¿Son un placebo los botones de los semáforos?

Recuerdo un cuento de Richard Matheson titulado Button, Button, en el que un extraño ofrecía a una pareja con graves problemas económicos la posibilidad de ganar una gran cantidad de dinero simplemente pulsando el botón de una caja. Pero si decidían hacerlo, alguien a quien ellos no conocían iba a morir. Mientras discutían el dilema moral al que se enfrentaban, la mujer decidía abrir la caja y descubría que estaba vacía; bajo el botón no había ningún mecanismo.

La historia me ha venido a la mente a propósito de un artículo publicado hace unas semanas en el New York Times sobre los botones placebo. A algunos les llegará de sorpresa, a otros no, y muchos siempre lo habrán sospechado: algunos de los botones que encontramos en los ascensores y que sirven para cerrar las puertas, o que en los semáforos nos invitan a pulsar para esperar el verde, o los mandos que regulan el termostato de la temperatura en las oficinas, tal vez sean más falsos que un Mondrian pintado por mi hijo de cuatro años.

Un botón de semáforo. Imagen de Wikipedia.

Un botón de semáforo. Imagen de Wikipedia.

Según escribe Christopher Mele en el diario neoyorquino, en EEUU los botones de cerrar puertas en los ascensores funcionaban hasta 1990. Entonces se aprobó en aquel país una ley de discapacidad que obligaba a dejar un margen suficiente para que las personas en silla de ruedas o con otras dificultades de movilidad tuvieran tiempo suficiente de entrar en los acensores, lo que obligó a deshabilitar los botones de cerrar puertas. Desde entonces, al menos allí, estos pulsadores solo hacen algo si se introduce la llave que usan los empleados de mantenimiento.

Algo similar ocurre con los termostatos de muchas oficinas, que son de pega. Según explica el artículo, el simple hecho de hacer creer a los trabajadores que pueden regular la temperatura para sentirse más a gusto les hace sentirse más a gusto, aunque la manipulación del termostato no tenga ningún efecto real sobre la temperatura. Según una fuente del sector citada por Mele, un falso termostato reduce en un 75% las llamadas a la asistencia técnica.

Este último dato ilustra por qué esta existencia de botones falsos no se contempla como un resto del pasado a eliminar, sino que incluso se continúa fomentando. ¿Y por qué? En 1975, una psicóloga llamada Ellen Langer publicó un célebre estudio en la revista Journal of Personality and Social Psychology en el que acuñaba una expresión, la «ilusión del control». Langer demostraba que muchos jugadores actúan u optan de determinadas maneras porque piensan que eso aumenta sus posibilidades de ganar, cuando en realidad esas acciones u opciones no tienen ningún efecto.

Pensemos en la Lotería de Navidad, ya tan próxima: muchos eligen números que representan fechas concretas, que les resultan significativos o que les parecen «bonitos». Pero en realidad, todos los números del bombo tienen teóricamente la misma probabilidad de resultar premiados.

Esta ilusión de tener el control sobre un resultado que realmente escapa a nuestro poder es también la que justifica la existencia de los botones placebo: como en el caso de los termostatos, resulta satisfatorio pensar que tenemos el dominio de la situación, ya sea regular la temperatura de la oficina, cerrar las puertas del ascensor o detener el tráfico para cruzar la calle. Todo ello apela a lo que los psicólogos llaman el sentido de agencia, el sentimiento de que tenemos control sobre nuestras acciones y sus consecuencias.

El último ejemplo de los que he citado es mi favorito. Uno, como padre responsable, trata de enseñar a sus criaturas a no morir atropelladas, instruyéndoles sobre cómo cruzar la calle en tiempo y forma. Siempre que hay uno de esos botoncitos verdes que dicen «peatón pulse – espere verde», les digo que pulsen. Lo cual hacen encantados, ya que a los niños les chifla apretar botones. Y si piensan que los coches se han parado gracias a ellos, entonces ya no caben en sí de orgullo. Pero uno siempre se pregunta: ¿realmente ese botón hace algo?

Según parece, no hay una respuesta única. El artículo de Mele cuenta que en su día los botones de los semáforos se colocaron con una finalidad genuina, para ayudar a regular el tráfico. Pero con el tiempo, cuando se introdujo el control por ordenador, dejaron de ser funcionales. Según Mele, en Nueva York hoy solo quedan unos pocos que responden a quien los pulsa.

Un estudio publicado en 2013 por investigadores de Microsoft y la Universidad de Michigan enfocaba el estudio de estos artefactos desde el punto de vista de la interacción humano-máquina para acuñar otra expresión: «engaño benevolente», una especie de mentira piadosa que beneficia al usuario. Supuestamente, el hecho de apretar el botón de los semáforos no solo satisface el sentido de agencia, sino que al hacerlo el peatón tenderá a esperar con más paciencia el cambio de semáforo y no se lanzará a tratar de sortear el tráfico en rojo.

Un artículo de la BBC publicado en 2013 explicaba que el sistema informatizado de regulación de tráfico empleado en Reino Unido, llamado SCOOT (siglas de Split Cycle Offset Optimisation Technique), pone los botones en modo placebo durante el día, cuando el tráfico es intenso, y los activa por la noche.

