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Te mostramos en un minuto las mejores imágenes científicas de FOTCIENCIA17

Por Mar Gulis (CSIC)

La extraordinaria anatomía de los caballitos de mar retratada a través de cuatro técnicas lumínicas, una imagen de microscopio que nos muestra los grandes ojos compuestos de los mosquitos o los surcos geométricos de un cultivo sostenible de cebada observados desde un dron. Estas son algunas de las siete propuestas seleccionadas en la 17ª edición de FOTCIENCIA, una iniciativa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), con apoyo de la Fundación Jesús Serra, que trata de acercar la ciencia a la sociedad mediante la fotografía.

Las enormes antenas en forma de abanico que algunas luciérnagas de Brasil utilizan para detectar las feromonas del sexo opuesto o la asombrosa estructura del nanoplancton marino amenazado por el cambio climático en el Mediterráneo son otros de los fenómenos reflejados en las imágenes, que han sido escogidas por un comité compuesto por profesionales relacionados con la fotografía, la microscopía y la comunicación científica.

Las dos fotografías restantes llaman nuestra atención sobre los microplásticos que se encuentran en los organismos que constituyen la base de la cadena trófica marina y que llegan a los consumidores finales, los seres humanos, así como sobre el hecho de que la naturaleza es química y que la química está en la naturaleza. Puedes ver todas ellas en el vídeo que acompaña a este post.

Con estas imágenes y una selección más amplia de entre las cerca de 450 presentadas, próximamente se realizará una exposición itinerante y un catálogo.

Para saber más sobre las imágenes escogidas, pincha aquí.

En esta 17ª edición, FOTCIENCIA se ha sumado a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por Naciones Unidas.

Peces macho que se embarazan

Por Miquel Planas Oliver (CSIC) *

Este pez macho está cuidando a su prole. El entregado padre es un ejemplar de bocón (Opistoganathus sp.) y permanecerá así, con la boca llena de huevos y sin ingerir alimento, hasta que estos eclosionen, un mes después de introducirlos en su cavidad bucal.

Crianza compartida o conciliación pueden parecer términos fuera de contexto si hablamos de peces, pero el mundo animal nos ofrece casos excepcionales y sorprendentes, también bajo el agua.  En la reproducción de los peces, que en su mayoría es ovípara, las hembras suelen aportar tanto los cuidados como los nutrientes a los huevos y embriones, dejando al macho el papel de mero fecundador. Sin embargo, existen estrategias reproductivas en las que ellos desempeñan un rol primordial, especialmente en lo referente al cuidado de la descendencia. Para ello, la evolución ha dotado a los machos de algunas especies de comportamientos e incluso de estructuras corporales especiales que permiten niveles más o menos complejos de protección.

Junto al bocón que aparece en el vídeo, otro de los casos más curiosos es el pez cardenal (Pterapogon kauderni) de las Islas Banggai (Indonesia), uno de los mejores papás de todo el mundo animal. El pez cardenal no solo mantiene en su boca los huevos hasta que eclosionan como hace el bocón, sino que además las crías permanecen allí hasta que tienen un desarrollo suficiente para afrontar una vida llena de peligros en el ancho mar.

El cuidado bucal de los huevos tiene sus ventajas, especialmente para asegurar la descendencia en especies que producen pocos huevos (unas decenas o centenares frente a los miles de una puesta de otros peces), aunque a veces es inevitable que el padre trague algún huevo sin querer.

Macho Hippocampus guttulatus

Macho de caballito de mar recién apareado. En la imagen aparecen algunos huevos que no entraron en el saco/Miquel Planas

Pero sin duda los reyes acuáticos de la protección son los caballitos de mar (Hippocampus sp.). Los machos presentan un saco incubador al final del abdomen en el que las hembras depositan los huevos en el momento del apareamiento. Al entrar en el saco, los machos los fertilizan con su esperma y se inicia el desarrollo embrionario. Durante todo el tiempo en que los embriones se encuentran en el interior del saco, de dos a cuatro semanas, el macho protege físicamente a la prole y aporta un ambiente fluido adecuado, oxígeno, nutrientes y otros componentes bioquímicos. Al final de ese período las crías de caballito de mar son expulsadas al exterior mediante una serie de convulsiones, como si de un parto se tratara.

Los parientes del caballito de mar, como algunos peces pipa o los dragones de mar (pertenecientes al grupo de los  singnátidos), son menos sofisticados, pero también en estas especies el macho ejerce como cuidador. Las hembras depositan los huevos en la parte inferior del abdomen o de la cola del macho, quedando fijados mediante un fluido denso hasta que emergen los futuros pececitos.

En el caso del pez espinoso (Gasterosteus aculeatus), presente en nuestros ríos, y también del pez payaso (Amphiprion ocellaris), los machos construyen un nido donde la hembra deposita los huevos. Mientras nacen los alevines, ellos agitarán sus aletas para dar oxígeno a los huevos, alejarán a posibles depredadores y limpiarán el nido.

