Oprah Winfrey, que tiene en su primera escena, en la que se le niega su derecho a voto, uno de los momentos más crudos y emotivos.

Ante las cámaras, en las que también brilla Carmen Ejogo como esposa de Luther King, obtuvo la complicidad de intérpretes como Tim Roth encarnando al desagradable y racista gobernador del estado de Alabama; Giovanni Ribisi asesor del presidente; Martin Sheen interpretando a un juez liberal; Cuba Gooding Jr. o el rapero Common, además uno de los intérpretes (junto con John Legend) de la oscarizada, y conmovedora canción Glory con la que se inician los créditos finales de Selma. Y 50 años después, en Estados Unidos, y pese a que un hombre de color ha logrado por primera vez  acceder a la presidencia, caemos en la cuenta de que aún queda mucho camino por recorrer. Allí y acá.

 

 

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