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Pasen y vean a los Mortadelos de la naturaleza

Siempre me ha llamado enormemente la atención la capacidad de camuflaje de algunos animales. Por definir los términos de una manera pedestre, un primer nivel es el camuflaje pasivo, aquel que permite a las especies disimularse en el entorno en el que habitualmente se encuentran sin que opere ningún mecanismo para modificar su aspecto, con el fin de pasar inadvertidos ante sus posibles depredadores o de ocultarse para cazar al acecho.

El camuflaje pasivo es algo de lo más extendido en la naturaleza. En general, los animales tienden a desarrollar características o coloraciones que les ayudan a esconderse de la vista de otros, excepto cuando eligen la estrategia contraria, un aspecto tan llamativo (el término es aposemático) que sirva de señal de advertencia, como diciendo: «cuidado conmigo; soy peligroso». Es el caso de muchos animales venenosos de vivos colores, como las avispas, las abejas, algunas ranitas tropicales o la serpiente coral. Y de otros que no lo son pero que aparentan serlo para dar miedo, como la falsa coral.

Tan frecuente es el camuflaje pasivo que los científicos tienden a buscar este rasgo como explicación de cualquier aspecto inusual. Durante mucho tiempo se ha pensado que las rayas de las cebras –que, por cierto, son animales negros con franjas blancas y no al revés, según demuestran sus embriones– tenían la función de romper su silueta y confundirlas entre sí para ofuscar a sus depredadores. Pero en enero de este año, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles descubrió que el patrón a rayas probablemente ayuda a las cebras a mantenerse frescas, y que los animales tienen más franjas cuanto más cálido es el clima. Así que la razón del pijama de las cebras no parece ser el camuflaje, sino la regulación térmica.

Las estrategias más sofisticadas de camuflaje pasivo llegan al nivel de auténtica orfebrería natural. Todos conocemos los casos de los insectos palo y los insectos hoja, pero dejo aquí un par de ejemplos más que son verdaderamente asombrosos. La mariposa barón (Euthalia aconthea) vive en India y el sureste asiático. Sus orugas son capaces de camuflarse en las hojas de la manera que se ve en la imagen. Por su parte, el caballito de mar pigmeo de Bargibant (Hippocampus bargibanti) se confunde tan maravillosamente con los corales del género Muricella en los que habita que, según se cuenta, solo fue descubierto cuando se examinó uno de estos corales en un laboratorio.

Izquierda: una oruga de mariposa barón camuflada sobre una hoja. Imagen de Wohin Auswandern / Flickr / CC. Derecha: un caballito de mar pigmeo en una gorgonia 'Muricella'. Imagen de Steve Childs / Flickr / CC.

Izquierda: una oruga de mariposa barón camuflada sobre una hoja. Imagen de Wohin Auswandern / Flickr / CC. Derecha: un caballito de mar pigmeo en una gorgonia ‘Muricella’. Imagen de Steve Childs / Flickr / CC.

Pero siendo sorprendentes, estos casos son intuitivamente muy comprensibles desde que Charles Darwin describió la evolución de las especies por medio de la selección natural. La oruga barón y el hipocampo pigmeo son ejemplos extremos de cómo, a lo largo del tiempo, los ejemplares casualmente mejor disimulados en su entorno lograban burlar a los depredadores y reproducirse, transmitiendo su aspecto a sus crías y originando así un proceso de refinamiento progresivo en su camuflaje.

Pero claro, toda apuesta fuerte tiene sus riesgos; la oruga barón y el hipocampo pigmeo tienen todos sus huevos en la misma cesta. Aunque el caballito de mar pasa toda su vida en un solo ejemplar de coral, sin abandonarlo jamás, si por algún motivo perdiera su plaza se convertiría en un bocado de lo más llamativo en otro entorno diferente.

La solución a este inconveniente es el segundo nivel de camuflaje, el activo: los animales que pueden variar su aspecto a voluntad para mimetizarse con el fondo que en cada caso buscan o les cae en gracia. En esta categoría tenemos, por ejemplo, a los camaleones o a los cefalópodos. Anteriormente publiqué aquí un vídeo en el que un pulpo parecía materializarse de la nada ante nuestros ojos. Otro caso similar es el del señorito del siguiente vídeo, un lenguado tropical de la especie Bothus mancus. Cuando se sabe descubierto, cambia de aspecto y huye para confundirse de nuevo con el fondo, sea arena o roca.

Tal vez de la misma especie es este otro artista del disfraz:

Lo que me apabulla es cómo son capaces de hacerlo. Es decir, no cabe duda de que la explicación evolutiva es la misma que en el caso del camuflaje pasivo; los cromatóforos, células pigmentadas, desarrollan sistemas de control de las vesículas que contienen los colorantes, y los animales que manejan el arte del disfraz con maestría tienen más papeletas en la ruleta de la fortuna.

