Mil historias de sexo y unas poquitas de amor Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Archivo de abril, 2010

Risas y llantos en el sexo

Escuchaba yo el otro día en la radio lo buena que es la risa en las relaciones sexuales. En las llamadas de la gente al programa, había material para todos los gustos. Los había que se reían en los preliminares y también después, quien lo hacía en momentos concretos o quien no lo hacía nunca.

Recordé entonces un post que escribí hace un par de años, en el que preguntaba qué hacemos cuando llegamos al orgasmo, porque había leído a un psicólogo que explicaba que, en ese preciso instante, nadie se ríe, permanece serio por la trascendencia del momento, que no es otra que la de la lucha por la supervivencia de la especie, por la reproducción.

No dice lo mismo una amiga mía. Ella tiene muchas cosquillas en el ejem mismamente y le cuesta concentrarse si su hombre decide curiosear por ahí. A carcajada limpia han terminado a veces. Ella, de lo que le hacía él, y él, de oírla a ella. Pero ha llegado a controlarlo cada vez más y ahora sólo se carcajea al principio para no romper justamente eso, la trascendencia del momento, y, sobre todo, porque a él no le gusta mucho la risa en ese quehacer.

Por los comentarios que leí en aquel post, los chicos son reacios a la risa en esos momentos. No se ríen ni les gusta. Alguno decía que el placer en ese momento deja el rictus serio. En cambio las mujeres no eran tan categóricas y contaban que se reían en algún momento del polvo.

¿Y llorar? ¿Llorará mucha gente cuando tiene un orgasmo? De satisfacción, claro.

El ombligo, el fetiche erótico por excelencia

La visión del ombligo, de un ombligo bonito, perturba. Lo dice un amigo mío, al que le gustan especialmente los ombligos, porque para él son una metáfora del otro orificio, del más deseado.

Confieso que nunca me fijo en los ombligos, por muy eróticos que les resulten a algunos hombres. Conozco a varios, a los que les he escuchado hablar de esto, pero no acabo de verle la gracia a este resto de cicatriz circular que nos queda cuando nos han cortado el cordón umbilical que nos unía a nuestra madre y que ya no vuelve a servir para nada más en la vida.

Salvo, claro, para los devaneos eróticos, según estos hombres. El primero dice también que la pelusilla que sale bajo el ombligo es una antesala de lo que uno se puede encontrar siguiendo esa línea prohibida, que muchas mujeres se tiñen de rubio, cuenta él, que debe de ser un experto.

Me despierta la curiosidad, me miro el mío y no lo encuentro nada erótico, pero no se lo comento por si le da por querer que se lo enseñe, y no tengo yo hoy el ejem para ruidos.

Pero busco, encuentro y leo lo importante que es este agujero cerrado, su poder sensual y que, lejos de ser una simple cicatriz, está considerado como el fetiche erótico por excelencia, porque recuerda al órgano genital femenino.

En Las mil y una noches se menciona en varios de sus cuentos y se le adjudica al ombligo la cualidad de ‘recipiente que contiene poderosos aromas afrodisíacos’.

Para los griegos, el ombligo debía de estar en el centro exacto entre el pecho y los genitales y era considerado como el centro del cuerpo de la vida, de la existencia, del universo.

El historiador italiano Gutierre Tibon tiene un libro titulado El ombligo como centro erótico, en el que dice:

Es el centro de la respiración y de la rosa de los vientos. Es símbolo del útero y, contradictoriamente, del falo; se identifica con la Luna, principio mujeril, y con el Sol, masculino por excelencia. Es andrógino y, sin embargo, connaturalmente femenino. Sol, Luna; pero también estrella: la Polar, eje del universo.

El placer de ser voyeur

No me había pronunciado, aunque al publicarlo, creo que se ha entendido que apoyo la iniciativa de Disfrutador, porque es divertida y osada y porque ha partido de vosotros, de un «posteador», que este blog no sólo lo hago yo, también lo hace la gente que escribe y, sobre todo, los que lo hacen cada día.

Con esto quiero responder a ‘malos tiempos para la sinceridad ‘ que decía que si Voyeur no había escrito como acostumbra confirmaba que es un absurdo poner fotos tipo «página de contactos» y que los que han acogido la iniciativa es sólo por cerrar filas, porque no cree que nadie mande fotos a esta «pereza» de mujer.

Se ha equivocado, pero eso nos pasa a muchos; a mí, todos los días. Ya han sido varios los que han enviado sus fotos, para gozo de muchos, que iré publicando poco a poco hasta poder hacer una fotogalería, aunque en este punto se admiten propuestas sobre qué podemos hacer con las fotos.

