Entradas etiquetadas como ‘cesio’

¿Existe el reloj absolutamente exacto?

Por Fernando Gomollón Bel (CSIC)*

“¿Tienes un segundo?”. La pregunta, a bote pronto, puede parecer muy sencilla. Pero, ¿qué es un segundo? ¿Qué utilizan los científicos para medirlo con precisión? En este artículo explicaremos la respuesta a ambas preguntas y descubriremos la importancia de cierto elemento químico en el arte de medir el tiempo.

Es probable que apenas recuerdes cómo están colocados los elementos en la tabla periódica. Como las capitales del mundo o la lista de los reyes godos, es una cosa que poco a poco vamos olvidando. Pero si empiezas a recitar: hidrógeno, litio, sodio, potasio, rubidio… Seguro que sabes qué viene después. Efectivamente: el cesio. El cesio es un metal de color gris que a pesar de ser sólido a temperatura ambiente, se funde en tus manos. El cesio es el elemento que se usa desde 1967 para medir, con la mayor precisión posible, el tiempo.

Cápsula con cesio.

Cápsula con cesio. Dnn87, Wikimedia Commons.

 ¿Cómo funciona un reloj?

Cualquier reloj funciona midiendo la cantidad de “golpes” que da un objeto que vibra, que resuena. En un reloj de pared, cada ir y venir del péndulo hace que se muevan los engranajes. En un reloj digital, la energía eléctrica hace vibrar un cristal (de cuarzo, normalmente) y un contador electrónico mide las oscilaciones. En un reloj de cesio se calienta una placa de este metal. Se consiguen así átomos de cesio en estado vapor. Estos átomos son de dos clases (o energías) distintas, dependiendo de una propiedad de su electrón más externo: el espín. Gracias a un imán, podemos separar los átomos menos energéticos y llevarlos a una cámara. Una vez ahí, se utilizará radiación de microondas (ver esquema de la figura) para que se conviertan en átomos energéticos. Cuando estos vuelvan al estado natural, emitirán luz que podremos captar con un sensor como el de una cámara de fotos. Cada “caída”, cada bajada de energía, es como una oscilación.

Esquema de funcionamiento de un reloj atómico (fuente: elaboración propia)

Esquema de funcionamiento de un reloj atómico. Fuente: elaboración propia.

Un átomo de cesio 133 produce 9.192.631.770 oscilaciones en un segundo. Como nunca emite ni una más, ni una menos, podemos definir el segundo gracias a este elemento químico. Los relojes que usan estos sistemas se conocen como relojes atómicos. También se fabrican con otros elementos, como el hidrógeno o el rubidio. El reloj más preciso del mundo, el USNO-Master Clock de la Armada Estadounidense, es una combinación de varias decenas de relojes atómicos de estos elementos y no se desajustará en 30 millones de años.

Relojes todavía más precisos

En la actualidad se investigan relojes todavía más precisos que el Master Clock. En el NIST (el instituto oficial de estándares y medidas de EE UU) han desarrollado un reloj más avanzado (llamado “de lógica cuántica”) que solo perderá un segundo cada 100 millones de años. En el Observatorio de París intentan ir aún más allá y diseñar un reloj que no se desajuste en 32.000 millones de años. Eso equivale a más de dos veces la edad del universo así que, si lo consiguen, tendremos relojes precisos hasta… que se acabe el tiempo.

* Fernando Gomollón Bel es investigador en el Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (UZ-CSIC) y colabora habitualmente en el blog Moléculas a reacción.  Agradece a Laura Morrón, de ’Los Mundos de Brana’, las revisiones y comentarios al artículo y a Eduardo Actis por convencerle para participar en este proyecto.

 

Este artículo participa en el LI Carnaval de Física (organizado por ZTF News) y en el XXXIV Carnaval de Química – Edición Selenio (organizado por Moles de Química).

¿De dónde viene el nombre de los elementos químicos?

JV García RamosPor José Vicente García Ramos (CSIC)

Cada elemento tiene un nombre que, en algunos casos, nos resulta ya familiar: oro, plata, cobre, cloro, platino, carbono, oxígeno, nitrógeno, etc. Pero, ¿por qué se llaman así? Muchos de sus nombres se refieren a una de sus propiedades. Por ejemplo, el nombre del oro en latín (aurum) significa “principio brillante” y el del mercurio (hydrargyrum) quiere decir “plata líquida”. Esta práctica de nombrar los elementos según alguna de sus propiedades ha continuado a lo largo de los años. El cesio fue descubierto en 1860 por el químico alemán Bunsen (el inventor del mechero Bunsen), que lo llamó así porque tiene la propiedad de darle un color azul a la llama, y en latín caesius significa “cielo azul”.

OroSin embargo, hay otros elementos cuyos nombres hacen referencia a una persona. El curio debe su nombre a Marie Curie (1867-1934), quien hizo los primeros estudios sobre la radiactividad, por los que recibió el Premio Nobel de Física en 1903. También obtuvo el Premio Nobel de Química en 1911 por su descubrimiento de los elementos polonio (llamado así en honor de Polonia, su país de nacimiento) y radio (del latín radius, que significa “rayo”).

Otros deben su nombre a lugares geográficos, como es el caso del pueblecito llamado Ytterby, en Suecia, que tiene cuatro elementos dedicados a él (terbio, itrio, erbio e iterbio) por ser el lugar donde se encontraron por primera vez. Otro ejemplo es el californio, que, aunque no aparece en la naturaleza, fue sintetizado por primera vez en 1950 en Berkeley, en el Radiation Laboratory de la Universidad de California.

Cada elemento tiene un símbolo formado por una o dos letras que lo identifican, de la misma forma que nuestro nombre y apellido nos identifican a nosotros. El símbolo de un elemento representa un átomo de dicho elemento. Hay 14 elementos cuyo símbolo es una letra que en general coincide con la primera letra de su nombre, excepto en el caso del potasio. Este elemento se descubrió en 1807 y se llamó así por la potasa, la sustancia de la que se aisló la primera vez. Su símbolo (K) viene de kalium, que significa “potasa” en latín. Casi todos los demás elementos tienen un símbolo de dos letras, de las cuales la primera siempre es mayúscula, y la segunda, minúscula.

Dmitri Mendeléiev

Dmitri Mendeléiev

Basándose en la hipótesis de que las propiedades de los elementos dependen, de forma periódica, de sus masas atómicas, el científico ruso Dmitri Mendeléiev (1834-1907) publicó en el año 1869 una tabla periódica en la que situó todos los elementos conocidos en aquella época, ordenándolos de tal forma que los que pertenecían a una misma familia apareciesen en la misma línea horizontal. Sin embargo, el descubrimiento del helio le causó un gran problema, puesto que este nuevo elemento no tenía un lugar adecuado para colocarse en la tabla. Esto, en el fondo, fue una brillante confirmación de la ley periódica, ya que el helio y los demás gases nobles, descubiertos más tarde, acabaron constituyendo un grupo.

 

José Vicente García Ramos es investigador del Instituto de Estructura de la Materia (CSIC) y autor del libro Las moléculas: cuando la luz te ayuda a vibrar (CSIC-Catarata).