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«Hemos aprendido mucho del ébola»

Javier Limón con la ventana entreabierta. (GTRES)

Javier Limón con la ventana entreabierta. (GTRES)

Ahora que la recuperación de Teresa Romero parece al alcance de la mano, y aunque aún deberemos esperar el diagnóstico del nuevo contacto sospechoso, parece que el brote de ébola en España va a dar un paso hacia la siguiente fase, la hora de recapitular. «Con este caso del ébola estamos aprendiendo muchas cosas, estamos sacando conclusiones y acumulando mucha experiencia en poco tiempo», me cuenta Fernando Usera, jefe del Servicio de Protección Radiológica y Bioseguridad del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC). «Yo creo que este brote va a finalizar satisfactoriamente, aunque puede que haya más contagios porque la fuente sigue activa en África», señala.

Usera es uno de los profesionales que participaron en la implantación de los protocolos de bioseguridad en el Hospital Carlos III cuando este comenzó a alojar pacientes infectados de ébola. Y ante todo, insiste en defender la actuación de los sanitarios: «Han aparecido informaciones poco contrastadas y de forma muy atropellada. Mi percepción es que allí trabajan profesionales muy valientes con mucha vocación y bajo enorme presión y estrés». Usera reconoce que ha sido necesario acelerar la curva de aprendizaje –«De cómo empezaron a trabajar a cómo están trabajando ahora no hay color»–, pero confía en que esta etapa está superada: «La formación va a mejorar; esta semana se empezará a dar formación al personal asistencial en la Escuela Nacional de Sanidad».

Un asunto diferente es el de las instalaciones. «Hay que mejorarlas y se están mejorando», apunta Usera. «Se han tenido que mejorar sobre la marcha, sacando cuatro nuevos boxes de aislamiento con esclusas más grandes». Pero es evidente que el Carlos III no fue diseñado para el fin que las circunstancias le han obligado a cumplir, lo que supone un hándicap, como notaron los expertos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) que visitaron el hospital madrileño y concluyeron que la infraestructura no es adecuada para el tratamiento de pacientes con ébola.

Respecto a las instalaciones del hospital, en días pasados pudimos ver fotos que mostraban las ventanas abiertas a las que se asomaban los pacientes sin síntomas pero bajo vigilancia preventiva. Esta visión contrasta con la de las ventanas selladas del Texas Health Presbyterian Hospital de Texas, donde se está tratando a los enfermos de ébola en EE. UU. Explico por qué estas imágenes me han resultado chocantes. El CNB, donde hice mi tesis doctoral, fue en su momento –principios de la década de 1990– una instalación puntera en España en materia de bioseguridad. Ahora recuerdo con estupor retroactivo que en el viejo Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) de la calle Velázquez, uno de los lugares donde trabajé antes de recalar en el CNB, debíamos cruzar el soportal exterior en plena calle Joaquín Costa llevando en la mano muestras de células marcadas con isótopos radiactivos o sustancias químicas más bien poco saludables, como acrilamida o beta-mercaptoetanol.

Frente a las viejas infraestructuras de investigación que debieron ir acomodándose a los tiempos, el CNB se diseñó desde el comienzo con instalaciones de Nivel de Contención Biológica 2 o NCB2, lo que se conoce popularmente como P2. Este centro dispone de superficies impermeables y no porosas, un sistema de ventilación que permite aplicar presiones negativas, e instalaciones de emergencia tales como baños de ojos, entre otras medidas. Los cuartos de cultivo, donde se trabaja con células animales vivas, tienen esclusas de acceso, campanas de filtración estéril y sistemas de vacío para residuos. Usera me aclara que en este momento el CNB dispone de siete laboratorios NCB2 además del invernadero y la zona de inoculados del animalario, y de un laboratorio de nivel 3 que ya cuenta con quince años de experiencia y en el que se trabaja con organismos peligrosos como coronavirus, SARS, MERS, tuberculosis y hepatitis C. Un detalle importante es que todas las ventanas del CNB están selladas; no pueden abrirse, lo que explica mi extrañeza al ver las imágenes de las ventanas abiertas del Carlos III.

Sin embargo, Usera me aclara que esta imagen resulta chocante para mi mentalidad de antiguo investigador, pero que en realidad no tiene nada de raro. «Para los pacientes asintomáticos no hace falta que haya estanqueidad», precisa Usera. «Otro caso es el de Teresa Romero, que tiene la ventana bloqueada, eso te lo aseguro; independientemente del hecho de que la ventana pueda abrirse y no debería poderse». Pero ¿dónde queda entonces el nivel de contención? «Hay mucha confusión con esto», señala Usera. «Los niveles de contención del 1 al 4 se crearon en EE. UU. a partir de la Segunda Guerra Mundial para los laboratorios industriales y de investigación, pero no se aplican a los hospitales; en estos se hace una evaluación de riesgos y se implantan medidas de contención biológica siguiendo la legislación, pero no se definen niveles porque no se podría tratar a los pacientes: por ejemplo, si hay que intubar, esto rompería la norma del nivel 4, y en el caso de un enfermo el objetivo es curarle como sea». «No tiene sentido lo que se ha dicho de que España no tiene un hospital de nivel 4, es absurdo», añade el experto.

Pese a todo, no cabe duda de que la crisis del ébola nos ha sorprendido sin la preparación suficiente para afrontar epidemias de otras enfermedades con mayor facilidad de contagio, como el SARS, la tuberculosis o las formas más virulentas de gripe, o incluso posibles ataques bioterroristas. Por tanto, queda comprobar si la recapitulación de todo lo ocurrido resultará en reemplazar improvisación por previsión. Usera aún no se atreve a apostar si el Carlos III se confirmará como hospital de referencia para dolencias como el ébola. «Imagino que sí, pero todavía no se ha decidido», dice. «Con una reforma de obra bastaría para adecuarlo».

Por el momento, los expertos van a llevar las conclusiones aprendidas al 2º Congreso Nacional de la Asociación Española de Bioseguridad (AEBioS), que se celebrará a finales de este mes en Barcelona. Cuando se programó esta cita, seguramente nadie podía imaginar que la bioseguridad estaría más de actualidad que nunca en España debido a la irrupción de un visitante indeseable. «Seguro que se tratará el tema del ébola, pero la postura oficial es que está demasiado fresco porque aún no ha terminado; es conveniente reposar un poco todo lo que ha ocurrido para verlo con una perspectiva más global», reflexiona Usera, quien se muestra partidario de organizar dentro de unos meses un ciclo de jornadas para estudiar las lecciones aprendidas.