Pero lo que me deja perplejo no es el mecanismo evolutivo, sino, digamos, el fisiológico-cognitivo. Es decir, cómo el reconocimiento visual de un fondo concreto se traduce en la decisión del animal de estrujar, expandir o reorientar sus cromatóforos de manera que repliquen el aspecto de ese fondo. La piel de estos animales es como una especie de pantalla de vídeo capaz de adoptar diferentes colores –e incluso texturas, en el caso de los cefalópodos– en cada píxel (cromatóforo). ¿Cómo es posible que la información visual integrada en el cerebro se interprete para distribuir a distintos rincones de su piel las órdenes de mostrar estas imágenes tan complejas? Una explicación inmediata sería decir: bien, en el caso del lenguado, podría haber dos programas predeterminados, el de arena y el de roca. Cuando el animal observa el fondo, ejecuta una de las dos opciones. Simple, ¿no?

Pero ¿qué me dicen entonces del siguiente vídeo? En él, el presentador de la BBC Richard Hammond coloca a una sepia en un acuario que simula una minúscula sala de estar con patrones de decoración muy, ejem, ingleses. Vean y pásmense; es evidente que la sepia no logra confundirse magistralmente en un fondo con el que jamás en su vida se habían encontrado ella ni todos sus ancestros evolutivos. Pero lo intenta de un modo que resulta portentoso; ¿cómo diablos es capaz de dibujarse cuadros blancos y negros en la espalda? Denle tiempo, y en menos de lo que nosotros tardaríamos en disfrazarnos ella habrá aprendido a hacerlo con la misma rapidez que Mortadelo.

Un puñado de estudios recientes han comenzado a desentrañar el enigma de una manera que aporta una explicación comprensible. En 2010, científicos del Laboratorio de Biología Marina de Woods Hole, en Massachusetts (EE. UU.), descubrieron que la piel de la sepia contiene opsinas, moléculas sensoras de luz de la misma familia a la que pertenecen las que tenemos en la retina y que nos permiten ver. Los mismos científicos han extendido su hallazgo este mes, revelando que la sepia y el calamar poseen opsinas en los cromatóforos de su piel.

Al mismo tiempo, otros dos investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara (EE. UU.) han confirmado el mismo fenómeno en los pulpos, demostrando que la piel responde a la luz sin la intervención del sistema nervioso central ni de los ojos. Aunque estos seguramente continúan aportando un papel fundamental en la capacidad de camuflaje adaptativo de estos animales, el hecho de que la piel reaccione a la luz puede ayudar a explicar esa increíble capacidad de desplegar imágenes complejas en su cuerpo. Según escriben los investigadores, sus resultados sugieren que «la piel del pulpo es intrínsecamente sensible a la luz y que esta detección dispersa de la luz puede contribuir a su habilidad única y novedosa de dibujar patrones».

Pasen y vean lo más parecido a un parásito alienígena

No, no son parásitos, ni tampoco alienígenas. Pero a quienes hayan visto películas como Slither, Dreamcatcher, Alguien mueve los hilos o Evolution, por citar algunas que me vienen a la memoria, tal vez el amiguito de este vídeo les recuerde a alguna de las criaturas que aparecen en ellas. El vídeo se publicó en YouTube y fue bastante comentado en Reddit. En él aparece alguien sosteniendo en su mano una especie de gusano que reacciona de una forma capaz de desplomarle la mandíbula a cualquiera:

El vídeo no va acompañado de más explicaciones que una frase en tailandés indicando que se trata de un nemertino, un gusano marino. El clip fue recogido por algunos medios como el diario MailOnline, donde se sugirió la posibilidad de que fuera un trucaje digital introducido por CGI. Pero lo cierto es que los nemertinos poseen trompas, o probóscides, que se evaginan como el dedo de un guante para capturar a sus presas, y en algunos de la clase Anopla este apéndice se ramifica formando lo que según los zoólogos se asemeja a «una masa de espaguetis pegajosos»; como ejemplo, lo que muestra el vídeo se parece bastante a este dibujo de la probóscide del Gorgonorhynchus repens que la ilustradora científica Rachel Koning ha subido esta misma semana a la Wikipedia:

Ilustración de la probóscide ramificada de 'Gorgonorhynchus repens'. Imagen de Rachel Koning / Wikipedia.

Ilustración de la probóscide ramificada de ‘Gorgonorhynchus repens’, proyectada en respuesta a una amenaza. Imagen de Rachel Koning / Wikipedia.

Aun así, resulta extraño que en el vídeo el apéndice parezca separarse del resto del cuerpo, algo que no debería suceder, dado que se trata de un órgano destinado a la alimentación. Los nemertinos son habitantes habituales de las costas y los arrecifes, entre los cuales se encuentra el gusano cordón de bota (Lineus longissimus). Esta especie ostenta el récord Guinness como el animal más largo del mundo a cuenta de un ejemplar hallado en la costa de Escocia en 1864 y cuya longitud se calculó en 55 metros. Sin embargo, los textos científicos no suelen prestar crédito a esta medición porque se llevó a cabo estirando el cuerpo del animal tan exageradamente que llegó a romperse.

Para ayudarse en su alimentación, los nemertinos secretan toxinas y enzimas digestivas que ayudan al animal a inmovilizar a su presa con su probóscide. Los de la clase Enopla suelen poseer además estiletes con los que inyectan el veneno en el cuerpo de sus presas. En este otro vídeo, un nemertino de la especie Ramphogordius sanguineus ataca con sus toxinas a un poliqueto, otro tipo de gusano marino, para después devorarlo entero.