A mí el de la foto me ha gustado más que la propia foto. Y sus pelos, también, que como decía alguien ayer depiladas, las nenas. En eso le doy la razón.

Que lo hacemos para divertirnos y añadirle a esto un poco de pimienta. Disfrutador ha mandado una foto muy explícita y a lo mejor otro es más recatado y manda una parte de su cuerpo desnudo, la que más le guste a él, o alguna prefiere enseñarnos su espalda… Yo que sé. Incluso con los calzones o las braguitas, como le gustan a Leónidas.

Se pueden hacer tantas instantáneas del cuerpo, y todas con el mismo objetivo: soltarnos la melena, que ya hace buen tiempo, y hacernos unas risas. Así que los maestros del perfeccionsimo van a tener aquí mucho trabajo, como ya se empezó a ver ayer, porque tenemos años, pelos, michelines, barriguitas, pieles tersas, menos tersas, unos serán entraditos en carnes; otros, no; unas tendrán las tetas caídas; otras, en el cuello; y las terceras, en su sitio. Los habrá con buenos cuerpos para alegría de todos y los habrá un poco menos buenos… ¿Y qué? Cada uno tiene su aquel, porque hay otro que se lo ve. ¿O no?

La foto la manda Ros. Dice que posteaba hace años y que dejó de hacerlo, aunque cada día lee la entrada. La envía porque le ha gustado la iniciativa.

Cuerpos desnudos al calor del blog

Como ya ha llegado el sol y los cuerpos y las mentes despiertan también al calorcito, alguno se ha tomado más en serio que otros lo de enviar una foto desnudo, para que luego sea publicada aquí sin cabeza pero con el nick debajo.

Ayer recibí este correo que os paso para que veáis que la idea se ha puesto en marcha:

Querida Escarlata:

Antes que nada te pido disculpas si la propuesta que me permití hacer en un post de hace unos días en tu estupendo blog no te pareció demasiado oportuna. Me refiero a lo de que estaría bien que quienes con fidelidad y relativa frecuencia te visitamos hiciéramos un gesto divertido, atrevido seguramente, y en todo caso siempre bien intencionado, que demostrara que no sólo hablamos de todas las cosas relativas a las alegrías del cuerpo sino que también nos atrevemos a actuar.

La idea se me ocurrió al constatar que se comenta mucho por aquí la gracia que nos hace ver cuerpos desnudos, por curiosidad, por amor al arte que a todos encandila, por morbo… o por lo que sea. Siempre se trata de cuerpos más o menos “famosos”. ¿Pero qué ocurriría si esos desnudos pertenecieran a los miembros de esta comunidad? Rápidamente se constató que a muchos la idea les parecía muy divertida; se animó un jolgorio que, desgraciadamente, se quedó en flor de un día. Y no quisiera que alguien pensara que yo lo dije frívolamente, sin intención de hacerlo, amparado en la sombra de mi seudónimo. De modo que me he atrevido a enviarte esa fotografía que espero no te resulte de mal gusto y ojalá guste a unas cuantas chicas (ellos me disculparán y la mayoría sabrá comprender que no me interesa demasiado su impresión), especialmente a Lujuria-Su, a quien se la dedico con humor. Y espero que cunda el ejemplo. Un beso. Disfrutador.

Pues aquí os dejo al primer pelotista de la temporada y que cunda el ejemplo. No tienen por qué ser todas tan explícitas. Cada cual que mande lo que crea oportuno, que ya veremos lo que sale, sin ánimo de censura, por supuesto.

Flechazo a primera vista

Un cruce de miradas en un bar, en la calle, en el trabajo o con alguien al que acabas de conocer y sentir, de repente, mariposas en el estómago, una atracción especial que te impide moverte de donde estás y dejar de mirarlo… ¿Es un flechazo a primera vista? ¿Se le puede llamar amor a primera vista? ¿Existe?

Estas preguntas nos hacíamos ayer a cuento de un artículo con el mismo titular en forma de pregunta que publicaba El País semanal.

Había quien señalaba que a simple vista puedes fijarte en una persona, pero que llegar al punto de una atracción irrefrenable que te haga «perder la cabeza» en el primer momento, le parece difícil.

Porque cree que para que salten chispas tiene que haber más conocimiento entre ambos.

Y había quien decía que eso sólo pasa en las películas, porque a él, por ejemplo, no se le ocurre pensar que una chica le puedan mirar al cruzar un semáforo y que salten chispas así sin más y mucho menos que pueda ser la mujer de su vida.

