Tonterías que se dicen: la inteligencia se hereda de la madre

Desmontar un titular bonito nunca luce; es como recoger la casa después de una fiesta. El problema es que internet ofrece a cualquier aseveración acientífica o seudocientífica el título de verdad por un día, engordando por un mecanismo de reacción en cadena. Y como en los terremotos, luego quedan las réplicas, retroalimentadas por un mecanismo circular típico de las seudociencias.

Los que tenemos como profesión contar la ciencia tenemos dos maneras de tomarnos estos casos: una, en *modo ironía*; otra, en *modo gravedad*, como si se estuviera atacando algún principio sagrado, lo que nos convierte en antipáticos inquisidores modernos. No es agradable ni para uno mismo. El problema es que, con tan buenos y buenas periodistas de ciencia en paro (me consta), leer barbaridades escritas sin el menor criterio ni conocimiento sí agravia y ofende a quienes no reciben de los medios la confianza para poner ese buen criterio y conocimiento al servicio de la información y educación científica del público.

Imagen de J. Y.

Imagen de J. Y.

Esta entradilla viene a cuento de un artículo sobre el que me ha alertado mi amiga y vecina de blog Madre Reciente, publicado en la web guiainfantil.com y titulado «La inteligencia se hereda de las madres». Después de leerlo casi he tenido que ser atendido de urgencias (modo ironía).

El artículo en cuestión sostiene que la madre, más que el padre, transmite a sus hijos los genes relacionados con el «cociente intelectual», ya que «el gen de la inteligencia se encuentra en el cromosoma X» y «como la madre aporta dos cromosomas X (XX), tendría el doble de posibilidades de transmitirla». Por el contrario, del padre se heredan las emociones. La inteligencia, prosigue el artículo, se hereda en un 60%, y luego lleva un impuesto de sucesiones del 40% (perdonen, se me escapa el modo ironía).

El artículo cuenta también un experimento con ratones afirmando que se crearon animales con «más genes paternos o maternos», que estos últimos tenían el cerebro más grande, y que el cerebro tiene, como en la maravillosa película Del revés, dos islas, una de «la alimentación, la supervivencia y el sexo», y otra de «el desarrollo del lenguaje, la inteligencia, el pensamiento y la planificación». Y parece que las células, según tengan más genes paternos o maternos, van a una isla o a la otra.

Quiero aclarar que esto no pretende ser un ataque personal contra la autora del artículo, cuya competencia profesional no cuestiono en materias ajenas a la ciencia. Estoy seguro de que yo escribiría barbaridades del mismo calibre si tuviera que escribir un artículo sobre fútbol, tenis o Fórmula 1. Más bien la responsabilidad es del medio, de ese y de tantos otros, que prescinden de los especialistas pensando que todo el mundo puede escribir sobre ciencia simplemente copiando lo que dicen otras webs, fomentando esa reacción en cadena de la que hablaba. También soy periodista y conozco la presión a la que estamos sometidos, pero nunca debemos permitir que esta presión llegue a quebrantar la ética periodística que esconde un titular.

Como decía Bilbo Bolsón, ¿por dónde empezar? ¡Ah, sí! Comencemos por la premisa inicial, la que según el artículo la ciencia «afirma y confirma»: que el «gen de la inteligencia» se encuentra en el cromosoma X, como al parecer «demostró» el científico estadounidense Robert Lehrke.

¿Quién era Robert Lehrke? Apenas se encuentra información sobre Robert Gordon Lehrke, psicólogo clínico del Hospital Estatal de Brainerd, en Minnesota, que en 1968 leyó su tesis doctoral titulada Sex-linked mental retardation and verbal disability (Retraso mental ligado al sexo y discapacidad verbal). Su área de especialización fue lo que entonces se llamaba «retraso mental». Más allá de su tesis doctoral, que luego se editó en formato de libro, Lehrke apenas dejó un par de estudios publicados, dado que no era un investigador, sino un facultativo. Uno de ellos, un estudio teórico, apareció en 1972 en la revista American Journal of Mental Deficiency, bajo el título «Theory of X-linkage of major intellectual traits» (teoría de vínculo al cromosoma X de rasgos intelectuales principales).

