Entradas etiquetadas como ‘refracción’

Fibra óptica: cómo tus ‘mails’ pueden viajar a 200.000 km/s

Por Mar Gulis (CSIC)*

Cable de fibra óptica iluminado con un puntero láser / Hustvedt

Sabemos que la velocidad de la luz alcanza los 300.000 kilómetros por segundo en el vacío. Ese es el límite máximo que determinan las leyes físicas. Nada en el universo puede viajar más rápido. Por eso, el reto de las tecnologías de telecomunicaciones es alcanzar ese límite: lograr que la información, los millones de datos que intercambiamos cada día en mails, llamadas, compras on line y transacciones de todo tipo, ‘viajen’ a la velocidad de la luz.

De momento, la fibra óptica es la tecnología que más se ha acercado. A partir de la herencia del telégrafo y el teléfono, “los cables de fibra óptica han reemplazado a los hilos de cobre porque pueden transportar una mayor cantidad de datos y más deprisa que su contraparte electrónica”, explica el libro Descubriendo la luz. Experimentos divertidos de óptica (CSIC-Los libros de la Catarata). Aun así, las fibras ópticas tienen limitaciones. No pueden reproducir el vacío del espacio, donde, al no existir atmósfera, la luz se mueve sin resistencia, de ahí que a través de la fibra los datos viajen a ‘tan solo’ 200.000 kilómetros por segundo (la cifra es aproximada).

En las comunicaciones ópticas se envía información codificada en un haz de luz por un hilo de vidrio o de plástico muy procesado. “Este sistema fue originalmente desarrollado para los endoscopios en la década de los 50, con el objetivo de ayudar a los médicos a ver el interior del cuerpo humano sin necesidad de abrirlo. En 1960, los ingenieros encontraron una forma de utilizar esta misma tecnología para transmitir llamadas telefónicas a la velocidad de la luz”, continúa el libro.

Sin embargo, las leyes físicas que explican el funcionamiento de esta tecnología se descubrieron tiempo atrás. Ya en el siglo XIX, el físico irlandés John Tyndall demostró a la Royal Society en Londres que la luz podía viajar a través de un chorro de agua. En óptica, este fenómeno se conoce como reflexión interna, y se produce cuando un rayo de luz atraviesa un medio con un índice de refracción menor que el índice de refracción en el que este se encuentra. Así, el haz luminoso se refracta de tal modo que no es capaz de atravesar la superficie entre ambos medios, reflejándose completamente. La reflexión interna total solo se produce en rayos que están viajando de un medio de alto índice refractivo hacia medios de menor índice de refracción. Precisamente este principio explica la conducción de la luz a través de la fibra sin que haya fugas.

La reflexión total puede realizarse mediante el experimento de Tyndall. En la imagen, un puntero láser (a la dcha.) atraviesa el plástico del recipiente y el agua que hay en su interior, para ‘salir’ por el agujero realizado previamente en el recipiente. Al atravesar los dos medios, la luz queda confinada dentro del chorro viajando con su misma curvatura / Juan Aballe / CSIC-IOSA

Una fibra óptica está formada por un núcleo, que es por donde viajan las señales luminosas, y una cubierta o revestimiento transparente. Intuitivamente, cualquiera pensaría que la luz que transita por este tipo de hilos transparentes se saldría por los bordes. Sin embargo, los fotones (partículas elementales en que se puede dividir un rayo de luz) viajan por el núcleo de la fibra óptica rebotando contras sus paredes constantemente, como una pelota entre las paredes de vidrio de una pista de squash. De este modo el haz de luz  queda confinado y se propaga sin que se produzcan pérdidas de información. Esto es posible porque el material interno tiene un índice de refracción más grande que el material que lo rodea.

Ocurre algo parecido con el agua: si un haz de luz incide en un chorro de agua bajo un cierto ángulo, la luz quedará confinada dentro del chorro, viajando con su misma curvatura, tal y como demostró Tyndall en su experimento. La superficie agua-aire actuaría como un espejo en el que la luz se refleja y, por tanto, sigue la trayectoria del líquido. En una fibra óptica la luz viaja de forma similar: va rebotando por sus paredes internas, pero manteniendo la dirección del cable, sin detenerse y pudiendo recorrer miles de kilómetros en segundos.

