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¿Sabías qué…? ¡El Calendario científico escolar 2023 ya está aquí!

Por Mar Gulis (CSIC)

Puede que estés leyendo estas líneas tomándote un café, pero, ¿sabías que Angelo Moriondo fue el inventor de la primera máquina moderna de café expreso? Este empresario italiano nació el 6 de junio de 1851. Esta fecha destacada y otros datos relevantes los descubrirás en el nuevo Calendario científico escolar 2023, que ya está disponible para su descarga gratuita en 11 idiomas diferentes. Entre las 365 nuevas efemérides de la publicación también encontrarás la del 16 de mayo de 1960, cuando el físico Theodore Maiman hizo funcionar con éxito el primer láser, que construyó utilizando un rubí rosa, o la del nacimiento de la sufragista Matilda J. Gage el 18 de marzo de 1826. En su honor, la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter acuñó el efecto Matilda para describir cómo las científicas reciben menos crédito por su trabajo.

Calendario científico escolar 2023

Calendario científico escolar 2023

Por cuarto año consecutivo, la iniciativa del Instituto de Ganadería de Montaña (IGM), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de León, destaca conmemoraciones científicas y tecnológicas tan diversas como la del Premio Popular al Inventor Europeo que recibió el 21 de julio de 2022 la investigadora Elena García Armada por su exoesqueleto que permite que niñas y niños con parálisis puedan caminar durante la rehabilitación, o el nacimiento el 5 de diciembre de 1895 del matemático Elbert Frank Cox, primer afroamericano en obtener un doctorado en matemáticas. Y es que la igualdad, la inclusión y la diversidad son temas transversales en el Calendario científico escolar 2023, una publicación que pretende acercar la cultura científica a la población más joven y ofrecer referentes cercanos, diversos y actuales de la ciencia.

Además, en esta edición se pueden encontrar efemérides relacionadas con la historia de Afganistán, así como de protagonistas de la ciencia de este país. Es el caso de Sarah Wahedi (23 de enero de 1995), fundadora de Ehtesab, una aplicación colaborativa que informa a la población de los ataques, bombardeos y bloqueos que ocurren en Afganistán para ponerse a salvo. El farsi ha sido, junto con el portugués, uno de los nuevos idiomas del calendario, gracias a la traducción realizada por el refugiado afgano Ahmad Farhad Fayez, a través de la ONG People Help dedicada a dar apoyo a personas afganas que buscan refugio en España.

Otra de las novedades del Calendario científico escolar 2023 es que la guía didáctica, con actividades adaptables a distintas asignaturas y niveles de Primaria y Secundaria, incorpora un anexo con efemérides en lectura fácil. Se trata de un nuevo recurso de apoyo para el alumnado con dificultades en la competencia lectoescritora.

El calendario vuelve a contar con espacios en los que destaca un evento del mes. Por ejemplo, julio lo protagoniza #CienciaenMemes, un concurso de la Delegación del CSIC en Cataluña a través de Twitter, donde personas de todas las edades ponen en marcha su creatividad y sentido del humor para comunicar ciencia. Y en mayo se destaca Geolodía, una iniciativa de divulgación a nivel estatal, en la que se realizan excursiones de campo guiadas por personas expertas en geología, gratuitas y abiertas a todos los públicos. Este año tendrá lugar el 6 y 7 de mayo en distintos puntos del país.

Un 2023 lleno de música

El 11 de julio de 1969, David Bowie publicó Space Oddity, una canción sobre la sensación de flotar en el espacio, y nueve días más tarde, la BBC acompañó la cobertura del alunizaje del Apolo 11 con esta pieza. Esta es una de las muchas conmemoraciones relacionadas con la música y la ciencia que encontrarás en la nueva edición del calendario.

Entre las efemérides científico-musicales destaca el 30 de diciembre de 1837, cuando nació la historiadora de la música Marie Lipsius, conocida como la Mara, que publicó numerosas biografías de músicos y editó la correspondencia de Franz Liszt. También, el 1 de junio de 2022, el grupo de investigación de Neuroingeniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández estrenó una obra musical basada en registros electrofisiológicos de una persona ciega. Y el 1 de octubre de 2015, tuvo lugar la primera emisión de Longitud de onda, un programa de Radio Clásica dedicado a la relación entre la ciencia y la música.

Descubre el resto de aniversarios del Calendario científico escolar 2023 aquí, y cada día podrás seguirlos también en el perfil de Twitter del Calendario científico escolar @CalCientifico.