Dado que se trataba solo de una hipótesis sin ninguna demostración, el artículo de Lehrke fue publicado junto con comentarios de otros tres expertos, a los que el propio psicólogo también respondía. Su propuesta resumía el trabajo de su tesis. Trabajando con pacientes con discapacidad mental, había observado un mayor número de hombres que de mujeres en esta población. Examinando un caso descrito en 1943 por Martin y Bell de una familia en la que la discapacidad mental afectaba solo a los hombres, y añadiendo sus propias observaciones, Lehrke propuso que el cromosoma X contenía uno o varios genes cuyas mutaciones producían «retraso mental».

Y de hecho, en esto Lehrke estaba en lo cierto. En esto (y solo en esto, como voy a explicar) su intuición fue visionaria, ya que posteriormente se han identificado hasta 70 síndromes de discapacidad mental ligados al cromosoma X, según una revisión de 2005. Uno de los más conocidos es el Síndrome X Frágil, la segunda causa genética más frecuente de discapacidad mental después del Síndrome de Down, y la enfermedad del caso de Martin y Bell.

Pero en referencia al artículo citado y a otros que probablemente le han servido de inspiración, lo curioso es que sus autores se pasmarían si supieran qué era en realidad lo que Lehrke defendía, porque era justo lo contrario de lo que suponen. Por plantear un símil bastante bestia, lo reconozco, pero también muy intuitivo, sería como si una persona judía se basara en la ciencia nazi para justificar que ellos son diferentes. Lo explico.

La única que parece escribir sobre el trabajo de Lehrke habiéndolo leído antes es Anne Fausto-Sterling, bióloga y genetista estadounidense que ha dedicado su larga y premiada carrera a las cuestiones de género, sobre todo a derribar las falacias presuntamente científicas sobre los roles de ambos sexos. En su libro Myths of Gender: Biological Theories about Women and Men (Los mitos de género: teorías biológicas sobre las mujeres y los hombres), Fausto-Sterling atacaba el machismo de la teoría de Lehrke cuando este afirmaba que, del mismo modo que había más hombres con discapacidad mental, también había mayor proporción de genios, ya que en las mujeres la inteligencia se promediaba entre ambas copias de su cromosoma X, dando como resultado un nivel intelectual medio inferior. No se pierdan lo que Lehrke escribía:

Es altamente probable que factores genéticos básicos, y no el chovinismo masculino, expliquen al menos en parte las diferencias en el número de hombres y mujeres en los puestos que requieren los más altos niveles de capacidad intelectual.

Resumo: Lehrke pensaba que había una razón genética para que las mujeres, según él, estén menos capacitadas de cara al desempeño de trabajos intelectuales. Así, la reformulación correcta del titular del trabajo de Lehrke sería que los hombres heredan la inteligencia de sus madres, y las mujeres heredan la falta de ella.

Pero naturalmente, Lehrke estaba completamente equivocado, como bien se encarga Fausto-Sterling de argumentar aportando datos de la ciencia actual. El problema de Lehrke (aparte de la inevitable sospecha de que trataba de sostener un prejuicio propio) era que extendió sus conclusiones mucho más allá de lo que sus observaciones le permitían. Una cosa es que el cromosoma X contenga ciertos genes cuyas alteraciones provoquen discapacidad mental. Pero de ahí a pensar que ciertas variantes de esos mismos genes le hagan a uno más listo no solo es aventurado, sino que es erróneo. Imaginen un gen críticamente implicado en el desarrollo del ojo. Sus mutaciones podrían resultar en malformaciones, pero esto no significa que algunas formas de ese gen puedan producir ojos más perfectos, más grandes o en mayor número. Simplemente, si el gen funciona como debe, se producen ojos.

El motivo por el que hay más discapacidades mentales en los hombres es el mismo por el que hay más de cualquier otro trastorno ligado al cromosoma X: las mujeres tienen un backup, un segundo cromosoma X que suple las funciones si hay genes alterados. No es que, como dice el artículo, «como la madre aporta dos cromosomas X (XX), tendría el doble de posibilidades de transmitir» nada; no hay una lotería con un bombo en el que se meten dos bolas de un cromosoma para ver si así toca más fácilmente. La madre aporta (siempre) un (y solo un) cromosoma X; en el caso de las niñas, el padre aporta otro. Pero los hombres no tenemos ese backup, por lo que muchas enfermedades genéticas ligadas al X, como la hemofilia, se manifiestan en hombres, mientras que las mujeres son solo portadoras asintomáticas.

