Entradas etiquetadas como ‘cacao’

Mira la etiqueta: en busca del chocolate más saludable

Jara Pérez Jiménez (CSIC)*

En los últimos años han aumentado las investigaciones que muestran los beneficios del consumo de cacao en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares o diabetes tipo 2. Muchas personas, al leer estas informaciones, equiparan el cacao al chocolate, y piensan que cualquier chocolate que consuman va a tener estos efectos.

Sin embargo, los chocolates que nos podemos encontrar en cualquier supermercado presentan importantes diferencias nutricionales. Para intentar saber un poco más sobre qué aspectos de las etiquetas nos pueden ayudar a elegir el chocolate más saludable, en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) desarrollamos una investigación sobre esta cuestión. Para ello, se recopilaron todas las informaciones (color, listado de ingredientes, tipo de dibujos, declaraciones sobre efectos en salud, etc.) presentes en 220 tabletas de chocolate y 147 chocolatinas vendidas en Polonia (en general, se trataba de productos muy similares a los que consumimos en España). Tras analizar todos esos datos, se obtuvieron algunos resultados interesantes que reunimos en este artículo científico.

En primer lugar, analizamos la lista de ingredientes. Aquí nos encontramos con una variedad enorme de presentaciones de los denominados azúcares libres (miel, sirope de agave, azúcar de caña sin refinar, azúcar de coco…), pero sin la mala fama de la palabra “azúcar”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos otros azúcares libres tienen, finalmente, los mismos efectos adversos en la salud. Por tanto, no por ver estos términos en una etiqueta debemos pensar que el producto sea más sano, ya que lo que de verdad nos interesa es que la suma de estos azúcares sea lo más baja posible (lo que, por cierto, está muy lejos de la realidad, ya que en nuestro estudio vimos que el azúcar era el ingrediente mayoritario en la mitad de las tabletas de chocolate analizadas).

Lo natural, no siempre lo más sano

Por otro lado, nos fijamos en ciertas declaraciones que incluyen algunas etiquetas y que nos pueden hacer pensar que esos chocolates son más sanos. Por ejemplo, algunos de ellos se anunciaban como “vegetariano” cuando todos los chocolates analizados, tuvieran o no la etiqueta, eran de hecho vegetarianos (y en torno al 20% eran veganos, de nuevo independientemente de que lo pusiera en la etiqueta). Así que alguien interesado en esa característica puede acabar pagando más por un producto que por otro igual de vegetariano, aunque no lleve la etiqueta. Además, los productos identificados con esa etiqueta no eran necesariamente más saludables, como pasaba también con otros reclamos como “natural” o “bio”. Por ejemplo, encontramos una chocolatina con una etiqueta “100% natural” cuyo contenido en cacao era de solo el 1,9%; es decir, que sus ingredientes eran naturales, pero eso no quiere decir que fueran saludables.

Otro aspecto que evaluamos fue el color de los envases, ya que a veces asociamos colores más oscuros con productos de más calidad y, en el caso del chocolate, podríamos relacionarlo con productos con mayor contenido de cacao. Sin embargo, no observamos ninguna asociación entre los colores y dibujos empleados, y el contenido en cacao. Por lo que el aspecto general del envoltorio no es tampoco un buen indicador para seleccionar el producto.

Tableta de chocolate

Finalmente, decidimos explorar si había una relación entre el precio del producto y su contenido en cacao, ya que puede existir la percepción de que pagando un importe más elevado se está adquiriendo un producto con mayor contenido en cacao. Pues bien, lo que observamos fue que esto tendía a ser así para las tabletas de chocolate (aunque la asociación no se daba en todos los casos), pero no en el de las chocolatinas, donde no existía ninguna relación entre el precio del producto y su porcentaje de cacao.

En definitiva, los chocolates, chocolatinas, bombones… forman un grupo de alimentos muy distintos a las frutas o la bollería, que podemos clasificar sin problemas como alimentos sanos o malsanos, respectivamente. En este caso, en función del producto que elijamos, estaremos incorporando un alimento que puede tener múltiples efectos beneficiosos, o bien uno que puede aumentar nuestro riesgo de desarrollar sobrepeso y diversas patologías. Por tanto, la próxima vez que te encuentres en un supermercado eligiendo chocolate, no te dejes distraer por el precio, el color del envoltorio o los mensajes llamativos. Gira la tableta y busca el porcentaje mínimo de cacao, eligiendo siempre chocolates donde ese valor sea, al menos, de un 70%. Esta elección y no superar los 30 gramos de consumo diario es lo que garantizará estar haciendo una incorporación saludable a tu dieta.

