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España, ¿el mejor sistema sanitario del mundo? ¿Solo un mito o hay algo de cierto?

Hace unos días veía la luz un nuevo libro escrito por Ezekiel Emanuel, un nombre rimbombante que no dirá nada a la mayoría, pero que ya era un prestigioso oncólogo de Harvard antes de virar hacia los asuntos públicos y convertirse, entre otras cosas, en uno de los cerebros del llamado Obamacare, la reforma del sistema sanitario de EEUU impulsada por Barack Obama.

El libro de Emanuel se autoexplica en su título: Which Country Has the World’s Best Health Care?, o ¿qué país tiene la mejor sanidad? Corrección: en realidad, y aunque el título exprese una aparente vocación internacional, en realidad su enfoque está más dirigido a la propia nación del autor; analizando los mejores sistemas sanitarios del mundo, Emanuel pretende establecer eso que por ahí llaman un benchmarking para descubrir las fortalezas y carencias de la sanidad estadounidense, que en estos días se encuentra en entredicho por el explosivo crecimiento de la pandemia de COVID-19 en aquel país (aunque el libro no es un ejercicio de oportunismo, ya que se escribió antes de la pandemia).

Así, Emanuel valora 22 aspectos que incluyen la cobertura sanitaria, los recursos humanos, los precios de los medicamentos, las listas de espera, la libertad de los pacientes para elegir, los cuidados crónicos, los pagos o la financiación, entre otros. Y todo ello, comparando el sistema de EEUU con otros diez considerados de los mejores del mundo; a saber, Alemania, Francia, Suiza, Noruega, Holanda, Reino Unido, Australia, Canadá, Taiwán y China. Y por cierto, EEUU no sale muy bien parado de la comparación.

Imagen de https://fshoq.com / CC.

Imagen de https://fshoq.com / CC.

Pero, un momento: ¿y España? Porque todos hemos oído innumerables veces a distintos personajes afirmar que nuestro país tiene la mejor sanidad del mundo. Durante esta pandemia también ha sido uno de los mensajes más escuchados. Siendo así, ¿por qué entonces Emanuel no nos sitúa como el modelo en el que fijarse? ¿Alguien haría un ránking de los diez mejores científicos de la historia ignorando a Einstein, o de los diez mejores tenistas actuales dejando fuera a Nadal?

Así que a uno le ha picado la curiosidad por saber qué es lo que realmente dicen los estudios y opinan los expertos sobre la calidad del sistema sanitario español en comparación con otros, y si esa autoproclama de ser el mejor del mundo tiene algún fundamento o es simplemente un exceso de orgullo patrio.

Para ello, vayamos a las fuentes. Encontramos que una de las más citadas es Commonwealth Fund, una fundación privada de EEUU dedicada a la promoción de la salud pública y la sanidad. Esta organización mantiene desde hace años —su última edición se ha publicado también este mes— un estudio de perfiles de los sistemas de salud de una veintena de países, con el objeto de facilitar la comparación en el desempeño y la eficacia de unos y otros.

Y sorpresa, en esta veintena tampoco entra España: Australia, Brasil, Canadá, China, Dinamarca, Reino Unido, Francia, Alemania, India, Israel, Italia, Japón, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Singapur, Suecia, Suiza, Taiwán y EEUU. El Commonwealth Fund no dice expresamente que los sistemas sanitarios de estos 20 países sean necesariamente todos ellos mejores que los del resto de países; más bien son casos representativos de varios continentes para establecer los baremos de excelencia. Pero volvemos a lo de Einstein y Nadal: si fuésemos los mejores, mucha manía habría que tenernos para dejarnos fuera.

Pero que no cunda el pánico: otra de las referencias más citadas es el ránking que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró en el año 2000. Y aquí sí aparecemos en un puesto muy destacado: el séptimo de 191 países, solo por debajo de Francia, Italia, San Marino, Andorra, Malta y Singapur.