Pero además, no existe el gen de la inteligencia, ni varios. Como tampoco hay un gen de la simpatía o del gusto por la danza clásica. Solo unos pocos rasgos parecen (cada vez menos según avanza la investigación genética) ligados a un solo gen. El resto, sobre todo rasgos complejos como la (si es que alguien es capaz de definirla) inteligencia, dependen de muchísimos genes con una interdependencia enormemente compleja. Un gen no produce pelo rubio, orejas grandes o nariz respingona; los genes solo producen proteínas. Y estas participan en multitud de procesos del organismo que interactúan entre sí a través de redes inmensamente complicadas de cascadas bioquímicas, moduladas además por la influencia del entorno en el sentido más amplio, y que resultan en lo que conocemos como fenotipos.

En cuanto al asunto de los porcentajes, a lo largo del siglo XX se desató en la comunidad científica un debate heredado desde el darwinismo llamado Nature versus Nurture, o innato contra adquirido, destinado a determinar cuál era la parte de un rasgo complejo, como las conductas, atribuible a la genética, y cuánto era causado por el ambiente. Este debate se considera hoy abandonado porque la naturaleza de esos rasgos es demasiado compleja incluso individualmente, y más aún con la irrupción de la epigenética que determina la función génica según modificaciones químicas del ADN no codificadas en la secuencia. Hoy se considera que el debate no tiene sentido porque es seudocientífico, es decir, no hay una respuesta demostrable (o más bien falsable); cualquier afirmación que encuentren por ahí sobre porcentajes genéticos y ambientales pertenece al territorio de la autoayuda y la charlatanería, pero no al de la ciencia.

Frenología. Imagen de Wikipedia.

Frenología. Imagen de Wikipedia.

Me quedaría comentar el relato que hace el artículo del experimento de los ratones, pero creo que ya me he extendido demasiado por hoy y que el asunto ha quedado suficientemente claro. Baste decir que, ¡por favor!, la película Del revés, aunque magnífica, era solo eso, dibujos animados; en realidad la tristeza no es un muñequito azul con jersey de cuello vuelto. El cerebro no tiene islas. No hay un trozo de cerebro que podamos poner encima de la mesa y decir: ahí está el sexo, o la soledad. Ojalá: si una persona sufriera un traumatismo encefálico grave, como un disparo en la cabeza, el médico podría decir a los familiares del paciente: «Ha tenido suerte porque solo le ha afectado a la región de la planificación; no podrá volver a hacer planes en el resto de su vida, pero por lo demás estará estupendamente».

Y naturalmente, tampoco el tamaño del cerebro tiene absolutamente nada que ver con la inteligencia. Tamaño y áreas discretas fueron las bases de una teoría del siglo XIX llamada frenología que fue desacreditada en el XX. Ironías del destino, tras la muerte de su impulsor principal, el alemán Franz Joseph Gall, el análisis de su cerebro reveló que su tamaño era inferior a la media, como también era más pequeño de lo normal el de Albert Einstein.

En resumen, la inteligencia se hereda en parte de la madre, en parte del padre, en parte se ve afectada por innumerables factores ambientales, y en parte se desarrolla con esfuerzo y ejercicio mental, aunque nadie puede ni podrá jamás determinar en qué partes; ni en general, ni individualmente. Y en cuanto al artículo, y recordando aquel curso de ética periodística que hace unos años impartía Juanjo de la Iglesia en el Caiga quien caiga, el titular adecuado habría sido «las discapacidades mentales están más frecuentemente ligadas al cromosoma X». Claro que este titular no solo es algo ya conocido desde hace casi medio siglo, sino que tampoco tendría tantos retuits.

14 comentarios

  1. Dice ser AlexGR

    Me ha gustado esta reflexión. Como criaturas avidas de criticar y conocer de todo tendemos a caer en el error de fijarnos solo en los titulares, dejándonos convencer fácilmente de opiniones ajenas carentes de pruebas, y reacios a advertir que nuestras teorías muchas veces son solo meras opiniones básadas únicamente en intuiciones y pequeños hechos que podrían ser únicamente coincidencias o interpretaciones erroneas.

