Sin rastro de vida inteligente en más de 6.000 estrellas

Será curioso saber qué artículo despierta mayor interés, si el que publiqué ayer, sugiriendo que la búsqueda de signos de vida extraterrestre pronto podría dar frutos, o este de hoy. Las buenas noticias y las malas tienden a atraerse como los polos opuestos, en sentido puramente electromagnético (nunca he creído en esa aplicación metafórica a los seres humanos; o al menos en mi caso, no funciona así).

El sistema triple Alfa Centauri: A, B y Proxima (señalada en rojo). Imagen de Wikipedia.

El sistema triple Alfa Centauri: A, B y Proxima (señalada en rojo). Imagen de Wikipedia.

La mala noticia de hoy es que dos proyectos de búsqueda de señales de vida inteligente, uno en 5.600 estrellas y otro en 692, han concluido con las manos vacías. Nada por aquí, nada por allá. Y les aseguro que no me alegro de ello, pero es otro apoyo más a la hipótesis de que la vida no es un fenómeno común en el universo.

El primero de los proyectos es obra de dos investigadores de la Universidad de California en Berkeley. Nathaniel Tellis y Geoffrey Marcy han emprendido lo que se conoce como SETI óptico; es decir, búsqueda de inteligencia extraterrestre (cuyas iniciales en inglés forman el acrónimo SETI), pero no en forma de señales de radio, sino de pulsos de luz visible.

La idea inspiradora, puramente especulativa, es que una civilización lo suficientemente avanzada podría emplear el láser como un medio de comunicación a grandes distancias, y uno de estos pulsos que cayera en nuestra dirección podría detectarse como un chispazo de luz distinguible del brillo de la estrella.

Los dos investigadores han aplicado un algoritmo a un exhaustivo conjunto de datos recogidos por el telescopio Keck de Hawái entre 2004 y 2016, correspondientes a 5.600 estrellas de la Vía Láctea distribuidas por todo el cielo, en su mayoría hasta una distancia de unos 326 años luz, y de un amplio rango de edades, desde menos de 200 millones de años hasta casi 10.000 millones de años. Para cada estrella, han buscado posibles chispazos en casi todo el espectro de luz visible (todos los colores) y en un radio de hasta decenas de unidades astronómicas (una unidad astronómica, UA, es la distancia media de la Tierra al Sol).

Después de todo ello, esta es la conclusión de los investigadores en su estudio, que se publicará próximamente en la revista The Astronomical Journal: «No hemos encontrado emisiones láser procedentes de las regiones planetarias en torno a ninguna de las 5.600 estrellas». Según los datos actuales disponibles, Tellis y Marcy calculan que este conjunto de estrellas debería albergar unos 2.000 planetas templados de tamaño similar a la Tierra, así que los resultados no son nada alentadores.

El segundo proyecto es el Breakthrough Listen, una de las Iniciativas Breakthrough del programa SETI fundado en 2015 por el físico y magnate ruso Yuri Milner, y que cuenta con la participación del Centro SETI de la Universidad de California en Berkeley. Breakthrough ha celebrado esta semana en la Universidad de Stanford su segunda conferencia anual, donde se han discutido cuestiones como el potencial para la existencia de vida en algunos mundos recientemente descubiertos, por ejemplo Proxima b, el sistema TRAPPIST-1 o el recién llegado LHS 1140b, del que hablé ayer. También se debatió sobre el Breakthrough Starshot, el proyecto de Milner de enviar una flota de minúsculas sondas al sistema Alfa Centauri.

En la conferencia Breakthrough se han presentado las conclusiones del primer año de Listen. El director del SETI en Berkeley, Andrew Siemion, expuso los resultados de la escucha de posibles señales de radio de origen inteligente en 692 estrellas con el radiotelescopio de Green Bank, una instalación histórica para el SETI, ubicada en Virginia Occidental. De todas las señales captadas, los investigadores seleccionaron 11 como las más significativas. Pero el veredicto es claro, o más bien oscuro: «se considera improbable que alguna de estas señales tenga un origen artificial, pero la búsqueda continúa», han declarado los responsables del proyecto.