Pero además de sus compuestos digestivos, los nemertinos cuentan también con un sistema de defensa para disuadir a sus depredadores. Algunas especies, como Lineus longissimus, poseen tetrodotoxina, una potente neurotoxina que se encuentra también en el pez globo y que es la causa de que este animal, conocido en la gastronomía japonesa como fugu, solo pueda ser preparado para su consumo por chefs bien entrenados y autorizados.

En los últimos años se ha descubierto que la tetrodotoxina encontrada en varias especies marinas no es en realidad un producto de los propios animales, sino de ciertas bacterias que viven en sus cuerpos de forma simbiótica. En el caso del gusano cordón de bota y del pez globo, la encargada de producir la toxina es la bacteria Vibrio alginolyticus, un primo del agente del cólera que vive en el mar y que a menudo causa otitis e infecciones de heridas. Curiosamente, la bacteria parece incapaz de producir la tetrodotoxina por sí misma, lo que indica que necesita ciertos sustratos proporcionados por los animales en los que vive. De hecho, existe incluso una patente para sintetizar la toxina con cultivos de Vibrio obtenidos de moco de nemertinos.

La tetrodotoxina es conocida además popularmente como la «toxina zombi». Esta asociación se debe a Wade Davis, etnobotanista y antropólogo que en 1985 saltó a la fama con su libro La serpiente y el arco iris, en el que indagaba en el fenómeno del vudú en Haití. Según Davis, el llamado polvo zombi incluía la toxina del pez globo como uno de sus principales ingredientes. El libro inspiró la película del mismo título, dirigida por Wes Craven y para la que se eligió como protagonista a Bill Pullman, un actor físicamente parecido a Davis. Sin embargo, las proclamas del científico fueron luego cuestionadas por otros expertos. Al parecer, no se encontró tetrodotoxina en algunas muestras facilitadas por Davis, y de todos modos los síntomas atribuidos a los presuntos zombis tampoco se correspondían con un envenenamiento por este compuesto.

Gusanos de 50 metros que despliegan pegajosas trompas de espaguetis y que además contienen toxinas zombi… ¿Quién necesita alienígenas? Casi todo lo que la ficción ha imaginado, la naturaleza ya lo ha inventado antes.

Pasen y vean cómo la tierra se lo traga todo a su paso

El terremoto de Nepal y la erupción del volcán chileno Cabulco nos recuerdan que los fenómenos naturales se abren paso sin avisar entre el hormigueo de los pequeños asuntos cotidianos que casi todos los días rellenan los contenidos informativos. Y que nuestra tecnología aún no basta para que podamos neutralizar su amenaza o incluso aprovecharla en nuestro beneficio: se ha publicado que la energía liberada por el terremoto de Nepal fue de unos 100 megatones (100 millones de toneladas de TNT), lo que equivale a unos 420 petajulios, que a su vez se traducen en casi 117 millones de megavatios hora.

Es decir, suficiente energía para abastecer de electricidad a toda Noruega durante un año (115.600.000 megavatios hora consumidos en 2008). Y según el geólogo indio Harsh Gupta, el seísmo solo liberó un 5% de la energía acumulada en la región. Si algún día fuéramos capaces de evitar la devastación ocasionada por estos fenómenos y lográramos convertirla en energía utilizable, podríamos llegar a considerarnos una verdadera civilización.

Pero por el momento, la diferencia entre un fenómeno natural y una catástrofe natural depende sobre todo de los estándares de vida de la población a la que le toca sufrirlo. Esto resulta evidente cuando las cifras de muertos superan el punto de los miles, o de los cientos de miles como en el tsunami de 2004, pero también en los casos contrarios: el volcán Kilauea, en la Isla Grande de Hawái, lleva en erupción desde enero de 1983. Aunque mantiene una actividad tranquila sin explosiones bruscas, es probable que sus ríos de lava hubieran provocado graves desgracias en otros países menos desarrollados, donde seguramente habrían arrasado barrios de infraviviendas construidos en los terrenos más inseguros.

Aún peor es cuando los desastres no son cien por cien naturales, sino que vienen favorecidos por la propia actividad humana. Hoy traigo aquí un vídeo que se grabó hace un mes en un lugar desconocido de Rusia, sin más información de contexto, y que muestra cómo un escalofriante deslizamiento de tierras se lo traga todo a su paso, torres eléctricas, árboles y carretera, mientras el cámara anónimo desprecia el riesgo de que un posible brusco acelerón del corrimiento le acabe sepultando.

El vídeo fue recogido por el geólogo Dave Petley en su blog especializado en deslizamientos en la web de la Unión Geofísica de EE. UU. (AGU). El estudio del vídeo y los detalles aportados por otros usuarios permitieron a Petley concluir que se trata de un deslizamiento provocado por el vertedero de una mina en la región centro-sur de Siberia y del que no se ha informado oficialmente.