Decía que uno puede conocer a una persona, por ejemplo en una fiesta, y que le entre por los ojos y quiera seguir hablando con ella porque le ha hecho gracia desde el primer momento. Pero esto no lo considera flechazo.

Otros opinaban que claro que existe en flechazo en la vida real. Que un día puedes encontrarte a alguien, da igual cómo sea, si en una fiesta, en la oficina, entre amigos o en el metro, que te atrape con su mirada y ya no puedas dejar de pensar en él. Que existe la química y una conexión entre ellos, aunque sean desconocidos, que lo hace aún más atractivo. Que no hace falta un conocimiento mutuo para sentir que es el hombre o la mujer de tu vida en un segundo.

En lo que sí que estaban de acuerdo todos es en que, en cualquier caso, a eso no se le puede llamar amor. El amor vendrá varios capítulos después.

Mujeres usadas, mujeres gastadas, mujeres sobadas

Después de repasar el post del miércoles, Sexo en la primera cita, dejo aquí un reguero de frases que resumen lo que siguen pensando muchos hombres de nosotras, muy a pesar nuestro.

Empieza el rosario con un a frase de La colemna, que, parece, sigue teniendo plena vigencia:

«Los hombres quieren a las mujeres alegres para divertirse y a las mujeres decentes, para casarse».

«Si estás todo el día acostándote con unos y con otros, no sé yo la fama que puedes coger».

«Luego llegáis a los cuarenta y tantísimos, aburrías y desencatás de la vida, de tanto tiraros todo le que se menealen cuanto tenéis oportunidad.

Porque eso está claro, para follar te vale cualquiera, que esté decente y con ganas de marcha, pero para llevártela a casita para siempre….la más formalita o en su defecto la -menos sobadita-«.

«Hoy en dia como pa fiarse de una mujer, uffffff».

«Sencillo, ponme enfrente a estas cuarentonas que dicen y presumen que se cepilla a todo rey, y a lado ponme una de 20 menos sobada y yo me quedo con la de 20 porque al menos se que estará menos usada jajaja».

«El sexo es bonito y bueno, pero opino que no me gustan las que ya tienen mas huellas que una playa en pleno verano».

«Para un polvete me vale una Noelia cualquiera (buen culo, buenas tetas y mejor disposición), pero para tener algo serio, compartir algo más que fluidos y cama, no, no y no. Ahí quiero una mujer de primera división, con categoría, necesito a alguien que sea algo más que un sexo con patas…».

«Pobrecillas, nosotros seguimos siendo y pensando igual desde que el mundo es mundo. Sois vosotras y sólo vosotras, las que no dejáis de daros cabezazos contra las paredes buscando respuestas, igualdad y utopías a través de vuestros genitales».

«No sé si será cultural, generacional o causa del cambio climático, pero en todos los sitios hay 6-8 chicas de esas y llega un momento en «sus vidas» que como todo el mundo sabe de sobra «como son» ni Dios quiere ya, nada con ellas».

«Tú llegarás a la edad maldita sola y tendrás que inseminarte artificialmente, para cumplir tu sueño de ser madre».

«Los trogloditas como yo, estaremos ya casados, con una bonita familia que habremos formado, con una chica especial, de esa minoría de «Mónicas» (alusión a Mónica otra asidua al blog) que afortunadamente, aún quedan por el mundo. Eso sí, si nos encontramos un sábado por ahí de farra, tú y yo, es posible hasta que pasemos un buen rato, pero sólo eso: un buen rato».

Y todo porque algunas mujeres dicen con toda claridad que tienen sexo en la primera cita. No sirve que puedan ser buenas personas, mejores profesionales, decentes (no saben lo que significa este término), buenas hijas, amigas -madres ya no podemos ser porque nos niegan el pan y la sal-… Sólo vale si están más o menos «usadas» que es lo que llaman estos a darte una alegría para el cuerpo.

Tela, telita, tela.

He cumplido sobradamente la «edad maldita» que dicen, he tenido muchas relaciones, sexo en las primeras citas, en las segundas, en las terceras y haciendo el pino, y hoy vivo tan feliz con mi hombre, que, por supuesto, no dice ni piensa que yo esté usada, gastada y sobada. Todo lo contrario, soy una reina.

Sexo en la primera cita

La mayoría de las mujeres no tiene sexo en la primera cita ni quieren tenerlo. No ocurre lo mismo con los hombres, que son menos los que se pronuncian por esperar a momentos más indicados, según las encuestas que hacen los portales de búsqueda de pareja.

