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La Costa Brava, invadida por estrellas de mar clónicas e ‘inmortales’

Parece como si en verano fuéramos más propensos a acordarnos de seres que comparten con nosotros esta roca mojada y a los que tendemos a ignorar el resto del año. En realidad no es así, pero hablar de estrellas de mar en esta estación del año casi transmite una sensación vacacionera refrescante que se agradece en el estío bochornoso que nos ha tocado. Así que es una buena ocasión para contar un estudio publicado el pasado mayo que descubre un relevante dato científico y un curioso dato anecdótico. Estudiantes de periodismo, este es un ejemplo de la tensión entre lo importante y lo interesante de la que alguna vez os han hablado (o deberían haberlo hecho).

Ejemplares de estrella de mar de la especie 'Coscinasterias tenuispina'. Imagen de la Universidad de Gotemburgo.

Ejemplares de estrella de mar de la especie ‘Coscinasterias tenuispina’. Imagen de la Universidad de Gotemburgo.

Primero, el contexto. Un equipo de investigadores de la Universidad de Barcelona, el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (Girona) y dos universidades suecas ha estudiado varias poblaciones de una estrella de mar llamada Coscinasterias tenuispina, un habitante de las costas mediterráneas y de los litorales atlánticos, desde Francia hasta Brasil. Dado que soy habitante de interior, ignoro si a esta estrella se le da un nombre común concreto en alguna región litoral, pero tiene la peculiaridad de sus muchos brazos, normalmente siete, generalmente entre seis y doce, motivo por el cual aparece referida en algunas fuentes por el enigmático nombre (es broma) de estrella de muchos brazos.

Los científicos recogieron estrellas de dos poblaciones mediterráneas, en Llançà (Costa Brava) y Taormina (Sicilia), y dos atlánticas, Bocacangrejo y Abades, ambas en Tenerife (estudiantes de biología, la localización de estos emplazamientos es un ejemplo no trivial de las grandes satisfacciones que la ciencia puede proporcionar). El objetivo de los investigadores era estudiar el envejecimiento celular en las estrellas en dos situaciones diferentes: cuando se reproducen sexualmente y cuando se clonan. Las estrellas de mar tienen la alternativa de recurrir a la vieja y clásica, aunque nunca por ello tediosa, reproducción sexual, o bien ceñirse a la también vieja y clásica, más aburrida y desconocida para el ser humano, reproducción fisípara (de “fisión”), consistente en partir su disco central en dos y luego regenerar lo que falta en cada una de las partes para dar lugar a dos individuos genéticamente idénticos.

Otros investigadores ya habían observado que en las planarias, esos gusanos que hacen como las escobas de Mickey Mouse en El aprendiz de brujo, la reproducción por clonación tiene un efecto rejuvenecedor en las células; al menos en lo que se refiere a los telómeros, los pies de los cromosomas que se van acortando con la edad para marcar el declive final hacia esos años tan dorados. Esto también se había observado en un tipo de ascidias marinas.

Ahora, lo importante. El nuevo estudio, publicado en la revista Heredity (del grupo Nature), demuestra que los cromosomas de las poblaciones clónicas tienen los telómeros más largos –más jóvenes— que los de las comunidades en las que predomina la reproducción sexual. Es más: en los clones, las partes nuevas aparecen rejuvenecidas en sus telómeros en comparación con las viejas, como si la clonación favoreciera una especie de reseteado celular. De este modo, la clonación es una manera de mantener a estas estrellas jóvenes y sanas durante más tiempo. El estudio es el primero que muestra este efecto en organismos salvajes que pueden optar entre las dos modalidades de reproducción.

En biología se sabe que la reproducción sexual nos proporciona ventajas evidentes (no, no me refiero a esa; el uso recreativo de los aparatos explica por qué nos gusta tanto hacerlo, no por qué lo hacemos): la recombinación de fragmentos de los cromosomas y la combinación de paternos y maternos no solo ayuda a diluir el efecto de las mutaciones dañinas que puedan surgir con el tiempo, sino que además nos prepara mejor como especie para adaptarnos a los posibles cambios en el entorno.

Y por fin, lo interesante. Muchas especies mantienen la reproducción asexual a pesar de perderse las ventajas del sexo. Pero probablemente obtienen otras a cambio que lo justifican. ¿Qué tal lo más parecido a la inmortalidad a lo que puede aspirar un ser vivo? Gracias a este reseteado de los telómeros, muchas especies han encontrado la fórmula de la eterna juventud. En su estudio, los autores citan algunos ejemplos: en el Mediterráneo hay praderas clónicas de la hierba Posidonia oceanica que llevan viviendo entre miles y decenas de miles de años; en Canadá se han encontrado bosques de clones de álamo temblón (Populus tremuloides) que crecen en red sobre sus raíces y cuya edad se estima en 10.000 años; y en Noruega se han hallado corales clónicos con una edad que ronda los 5.000 años.