Según Petley, el deslizamiento de este tipo de terrenos viene favorecido por el deshielo, que da una consistencia viscosa al terreno, y fue una suerte que en este caso ocurriera durante el día y en una zona sin casas. En otras ocasiones, deslizamientos de residuos mineros han causado enormes tragedias. En 1966 la localidad de Aberfan, en Gales (Reino Unido), se vio sorprendida por 107.000 metros cúbicos de escombro de una mina de carbón que se encontraban peligrosamente apilados en las laderas cercanas. El derrumbe se cobró 144 víctimas mortales, con el agravante de que 116 eran niños; la escuela primaria fue uno de los edificios devorados por el derrubio.

En otros casos, los deslizamientos no cuentan con la colaboración directa de la acción humana, pero muchos no pueden elegir otra opción sino vivir en lugares marcados por la amenaza del desastre: en 1999 los desprendimientos en el estado venezolano de Vargas, propiciados por las fuertes lluvias, borraron del mapa poblaciones enteras. Ni siquiera se pudo determinar el número de víctimas; aunque se estimó en decenas de miles, solo pudieron recuperarse unos mil cuerpos. Más recientemente, en 2011, las lluvias torrenciales en el estado brasileño de Río de Janeiro provocaron avalanchas de barro que acabaron con la vida de casi mil personas.

Dejo aquí otro vídeo que recoge varios corrimientos de tierras capturados en directo por las cámaras. Las secuencias invitan a imaginar el terror que pueden producir estos fenómenos; cuando la tierra se descompone, es difícil concebir algo más parecido al fin del mundo.

Pasen y vean al único flamenco negro del mundo (ave, no cantaor)

El perro verde, el mirlo blanco, el elefante rosa. A menudo describimos la rareza asignando a los animales colores que no son naturales en ellos, y los ejemplares de tonos inusuales se convierten en objeto de temor y admiración, como el cachalote blanco que obsesionaba al capitán Akhab. Durante 37 años el zoo de Barcelona fue una atracción mundial gracias a Copito de Nieve, el único gorila albino conocido, capturado por unos cazadores en Guinea Ecuatorial y que tuvo la enorme suerte de que pasara por allí Jordi Sabater Pi, uno de los más grandes primatólogos de la historia. Una vez que Copito se vio privado de su hábitat natural, no cabe duda de que todas las demás posibles opciones que le esperaban habrían sido mucho peores.

Esta semana ha surgido en internet una nueva rareza casi inédita hasta ahora. Y casi, porque se trata en realidad del segundo avistamiento que sigue a otro anterior en Israel, aunque los científicos piensan que probablemente se trate del mismo ejemplar: el único flamenco negro jamás registrado. Miembros del Departamento Ambiental de Akrotiri, una zona de soberanía británica en la costa sur de la isla de Chipre, estaban censando flamencos en un lago salado cuando se toparon con esta, nunca mejor dicho, rara avis.

Se trata de un ejemplar de flamenco común (Phoenicopterus roseus), una de las seis especies de esta familia y la más extendida de las dos del Viejo Mundo. Como sus parientes, es una especie migratoria, que a lo largo del año recorre grandes distancias entre sus moradas de verano e invierno, desde el sur de Europa hasta la India pasando por África. Los flamencos se reúnen en grandes bandadas en los lagos salinos donde encuentran su dieta compuesta de pequeños organismos, sobre todo artemias y cianobacterias Arthrospira. Para separar el alimento del fango cuentan con su pico filtrante, tapizado con unas estructuras en forma de laminillas y cuya curiosa forma se debe a que está adaptado para usarse cabeza abajo.

Si hay algo universalmente conocido sobre los flamencos es su color rosado. Pero no todo el mundo sabe que en realidad su plumaje es naturalmente blanco, y que sus tonos típicos desde el salmón hasta el carmesí se deben a los carotenoides, pigmentos que dan los colores rojizos en las plantas y que los flamencos obtienen de su dieta de plancton. Por esta razón los flamencos en cautividad suelen ser de tono más apagado, y también por este motivo los animales con polluelos palidecen, ya que regurgitan el alimento para nutrir a sus crías. Por el contrario, cuando los flamencos buscan pareja, un color más vivo en los machos asegura el éxito entre las damas.

El melanismo o coloración negra es un fenómeno que se da con cierta frecuencia en algunas especies, pero que nunca se había documentado en un flamenco. Al contrario que el albinismo, se produce por un exceso del pigmento melanina, y en las poblaciones de ciertas especies aparece como una adaptación a unas condiciones ambientales concretas. El ejemplo más conocido es la pantera negra, la variedad melánica del leopardo. Pero más allá de las hipótesis obvias sobre un mejor camuflaje en zonas peor iluminadas, como las selvas tupidas, las razones del melanismo aún son también algo oscuras. Al hallarse ejemplares negros de leopardos y servales en zonas de alta montaña, como los Aberdares de Kenya, se pensó que esta coloración servía como adaptación al frío, pero no parece que esta sea una razón de peso.

