Noticia fresca: el heavy metal y el punk son buenos para nuestra salud emocional

Lo hemos visto y escuchado mil veces: en las películas de acción, el psicópata viaja en una destartalada furgoneta en la que suenan heavy metal o punk, mientras que los buenos escuchan pegadizos éxitos poperos. La música fuerte, el rock duro en todas sus variaciones, potencia nuestras ganas de pisar cabezas y atropellar ancianas, convirtiéndonos en potenciales delincuentes, si es que previamente aún no existía una ficha policial a nuestro nombre.

Paul Simonon destroza su bajo contra el escenario en la portada del álbum de The Clash 'London Calling'. Imagen de Epic Records.

Paul Simonon destroza su bajo contra el escenario en la portada del álbum de The Clash ‘London Calling’. Imagen de Epic Records.

Sin embargo, los que practicamos este culto casi desde nuestra tierna infancia sabemos que no es así; ni las letras provocadoras e incluso agresivas, ni los guitarrazos contundentes –ya sean rasgando las cuerdas o incluso en el sentido más literal, estrellándola contra la tarima del escenario– sacan de nosotros ningún ánimo socialmente nocivo; como me contaba Milo Aukerman, vocalista de Descendents, con ocasión de un reportaje sobre ciencia y punk, lo que provoca la música visceral es “euforia pura”, una capacidad de “inspirar y excitar”.

Ahora, un nuevo estudio viene a darnos la razón. Dos investigadoras australianas han descrito que tanto el punk como el heavy metal u otros estilos de lo que llaman “música extrema”, como el hardcore, emo, death metal o screamo, “resultan en un aumento de las emociones positivas” y ofrecen “una manera saludable de procesar la furia” para quienes disfrutamos de ellos, según escriben en su estudio, publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience.

Leah Sharman y Genevieve Dingle, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Queensland, en Brisbane, reclutaron a 39 voluntarios aficionados a estilos de “música extrema” de entre 18 y 34 años. En primer lugar, les pidieron que durante 16 minutos rememorasen experiencias personales desagradables que les causaran furia o estrés. Después de este período de estimulación, debían escuchar música elegida por ellos durante diez minutos, o bien permanecer en silencio durante el mismo período. Las investigadoras monitorizaron el ritmo cardíaco de los participantes y al final del experimento los sometieron a un test estandarizado de emociones positivas y negativas.

Las psicólogas comprobaron que la música amansa a la fiera que llevamos dentro. El recuerdo de las experiencias dolorosas elevaba el ritmo cardíaco, que se mantenía alto mientras los participantes escuchaban música que expresaba su estado de ánimo. “La mitad de las canciones elegidas contenían temas de furia o agresión, mientras que el resto contenían temas como, aunque no limitados a, aislamiento y tristeza”, cuenta Sharman en una nota de prensa. Pero el estado final después del proceso era de calma y sentimientos constructivos: “la música regulaba la tristeza y potenciaba las emociones positivas”, dice la psicóloga. “Los participantes manifestaron que utilizan la música para potenciar su felicidad, sumergirse en sentimientos de amor y fomentar su bienestar”. Así, la música ejerce una función “autorreguladora” más beneficiosa que el silencio.

Lo más destacable del estudio es tal vez que las investigadoras encuentren ese factor de inspiración del que hablaba Aukerman. “El cambio más significativo registrado fue el nivel de inspiración que sentían”, señala Sharman. Con todo, las dos psicólogas son conscientes de que su abordaje experimental es limitado y que no examina en detalle los elementos y motivaciones individuales, como tampoco puede generalizarse a un contexto social real.

Pero sus resultados tampoco son triviales: las investigadoras citan una buena lista de estudios anteriores que han tratado de demostrar una traslación directa de estas formas de música en comportamientos hostiles y violentos, delincuencia, abuso de sustancias, conductas suicidas o violencia contra las mujeres. Incluso la Academia de Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia de EE. UU. advierte a los padres para que “ayuden a sus adolescentes prestando atención a los patrones de lo que compran, descargan, escuchan o visualizan, para ayudarles a identificar la música que puede ser destructiva”.

Los tópicos pueden ser erróneos, pero hay que demostrarlo, y el estudio de Sharman y Dingle ofrece un buen cambio de rumbo. Por mi parte, solo puedo añadir que a los fans de algunas de esas formas de “música extrema” lo que verdaderamente podría desatarnos comportamientos violentamente hostiles sería que nos obligaran a escuchar a Beyoncé o a Dani Martín.

Aprovechando la circunstancia, les dejo aquí un vídeo grabado por un servidor (la calidad es la correspondiente a un teléfono móvil de lo más básico) la semana pasada durante el concierto de Kiss en el Palacio de los Deportes de Madrid. Que, por cierto, congregó a una amplísima muestra social, incluyendo a muchos niños con sus caras convenientemente pintadas a lo Gene Simmons o Paul Stanley. Disfruten de Love Gun. Paz, hermanos.

7 comentarios

  1. Dice ser el desnudo es fabulosa terapia

    Ver gente desnuda es mucho mejor.
    Lo que pasa es que como heredamos miedos de pasados horrorosos, repletos de ignorancia, de ponzoñas contra el body, pues pasa lo que pasa.

    29 junio 2015 | 01:45

  2. Dice ser insuperables, imposibles, volar es Arte

    Yo es oír esta música, acordarme de una guapa sexy evolucionadora y alucino vibras guapas.
    https://www.youtube.com/watch?v=zakKvbIQ28o
    Esa dualidad perfecta en contrastes entre seriedad y taboo sutilmente superado con descaro si hace falta es tremendamente liberador.
    http://static1.purepeople.com/articles/2/12/57/72/@/1200540-la-princesse-letizia-d-espagne-la-620×0-1.jpg
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    Doña Letizia es súper.

    29 junio 2015 | 02:09

  3. Dice ser Alejo

    Típica noticia que los que nos gusta esa música sabíamos hace años.

    Documental poco conocido que merece mucho la pena:

    http://documentalium.foroactivo.com/t1617-la-decadencia-del-mundo-occidental-el-heavy-metal

    29 junio 2015 | 02:19

  4. Dice ser Los rockeros van al infierno

    si he de escoger entre ellos y el rock
    elegiré mi perdición
    sé que al final tendré razón
    ¡y ellos no!
    mi rollo es el rock.

    29 junio 2015 | 08:05

  5. Dice ser Hermes

    Ains, acabar un reportaje de Heavy y Punk con Kiss…

    29 junio 2015 | 13:22

  6. Dice ser Gemelo

    El exceso de ruidos siempre es perjudicial para la salud. Suele profanar la verdadera música, el gusto equilibrado; perjudica la racionalidad, altera el metabolismo. Los efectos del ruido repetido alteran los ritmos circulatorio, respiratorio, el tono muscular, sistema endocrino y digestivo; inducen un marcado cambio de la personalidad, un grado de violencia sobre la propia homeostasis, que implica una acumulación supletoria de fatiga. Todo ello está demostrado científicamente. El vacío de la mente que se produce hace al sujeto posible presa de cualquier inducción moralmente negativa. Artículos como este son basura pura.

    29 junio 2015 | 13:26

  7. Dice ser PABZINGERMETAL

    Ya salió un hippie metafísico a decir chorradas¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

    20 julio 2015 | 16:01

Los comentarios están cerrados.