¿Puede la ciencia arreglar el problema del tráfico?

Es maravilloso que se favorezca el uso del transporte público o de otros medios alternativos para desplazarse. Cualquiera que defendiera lo contrario, es decir, el derecho a que cada uno pueda moverse libremente como le venga en su real gana, cuando y adonde le parezca mientras lo haga en un medio de transporte legal, estaría incurriendo en una grave incorrección política. Y por supuesto, es fantástico que la publicidad de la Dirección General de Tráfico anime a los usuarios a prescindir del coche para así aligerar el trabajo de la Dirección General de Tráfico. De hecho, no entiendo cómo es que Aena no emite anuncios animando a los usuarios a viajar en tren para evitar la congestión en los aeropuertos y los retrasos en los vuelos.

Atasco de tráfico en China. Imagen de YouTube.

Atasco de tráfico en China. Imagen de YouTube.

Ironías aparte, me gustaría creer que los responsables de nuestras infraestructuras, a la hora de planificar la construcción de nuevas carreteras, tienen en cuenta toda la ciencia aplicada al tráfico que se ha desarrollado en el último medio siglo, desde que algunos investigadores comenzaron a escribir ecuaciones para comprender cómo funciona la circulación de vehículos.

En Madrid, donde en las últimas semanas se ha hablado de varios colapsos cuando han coincidido lluvia, hora punta y lunes, tradicionalmente se ha afrontado este problema construyendo nuevas carreteras y anillos de circunvalación. Pero hasta un profano en materia de tráfico como yo sabe que el hecho de abrir más carreteras no alivia el tráfico a largo plazo. Este efecto tiene incluso un nombre: se llama Paradoja de Braess.

La gran tentación para los gobernantes es tomar la salida más fácil: restringir o prohibir. Pero este tipo de medidas son socialmente injustas: aplicar una tasa, como en Londres, beneficia a quienes pueden costearla; y la solución de las matrículas alternas, como en Roma, también favorece a aquellos que pueden permitirse tener dos coches en el garaje, uno para los días de placa par y el otro para los de impar.

¿Qué hacemos entonces? La teoría del tráfico es un campo que se ha beneficiado mucho del progreso de los modelos informáticos de simulación, que consideran la circulación de los vehículos como el movimiento de un fluido de características peculiares. Muy peculiares; este vídeo de un experimento realizado por investigadores japoneses muestra eso que todos hemos sufrido, los parones de tráfico sin motivo aparente, causados solo por el hecho de que varios vehículos circulan a corta distancia por un mismo carril sin nada que bloquee o ralentice el tráfico, salvo los propios coches. Muy propiamente, lo llaman atasco fantasma.

Otra fuente a la que los científicos están recurriendo para comprender cómo funciona el tráfico, y cómo podría funcionar mejor, es la naturaleza. Algunos investigadores llevan años analizando el movimiento de las hormigas. Estos insectos no solo circulan a cientos por rutas estrechas como nuestras carreteras sin sufrir embotellamientos, sino que cuantas más se echan a la ruta, más rápido se mueven, como demostró hace unos meses un equipo de investigadores alemanes. En España hay también algunos investigadores que estudian los modelos de las hormigas, la oruga procesionaria o las migraciones de aves, como recogía un artículo de la revista de la DGT.

Los propios expertos reconocen que los modelos aún distan mucho de ser perfectos. Y naturalmente, las hormigas pueden pasar unas por encima de otras, cosa que a nosotros no nos es posible, al menos con los coches actuales. Pero según los investigadores, parte del éxito de estas hormigueantes autopistas se basa en la ausencia del factor típicamente humano en el que reside gran parte de la culpa de nuestros atascos: el adelantamiento por chulería, el zigzag del impaciente, el frenazo para mirar el móvil, el frenazo para mirar el accidente, el frenazo para mirar a la conductora del coche de al lado, el frenazo para mirar al conductor del coche de al lado… O nada de esto, como demuestra el vídeo del atasco fantasma. Simplemente, somos humanos.

Así que, mientras esperamos ese día en el que –según nos vaticinan– tendremos coches eléctricos a precios asequibles que se conducirán solos y se organizarán entre ellos para ordenarse mecánicamente como un perfecto Tetris fluido sin tapones ni frenazos, algo más habrá que hacer. No parece fácil. Pero ¿alguien ha preguntado a los científicos?

2 comentarios

  1. Dice ser Sociólogo Astral

    Solo el coche volador puede solucionar este problema. me pongo a ello un dia de estos.

    30 octubre 2015 | 23:41

  2. Dice ser Rompecercas

    Ya anuncian que los coches dentro de unos años llevarán dispositivos de telefonía móvil que registrarán todo para los Centros de tráfico. ¿Esto es lo que queremos? ¿Tráfico y seres humanos teledirigidos?

    03 noviembre 2015 | 14:52

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