Al hilo de este asunto escuché esta mañana en el programa de sexo de la SER que las mujeres son más precavidas en este aspecto y que prefieren esperar porque las prisas pueden conducirles a una decepción. Por eso, prefieren conocer un poco más al compañero para comenzar la relación sexual.

Contaban -creo que más o menos era algo así- que pusieron a una mujer y a un hombre de muy buen ver en la calle para hacerle a la gente varias preguntas.

La primera pregunta era: ¿Quieres salir conmigo esta noche a cenar?

El 50% de las mujeres y el 50% de los hombres contestaron que sí.

En la segunda se preguntaba: ¿Quieres venir a mi apartamento esta noche?

A esta proposición, el 6% de las mujeres respondieron que sí y el 65% de los hombres lo mismo.

La tercera fue: ¿Quieres acostarte conmigo esta noche?

Y aquí ninguna mujer dijo que sí, pero sí lo hizo el 75% de los hombres.

El 25% restante no dijo un no taxativo sino que decían cosas como: es que tengo novia, tengo otro compromiso…

Revistas de desnudos para mujeres

Ayer, mientras compraba los periódicos en el quiosco, me llamó la atención este desnudo de Andrés Velencoso en la revista Vanity Fair y directamente me la compré.

Me la compré porque me gustó y quería ver si en el interior había más fotos de este chico. Un estímulo visual.

De siempre he escuchado que las revistas de desnudos -en este caso, de mujeres- era una cosa de hombres, que las compran, porque a ellos sí que les funcionan los estímulos visuales, y a la vista está que se venden porque ejemplos los hay: Interviú, Playboy, Penthouse… Incluso, en la contraportada del diario AS sale una propia de encantos prominentes, distinta cada día.

A las mujeres -dicen- nunca nos ha entrado por los ojos estas revistas y por eso, no las hay.

Pero o las cosas están cambiando también en este aspecto o yo soy distinta del común de las mujeres, porque a mí sí que me gustan. No creo que yo sea muy diferente, la verdad; creo que a las mujeres también les gusta ver desnudos de hombres como, por ejemplo, este de Velencoso, pero que no haya este tipo de revistas para nosotras indica lo contrario, que ni nos estimulan ni nos fijamos.

No sé. El hecho es que no las hay, las únicas que conozco son las dirigidas a homosexuales.

Romanticismos, los justos

Se acaba de enamorar y está encantado. Y como todo el que se acaba de enamorar adorna cada encuentro de parafernalia para hacerlo todo más bonito.

Que si velitas para la luz de la cena y de la habitación, que si barras de sándalo, que si flores diarias en la ventana o en la sala. Todo lo hace -dice- porque porque es un momento muy romántico el que está viviendo, y ya me deja con la boca abierta.

Pues sí, él que es -o era- más seco que un corcho y que nunca había expresado una mínima expresión de romanticismo, está ahora que parece el lazo rojo de una caja de bombones. El amor es así. Y el del principio más.

Porque esto de la parafernalia es una característica común del principio de cualquier relación. Unos ponen velitas para conseguir un ambiente ad hoc, otros ponen musiquita especial y otras, más prosaicas que románticas, se ponen lencería para gustarle más al enamorado.

Pues todo esto se lo estaba contando yo a otro amigo, que es lo contrario del enamorado converso del principio, y me dice que eso no son más que chorradas y cursiladas, y que de lo que se trata es de ir directos al grano. Que para qué te vas a entretener si ya sabes lo que quieres y la otra, también.

¿Te provoca esta imagen?

A las mujeres no les importa el roce entre ellas, besarse ni, por ejemplo, que sea otra mujer la que les dé una masaje. Hablo de mujeres heterosexuales.

No ocurre lo mismo con los hombres heterosexuales. Huyen del roce físico con otros hombres. De los besos ni hablamos; y acudiendo al mismo ejemplo, no les es agradable ni toleran que sea un hombre el masajista. En los casos que conozco siempre piden que sea una mujer.

Estas reflexiones se hacía un amigo mientras veíamos unas imágenes de dos mujeres en actitud erótica entre ellas

Y añadía que, sin embargo, no hay fantasma más erótico para un hombre que ver a dos mujeres teniendo un contacto sexual entre ellas. Que no hay un hombre al que no le atraiga esa visión.

Mi amigo se preguntaba qué es lo que piensan las mujeres heterosexuales cuando ven a otras dos manteniendo una relación sexual. Me lo preguntó y le contesté que yo no siento nada, ni a favor ni en contra. Ni me gusta ni me disgusta, me es indiferente, pero supongo que hay opiniones para todos los gustos.