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Están aquí: las diez peores invasiones biológicas de Europa

La cotorra argentina, Myiopsitta monachus. Lip Kee Yap (Wikipedia).

La cotorra argentina, ‘Myiopsitta monachus’. Lip Kee Yap (Wikipedia).

En la ciudad que queda más cerca de donde vivo –creo que la llaman Madrid–, en los últimos años se ha venido propagando una plaga tan simpática como latosa. Son las Myiopsitta monachus, más conocidas como cotorras argentinas. Estas aves han añadido una pincelada de verde rabioso a la sobriedad parduzca de los plumajes castellanos, y un jolgorio tropical a los civilizados trinos de los pájaros urbanitas. Son bonitas y divertidas, y sus monstruosos nidos coloniales, aperchados en los árboles en lugares como la Casa de Campo, son un espectáculo de actividad frenética.

Pero no dejan de ser una plaga. Como invasores biológicos exóticos, desequilibran los ecosistemas y amenazan la supervivencia de las especies autóctonas. Por no hablar de la insoportable escandalera que deben de sufrir quienes han sido agraciados con un nido junto a su ventana, o del riesgo que supone el desplome de estas enormes colmenas aviares que pueden superar fácilmente los cien kilos. ¿Qué hacer con las cotorras? Las autoridades tratan de aplicar medidas correctoras, pero quizá no sea muy popular decretar el exterminio de unos animalitos vistosos a los que, literalmente, no les falta ni hablar.

«La erradicación puede parecer poco popular, pero si una especie no se elimina por completo se regenerará rápidamente y habremos invertido un montón de tiempo y dinero para nada». Son palabras de Belinda Gallardo, ecóloga especialista en invasiones biológicas de la Estación Biológica de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Gallardo acaba de publicar un estudio en un número especial sobre invasiones biológicas de la revista Ethology Ecology & Evolution. «Si la Comunidad de Madrid determinara que es posible eliminar la cotorra, sería la primera en apoyar el plan, por muy impopular que pareciese. Es una cuestión de evaluar riesgos y beneficios para el ecosistema», expone la bióloga a Ciencias Mixtas.

Pero el caso de la cotorra, aunque resulte especialmente llamativo para los habitantes de las ciudades, no es más que la punta del iceberg, y no fue esta la que hundió el Titanic. Lo más peligroso está bajo el agua, y la panza del iceberg puede venir representada por especies como el mejillón cebra o la almeja asiática, que han causado estragos en la cuenca del Ebro al obstruir conducciones de agua y sistemas de maquinaria. Junto a estos dos moluscos, Gallardo destaca la incidencia en España de otros invasores: «el caracol manzana en el delta del Ebro, e insectos como la avispa asiática (por el norte, cerca de los Pirineos), la procesionaria y, por supuesto, el picudo rojo [un escarabajo que afecta a las palmeras]».

'Top 10' de especies invasoras en Europa. Se muestran en el mismo orden que en el texto, de izquierda a derecha y de arriba abajo. Todas las imágenes de Wikipedia.

‘Top 10’ de especies invasoras en Europa. Se muestran en el mismo orden que en el texto, de izquierda a derecha y de arriba abajo. Todas las imágenes de Wikipedia.

En su estudio, Gallardo repasa el top 10 de especies invasoras de especial relevancia en el ámbito europeo. «La selección de las diez especies surge a raíz de un gran proyecto europeo DAISIE con colaboración de los investigadores más relevantes del campo», explica. Las especies elegidas son las que presentan «mayor número de impactos diferentes». Entre ellas las hay de agua dulce, como el mencionado mejillón cebra (Dreissena polymorpha), la trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis) y el cangrejo de río americano (Procambarus clarkii), especialmente preocupante. «Los cangrejos de río son un caso notable porque tienen una alimentación generalista y además generan cambios en el hábitat (son ingenieros del ecosistema). Provocan cambios en cascada que afectan a todos los niveles tróficos y pueden hacer cambiar un ecosistema por completo», sostiene Gallardo. Otros invasores son marinos, como el balano Balanus improvisus y las algas Codium fragile y Undaria pinnatifida, esta última empleada para elaborar la sopa de miso japonesa. El top 10 solo incluye una planta, el llamado vinagrillo o agrios (Oxalis pes-caprae), y un ave, el ganso canadiense (Branta canadensis). Pero sobre todo llama la atención la presencia de dos grandes mamíferos, el ciervo sica (Cervus nippon), originario del Extremo Oriente, y el coipú o nutria roedora (Myocastor coypus), procedente del cono sur de América.

