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Zika, ébola: ¿de dónde surgen las nuevas amenazas virales?

Enrique J. de la RosaEster LázaroPor Ester Lázaro y Enrique J. de la Rosa (CSIC)*

Hoy el zika, ayer el ébola… ¿Cuál tocará mañana? La sorpresa y cierta alarma que nos causan las infecciones virales emergentes tienen su explicación en la biología de los virus, sin necesidad de acudir a ningún tipo de conspiración.

Los virus son entidades biológicas de una gran simplicidad. Están compuestos por una o varias moléculas de ADN o ARN, que contienen la información genética, y una o dos estructuras que lo envuelven y protegen: la cápsida de proteínas y la envuelta de lípidos y proteínas. Fuera de una célula los virus son entidades inertes y relativamente resistentes a las condiciones ambientales. Cuando infectan una célula dentro de un organismo comienza a ejecutarse un programa cuyo objetivo es que el metabolismo celular se ponga al servicio del virus, se produzca una progenie viral y se extienda la infección a las células vecinas. Este proceso entre virus y células infectadas es el que da lugar, por diferentes vías, a la enfermedad y sus complicaciones que, en casos extremos, producen la muerte del organismo infectado. Algunas de dichas enfermedades, como la gripe, se conocen desde muy antiguo. De otras, sin embargo, no hemos tenido noticia hasta tiempos más recientes. Entre estas últimas tenemos el sida causado por el VIH, las fiebres hemorrágicas provocadas por el virus ébola, o los síndromes causados por el SARS (siglas en inglés de Síndrome Respiratorio Agudo y Grave)  y el MERS (siglas en inglés de Síndrome Respiratorio de Oriente Próximo).

Célula del ébola

Imagen del virus del ébola ampliado 108.000 veces / Desi_siempreL / Wikimedia Commons.

La selección natural favorece a aquellos virus que no matan a su hospedador. En los casos mencionados de infecciones virales emergentes nos encontramos ante virus que estaban adaptados a hospedadores animales, los llamados reservorios virales. En sus reservorios los virus causan una enfermedad muy leve o asintomática. Pero cuando consiguen propagarse en una nueva especie, como la humana, la enfermedad casi siempre presenta síntomas mucho más graves, incluso mortales. Dicho sea de paso, esto también habría sido posible en el caso de la gripe aviar (gripe A), aunque afortunadamente no ocurrió.

Este comportamiento natural de los virus se ha agravado y extendido porque algunos de ellos, antes localizados en regiones muy concretas de nuestro planeta, se han expandido a otras áreas que estaban libres de ellos. Los cambios ambientales y sociales, el calentamiento global y los movimientos masivos de personas han facilitado el contacto entre las distintas especies implicadas en los ciclos de mantenimiento virales. El ejemplo más reciente es el virus zika, que se identificó por primera vez en Uganda en 1947. Aunque ha ocasionado otros brotes, no ha sido hasta ahora cuando ha comenzado a extenderse ampliamente por América, causando una gran alarma por las posibles consecuencias de la enfermedad y por la falta, como en una alta proporción de las enfermedades virales, de tratamientos.

/Eneas de Troya. Wikimedia Commons

/ Eneas de Troya. Wikimedia Commons.

¿Por qué, siendo los virus entidades mucho más simples que otras causantes de enfermedades, es tan difícil encontrar tratamientos efectivos? De nuevo la respuesta, aunque no es simple, está en su biología. Entre los factores responsables de que un virus consiga establecer una cadena de transmisión estable en una nueva población, uno de los más importantes es la gran rapidez con la que puede generar mutantes con nuevas capacidades, entre ellas la interacción con los receptores de nuevas células o la mejora de los mecanismos de transmisión entre individuos. Esto les provee de un fuerte potencial de evolución que permite a los virus adaptarse en tiempo récord a casi cualquier cambio ambiental, incluyendo la infección de nuevos hospedadores, o las estrategias diseñadas para luchar contra ellos.

 

*Ester Lázaro es investigadora del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), donde dirige el grupo de evolución experimental con virus y microorganismos. Este texto se ha inspirado en una charla impartida por la científica en ‘Ciencia con chocolate’, actividad de divulgación coordinada por Enrique J. de la Rosa, coautor de este artículo e investigador del CSIC en el Centro de Investigaciones Biológicas.