‘Los juegos del hambre’, el porqué me han gustado las dos primeras entregas

Todavía recuerdo la reticencia con la que leí, hace unos pocos años, la noticia de que adaptarían al cine Los juegos del hambre (The Hunger Games), todo un bestseller de la autora Suzanne Collins. Otra saga literaria para adolescentes y para aprovechar el tirón de Crepúsculo. Al igual que en las novelas de Stephenie Meyer, también habría una chica debatiéndose entre el amor de dos muchachos, y además su argumento tenía curiosas similitudes con la japonesa y referencial Battle Royale (2000).

La sorpresa fue comprobar, con la primera y su segunda entrega, que pese a todo eran un muy notable entretenimiento, unas muy dignas películas de ciencia-ficción y aventuras. Los ejecutivos de Hollywood se habían apuntado un buen tanto. Algo comercial y bien hecho. Además, entre medio de una y otra película su protagonista, Jennifer Lawrence, ganó el Oscar a la mejor actriz por El lado bueno de las cosas, aumentando el caché de los filmes. Jennifer ya había destacado poderosamente en la excelente Winter’s Bone, por la que fue nominada por primera vez, y amenazaba con desbancar a la gran promesa del momento,  Ellen Page, como finalmente así ha sido.

Jennifer Lawrence ha hecho de Katniss Everdeen, la chica de dieciséis años harrapienta, solitaria, introvertida y humilde del Distrito 12 la encarnación perfecta de heroína dispuesta a sacrificarse por aquellos que ama, por los más indefensos (en un principio, su hermana menor), el símbolo de la rebelión contra el Capitolio del tiránico Presidente Snow (Donald Sutherland). La vieja historia de David contra Goliat, y la del mito del adolescente inconformista rebelándose contra el mundo de los adultos cobrando vida. Como el Sinsajo que la representa, Katniss es un pajarillo de apariencia inofensiva capaz de poner patas arriba todo el orden establecido. O el símbolo perfecto de aquellos que persiguen a un líder con el que atraer a las  masas para su causa. La mecha final que prenderá el fuego.

Liam Hensworth, Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson ( GTRES )

Sorpresa fue también ver a Woody Harrelson amoldándose perfectamente a su rol de mentor y maestro de la joven. O como esos estrafalarios vestuarios y decorados lograban amoldarse bien en ese contexto futuro, acentuando esa necesidad de reality show, del todo vale en el espectáculo para entretener y mantener convenientemente adormecida (y aterrada) a su audiencia-súbditos.

Pero aún mejor fue comprobar esa sensación de peligro en la aventura y acción. La muerte verdaderamente estaba acechando a los personajes implicados en ese juego letal (con una nueva trampa o un enemigo escondido), y en el que los más débiles y menos preparados (caso de la misma Katniss) poco o nada parece que podrían hacer para sobrevivir. ¿Cómo se las ingeniarían para salvaguardas sus vidas?. Ésto y que el triángulo amoroso entre los protagonistas resultaba mucho menos molesto y empalagoso de lo habitual.

Otro de los grandes aciertos ha sido, hasta el momento, el condensar cada libro en una única película. Claro está que muchos detalles y pasajes se quedarían en el tintero, pero le daba ritmo y fuerza, separando el grano de la paja, a las más de dos horas y cuarto de cada película.

Pero ahora el  temor, con la avaricia de querer alargar la gallina de los huevos de oro, es que con la tercera novela dividida en dos películas se resienta el esperado clímax o toda esa contundencia y efectividad narrativa de las dos primeras adaptaciones.

Otros lo han intentado, o están en ello, la saga Divergente o El corredor del laberinto, con éxito entre su público apreciable, pero ahí está «la chica en llamas» conservando aún su podio.

Y os dejo con el tráiler de en Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1, que se estrena este mismo viernes.

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