En lo que respecta a las especies marinas, las invasiones son difíciles de evitar, ya que en algunos casos los organismos exóticos son recogidos con el agua de lastre de los grandes buques. Pero ¿qué clase de mecanismo opera para que un ciervo invada otro continente? Evidentemente, es el resultado de un acto humano tan voluntario como irresponsable. «La introducción deliberada sigue siendo, tristemente, el principal vector de invasión», dice Gallardo. «La inmensa mayoría de las especies invasoras son ornamentales y proceden de casas particulares, centros de jardinería, centros de acualcultura, piscifactorías, puertos comerciales y campos de cultivo. En el caso de los ciervos, fueron introducidos por su valor estético». Otro caso conocido es de las tortugas de agua de Florida, mascotas muy populares cuya venta fue prohibida en España en 2011. Pero las introducciones deliberadas no solo responden al capricho; en el pasado, han sido resultado de un concepto erróneo de la conservación: «Hasta los años sesenta había una concepción muy ingenieril de los ecosistemas, y a menudo se introducían especies nuevas para mejorarlos. Esto pasó mucho en ríos y embalses, donde se introducían sin discriminación peces, cangrejos y otros organismos que les sirvieran de alimento».

Gallardo destaca que la erradicación de las especies invasoras es ardua y costosa, aunque no por ello debe abandonarse. «El tipo de modelos que yo desarrollo tienen como objetivo identificar las especies y zonas en mayor peligro, y donde los pocos recursos disponibles deberían centrarse», señala la investigadora, que destaca sobre todo el valor de la prevención como «manera más efectiva de evitar gastos multimillonarios». Y la prevención, a su vez, se apoya en dos patas: concienciación y legislación. «A pesar de que la sociedad está cada vez más concienciada de los peligros de soltar especies exóticas, todavía hoy en día es facilísimo comprar por internet todo tipo de plantas y bichejos altamente invasores y prohibidos por ley», advierte. En cuanto a la legislación, Gallardo reconoce que «en los últimos años se ha avanzado mucho y la Unión Europea se lo está tomando en serio; al fin y al cabo su coste en Europa asciende a más de 12 billones anuales. Esperamos cambios en la legislación pronto». Sin embargo, alerta de que aún «la legislación no cuenta con los recursos necesarios para hacerse efectiva».»Ese es el gran reto», concluye.

Una expatriada de vuelta en casa

Después de tres años en la Universidad británica de Cambridge, Belinda Gallardo ha regresado recientemente a España para incorporarse al equipo de la Estación Biológica de Doñana del CSIC. Su marcha al extranjero fue voluntaria como parte de la formación internacional del científico, y considera que la experiencia fue «fantástica». La investigadora se considera afortunada al haber podido regresar con relativa facilidad y a un centro puntero, pero echa de menos la tranquilidad y la seguridad laboral que ofrece la investigación en Reino Unido. «Todas las conversaciones en España giran en torno a la situación laboral –siempre precaria, con contratos cortos, mal pagados y poca probabilidad de continuidad– y la financiación de las investigaciones –que siempre llega tarde y es insuficiente–«, se lamenta. «Esto hace que pases la mayor parte del tiempo en un estado de gran estrés, escribiendo propuestas de proyectos y trabajando sin descanso, con gran perjuicio para la familia». La bióloga critica que el sistema español prime «la cantidad por encima de la calidad, lo que empuja a publicar sin descanso y sin tiempo para diseñar planes de trabajo más ambiciosos».