Sin embargo, hay una pega: el ránking de la OMS fue muy criticado por numerosos expertos que objetaron los parámetros valorados y los criterios utilizados. Por ejemplo, un 50% de la nota venía determinado por la esperanza de vida de los ciudadanos del país, que en nuestro caso es muy alta. Si se deja fuera este factor y se considera únicamente el criterio de respuesta, que solo aporta un 25% a la nota final y que incluye parámetros como la calidad y rapidez del servicio sanitario, bajamos a un muy modesto puesto 34. La controversia que suscitó el informe de la OMS hizo que esta organización abandonara su empeño comparativo. Después de aquel intento la organización ha continuado publicando su World Health Report, pero sin incluir un ránking de países.

Aún podemos encontrar otros ránkings. US News & World Report, una compañía estadounidense de medios de comunicación, publica cada año un ránking de los mejores países según distintos aspectos, en colaboración con la consultora BAV Group y la Universidad de Pensilvania. Los ránkings de esta organización tienen bastante repercusión; por ejemplo, el de las universidades estadounidenses es uno de los más citados. Este 2020, US News ha publicado una nueva edición de su ránking. Y en lo que se refiere a los sistemas de sanidad pública más desarrollados, España no consigue ni siquiera entrar en el top 10 (y por cierto, en calidad de vida aparecemos en el puesto 18).

Pero las cosas aún pueden empeorar, y mucho. Health Consumer Powerhouse es un observatorio sueco de políticas especializado precisamente en la comparación de los sistemas sanitarios de los distintos países europeos. Es la razón de su existencia, por lo que se les debe suponer la condición de expertos. El Euro Health Consumer Index (EHCI) publicado por esta entidad evalúa 35 naciones europeas según 46 indicadores que cubren un amplio espectro de parámetros del sistema sanitario, incluyendo derechos e información a los pacientes, acceso a la sanidad, resultados de los tratamientos, cobertura y alcance de los servicios, prevención o uso de fármacos. Y en su última edición hasta ahora, la de 2018, España obtiene un resultado bastante desolador: un puesto 19 de 35 países europeos. Ni siquiera entre las diez mejores de Europa.

En concreto, el informe del EHCI apunta que «España e Italia proveen servicios sanitarios donde la excelencia médica puede encontrarse en muchos lugares. La verdadera excelencia en la sanidad del sur de Europa parece depender demasiado de la capacidad de los consumidores de costearse una sanidad privada como suplemento a la pública. Asimismo, España e Italia tienen grandes variaciones regionales». El documento añade que en general los indicadores españoles han mejorado en esta última edición, situándonos a la par con Islandia y Portugal.

Algo más favorable para nuestro país resultó un estudio publicado en 2018 en la revista The Lancet por el Global Burden of Disease (GBD), un proyecto de colaboración de más de 3.600 investigadores de 145 países liderado por el Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington. Su índice de Acceso y Calidad de la Sanidad (HAQ, en inglés) sitúa a España en el puesto 19, pero en este caso de entre 195 países del mundo.

Entonces, con todo lo anterior, ¿de dónde nace el mito de que tenemos el mejor sistema sanitario del mundo? Una primera aproximación quizá pueda dárnosla otro índice, el de Bloomberg. Esta compañía financiera y de medios económicos publica un ránking de los sistemas sanitarios más eficientes, es decir, aquellos que obtienen mejores resultados de su nivel de inversión. Y según este criterio, España obtiene un brillante tercer puesto, solo por detrás de Hong Kong y Singapur. El primero es una parte de China y el segundo es una ciudad-estado con una superficie solo algo mayor que la de Madrid ciudad, por lo que de acuerdo a Bloomberg no sería disparatado decir que España es el gran país del mundo que mejor rendimiento obtiene de su inversión en sanidad.

Pero para saber por qué Bloomberg considera que nuestros resultados son tan magníficos, debemos fijarnos en cuáles son los criterios que utiliza. Y aquí, una vez más, el globo vuelve a pincharse, porque un 60% de la nota depende de la esperanza de vida, que según lo mencionado más arriba respecto al ránking de la OMS es un dato que nos deja en muy buen lugar; suele tomarse como un indicador del éxito de un sistema sanitario, pero es evidente que no indaga en los detalles de los servicios prestados, como también lo es que existen otros factores que influyen poderosamente en la esperanza de vida.