 

Efecto Matilda: ser mujer resta puntos en el currículo científico

Marta I. GonzálezPor Marta I. González*

A mediados de los años 60, Jocelyn Bell Burnell llegó a Cambridge como estudiante de doctorado. El equipo al que se incorporó, el del astrofísico Tony Hewish, trabajaba en la detección de los cuásares, objetos astronómicos muy lejanos y tremendamente energéticos. Jocelyn se encargó de analizar la montaña de datos proporcionados por el potente radiotelescopio que también había ayudado a construir. Y en esta tarea se encontró con extrañas señales de radio que se emitían a intervalos regulares. Atribuidas en un principio a alguna lejana civilización extraterrestre, pronto quedó en evidencia que se trataba de fenómenos naturales: estrellas de neutrones que emitían radiaciones periódicas y a las que llamaron púlsares. Tony Hewish recibió el Premio Nobel por este descubrimiento en 1974 junto a Martin Ryle y, sin embargo, la contribución de Jocelyn Bell Burnell no fue reconocida. La ciencia de vanguardia es un trabajo en equipo, pero los premios Nobel solo se conceden a un máximo de tres investigadores. Y son los científicos de prestigio que dirigen los proyectos los que reciben las recompensas y el reconocimiento.

Jocelyn Bell en 1967

Jocelyn Bell Burnell / Roger W Haworth.

Este es un caso de lo que el sociólogo Robert K. Merton denominó efecto Mateo en la ciencia. En el evangelio según san Mateo (25, 14-30), la parábola de los talentos se cierra con una lección inquietante: “A todo el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Aunque este efecto puede encontrarse en cualquier ámbito de la vida humana, Merton señaló el modo en el que funciona en la ciencia: concentrando cada vez más recursos en forma de mejores puestos de trabajo, financiación, publicaciones o premios en manos de aquellos investigadores que ya han alcanzado reconocimiento, y dificultando que los investigadores que empiezan accedan al sistema de recompensas. Jocelyn, una simple estudiante de doctorado, habría sido una víctima más del efecto Mateo.

Pero para la historiadora de la ciencia Margaret Rossiter la cuestión no termina ahí. Además de ser una estudiante de doctorado con su prestigio científico todavía por construir, Jocelyn Bell Burnell era una mujer. Las mujeres, defiende Rossiter, son más vulnerables al efecto Mateo. Margaret Rossiter bautizó esta variedad como ‘efecto Matilda’, en honor a Matilda J. Gage, sufragista neoyorkina de finales del siglo XIX que identificó y denunció la invisibilización de las mujeres y sus méritos en otros contextos (incluso en la propia Biblia). Rossiter ofrece una larga lista de ejemplos de científicas a las que el sistema de recompensas de la ciencia trató injustamente por su sexo. Las contribuciones de Lise Meitner al descubrimiento de la fisión nuclear o de Rosalind Franklin al de la estructura de doble hélice del ADN, por ejemplo, no fueron reconocidas en su momento, aunque sus colegas varones recibieron sendos premios Nobel por ellas.

Efecto Matilda

Efecto Matilda/IlluScientia /Wikimedia Commons.

Estudios recientes también alertan de que, incluso hoy, ser mujer resta inadvertidamente puntos del currículo científico. Investigadores de la Universidad de Yale mostraron en 2012 cómo los evaluadores (independientemente de su sexo) puntuaban más alto y estaban dispuestos a ofrecer un salario mejor a un potencial candidato a un puesto de laboratorio cuando creían que el currículo que juzgaban era el de un hombre que cuando creían que era de una mujer. En las mejores instituciones científicas del mundo, becas, puestos de trabajo e incluso el espacio en los laboratorios se distribuyen desigualmente entre personas con los mismos méritos y diferente sexo.

Es tan perverso el efecto Matilda (¡y a menudo tan invisible!) que el propio Merton sucumbió al mismo, ya que su publicación sobre el efecto Mateo está basada en las entrevistas y materiales de Harriet Zuckerman. Años después, Merton se casaría con Zuckerman… y también reconocería que aquel artículo debería haberlo firmado en coautoría con ella.

La celebración del Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo, es un buen momento para recordar la pervivencia de las desigualdades entre géneros en ciencia. El efecto Matilda multiplica la perversión del efecto Mateo al otorgar más prestigio a los hombres, no por sus méritos científicos, sino por el simple hecho de haber nacido varones. Y esto es algo que ni la ciencia ni la sociedad se pueden permitir.

*Marta I. González es investigadora del CSIC. Actualmente trabaja como profesora de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Oviedo.