En el flamenco que aparece en las imágenes, los científicos aún no saben a qué se debe su peculiaridad, ni si alguno de sus progenitores ya lo tenía. Pero dado que en general el melanismo es hereditario y dominante –es decir, que aparece en todos los individuos que poseen el genotipo–, sería de esperar que, si consigue criar, en torno a la mitad de sus polluelos heredarán el elegante color de su padre; para los flamencos, el negro es el nuevo rosa.

Pasen y vean al pájaro grabadora

Las aves carecen de cuerdas vocales y labios, órganos que los humanos utilizamos para modular nuestra voz y lograr el habla compleja típica de nuestra especie. Pero a cambio, los dinosaurios vivos cuentan con un elemento extraordinariamente versátil llamado siringe, situado en la base de la tráquea, donde esta se bifurca hacia los pulmones. La siringe posee músculos y membranas que las aves emplean para hacer vibrar el aire a su paso. Así, se puede decir que las vocalizaciones de los pájaros son silbidos, pero algunas especies los manejan con tal habilidad que pueden conseguir un repertorio espectacular de sonidos, imitando incluso el habla humana.

El ejemplo clásico son los psitácidos, vulgo loros. Algunos de estos animales llegan a aprender cientos de palabras, preferentemente aquellas que sus dueños pronuncian con mayor énfasis, y este es el motivo por el que parecen especialmente propensos a proferir expresiones malsonantes. Menos conocida es la similar capacidad de otras especies para lograr también emular nuestras palabras, como el estornino común o la urraca, visitantes habituales de nuestros parques y jardines.

En general, los estórnidos y los córvidos se cuentan entre las aves más hábiles a la hora de copiar el habla de los humanos y otros sonidos. Un cuervo parlante que repetía «nunca más» atormentaba al narrador del famoso poema de Poe, y uno de los personajes de Shakespeare fantaseaba con regalarle al rey Enrique IV un estornino que le susurrara al oído el nombre de su mayor enemigo. Mozart fue propietario de un estornino que silbaba alguno de los temas del compositor, y que fue objeto de un aparatoso funeral cuando murió.

Entre las aves que más sorprenden por sus capacidades vocales se encuentran las aves lira, dos especies nativas de Australia nombradas por la semejanza de su cola desplegada con el instrumento musical que, al menos según la leyenda (y la película Quo Vadis), Nerón tocaba mientras contemplaba cómo las llamas devoraban Roma en el verano del año 64. El ave lira, de aspecto y tamaño similares a los faisanes o las perdices, es sin embargo un pájaro, es decir, un miembro del orden Paseriformes que engloba a las aves canoras. Y de hecho, pasa por tener la siringe más compleja de todos los pájaros, lo que le permite emular los sonidos de otras aves, de otros animales e incluso de objetos de lo más variado.

Como ejemplo, he aquí este vídeo del naturalista británico David Attenborough, en el que un ave lira imita a la perfección el canto de otras especies como la escandalosa cucaburra, pero también otros sonidos que ha captado en su entorno, como el click y el motor de una cámara fotográfica, la alarma de un coche y el ruido de una motosierra.

Chook, un ave lira macho del zoo de Adelaida (Australia), se quedó con todo el repertorio de sonidos de una obra cercana, desde los martillazos a la sierra radial, sin olvidar los silbidos de los trabajadores:

Y este otro ejemplar repite lo que parece el sonido de una pistola láser de juguete:

Pasen y vean cómo se aman las tortugas, y a qué dinosaurio doblan en el cine

El apareamiento de dos tortugas es algo que no se ve todos los días. Resumiendo, es tal como cualquiera se imagina, algo así como apoyar un táper boca abajo inclinado sobre otro y esperar que el equilibrio se mantenga. Dado que esto no ocurre, es fácil figurarse el esfuerzo del tortugo, sobre todo cuando la tortuga no deja de caminar. Así que no sabemos si las expresiones vocales del macho son gemidos de placer, gruñidos de disgusto o jadeos de esfuerzo; pero nos basta con comprobar que un animal habitualmente silencioso como la tortuga se convierte en el Barry White de los reptiles a la hora del acto sexual, porque esto es algo también inesperadamente pasmoso. Aquí, el vídeo. Y atención, imprescindible seguirlo hasta el final, que es feliz (al menos para el macho).

Aunque el vídeo de por sí merece un visionado, en realidad no lo traigo hoy aquí por simple diversión o por fetichismo de la pornografía con armadura. Si la banda sonora de este acto amatorio resulta curiosa, no lo es menos que este repertorio vocal (no el de este vídeo, pero sí el de una ocasión similar) se haya utilizado para poner voz a los velocirraptores furiosos de Parque Jurásico.

Aunque en la tercera película de la saga el becario de Alan Grant (Sam Neill) fabrica un molde de una cámara de resonancia de estos animales para imitar sus sonidos, lo cierto es que se trata de otra licencia de la ficción: según los expertos, no tenemos la menor idea de qué ruidos hacían los dinosaurios. Las vocalizaciones de los vertebrados suelen depender en gran medida de tejidos blandos que no dejan huella fósil, por lo que, a falta de un Parque Jurásico real, solo podemos especular.

