Campeones y princesas: ¿los desigualamos desde pequeñitos?

¿Educamos igual a nuestros hijos que a nuestras hijas? Sí, contestaría probablemente la mayoría de los padres y madres actuales, preocupados porque todos sus hijos tengan las mismas oportunidades en la vida. O al menos, asegurarían de buena fe estar haciendo todo lo posible según su mejor saber y entender.

Imagen de dominio público.

Imagen de dominio público.

Personalmente no puedo aplicarme este dilema, porque solo tengo niños. Pero como observador, cualquiera como yo puede notar cómo existen pequeños tics que continuamente marcan una diferencia de trato de los adultos hacia los niños y las niñas. Hay infinidad de ejemplos, desde el típico «los niños no lloran» hasta los juguetes que les regalamos a unos y a otras, sin tener en cuenta que tal vez a ese niño le gusten los peluches y esa niña prefiera los superhéroes. Un ejemplo clásico es el que menciono en el título: campeón y princesa, pero no campeona ni príncipe.

Nunca he llamado «campeón» a ninguno de mis hijos, pero no por escrúpulos de sexismo, sino simplemente porque es una palabra que no suele acudirme de forma natural; imagino que por sus implicaciones deportivas, más que por su origen militar. Tanto niños como niñas tienen perfecto derecho a sentirse lo que les dé la gana; pero ¿por qué tenemos los adultos que repartirlos en categorías ya desde pequeñitos?

Si tuviera solo niñas en lugar de niños, apostaría a que no sería tan frecuente que en el trato casual con desconocidos les espetaran a mis hijos esa típica pregunta formulada con la respetable intención de romper el hielo: «¿y tú de qué equipo eres?». Los niños suelen callar, porque a esas edades se sienten avergonzados si no pueden responder satisfactoriamente a la pregunta de un adulto; y entonces tengo que salir rápidamente al paso para aclarar que nosotros no somos futboleros.

Cuál puede ser el impacto real de estas pequeñas diferencias en la educación, es difícil saberlo, incluso para los expertos; si traigo hoy este asunto es a causa de un interesante estudio que ha constatado la existencia de esos tics diferenciadores, pero cuyos autores reconocen: «Debemos investigar más para tratar de entender si estas diferencias sutiles pueden tener efectos importantes a largo plazo».

Los investigadores, de la Universidad Emory (EEUU), diseñaron un ingenioso experimento para estudiar la interacción real de los padres (en este caso, solo con p) con sus hijos e hijas, evitando los típicos tests de preguntas y respuestas que no necesariamente reflejarían la realidad.

Para ello, reclutaron a un grupo de 52 voluntarios, padres de 30 niñas y 22 niños de entre uno y tres años, y los equiparon con una grabadora que se activaba periódicamente para registrar los diálogos entre ellos y sus hijos e hijas. Una vez obtenidos los datos, clasificaron las conversaciones en función de las palabras empleadas por los padres, según categorías establecidas. Por último, sometieron a los padres a un ensayo de Imagen por Resonancia Magnética Funcional (IRMf), un aparato que permite medir la actividad neuronal en distintas regiones del cerebro cuando el sujeto realiza una tarea; en este caso, mirar imágenes de adultos o niños desconocidos, o de sus propios hijos o hijas con distintas expresiones faciales.

Los resultados, publicados en la revista Behavioral Neuroscience, se resumen en el título del estudio: «El género del niño [en inglés, la palabra child es neutra] influye en el comportamiento, el lenguaje y la función cerebral del padre». En concreto, los investigadores descubrieron que los padres estaban más atentos a las emociones de sus hijas que de sus hijos, respondiendo en mayor grado a sus llantos y cantándoles más. Con las niñas empleaban más palabras emocionales, como cry (llorar), tears (lágrimas) o lonely (solitario/a), y relacionadas con el cuerpo, como belly (tripa), cheek (moflete o mejilla), face (cara), fat (gordo/a) o feet (pies).

Por el contrario, con los niños se empleaban más palabras relacionadas con poder y logros, como best (mejor, el mejor), win (ganar, victoria), super o top, y los padres jugaban más con ellos al tipo de actividad física que en inglés llaman rough-and-tumble play; imagino que existirá una traducción técnica que ignoro, que me perdonen los expertos, pero es el clásico juego de hacer el bestia: perseguirse, tirarse por el suelo, pelearse en broma…

Por último, en el experimento de IRMf, las áreas del cerebro relacionadas con el procesamiento emocional se activaban más con las expresiones felices de las hijas y, curiosamente, con las expresiones neutras de los hijos.