    Sin embargo, yo soy de los que critican también mucho a todos esos científicos que consideran que todo está «escrito en piedra», que la ciencia es lo que es y que cualquier sugerencia sobre cambios en la misma o en la interpretración de las pruebas es un insulto. La ciencia es lo que es gracias precisamente a que permite ser criticada y refutada, corrigiendo o sustituyendo teorías anteriores por otras que consideramos más acertadas o ciertas.

    «[…] El problema de Lehrke era que extendió sus conclusiones mucho más allá de lo que sus observaciones le permitían. […]»
    Esto en fabricación mecánica también es aplicable. Si por ejemplo tenemos un aparato de medida como una regla, la medida más pequeña que podremos tomar es la correspondiente a la menor de las divisiones de la regla, explicado más concretamente, si la regla muestra milimetros y centímetros, no podremos precisar ninguna medida más allá de los propios milímetros por mucho que parezca claro que termina entre dos divisiones de la misma regla pues sería ir «más allá de lo que el sistema de observación permite»

    19 marzo 2016 | 14:15

  2. Dice ser Xilo

    Buen artículo, es una pena que haya que desmontar estás tonterías hembristas aún presentes en nuestra sociedad.

    Viva el feminismo y la igualdad de género.

    19 marzo 2016 | 15:20

  3. Dice ser elnotas

    Diez años mas de adoctrinamiento y ya no sera una tonteria que se dice, solo cuestionarlo implicaré perder el empleo e ir a la carcel.

    19 marzo 2016 | 19:03

  4. Dice ser Paulina

    Fantástico. Muchas gracias por aclarar los puntos desde la razón y la ciencia, Y muchas gracias por denunciar los ya excesivos atrevimientos de algunos periodistas que escriben sin rigor ni conocimiento sobre cualquier materia. Respecto de la inteligencia y las altas capacidades, hay de repente una moda, un chorreo de artículos que en su mayoría dicen barbaridades y que dan voz a cualquiera sin contrastar el rigor del contenido.

    No se dan cuenta, se que no hay maldad, pero si ignorancia, del mal que hacen a los niños de alta capacidad, que con demasiados mitos ya tienen que lidiar para ser atendidos en la escuela, como para que encima añadan más leña. Imaginar por un momento que algunos colectivos nos dedicásemos a escribir artículos sin contrastar su rigor sobre el periodismo, o sobre un periódico.

    Creo que, con razón, se indignarían. Lo mismo nos ocurre a otros colectivos cuando asistimos, impávidos, a algunos artículos que, en pro de un titular llamativo, difunden cualquier barbaridad, ahondando más en los problemas diarios que ya de por si soportan o tienen que lidiar con, las familias de niños de alta capacidad.

    19 marzo 2016 | 22:52

  5. Dice ser yopipspa

    Este descubrimiento lo leí hace bastantes años, pero no estaba tan mal explicado. Parece el blog de un crío. En el artículo, bien estructurado, daban explicaciones lógicas. No lo encuentro, porque de repente se ha puesto de moda esto, y la búsqueda sólo me lleva a esta mierda.

    20 marzo 2016 | 14:42

  6. Dice ser Eledus

    seguro que ahora dirá que la inteligencia de una persona viene determinada en el ADN mitocondrial …. gensanta del amor hermoso … 😀

    21 marzo 2016 | 12:37

  7. Dice ser aadriana

    Es cirrto

    22 marzo 2016 | 00:41

  8. Dice ser Apostata

    Perdona, leí tu articulo y me parece basura…. Entre otras cosas argumentas la falta de preparacion del autor o mejor dicho su discordancia de esta con el tema… La pregunta es… ¿Quien eres tú para refutar los argumentos de un cientifico? El leído que cualquier persona con contactos puede tener una columna…. Danos tus credenciales en los campos de la medicina que tan fervientemente debes dominar, y luego criticas…. Saludos. 🙂