En resumen, seguimos en blanco, solos y sin compañía. Por supuesto, hay recurso al viejo aforismo: la ausencia de prueba no es prueba de ausencia. Como no podía ser de otra manera, Tellis reconoció a la revista The Atlantic que el hecho de no haber detectado comunicaciones láser no significa que esas 5.600 estrellas estén desprovistas de vida. «Cada una de esas estrellas podría tener un Nueva York, un París o un Londres, y no tendríamos ni idea», dijo. De hecho, nosotros no enviamos comunicaciones por láser al espacio; si alguien nos estudiara desde allí empleando la misma técnica, no encontraría ningún rastro de nuestra presencia.

Pero no olvidemos que el aforismo es de por sí discutible cuando sirve para encubrir una llamada a la ignorancia. Por poner un ejemplo tan ridículo como claro, es indefendible alegar que la ausencia de pruebas de que hay un dragón invisible en la habitación no prueba que el dragón invisible no esté presente, por mucho que uno desee creer en los dragones invisibles. La vida es muy común en el estanque de mi jardín. Si tomo una simple gota al azar, encuentro al primer vistazo esta diminuta maravilla:

Alga verde microscópica Scenedesmus. Imagen de J. Y., tomada acercando la cámara del móvil al ocular de un microscopio.

Alga verde microscópica Scenedesmus. Imagen de J. Y., tomada acercando la cámara del móvil al ocular de un microscopio.

Que, por cierto, es una alga verde Scenedesmus, una clorofícea colonial que suele formar grupos de cuatro u ocho células, llamados cenobios. Pero en el estanque del universo, ninguna gota de las muchas analizadas hasta ahora de una manera u otra ha revelado absolutamente nada. ¿Es la vida realmente tan común en el universo?

2 comentarios

  1. Dice ser ¿por qué este Sistema habría de ser único?

    Había vida al otro lado del planeta, apenas un océano de distancia.
    El problema es cuánt tiempo es capaz una civilización de mantener tecnología capaz de emitir señales sin ser autodestruida, lo que abre otra ventana de pesadumbre sobre la vida inteligente externa a nuestro planeta. Un accidente brutal en ese desarrollo tecnológico, un desastre natural global, cualquier estupidez ideológica que pueda conducirlos al desastre o el mero hecho de un cambio climático como éste, qeu obligue a grandes migraciones con la consiguiente zozobra. A veces imaginamos a los extraterrestres como bichos nauseabundos, otras como entes superiorísimos cargados de una luz impresionantemente subyugante. Tal vez sean tan normales como nosoros, con nuestras mismas luces y vicios.
    También queda abierta la puerta de la no interactuación como norma para no influenciar a otras civilizaciones. Imaginemos que encontramos un planeta, que nos lanzamos información en haces de luz, y descubrimos la smismas tonterías que en el nuestro. ¿Para qué seguir? Y si son mucho más inteligentes, estaríamos pensando y razonando en desventaja. Nos darían veinte vueltas y tal vez tampoco les hiciera gracia.
    Vamos a pensar al revés.
    ¿Qué es lo qeu hace que este Sistema sea diferente al resto y que lo capacite para albergar vida? ¿Se puede concebir la idea de un Universo con un sólo sistema donde se den las variables necesarias para desarrollar lo qeu entendemos por inteligencia? ¿Qué es lo qeu nos haría únicos en la inemnsidad del mar de estrellas? ¿Se puede concebir un Universo con una singularidad única?

    22 abril 2017 | 12:41

  2. Dice ser monocamy

    Voy a ponerme algo catastrofista y pensar, llevado por el desánimo, que sólo hubiera una civilización inteligente por cada cien galaxias. No, qué rayos ¡por cada mil! Imaginen la sensación de soledad…

    La primera frase del primer comentario es una acertada metáfora ¿O es una alegoría? Quién sabe…

    Supongo que dentro de doscientos años tendremos suficiente información, en mayor cantidad y más precisa que hoy, como para constatar la misma respuesta que hoy: ninguna. No sabemos cómo empezó todo. Me atrevo a pensar que los extraterrestes tendrían un borrón similar en el expediente intergaláctico, porque de sentido común flojearemos y en tecnología estaremos como empezando… pero en filosofía arrasamos. No van a tener la respuesta por mucho que pudieran presumir de teletransportador portátil, con radio de acción de medio año luz.

    Ah, si hubiera nacido dentro de doscientos años…

    22 abril 2017 | 23:58

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