* Jara Pérez Jiménez es investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN), del CSIC. La investigación en la que se basa esta entrada fue realizada gracias a una beca del programa EIT Food que obtuvo la estudiante de doctorado de la Universidad de Breslavia (Polonia) Emel Hsan Yusuf.

Una exposición virtual del CSIC te enseña las plantas que vinieron de América y cambiaron nuestra dieta para siempre

Por Mar Gulis (CSIC)

Tomates, pimientos, patatas, cacao, maíz, piña, cacahuetes… ¿Qué tienen en común estos alimentos? Su origen lejano. Porque, aunque hoy sean habituales en nuestra dieta, todos llegaron de las Américas y poco a poco se colaron en los hogares europeos. ¿Cómo se produjo este trasvase de ingredientes? El punto de inflexión tuvo lugar en la noche del 11 al 12 de octubre de 1492, cuando se oyó el grito de “¡Tierra!” y la historia de Europa y de América experimentó un cambio radical. Cristóbal Colón y su tripulación habían descubierto lo que denominarían el Nuevo Mundo.

Papaya y patata

Izquierda: Papaya (Carica papaya L.). 1750-1773, Christoph Jakob Trew; ilustrador: Georg Dionysius Ehret, grabador: Johann Jacob Haid, Real Jardín Botánico-CSIC (CC BY-NC-SA). Derecha: Patatas (Solanum tuberosum L.) 1892-1893, Amédée Masclef, Real Jardín Botánico-CSIC (CC BY-NC-SA).

Las nuevas relaciones entre ambos continentes trajeron grandes transformaciones, pero aquí solo nos vamos a referir a las que tienen que ver con nuestra alimentación. “La manera de comer de los europeos hoy día sería muy diferente si Colón no hubiera tratado de descubrir una ruta más rápida para llegar desde España a las islas de las especias en el sureste de Asia”. Esta idea es el hilo conductor de la exposición Las plantas comestibles que vinieron de América, que te propone un recorrido virtual por los alimentos que, tras viajar miles de kilómetros, cambiaron nuestra dieta para siempre. La muestra, constituida por una selección de grabados del Real Jardín Botánico (RJB-CSIC), da cuenta de cómo algunas plantas que descubrieron los colonizadores “no sólo enriquecieron las cocinas de Europa, Asia y África, sino que tuvieron un enorme impacto en la cultura, economía y política a nivel mundial”.

En la exposición encontrarás varias curiosidades. Por ejemplo, la patata y el tomate, dos alimentos básicos de la dieta mediterránea, inicialmente fueron consideradas plantas tóxicas y se destinaron exclusivamente a usos ornamentales en jardines. Hubo que esperar a finales del siglo XVII para que los tomates fueran incluidos en los menús del sur de Europa. En el caso de la patata, tuvo que transcurrir un siglo más para que el denostado tubérculo fuera ampliamente utilizado en el recetario europeo. La llegada del cacao tampoco generó mucho entusiasmo. En su obra Historia natural y moral de las Indias, de 1590, el jesuita antropólogo José Acosta se refería al chocolate como un brebaje que producía asco, y que sin embargo era muy apreciado en su lugar de origen.

Pimiento y maiz

Izquierda: Pimientos (Capsicum ssp). 1613, Basilius Besler, Real Jardín Botánico-CSIC (CC BY-NC-SA). Derecha: Variedades del maíz (Zea mays L.). 1836, Matthieu Bonafous; ilustradora: Ang.ª Bottione-Rossi; grabador: Dupréel, Real Jardín Botánico-CSIC (CC BY-NC-SA).

Curiosamente, otras plantas traídas por Colón, como el maíz y la batata, fueron bien aceptadas desde el principio. Y algunas especies, como la yuca o la papaya, no llegaron a cultivarse en Europa, pero se llevaron a otros continentes, como África, donde ahora son parte fundamental de la dieta de sus habitantes.

