Claro que las mujeres son idiotasAl fin y al cabo Dios las creó a imagen y semejanza de los hombres George Elliot

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He ligado con uno de 20

Ligar con un chico de 20 años es muy diferente a hacerlo con uno de 30 o uno de 40.

Los primeros no son tan directos, no les importa hablar y hablar y ni se plantean si lograrán llevarte a la cama o no (o igual lo dan por sentado).

Este fin de semana he ligado con un chico que tiene 25 años. Es la primera vez en toda mi vida que alguien menor que yo me tira los tejos.

Tras un pequeño choque, nos presentamos y empezamos a hablar. Al principio mantuvimos la típica conversación nocturna: ¿vienes mucho por aquí? Está bien el sitio, bla-bla-blá.

Luego fue a cosas más personales. Me explicó que lo había dejado con su novia hace unos meses, que ella le pedía más involucración y que él no quería compromisos, que era muy joven…

Cuando llevábamos un rato parloteando, y noté que se acercaba demasiado, le paré los pies. Con buenas palabras le dije que no me apetecía follar con él.

La verdad es que el chaval era mono e interensante pero, como diría Aída, la hermana del Luisma, yo no tenía «el chichi pa’farolillos«.

«No pasa nada. Estoy a gusto contigo», me respondió. Y así seguimos la noche, de cháchara, entre copas y risas.

En el momento de la despedida me sorprendió. Me dijo que quería volver a verme y me preguntó por mi messenger, para «invitarme». Como no tenía ninguna dirección activa, le di la vuelta al asunto: «¿Por qué no me das la tuya y te invito yo?».

Al parecer, pedir el messenger a los ligues de fin de semana es una práctica habitual. ¿Es una nueva estrategia? ¿Por qué los chavales lo prefieren al teléfono? ¿Es mejor hablar a través del ordenador? ¿Me voy a tener que comprar una webcam?

Fiebre del sábado noche

Lo peor de cumplir 30 años y salir de marcha no es que no encuentres ningún sitio de tu gusto.

Ni tampoco que empieces a emplear frases del tipo “esta canción es de nuestra época”.

Ni que te encuentres en los bares de copas a ex compañeros del colegio que reaparecen más alocados que nunca tras separarse de su pareja.

Lo más duro de cumplir 30 y salir de marcha es la resaca.

No sé por qué motivo, de los 20 a los 30 el cuerpo va perdiendo la capacidad de recuperación. Pero tú ni te enteras, y te sientes tan estupenda… ¡Mejor que cuando tenías 20!

Y decides salir, tomarte unos copazos y hacer movimientos espasmódicos como la niña de El exorcista por la pista de baile o imitar a los protagonistas de Dirty Dancing.

Pero claro, no piensas en el día después, en el duro domingo, cuando te despiertas convertida en un vegetal.

En un domingo posterior a una noche de marcha, el paseo más largo que das es de la cama al sofá, y del sofá al baño. Y vas a la cocina a duras penas.

Evitas reflejarte en los espejos pero, claro, como no eres un vampiro no puedes evitarlo, y te ves y te asustas. Y maldices la hora en la que decidiste salir y cuando, a las tres y media de la madrugada, pediste el penúltimo whisky.

Por no hablar del lunes, que te sigue costando arrancar y organizar la semana, y trabajar, y hacer la compra…

El sábado me pegué la gran juerga. Hoy es martes y aún tengo resaca.