De hecho, podemos llegar a la conclusión de que es probablemente nuestra alta esperanza de vida la que ha originado el mito sobre el mejor sistema sanitario del mundo. Además de su ránking sobre la eficiencia de los sistemas sanitarios, Bloomberg publica otro índice de los países más saludables. En 2019, España superó a Italia para colocarse en el puesto número uno del mundo, gracias a nuestra esperanza de vida, la mayor de Europa, a lo que el índice de Bloomberg une otros factores de salud y de acceso a recursos como el agua potable. En cuanto a nuestra larga vida, los expertos señalan un factor de peso: la dieta.

En resumen, si de algo no cabe duda, de acuerdo a los datos actuales refrendados por varias instituciones, es de que somos uno de los países donde más se vive, lo cual puede traducirse en que somos un país cuyos niveles de salud de la población nos sitúan entre los más sanos del mundo. Pero no, no tenemos el mejor sistema sanitario del mundo, o al menos ningún informe o estudio dice tal cosa. Por mucho que la campaña institucional del gobierno #ThisIsTheRealSpain afirme que «según el informe anual The Global Competitiveness Report del Foro Económico Mundial, España es el país del mundo con mejor sanidad, junto con Hong Kong, Japón y Singapur», no es más que un farol; el citado informe no habla en absoluto de la calidad de los sistemas sanitarios, sino que se limita a utilizar los datos del GBD referidos exlusivamente a la esperanza de vida.

Vivimos mucho, sí, y posiblemente gracias en parte a nuestro sistema sanitario, a pesar de que no sea el mejor del mundo, y ni siquiera uno de los mejores. Lo cual tampoco está tan mal.

Y el autor del artículo de ciencia más comentado de 2016 es… Barack Obama

El Almendro vuelve a casa por Navidad, y los balances del año comienzan a florecer en los medios como… como flores. La compañía Altmetric, que mide la repercusión de los estudios científicos y académicos en internet, ha publicado su Top 100 de 2016. Y la novedad, quizá no la sorpresa, es que el número uno, el artículo más comentado del año, se publicó el 2 de agosto (11 de julio en internet) en la revista The Journal of the American Medical Association (JAMA) y viene firmado por un solo autor, un tal Barack Obama.

Barack Obama. Imagen de Wikipedia.

Barack Obama. Imagen de Wikipedia.

Hasta este momento, el artículo ha aparecido en 315 noticias, 45 entradas de blogs, 8.943 tuits y 201 entradas de Facebook, entre otros medios y redes. A todos ellos hay que añadir uno más, este que están ustedes leyendo: 20 Minutos está en la lista de los medios recogidos por Altmetric. Y seguramente la noticia de que es el artículo de ciencia más comentado del año le dará a su vez un nuevo empujón.

Obviamente el artículo de Obama no es científico, sino político. Se titula United States Health Care Reform: Progress to Date and Next Steps (Reforma sanitaria de EEUU: progreso hasta la fecha y próximos pasos) y analiza lo que valora como un «cambio positivo» en el que ha sido uno de los grandes objetivos de su mandato, recomendando prioridades para el próximo gobierno; que, por entonces, en julio, ni él ni nadie podía imaginar que estaría presidido por un malo de peli mala como Donald Trump.

Pero lo que quiero comentar aquí no es la reforma del sistema sanitario en EEUU; no es el contenido, sino el continente. El artículo de Obama es una típica pieza de análisis y opinión en una revista científica, con su estructura canónica, su declaración de conflictos de intereses, sus 68 referencias bien citadas y enumeradas, su información sobre la identidad, titulación y afiliación del autor (Barack Obama, JD [doctor en leyes], presidente de Estados Unidos, The White House, 1600 Pennsylvania Ave NW, Washington, DC 20500), y su correo electrónico de contacto, que naturalmente no es el suyo propio sino el de prensa de la Casa Blanca.

Y siendo obvio que Obama no se lo ha guisado y comido solito, sino que le ha ayudado un equipo de expertos convenientemente citados en los agradecimientos, a lo que voy con todo esto es, y perdónenme el grito en mayúsculas:

¿IMAGINAN ALGO PARECIDO AQUÍ?