Por otra parte, este trabajo de la ingeniera industrial Emma Holgado nos cuenta que el SCOOT se emplea también en Madrid, lo que nos lleva a una clara conclusión: si viven en Madrid (y supongo que en Barcelona y otras ciudades del país), apretar el botón durante el día no les servirá de nada. Pero háganlo, que los placebos también son eficaces incluso cuando sabemos que lo son. Y si van con niños, no les quiten la ilusión de pensar que son ellos quienes detienen el tráfico. Se sienten casi como superhéroes.

11 comentarios

  1. Dice ser Alvy

    La afirmación en negrita del último párrafo es incorrecta (por tanto supongo que el trabajo mencionado también). Puedes ver un semáforo que no es placebo y cambia a verde instantáneamente para los peatones tras pulsar el famoso botón en la calle General Aranaz, 67 de Madrid. Si cuando ha vuelto a ponerse rojo se pulsa inmediantemente de nuevo entonces requiere de algo más de tiempo para volver a cambiar (creo que 60 segundos; suficiente para que ningún gracioso bloquee el tráfico, supongo). Pero así es como se comporta, de modo que no es un placebo.

    03 diciembre 2016 | 22:05

  2. Dice ser Esto no es USA

    El boton de los semaforos funciona en España, al menos donde yo vivo.
    ¿El termoestato también funcionan, o quieres poner el aacc a piñón fijo?
    Y si, el ascensor donde yo trabajo cierra antes las puertas si pulsas el botón, aunque es cierto que no en todos los sitios es funcional.

    03 diciembre 2016 | 22:27

  3. Dice ser Bueno

    Bueno, no he leído todo el artículo sino que he ido fijándome en algunas ideas, y no me convence las premisas en las que basa sus razonamientos. Le razonaré dos puntos:

    El primero es el del termostato. Si quieres ver follón en una oficina o en un centro de trabajo en dónde varias personas con diferentes sensibilidades al frío y al calor convivan durante los meses de verano e invierno, pon un termostato a la vista. ¿efecto placebo? Al contrario, la gente se raya más y cada dos minutos lo está tocando, mientras sube el extres.

    Y la segunda no la recuerdo.

    03 diciembre 2016 | 23:11

  4. Dice ser trinidad

    Totalmente de acuerdo con lo que has escrito, es tal y como lo cuentas.

    03 diciembre 2016 | 23:50

  5. Dice ser Fedinlis

    El cuñadismo ha llegado a su blog con ínfulas científicas oiga.

    04 diciembre 2016 | 10:41

  6. Dice ser Ángel

    Hay que distinguir entre los semáforos que cambian para regular el tráfico de diferentes vías y los que cambian para dejar pasar a los peatones. En el segundo caso, el botón es necesario para parar el tráfico únicamente cuando sea necesario.

    Yo tengo uno de los semáforos del segundo tipo al lado de casa, y te aseguro que si no pulsas, no cruzas, porque solo cambia cuando recibe el aviso desde el botón.

    04 diciembre 2016 | 12:03

  7. Dice ser Lorena

    En Madrid los del barrio del Pilar no valen para nada, pero en Villaverde Bajo los de la Avenida de la Orovilla cambian el semáforo instantáneamente (es más, cuando quiero cruzar espero a que pasen los coches que están cerca porque el semáforo se les pone rojo en un segundo)

    04 diciembre 2016 | 13:03

  8. Dice ser Pratense

    Si que funcionan, por lo menos en mi ciudad. Lo se porque hay dos pasos de peatones que siempre estan en verde para los automóviles y solo cambian a rojo justo cuando me toca cruzar a mi, justo cuando está cruzando una unica persona, o peor aún, cuando pasa el gracioso de turno que pulsa el botón y no tiene intención alguna de cruzar.😠

    04 diciembre 2016 | 14:13

  9. Los puedes llamar placebo o inutiles porque te acabas dando cuenta que no funcionan para nada

    04 diciembre 2016 | 19:02

  10. Dice ser Picando

    Como dice 6 – Ángel, este dispositivo se usa en semáforos «peatonales», es decir semáforos cuya única finalidad es la de permitir cruzar a los peatones. Por lo tanto, aunque les toque cerrarse (por el sistema automático de regulación de semáforos) solo lo hace cuando hay alguien esperando para cruzar. ¿Y como sabe el semáforo que hay alguien esperando?, pues porque han pulsado el botón. Entonces , cuando el sistema le indique que tiene que cerrarse, se cerrará, Y si unas veces es inmediato y otras tarda un poco, es porque depende del ciclo del sistema.

    Es similar al sistema de apertura de puertas en el metro (de Madrid). Cuando el conductor pulsa la apertura de puertas, solo se abren aquellas en la que se aprieta el botón, o se acciona la palanca (dependiendo del modelo de vagón).

    Esto es así en España, (por lo menos en las ciudades que conozco), lo que hagan en otros países no lo se.

    05 diciembre 2016 | 10:46

  11. Dice ser Jose

    Me ha llamado la atencion lo del tema del termostato de pega. Nosotros en la oficina tenemos una red de termostatos inteligentes de Airzone y lo que hacemos es restringir los niveles de acceso pero dejando que la gente pueda cambiar su temoeratura.

    Un saludo a todos.

    07 diciembre 2016 | 14:06

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