En cuanto a las estrellas, se sabe que en diferentes localizaciones las comunidades de la especie analizada en el estudio tienden a optar con preferencia por una de las dos modalidades de reproducción. La coautora del trabajo Helen Nilsson Sköld, de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), dice en una nota de prensa: «Nuestros resultados de los marcadores genéticos muestran que las estrellas de mar son más propensas a clonarse a sí mismas en el Mediterráneo. De hecho, en la Costa Brava española parece existir un único clon». Algunos científicos piensan que los linajes clónicos son potencialmente inmortales. Así que, si van de vacaciones a la Costa Brava y por casualidad encuentran una de esas estrellas de muchos brazos, recuerden que nosotros solo somos pobres mortales; trátenla con el respeto que se merece.

Pasen y vean lo que hace una estrella de mar con un chip de seguimiento

No solemos pensar en la estrella de mar como un animal de especiales talentos, y la figura de Patricio, el amigo del alma de Bob Esponja, tampoco contribuye precisamente a ello, por haberle tocado el papel del más simplón entre los habitantes de Fondo de Biquini. Pero sepan ustedes que el padre de estos dibujos animados, Stephen Hillenburg, fue biólogo marino antes de dedicarse a la televisión, y que de hecho algunos de sus personajes nacieron en un cómic creado para explicar a los alumnos que visitaban el Ocean Institute de California cómo era la vida en la zona intermareal. Así que, en cierto modo, podríamos decir que Bob Esponja es una serie que cuenta con un sólido asesoramiento científico. Claro que por entonces Bob aún era una esponja marina, no una de cocina.

Patricio Estrella. Imagen de Nickelodeon.

Patricio Estrella. Imagen de Nickelodeon.

Pero volviendo a Patricio, la serie muestra en alguna ocasión una de las habilidades más conocidas de las estrellas de mar, la regeneración cuando pierden alguno de sus brazos. Los científicos estudian las células madre de estos organismos para comprender cómo lo hacen y tratar de aplicar esta capacidad con fines médicos. En cambio, algo que ni el propio Patricio parece saber es que las estrellas de mar se cuentan entre los más feroces depredadores de los ecosistemas marinos. Y si se tercia, tampoco le hacen ascos a un buen pedazo de carroña. Este vídeo de la BBC, rodado en time-lapse en el océano Antártico, muestra cómo los gusanos nemertinos (de los que ya hablé aquí) y las estrellas de mar se ceban en el cadáver de una foca. Aunque un festín de carroñeros nunca es una escena agradable, bajo el mar todo parece adquirir una extraña belleza.

La estrella de mar, expulsando el chip por el extremo de su brazo. Imagen de Universidad del Sur de Dinamarca.

La estrella de mar, expulsando el chip por el extremo de su brazo. Imagen de Universidad del Sur de Dinamarca.

Esta semana, la Universidad del Sur de Dinamarca ha informado del descubrimiento de un insólito talento de las estrellas de mar. Los estudiantes de biología Frederik Ekholm Gaardsted Christensen y Trine Bottos Olsen recibieron el encargo de marcar unas estrellas de mar de la especie Asterias rubens con un chip similar a los que se implantan en los perros, con el fin de que los investigadores pudieran identificar los ejemplares y seguir sus movimientos en el fiordo de Kerteminde. Para esta tarea, los alumnos de la Universidad utilizaron una jeringa que inyecta el chip en forma de cápsula dentro del cuerpo de las estrellas.

«Pero cada vez que introducíamos el marcador dentro de una estrella, se libraba de ella a los pocos días. Salía directamente a través de la piel; la estrella simplemente lo empujaba a través de la piel en el extremo de un brazo y seguía como si nada hubiera pasado», explican los estudiantes en este vídeo. Aunque las explicaciones están en danés, en las imágenes se puede apreciar con qué facilidad las estrellas del mar se libran del cuerpo extraño introducido por los estudiantes.

Este comportamiento, nunca antes descrito en la literatura científica, ilustra la capacidad de cicatrización de las estrellas de mar, ya que todo el proceso no les deja la más leve herida. Pero además muestra cómo las cavidades internas de estos animales, rellenas de agua, actúan como «vías navegables», en palabras de los investigadores. En lugar de tratar de librarse del chip a través del orificio de la inyección, como hacemos nosotros cuando se nos clava una astilla o, peor, recibimos un balazo, la estrella de mar se limita a dejar que el cuerpo extraño navegue a través de sus cavidades internas hasta que se le presenta la ocasión de expulsarlo por el extremo de un brazo. A Patricio le alegrará saber que puede hacer esto.