 

*Este post se basa en varios fragmentos del libro Descubriendo la luz. Experimentos divertidos de óptica (CSIC-Los libros de la catarata), coordinado por María Viñas Peña.

¿Cómo se produce un espejismo?

Por Mar Gulis (CSIC)*

Una persona camina con dificultad por el desierto, sudorosa y con sed, sobre todo con mucha sed. A lo lejos ve lo que tanto lleva ansiando: agua, ¡un oasis! Pero no es agua. Es una ilusión óptica, un espejismo. Esta imagen que el cine y la televisión nos han dejado grabada, pero que también podemos haber vivido al viajar por una carretera calurosa, tiene una explicación científica más o menos sencilla. La clave está en cómo la luz se propaga por el aire.

Para entender el fenómeno de los espejismos hay que comprender cómo vemos y cómo se comporta la luz. Vemos los objetos gracias a la luz que nos llega de ellos. La luz atraviesa los diferentes medios transparentes que componen la óptica del ojo (córnea, humor acuoso, cristalino y humor vítreo) y la imagen del mundo exterior es proyectada sobre la retina. En la retina, que contiene células fotosensibles (conos y bastones), los estímulos luminosos se transforman en impulsos eléctricos que se transmiten hasta el cerebro, donde son interpretados y procesados.

Cuando la luz viaja en el vacío su velocidad es la máxima posible: 299.792.458 metros por segundo. En el aire va un poco más despacio. De hecho, si la temperatura del aire disminuye también lo hace la velocidad de la luz. Por norma general, la luz se propaga en línea recta, buscando el camino más directo entre dos puntos. Sin embargo no siempre es así, sobre todo cuando tiene que atravesar medios en los que su velocidad de propagación cambia.

La temperatura y la densidad modifican la velocidad y trayectoria de la luz /Wikipedia.

La temperatura y la densidad modifican la velocidad y trayectoria de la luz /Wikipedia.

Dependiendo de cómo incida la luz y de los medios que traviese, la dirección de la luz cambiará. Esto sucede, por ejemplo, cuando metemos un lápiz en un vaso de agua, donde se produce un cambio de densidades y de velocidad de la luz entre aire y agua. A este fenómeno se le llama refracción. Cuando la luz incide sobre la superficie de un vidrio plano y la mayor parte de ella en lugar de ser absorbida se refleja, hablamos de reflexión. Es lo que sucede con un espejo.

En un desierto o en el asfalto caliente, las capas de aire tienen diferentes temperaturas, lo cual provoca que la densidad varíe también (es más caliente y menos denso conforme nos acercamos al suelo). Cuando la luz atraviesa estas capas de aire a diferentes temperaturas y densidades, se va doblando paulatinamente y termina reflejándose, como si las capas de aire caliente cerca del suelo se comportasen como un espejo. Y así, tenemos la impresión de que objetos que están por encima de la superficie parece que están en el suelo. Como el aire es un fluido sujeto a turbulencias, estas hacen que la imagen fluctúe provocando una ilusión óptica similar a la que produce el agua. También puede ocurrir a la inversa: cuando la zona más cercana a la superficie se enfría más que el aire circundante, se puede dar un espejismo superior, un fenómeno más inusual. Cuando esto sucede, los objetos parecen flotar en el cielo.

Cartel exposición

Cartel de la exposición ‘Un universo de luz’

Las leyes de la refracción y de la reflexión no solo explican fenómenos como los espejismos, sino que también permiten diseñar y crear lentes e instrumentos ópticos capaces de proporcionar imágenes, o de concentrar la luz en determinados lugares. Precisamente, estos y otros muchos fenómenos relacionados con la luz forman parte de la exposición Un universo de luz. La muestra, que se puede ver en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, en La Coruña, hasta finales de agosto, ha sido producida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), en el marco de la celebración en 2015 del Año Internacional de la Luz y las Tecnologías basadas en la Luz. A lo largo de 20 paneles, la exposición –que se complementa con unidades didácticas dirigidas a Educación Secundaria– trata de describir diferentes aplicaciones de la luz, resaltando su papel en la vida diaria y en la mejora de la calidad de vida de las personas.

*Esta entrada se ha elaborado a partir de los paneles de Un universo de luz. Para saber más, descárgate la exposición aquí o pídela en préstamo. También puedes seguir su itinerancia en www.csic.es.