    23 marzo 2016 | 16:07

  9. Dice ser Edwina

    Me parece en resumen dos cosas!! Estudios científicos se basan en la parte experimental… El articulo podrá estar bien sustentado pero solo es recolección bibliográfica, pienso que quizás ni el articulo ni tu articulo han de tener la razón, y creo que solo una Genético o un ingeniero genético podría refutar el articulo que criticas, eso de que los genes nos determinan nada, creo que estas un poco errado en ello, no solo producen proteínas!!… mas si los científicos se han tratado de preocupar por descubrir todo el genoma humano, no le veo ciencia entonces a esta pérdida de tiempo si no determinan nada… creo que deberías estudiar mas la parte genética y no irte solo a la parte de psicólogos que publiquen y que hagan tesis… Saludos…

    02 abril 2016 | 19:12

  10. Dice ser Elly Ramirez Pozo

    Por favor leer el artículo bien sustentado en Psicología y Mente, sustentado por psicólogos. No periodistas como menciona alguien más arriba.

    08 abril 2016 | 04:15

  11. Dice ser Miércoles

    Independientemente, de si el padre o la madre, hay quien no ha heredado nada! No le cayó ni una gota en el reparto. La gente cree lo que quiere creer. Da igual si se le desmonta una falacia, con argumentación lógica y científicamente probada, al final, acabarán saltándote los creacionisas a la yugular. Lo de: «¿Quien eres tú para refutar los argumentos de un cientifico? » da la risa floja. Detecta además, falta de comprensión lectora, simple descuido o mala baba…(anda, leete el perfil del autor, como mucho podrás o no creerte sus credenciales, pero esa ya es otra cuestión).En fin….excelente artículo.

    08 abril 2016 | 07:35

  12. Dice ser Olga

    Las opiniones a favor o en contra de una posición, en este caso relacionado con la ciencia, cuando están bien fundamentadas, ayudan al lector a contrastar las supuestas verdades. Eso està bien! Lo que està mal es adjetivar menospreciando la o las teorías, eso denota una autosuficiencia machista…o intelectual??? Innecesaria. Total, las verdades científicas son tal en la medida que son demostrables, cuando no, simplemente se desechan; pero es el caso de éste y otros temas relacionados porque son estudios recientes a partir del descubrimento del genoma humano. Todavía hay mucho pan por rebanar al respecto, así que, los que no somos especialistas, podemos opinar, pero insisto, no es necesario adjetivar peyorativamente! Saludos

    09 abril 2016 | 21:35

  13. Dice ser Jorge C.

    Sinceramente, creo que antes de leer un artículo, lo primero que hay que mirar son las credenciales del autor (que en este caso tan amablemente pone al inicio de la página) y si se duda verificarlas. Una vez hecho esto hay que realizar una lectura crítica y diferenciar si lo que se está leyendo es opinión personal, información contrastable sobre un tema o bien mezcla de ambas que suele ser lo más habitual. Ya sobre esta base verificar y cruzar la información aportada, pararse a considerar las implicaciones y llegado el caso renovar las propias concepciones individuales sobre el tema; si se estima que las iniciales eran erróneas o mejorables.

    Personalmente el artículo me ha interesado mucho; me da que pensar en un tema en el que hasta ahora solo había oído una teoría (incluso aparece en la Wikipedia como única teoría sobre el origen de la superdotación intelectual…, penoso). Además se hace ofreciendo datos e información sobre eventos y personas; datos que llevan, no a expresar una nueva teoría, sino a demostrar que la más comentada actualmente está basada en datos sesgados y/o tergiversados, lo que ‘científicamente’ la invalida. Es claramente la intención del artículo y creo que efectivamente se consigue, en base a datos objetivos.

    Cualquier intento de desacreditación sin aportar datos o información igualmente contrastables, lanzando falacias una detrás de otra y de manera indiscriminada se llama ‘tollear’, y es arto cansino de ver en cada artículo que choca con las creencias, generalmente irracionales, de determinados grupos de personas que defienden a capa y espada sus propios puntos de vista; sin aportar ninguna información de utilidad, siquiera para refutar sus posturas. Esto, es una defensa irracional de opiniones forjadas por ese dichoso sesgo cognitivo de la racionalización irreflexiva que todos tenemos pero que pocos llegan a controlar, como se puede ver en muchos de los comentarios.

    Muchas gracias por tan interesante artículo.

    10 abril 2016 | 17:51

  14. Dice ser David

    Me dio weba leer todo eso, la próxima ve al grano men

    14 abril 2016 | 03:28

Los comentarios están cerrados.