En resumen: sí, las diferencias de trato son sutiles, pero comunes; algo que ya han revelado antes muchos otros estudios citados por los autores, pero que en este caso se analiza con una metodología más rigurosa.

Insisto en que los propios autores del estudio no aventuran conclusiones sobre cuáles pueden ser las consecuencias en la educación de los niños; esto es ciencia, no ideología. Pero sí mencionan el conocimiento actual sobre cómo unas actitudes y otras influyen en el desarrollo de distintas capacidades en los niños: el lenguaje emocional se asocia a la educación en la empatía, el juego físico se relaciona con la interacción social, y la atención al cuerpo se revela después en la definición y valoración de la propia imagen corporal. Si hay algo que debemos tener siempre presente, es que la mente de los niños es material muy delicado.

5 comentarios

  1. Dice ser educación sin tabú es lo que hace falta

    El ser humano, ese bípedo que se las da de inteligente y racional, después de millones de años de evolución, aún es incapaz de encptrarse a sí mismo dentro de su cuerpo, formando parte de él. Lo que sale de la mente, que es cuerpo, no puede sino provocar una continua lucha interior e infinidad de excusas y emanación de palabras rimbombantes que anulen su realidad. Si no hay educación sexual, natural, clara, lo que queda es prohibir, censurar y obligar a que la gente sea como se espera qeu sea por el simple hecho de dar la razón a las mentes que, negando su cuerpo, se sienten en el derecho de ser las más bellas por dentro y las más inteligentes. Ya van pensando que la belleza es negativa, que es cosa secundaria, porqeu dice que provoca males en los más reprimidos, como si no fuera la rerpesión lo negativa… Hay que ponerle narices al asunto…. Luego van corriendo a ponerse bellos y bellas a los gimnasios en ese continuo luchar negando casi todo el año la realidad y queriendo dominarla en un instante. Hablan de cuerpos normales, no normales, patatín, patatán, intentando cambiar cánones, IMPONER GUSTOS Y REALIDADES a gusto de los cuadraditos negros de la srealidades humanas… y eso no es nada bueno. Pérdida de tiempo, sin más.
    Pero ¿qué ha de importar al bípedo humano perder mil años dando vueltas al mismo artificial cuento si ya ha encontrado regocijo tras millones de años abundando en su propio natural desprecio?

    http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2017/03/20/mamas_papas/1489997531_166770_1489998112_noticia_normal_recorte1.jpg

    11 junio 2017 | 23:07

  2. Dice ser .

    Cada cual que eduque conforme considere correcto y conforme a lo más adecuado. Niños y niñas son diferentes, es absurdo pretender lo contrario. Pretender cambiar la impronta que nos ha dejado millones de años de evolución por cuestión de la corrección política de turno solo origina confusión, malestar social y problemas.
    Los mamíferos macho son bien diferentes a los mamíferos hembra, los seres humanos son mamíferos con todo lo que ello implica, eso no lo va a cambiar nada.

    12 junio 2017 | 02:51

  3. Dice ser el deporte es cosa sana

    El fútbol femenino está poniéndose muy interesante.
    En el mundial ya se vieron maneras, y en las Olimpiadas. Puede ser igual de espectacular que el masculino.
    Y el waterpolo, otra pasada de fuerza y belleza. La mujer no tiene por qué negar sus atributos naturales para ser digna, como dicen. Y tantos campeonatos del mundo que tiene España en waterpolo y apenas se las gratifica. Todo el fútbol masculino y el tenis. A ver si llega el día enqeu la gente dalga a la calle con las banderas de la patria cuando ganen las chicas de waterpolo o volley playa.

    13 junio 2017 | 11:26

  4. Dice ser la verdad

    @Dice ser el deporte es cosa sana

    No saldrá casi nadie con banderas a celebrar victorias femeninas, ni las mismas mujeres, la expresión máxima de casi todos los deportes es la masculina, el listón está muy alto, pese a quien pese.

    13 junio 2017 | 12:43

  5. Dice ser rompecercas

    ¿Cómo que en las ciencias no hay ideología? ..sociología, psicología, ciencias de la conducta, etología, biología…en todo esto, para empezar, hay mucha ideología…y por supuesto en todas las demás, aunque se pretenda otra cosa

    13 junio 2017 | 15:41

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