Esto fue lo que hicieron los técnicos de sonido de la saga. Dado que debían crear numerosos ruidos de dinosaurios de la nada, lo que hicieron fue grabar diferentes sonidos de animales y objetos y después mezclarlos a conveniencia, un trabajo tan convincente e impecable que le valió un óscar a Gary Rydstrom.

Según revela Rydstrom en la web Vulture, los rugidos del tiranosaurio se crearon a partir de su propio perro, un pequeño Jack Russell terrier, y de un bebé elefante. En la secuencia con los velocirraptores persiguiendo a los niños en la cocina, la respiración de los animales corresponde realmente a un caballo, los silbidos se tomaron prestados de los gansos, y la tortuga en plena cópula aparece cuando el dinosaurio comienza a rugir, en el segundo 14 de este vídeo:

En junio, los dinosaurios volverán a las pantallas con Jurassic World. Entonces tendremos ocasión de comprobar qué novedades nos aporta la última recreación de estos dragones reales con los que el ser humano ha fantaseado durante siglos.

Pasen y vean al Robin Hood real, que le acierta a una aspirina en movimiento

No hay versión cinematográfica de Robin Hood en la que el buen ladrón del bosque de Sherwood no demuestre su infalible puntería con el arco. En la maravillosa película de Walt Disney, probablemente la que más contribuyó a popularizar el personaje en todo el mundo, el héroe acude al torneo de tiro con arco disfrazado de ave zancuda para evitar ser reconocido. Cuando el malvado Sheriff de Nottingham hace que se desvíe su primer tiro, lanza una segunda flecha que desvía la primera para acertar en el centro de la diana. En la versión de 1991 protagonizada por Kevin Costner en sus días de esplendor (breves días, todo hay que decirlo), una flecha hendía por su mitad otra previamente clavada en un árbol.

Pero si siempre hemos pensado que se trata solo de licencias de la ficción, ya va siendo hora de que cambiemos de opinión. El personaje que hoy traigo aquí es para dejar boquiabierto a cualquiera: se trata de un arquero de Alabama (EE. UU.) llamado Byron Ferguson cuya puntería resulta difícil de creer. En el vídeo, perteneciente al divertido y científicamente instructivo canal de YouTube SmarterEveryDay, Ferguson demuestra su increíble habilidad acertando a pequeños objetos que su hijo lanza al aire (el hijo es un señor hecho y derecho, aclaro), y las imágenes nos lo muestran a cámara superlenta.

Comienza con un disco de madera del tamaño de un plato de postre, lo que resulta ciertamente meritorio, pero no inimaginable; según cuenta Destin, el narrador, en la superficie del disco caben 310 círculos del diámetro de la flecha, que es de ocho milímetros. Así que el siguiente desafío es acertar en una bola de plástico en cuya proyección encajan 55 círculos como la flecha, seguido por una pelota de golf que reduce el número a 21. Sin problemas. Así llegamos a un pequeño caramelo de los que tienen un agujero en el centro y en cuya superficie caben solo cinco círculos del diámetro de la flecha. Ferguson lo destroza a la primera.

Y por fin, el reto máximo: una aspirina. En su primer lanzamiento, Ferguson falla. Pero la cámara superlenta muestra que su tiro estaba perfectamente dirigido, aunque se adelantó en solo ocho milisegundos, el tiempo que tarda la tableta en caer sobre el cuerpo de la flecha. Decepcionado, Ferguson repite una segunda vez, y en esta ocasión logra pulverizar la píldora limpiamente.

Para todo ello no utiliza un sofisticado arco de competición con estabilizadores, sistemas de visión y materiales de alta tecnología, sino uno del tipo arco largo inglés como los que se empleaban en la Edad Media, como el de Robin Hood, construido por él mismo y en el que los únicos dispositivos de guía son su finísima visión y su impecable coordinación mano-ojo. Con la cámara situada a la espalda de Ferguson, alcanzamos a distinguir la aspirina solo porque su color blanco destaca contra el fondo de lona negra.

Ferguson se dedica a mostrar sus habilidades en espectáculos que le llevan por todo el mundo. Según explica su web, «desarrolló su estilo de tiro sentándose en una habitación completamente oscura y apagando velas con sus disparos. Uno de los trucos favoritos de Byron es acertar en el canto de un naipe y dividirlo por la mitad».

Cuando Destin pregunta a Ferguson cómo es capaz de lograrlo, la explicación del arquero no puede ser más simple: «Apunto al centro. El centro de una aspirina es exactamente del mismo tamaño que el centro de un balón de playa». Sencillo, ¿no?

Pasen y vean a la serpiente que caza con araña

De no ser porque existen, nos costaría llegar a imaginar algo como las serpientes. Incapaces de elevar sus órganos vitales sobre el suelo, sin apéndices con los que ayudarse para la locomoción, y sin embargo emplean varios métodos para desplazarse con eficiencia y rapidez, aun utilizando un mecanismo parecido al de comerse los calcetines. Incluso trepan a los árboles con más facilidad que nosotros con nuestras diestras manos.

