Hola, Plutón; adiós, Plutón

Uno sabe que se va haciendo viejo cuando llega una fecha anticipada desde hace años que por entonces se veía muy lejana. El 19 de enero de 2006, cuando un cohete Atlas V dorado y brillante despegó desde Cabo Cañaveral para lanzar la sonda más veloz jamás enviada al espacio, los nueve años de espera hasta Plutón parecían toda una vida. Y lo eran para quien, como un servidor, tenía por entonces un hijo casi recién nacido que ya va para los dos dígitos de edad.

Imagen de Plutón obtenida por New Horizons el 13 de julio de 2015. Imagen de NASA/APL/SwRI.

Imagen de Plutón obtenida por New Horizons el 13 de julio de 2015. Imagen de NASA/APL/SwRI.

Y así llegó el día, 14 de julio de 2015, en que alcanzamos Plutón. Para la ciencia espacial la fecha de ayer, exactamente 50 años después de que la sonda Mariner 4 sobrevolara y fotografiara Marte por primera vez, quedará subrayada como uno de los mayores hitos en la historia de la exploración del espacio. Quienes no llegamos a vivir –al menos conscientemente– la llegada del Apolo 11 a la Luna, y solo difusamente recordamos los acercamientos de la Voyager 2 a Urano (1986) y Neptuno (1989), difícilmente podremos paladear otro momento parecido en lo que nos queda de vida.

En marzo de este año la sonda Dawn nos descubrió el planeta enano Ceres, el mayor objeto del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Y dentro del mismo calibre aún queda por delante Eris, el mayor de los objetos transneptunianos que rivaliza en tamaño con Plutón y que durante algo más de un año, entre 2005 y 2006, fue el décimo planeta del Sistema Solar hasta que la Unión Astronómica Internacional degradó al décimo y, de paso, al noveno.

Pero aunque ha habido y habrá otros hitos científicos de similar magnitud, el logro de llegar a Plutón se extiende más allá de la ciencia. Al fin y al cabo, Urano y Neptuno son gigantes gaseosos donde nunca podría aterrizar una nave, ni siquiera en las historietas que imaginábamos de pequeños; es complicado inventar una aventura en un lugar donde el suelo es de gas y no se puede pisar. En cuanto a Ceres y Eris, llegaron más tarde y no han crecido con nosotros.

Pero para algunos, al menos los de ciertas generaciones, Plutón era más que un planeta; era el símbolo de lo más lejano, oscuro y misterioso, el último lugar al que se podía viajar. Si jugábamos a volar al espacio más remoto, era a Plutón adonde íbamos. No había nada más lejos. Era la última frontera en una época en que ya no las hay. Una especie de inframundo de cuento, ciencia ficción de serie B y ópera espacial que ahora se ha bautizado adecuadamente con nombres como Cthulhu y Balrog. Y aunque la Unión Astronómica Internacional nos lo destronara como planeta, en cierto modo nunca ha dejado de serlo. Apostaría a que mis hijos no han oído hablar de Ceres o Eris, pero Plutón es como de la familia, aunque la lista que les enseñan a citar de carrerilla se cierre después de decir «Neptuno», y a veces tengan que rectificar: «…y Neptuno».

Plutón entra estos días con fuerza en los medios como hace unos meses lo hizo el dúo Rosetta y su cometa; en esta ocasión, y dado que New Horizons es una sonda de la NASA, en España los comentarios se han servido sin el cierto chovinismo tecnológico europeísta que acompañaba a las informaciones sobre el aparato de la ESA. Plutón está hoy de moda, aunque no haya logrado colarse en las tendencias de Twitter junto al muy trascendental #FelizMartes; mañana será hielo pasado, y en las noticias solo quedará lo mismo de siempre. Por su parte, New Horizons tardará unos 16 meses en transmitir todos sus datos desde su lejanía a 4,5 horas luz de la Tierra, a una velocidad de unos 3.000 bits por segundo.

Mientras, New Horizons concluirá sus quince minutos de gloria y continuará su camino hacia algún otro objeto transneptuniano aún por definir, para afrontar nuevos retos científicos de enorme importancia pero sin ningún calado sentimental. Pocos volverán a acordarse de ella, excepto quienes siempre mantendremos fresco el día en que nuestra casa se hizo más grande y recibimos un dibujo de un corazón desde el fondo del espacio.

5 comentarios

  1. Dice ser alejo

    El haber llegado al planeta que faltaba es tan fascinante como triste porque probablemente sea el último planeta que veremos llegar al ser humano en nuestras vidas. Ya tenemos completa la «foto de familia» del Sistema Solar:

    http://documentalium.foroactivo.com/t1814-foto-de-familia-del-sistema-solar

    16 julio 2015 | 02:16

  2. Dice ser Manuel

    Me voy a centrar en el tema: Hola golipollas, adiós gilipollas.

    16 julio 2015 | 09:51

  3. Dice ser Manuel

    Mira Javier, y no lo digo sólo por éste artículo; ¿por qué no te dedicas a escribir sobre fútbol?
    En ese tema aunque digas idioteces no pasa nada.

    16 julio 2015 | 09:56

  4. Dice ser A el que dice ser Manuel

    ¿Se puede saber qué le pasa a usted?
    Si no le gusta el artículo, tiene una maravillosa aspa ( una X , por si no le llega la neurona) para cerrar la pestañita, o incluso el navegador. Y lo que puede usted hacer, es irse a ver el fútbol y dejar al autor y a los lectores de este artículo en paz

    16 julio 2015 | 12:27

  5. Dice ser Manuel

    A, reconozco que tiene razón.
    Le pido a usted disculpas y tambié a los demás lectores de éste blog.

    16 julio 2015 | 17:21

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