Por lo demás, la lista de los diez estudios y artículos científicos más comentados incluye algunas de las historias más importantes del año en este campo y que también han tenido cabida en este blog, como el descubrimiento de las ondas gravitacionales, la relación entre zika y microcefalia, el posible Planeta Nueve del Sistema Solar, la polémica sobre el azúcar y las grasas, o el nuevo atlas mundial de la contaminación lumínica.

Hay un dato que resulta curioso. La lista que sigue muestra el número de estudios del Top 100 de Altmetric en los que participan instituciones de cada país. He seleccionado los 20 países más potentes en ciencia por número de publicaciones según el ránking de SCImago que ya comenté aquí:

  1. Estados Unidos: 75
  2. China: 5
  3. Reino Unido: 33
  4. Alemania: 14
  5. Japón: 5
  6. Francia: 8
  7. Canadá: 6
  8. Italia: 5
  9. India: 3
  10. España: 4
  11. Australia: 12
  12. Corea del Sur: 2
  13. Rusia: 1
  14. Holanda: 5
  15. Brasil: 4
  16. Suiza: 6
  17. Taiwán: 1
  18. Suecia: 3
  19. Polonia: 4
  20. Turquía: 0

No olvidemos, el Top 100 de Altmetric no dice nada de la calidad de los estudios o de su relevancia para la ciencia, sino solo de cuánto se han comentado (con enlaces directos) en medios online, blogs y redes sociales; es un índice mediático, no científico. Los responsables de este Top 100 son (somos) los periodistas de ciencia, científicos presentes en blogs o redes y el público con interés en el campo.

La conclusión es que la ciencia anglosajona es infinitamente más mediática; su maquinaria de divulgación es la más potente, además de contar con la ventaja de su idioma, lingua franca de la ciencia. Destacan EEUU (primera potencia mundial en ciencia) con 75 estudios, Reino Unido con 33 y Australia con 12, además de Alemania con 14. China, segunda actualmente en número de publicaciones, solo participa en cinco estudios, uno más que España.

Casi todos los países de la lista participan en el estudio de descubrimiento de las ondas gravitacionales publicado en Physical Review Letters, un trabajo monstruo con la colaboración de más de 1.000 científicos de 133 instituciones. España colaboró a través del equipo de la Universitat de les Illes Balears.

Los otros tres estudios con participación española son: el hallazgo de Proxima Centauri b, el exoplaneta posiblemente habitable más cercano, en el sistema de Alfa Centauri, publicado en Nature; la revisión en Science que proponía denominar Antropoceno a la época geológica actual, en la que participaba el geólogo de la Universidad del País Vasco Alejandro Cearreta; y un estudio genético aparecido en Nature Communications que identificaba genes implicados en los rasgos del pelo de la cara y la cabeza en la población latinoamericana, con la participación del equipo del biólogo molecular de la Universidad de Oviedo Carlos López-Otín.

Ilustración de un posible paisaje en el exoplaneta Proxima Centauri b. Imagen de ESO/M. Kornmesser vía Wikipedia.

Ilustración de un posible paisaje en el exoplaneta Proxima Centauri b. Imagen de ESO/M. Kornmesser vía Wikipedia.

Pero sin duda el trabajo estrella de la ciencia española en este año que termina es el hallazgo de Proxima b, el exoplaneta más cercano a la Tierra jamás descubierto con posibilidades de contener agua líquida en su superficie, a solo 4,2 años luz. La investigación cuenta con la participación del Instituto de Astrofísica de Andalucía, pero además el principal responsable del estudio es catalán, Guillem Anglada-Escudé, de la Universidad Queen Mary de Londres.

Obviamente es más que probable que otros estudios del Top 100 de Altmetric cuenten con la participación de investigadores españoles trabajando en el extranjero; tenemos científicos de primer nivel, pero nos faltan centros de primer nivel que atraigan también a científicos extranjeros de primer nivel. Lo que cuenta a la hora de valorar la potencia científica de un país es la ubicación del centro en el que se ha gestado su trabajo, con independencia de que sus autores se llamen Pérez o Smith.