Para todo ello deben mantener una estructura corporal alargada que les ofrezca puntos de apoyo y capacidad de contrapeso, lo cual es un inconveniente a la hora de alimentarse, porque muchas de sus presas superan en tamaño el diámetro de su cuerpo. No hay problema: basta con expandir las mandíbulas, las costillas y la piel, y así tragar el alimento entero sin que esto les impida respirar.

Para ilustrar lo extrañas y eficaces que son las serpientes a la hora de alimentarse, he aquí un vídeo de una serpiente comedora de huevos africana del género Dasypeltis. Estos reptiles no venenosos están enormemente especializados en un solo tipo de comida, y son el terror de las nidadas de aves. Para animales como nosotros, que podemos atragantarnos hasta la muerte con un simple hueso de pollo, observar cómo este ofidio devora un huevo puede parecernos una tarea agónica y angustiosa, pero para él (o ella) es pura rutina.

El otro vídeo que quiero mostrar presenta a una de las serpientes más estrambóticas que existen. La víbora de cola de araña (Pseudocerastes urarachnoides) es casi una recién llegada a los libros de zoología. El primer ejemplar se descubrió en el oeste de Irán, donde es endémica, en 1968. Los científicos creyeron entonces que una araña estaba descansando sobre la cola de la víbora, pero una inspección más cuidadosa les reveló que no era tal, sino un extraño apéndice que atribuyeron a una caprichosa malformación.

No fue hasta 2006 cuando el examen de un nuevo espécimen permitió confirmar que en realidad la estructura de su cola era un rasgo común de la especie, y esta quedó oficialmente descrita y catalogada. En el estudio, publicado en la revista Proceedings of the California Academy of Sciences, los científicos escribían: «Especulamos que el apéndice caudal puede servir como cebo para las presas de un predador que caza emboscado». Sin embargo, los investigadores no pudieron verificar su hipótesis.

La confirmación llegó en 2009, cuando otro equipo de científicos de Irán y EE. UU. logró capturar un ejemplar vivo y observar sus hábitos de caza en cautividad. Los investigadores introdujeron un pollo en el recinto de la víbora. Y esto fue lo que ocurrió, según escribieron en la revista Russian Journal of Herpetology: «Pudimos observar y filmar el cebo caudal originalmente sugerido por los descriptores de la serpiente. Era muy atractivo y parecía exactamente una araña moviéndose rapidamente». «Después de aproximadamente media hora, el pollo se dirigió a la cola y picó la estructura en forma de perilla. La víbora atrajo la estructura de la cola hacia sí misma, atacó y mordió al pollo en menos de 0,5 segundos. El pollo murió después de una hora».

El ‘Opportunity’ gana el primer maratón marciano

Una de las dos máquinas más fiables del universo está en mi jardín. La otra está en Marte. La primera es una bomba de agua que lleva más de 15 años funcionando casi sin interrupción –salvo ciertos descansos reglamentarios– sumergida en el fondo de un estanque con una buena capa de sedimento, soportando temperaturas gélidas en invierno y el ataque de las raíces de los nenúfares en primavera y verano. De acuerdo, es un mecanismo sencillo, tan solo un motor eléctrico y una rueda con aspas. Pero teniendo en cuenta el constante e incansable trabajo mecánico que lleva a cabo, bombeando día y noche un agua densa de materia orgánica, creo que solo la NASA sería capaz de fabricar algo tan resistente y eficaz.

Y no siempre: de los aparatos que produce la primera agencia espacial del mundo, no todos resultan tan impecables. Pero con el Opportunity dieron en el clavo. El pasado 25 de enero, este robot rodante del tamaño de una mesa de comedor, conocido familiarmente como Oppy, cumplió 11 años en la superficie marciana y sigue funcionando sin haber recibido jamás la visita de un técnico de posventa, ni haber pasado ninguna revisión anual, ni haber necesitado la sustitución de ninguna pieza. Lo cual merece aún más aplauso teniendo en cuenta que debe soportar una radiación inclemente y un arco de temperaturas de 30 a -80 ºC. Y que a su lado incluso los más duros todoterrenos del Dakar caen en la más profunda humillación: la carretera más cercana al Opportunity queda, en el mejor de los casos, a 55 millones de kilómetros. Eso sí es conducir off-road.

Como es lógico, el rover marciano ha acumulado algunos achaques durante su azarosa vida, pero curiosamente, lo que ahora más preocupa a sus responsables son los fallos de su memoria, tal como les ocurre a las personas de larga edad. El ordenador de a bordo del Opportunity funciona con una memoria flash como las de los pinchos USB, pero sus 256 MB no servirían ni para el más rudimentario de los smartphones actuales.

Últimamente un poco eclipsado por el Curiosity, su primo de la siguiente generación, Oppy vuelve a ser noticia porque está a punto de completar el primer maratón extraterrestre de la historia. Según la última actualización de la NASA, el odómetro del rover registra ya 41,97 kilómetros, lo que le sitúa a poco más de 200 metros de los 42,195, la distancia del maratón olímpico. Y el robot logrará esta marca en un lugar que los científicos de la misión han denominado precisamente Valle de Maratón, un emplazamiento en la cresta occidental del cráter Endeavour, de 22 kilómetros de diámetro, donde las sondas orbitales han detectado la presencia de distintas arcillas originadas en el pasado húmedo de Marte.