Y mientras todo esto sucede, ¿dónde están las madres? El cuidado paternal permite a la hembra disponer de tiempo para producir otro lote de huevos, que estará a punto cuando el macho quede libre de sus quehaceres. Todo un ejemplo de distribución del trabajo en la crianza.

*Miquel Planas Oliver es investigador del Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC).

Los caballitos de mar, en peligro por la medicina tradicional china

52_ElcaballitodemarPor Miquel Planas Oliver (CSIC)*

Los caballitos de mar o hipocampos (del griego Hippokampoi, caballo curvado) son animales emblemáticos que han fascinado a los seres humanos desde la Antigüedad. La característica más famosa de estos peces sin escamas, que nadan erguidos y se pasan la vida agarrados con su cola a un soporte, es que paren los machos. También existe la creencia extendida, pero no siempre cierta, de que son especies fieles y que ‘su amor’ es para siempre.

La degradación de sus hábitats y el comercio indiscriminado ha llevado a los hipocampos a engrosar las filas de las especies amenazadas y a científicos y científicas de todo el mundo a investigar cómo conservar sus poblaciones naturales y desarrollar técnicas de cría en cautividad. Algunos de los mayores admiradores de estos peces han alimentado este comercio desproporcionado: los amantes de la acuarofilia, de la gastronomía oriental y los seguidores de la medicina tradicional china. caballitos_baja

La  medicina tradicional china (TCM por sus siglas en inglés), que se remonta al menos a casi dos siglos antes de Cristo, utiliza en la actualidad más de 11.000 especies de vegetales y animales, lo que pone en peligro a grandes mamíferos, como osos, tigres y rinocerontes, pero también a especies como los caballitos de mar. A ellos se les atribuyen efectos contra el asma, problemas de corazón o contra la impotencia. Aunque carece de base científica alguna, el fortalecimiento de la virilidad masculina o su acción como afrodisíacos son las cualidades más apreciadas de los hipocampos.

En general se afirma que los ejemplares para estos usos proceden de la cría en cautividad, pero no existen granjas capaces de acercarse a la producción que demanda la TCM. En el año 2009 se calcula que la cantidad de ejemplares capturados para satisfacer la demanda de este tipo de medicina y otros usos podría superar los 20 millones y esta cifra podría aumentar cada año un alarmante 10%. La gran mayoría de estos ejemplares se importan de países cercanos como Vietnam, Filipinas o la India, en cuyas aguas están presentes muchas de las especies conocidas de Hippocampus. La esquilmación de las poblaciones naturales de caballitos de mar ha llegado a tal punto que muchas poblaciones salvajes han visto reducidos sus efectivos en más del 50%. Algunas estimaciones indican que podríamos asistir a la desaparición en unos 20-30 años de muchas de estas especies si no se adoptan las medidas oportunas.

La TCM se utiliza en su país de origen, China, pero también en otros países del sudeste asiático como Tailandia. La demanda mundial es de unas 500 toneladas de producto seco. Un 40% de esta cantidad le corresponde a China, que tiene que recurrir a las importaciones para satisfacer sus necesidades. El precio de un kilogramo de caballitos secos oscila entre los 500 y los 2.500 euros, dependiendo de la calidad y de su tamaño.

Caballitos de mar

Hipocampos o caballitos de mar sobre el suelo en Guangzhou, China / Jgremillot. Wikimedia Commons

El progresivo agotamiento de ejemplares salvajes adecuados (más grandes, pálidos y lisos) para la TCM más tradicional está favoreciendo que se desvíen un mayor número de ejemplares rechazados por la TCM (oscuros, espinosos, de menor talla) hacia el mercado de productos elaborados (píldoras o cápsulas).

Por si fuera poco, el problema de la desaparición progresiva de las poblaciones naturales de caballitos de mar no se ve como tal por los consumidores y mucho menos por los vendedores, quienes también creen que el mejor fin que pueden tener estos peces es su uso como producto medicinal para el ser humano. Afortunadamente la situación ha llegado a alcanzar un punto tan crítico que hasta los propios investigadores chinos han alertado del problema y se han iniciado acciones para la construcción de macrogranjas potencialmente capaces de suministrar los ejemplares que el mercado necesita. Incluso se ha pensado en la posibilidad de utilizar técnicas de clonación para aumentar la eficiencia de la producción en cautividad. En la actualidad está prevista la construcción de una granja en la provincia china de Hainan, con una capacidad de producción de 50 toneladas anuales. El futuro nos confirmará o desmentirá la realidad y viabilidad de estos proyectos tan ambiciosos.

Además de la TCM y de que se venden como delicia culinaria en países como China o Tailandia y como suvenir turístico, ha habido un aumento reciente del consumo de caballitos por otros dos motivos. Uno de ellos está relacionado con su alto contenido en colágeno, lo que está fomentando su uso en sustitución del bótox. El otro es el incremento en el suministro de píldoras que contienen caballitos de mar por el convencimiento (también infundado) de que favorecen el crecimiento infantil.

*Miquel Planas Oliver es investigador del CSIC en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo y autor del libro El caballito de mar, de la colección ‘¿Qué sabemos de?’.