La selección de grabados botánicos que integran la muestra procede de la Colección de libros raros y especiales de la biblioteca del Real Jardín Botánico. Las estampas están dibujadas por conocidos ilustradores y grabadores europeos de diferentes épocas, como Georg Dionysius Ehret (1708-1770), colaborador de Carlos Linneo y uno de los artistas botánicos más importantes del siglo XVIII. O el ilustrador Pierre Jean François Turpin (1775-1840), del que se enseña el grabado de la yuca recogido en la obra Nova genera et species plantarum (1824-1825), donde el naturalista Alexander von Humboldt y el botánico Aimé Bonpland describieron 4.500 plantas recopiladas en su viaje por América del Sur.

La muestra resalta además el trabajo de ilustradoras que, aunque han gozado de un menor reconocimiento, realizaron trabajos de gran calidad y precisión, como la ilustradora y retratista de flores Ernestine Panckoucke (1784-1860) o la acuarelista Angela Rossi Bottione.

Mapa

Mapa de los orígenes de las plantas comestibles americanas. / RJB-CSIC

Las plantas comestibles que vinieron de América se enmarca en las actividades de divulgación del proyecto Linking Biodiversity and Culture Information (LinBi), en el que la biblioteca del Real Jardín Botánico del CSIC participa con otros cuatro socios europeos. Los textos de la muestra, originariamente escritos en inglés, ya están disponibles en castellano.

¿Chocolate saludable? Una cuestión de cantidad

M.A. Martín ArribasPor María Ángeles Martín Arribas

Acusado de ser uno de los principales responsables de la caries infantil, culpable de la aparición de esas antiestéticas espinillas y asociado con el sobrepeso y con la obesidad… El chocolate ha sido víctima de múltiples acusaciones sobre efectos nocivos que, sin embargo, aún no han podido ser científicamente probados. Más bien al contrario, el vilipendiado a la vez que deseado chocolate ha pasado de ser un alimento prohibido a revelarse como saludable.

Granos de cacao

Granos de cacao / Var Resa.

¿Un producto que nos encanta y encima nos sienta bien? ¿Dónde está el truco? La clave está en que lo realmente beneficioso del chocolate lo aporta su ingrediente principal: el cacao o, mejor dicho, los flavanoles que contiene. Los flavanoles son un grupo de compuestos pertenecientes a los polifenoles, sustancias naturales presentes en las plantas con capacidad para actuar como agentes antioxidantes, antiinflamatorios, antimicrobianos y antivirales. Todas las investigaciones realizadas han confirmado que los flavanoles aportan al cacao una gran cantidad de propiedades cardioprotectoras y, por tanto, la ingesta de chocolate puede ayudar a proteger nuestra salud cardiovascular mejorando el nivel de lípidos en sangre y el tono vascular, y disminuyendo la presión arterial.

¿Existe entonces el chocolate saludable? Depende de la cantidad. Solo los chocolates negros con más de un 60-70% de cacao contienen suficientes flavanoles para conseguir efectos beneficiosos (otros tipos de chocolate tienen leche, grasas, azúcares en distintas proporciones y menos cantidad de cacao, por lo que su acción positiva disminuye). Y no vale tragarse una tableta de golpe: por muy negro que sea el chocolate, 30 gramos al día es la cantidad recomendada.

El cacao puede seguir dando buenas noticias para nuestra salud, porque la comunidad científica continúa trabajando sobre sus posibles efectos beneficiosos. Existen varias investigaciones, como la que desarrollamos en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición, que estudian el potencial efecto protector del cacao frente al daño intestinal y el inicio del cáncer de colon, y más recientemente, los posibles beneficios sobre el desarrollo de la diabetes tipo 2 y sus complicaciones vasculares asociadas. Sus resultados positivos en animales apuntan a que puede aumentar la lista de bondades del que en su día se llamó ‘alimento de los dioses’.

Así pues, a partir de ahora tendremos que mirar los porcentajes que aparecen en los envoltorios de nuestras onzas favoritas.

 

María Ángeles Martín Arribas es investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (CSIC).