Y todo ello, con una garantía de tres meses, lo que debía durar la misión inicial del Opportunity. En cambio, su hermano gemelo, el Spirit, solo aguantó hasta 2010, habiendo recorrido 7.730,5 metros. Pero ambos han excedido ampliamente las expectativas de sus diseñadores y han aportado valiosísimos datos sobre nuestro planeta vecino. Los gemelos marcianos pasarán a la historia como los aparatos que confirmaron las huellas del agua en la geología marciana. Con motivo del nuevo récord establecido por el Opportunity, el director del proyecto de los rovers, John Callas, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, ha aprovechado para presumir de su criatura: «Cuando el Opportunity estaba en su misión primaria hace 11 años, nadie imaginaba que sobreviviría a un invierno marciano, ni mucho menos que completaría un maratón en Marte». Para celebrar la gesta de Oppy, la NASA ha reunido imágenes de una década de exploración de los rovers marcianos.

En estos días se ha vuelto a hablar de la misión planificada por la organización holandesa Mars One, que ha restringido a 100 su lista de candidatos a convertirse en los primeros colonos de Marte. Los futuros pobladores marcianos, si llegan a existir, podrían tener la apasionante tarea, quizá incluso la obligación, de recoger los antiguos artefactos de tecnología terrestre que hayan quedado muertos e inertes sobre la superficie de Marte. Con ellos podrían crear el que sería oficialmente el primer museo extraterrestre (ya que la NASA nunca ha reconocido la existencia del museo lunar). Y quién sabe si en un futuro los humanos viajarán hasta allí para admirar los anticuados restos de los tiempos en que aún éramos una especie de un solo planeta.

Itinerario recorrido por el robot 'Opportunity' en Marte desde su aterrizaje en el cráter Eagle el 25 de enero de 2004. Imagen de NASA / JPL-Caltech / MSSS / NMMNHS.

Itinerario recorrido por el robot ‘Opportunity’ en Marte desde su aterrizaje en el cráter Eagle el 25 de enero de 2004. Imagen de NASA / JPL-Caltech / MSSS / NMMNHS.

Detalle del itinerario recorrido por el robot 'Opportunity' en Marte desde el 24 de diciembre de 2014, a lo largo de la cresta occidental del cráter Endeavour. La franja verde representa el lugar aproximado en el que el robot completará la distancia del maratón. Imagen de NASA / JPL-Caltech / Univ. of Arizona.

Detalle del itinerario recorrido por el robot ‘Opportunity’ en Marte desde el 24 de diciembre de 2014, a lo largo de la cresta occidental del cráter Endeavour. La franja verde representa el lugar aproximado en el que el robot completará la distancia del maratón. Imagen de NASA / JPL-Caltech / Univ. of Arizona.

Pasen y vean cómo un pulpo se ‘materializa’ de la nada

Los pulpos son animales sorprendentes en muchos aspectos. Son posiblemente los invertebrados más inteligentes que existen, superando en capacidades cognitivas a muchos vertebrados. Utilizan herramientas para defenderse y sus ojos son extremadamente sofisticados, muy similares a los nuestros. Siendo animales blandos sin aparente protección contra los predadores, cuentan sin embargo con sistemas muy elaborados como la expulsión de tinta y, sobre todo, el camuflaje.

Podríamos decir que los cefalópodos inventaron el sistema de tinta electrónica antes de que lo hiciéramos los humanos, porque el funcionamiento de un soporte de ebooks y el sistema de mimetización del pulpo tienen bastante en común; en ambos casos se trata de un pigmento que aflora a la superficie y se vuelve visible. En el caso de los cefalópodos, el ingrediente coloreado reside en células especializadas llamadas cromatóforos, que se expanden gracias a un sistema de control formado por nervios y músculos y que pueden conferir al animal una amplia gama de tonalidades. Estos animales pueden cambiar no solo el color de su piel, sino también la textura, controlando el tamaño de unas proyecciones de su piel llamadas papilas.

En el caso de los pulpos y de otros animales que pueden camuflarse activamente en su entorno, parece relativamente sencillo explicar cómo funciona el mecanismo fisiológico que les permite cambiar de color y de aspecto. Pero lo que resulta verdaderamente asombroso, por lo poco intuitivo que parece para nosotros, es cómo el pulpo sabe interpretar los colores y las texturas del paisaje que le rodea para manipular ese mecanismo con la suficiente finura y precisión como para que su presencia pase inadvertida. Esta capacidad cognitiva es realmente algo muy lejos de nuestro alcance e incluso de nuestra comprensión.

Para ilustrar el fenómeno, traigo aquí un vídeo filmado por el submarinista Jonathan Gordon en el Caribe. Según escribe Gordon en su canal de YouTube, «este tipo me cogió completamente por sorpresa […] Me sumergí para observar la concha que podéis ver justo debajo de donde el pulpo aparece y, a medida que me acerqué, el pulpo salió de su escondite. Literalmente no tenía ni idea de que estaba allí hasta que estuve a un metro de distancia».