Mil historias de sexo y unas poquitas de amor Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Archivo de enero, 2010

Los vibradores no hacen de la mujer un objeto

El viernes pasado, la discoteca Cuomo, de Mislata, cerquita de Valencia, regaló vibradores rosa a las 400 chicas, mayores de 20 años, que llegaran antes allí, con el lema: “Vas a vibrar. Con tu entrada, premio de consolación».

Salvo que a los vibradores no me gusta llamarlos consoladores, porque parece que estamos todo el día apenadas y sólo el aparatito nos lo arregla, la iniciativa me pareció una ocurrencia simpática que la discoteca utilizó para promocionarse. Nada más.

Para los chicos también había regalos, les dieron preservativos de todos los colores, formas, tamaños y sabores y así, todos contentos.

Pero no, no todos estaban contentos, la Federación de Mujeres Progresistas ha criticado la iniciativa de la discoteca por considerar que se trataba a las mujeres como un objeto.

Un poco exagerada me ha parecido su apreciación. ¿Por qué un vibrador transforma a la mujer en un objeto? Yo que creo que ella es un sujeto activo que decide usar el aparatito para darse una alegría. Y punto.

Más objeto que ser víctimas de la moda, como lo somos todas en mayor o en menor medida, pendientes de lo que se lleva en cada temporada para comprárnoslo -hablo en general- no lo hay. Y sin embargo eso no se ataca.

O más objeto que someterse a operaciones de estética para ser jóvenes y guapos…

Otra discoteca de Valencia, Pachá, decidió sortear en noviembre de 2008 una operación de aumento de pecho entre las asistentes al local.

El revuelo que se montó y un expediente del Ministerio de Sanidad provocaron la anulación del concurso que se cambió por un corte de pelo.

Pero esto no es lo mismo que regalar un vibrador.

Amores que asfixian

Doce años lleva esta mujer enganchada a un hombre que ni siquiera es suyo. No son novios, ni pareja, ni por supuesto viven juntos.

Él tiene su vida hecha, es más mayor, en la que ella no entra. Tiene a su mujer, a unos hijos, una casa, pero se acuesta con ella una vez a la semana o dos. Nada más. Y así lleva todo este tiempo, enganchada a él desde que era una cría. Porque la tiene muy agarrada, ya no es sólo sexo, es mucho más.

Ha intentado dejarlo en varias ocasiones, porque el plan que tiene esta mujer no es para seducir a nadie. Después del polvo, se vuelve sola a su casa y a aguantar mecha con su soledad hasta que pueda verlo. Pero se le resiste.

Se lo propone cada día, pero llega después de no verlo no sé cuanto tiempo y terminan donde siempre. Porque en el corazón no se puede mandar, se justifica.

Este sí que es un amor tóxico, que la está haciendo polvo. Porque no va ni para adelante ni para atrás. Ahí está, siempre en el mismo punto, sin que él dé el paso definitivo de marcharse con ella ni ella el de dejarlo todo y empezar a vivir.

Ella se pregunta muchas veces qué tienen ese tipo de hombres, que te atrapan de esa manera, que ya no puedes vivir sin ellos. Pero ni respuesta tiene, porque cuando él aparece se le va al traste la voluntad y ya ni piensa ni razona ni puede mantener su firmeza.

Muy tóxico.

Preferimos la familia al sexo

La mitad de las españolas, el 45%, entre 16 y 64 años dicen que prefieren tener sexo a una buena posición económica.

Lo dice una encuesta realizada por Sigma Dos entre tres mil mujeres. Pero antes que una vida sexual satisfactoria, prefieren la vida familiar (lo dicen ocho de cada diez) y los amigos. Con lo cual lo del sexo, por mucho que lo resalten, no es la prioridad.

Lo primero es la familia y la familia necesita dinero para poder mantenerse en condiciones, así que de ahí a querer una situación económica desahogada, dos pasitos de nada.

Tal cual lo comentaba ayer una amiga mía al leer la encuesta:

«Se nos llena mucho a todas la boca con el sexo, pero a la hora de la verdad queremos unos hijos y a quien los pueda mantener». Toma, qué claro lo tiene.

No sé por qué tenía yo la idea de que ya no hay tantas mujeres que tengan en la familia su prioridad, pero ocho de cada diez son muchísimas.

Al margen de prioridades, lo que dice también es que gozan de una buena sexualidad y le ponen un 7,2 de nota a sus relaciones.

Pasa siempre, cuando se pregunta de sexo: el que más chifle, capador; y por eso hablamos y hablamos, pero practicar, practicamos poco.

Veinteañeros que saben sexo en latín

Cómo vienen pegando los veinteañeros. Como todos sean igual, menudo trabajo para que no se despendolen más de la cuenta.

Yo conozco a dos que saben latín. Saben más de sexo que su madre, su padre y su tito, que es el mayor follador del reino, y triunfan no sólo con las de su edad -son pequeñas para ellos-, sino que hacen carrera con treinteañeras y cuarentañeras, encantadas de haberlos conocido bíblicamente.

Como no todos son así, se empeñaron en enseñarle a un primo, en dos tardes, todo lo que ellos han aprendido en tres años, porque el incauto no había mojado aún, a pesar de sus 24 añitos.

El pobre hombre se puso a la tarea al día siguiente, con una chica que conoció por la noche. Trabajó con tanto ahínco para poner en práctica todo lo que le habían contado los dos calaveras, que la chica estaba encantada, y él, a punto del infarto porque no iba a poder llegar al momento entrada.

Y no llegó, se desahogó antes de tiempo, y como aquello aún parecía enhiesto y resistente, se colocó otra gomita para entrar como si nada hubiera pasado. Pero pasó. Que aquello se desinflara era cuestión de segundos y se vino abajo en dos, mandando la goma casi a la garganta de la chica, porque no la pudieron recuperar.

Con toda la vergüenza se fueron los dos, histéricos -él más que ella, porque se sentía un tonto-, en busca del médico a las cuatro de la mañana, con los otros dos como carabinas, muertos de risa por las cosas que le pasan al primo.

En Urgencias hubo fiesta, porque siempre la hay con casos como este, que no son pocos ni a veces tan simples. Me lo ha contado una amiga que trabaja en un hospital y que ha visto cosas como para escribir un libro y no de sexo precisamente.

Aclaración:

Incauto no porque no haya mojado a los 24 años, sino por fiarse de los otros dos. Creí que se había entendido. Disculpas a los que se sientan ofendidos.

¿Dónde están los hombres con pelos?

Me llega un enésimo informe, que abunda en que cada vez son más los hombres que se depilan el cuerpo entero.

A mí, ya lo he dicho aquí más veces, no me gustan los hombres sin sus pelitos en el pecho, en los brazos o en las piernas, pues me dicen que voy a contracorriente porque todo dios se depila ahora y además, es lo que les gusta a las chicas más jovenes.

Según el informe en cuestión, realizado por clínicas de estética, hay dos grupos de hombres que han colaborado a aumentar en un 40% los que deciden pelarse:

Los menores de 35 años, que se quitan el pelo del cuerpo entero por estética o porque lo consideran más cómodo para el ejercicio físico. Estos se deplian axilas, tórax, abdomen, ingles, brazos y piernas.

Y los mayores de 40 años, que recurren a la depilación por motivos de salud y de estética. Estos son los que se depilan hombros, espalda, torax y dedos, principalmente.

No habla el informe, y no sé por qué, de si estos y otros se depilan los testículos, que los hay y muchos. Yo tengo amigos que son reacios a depilarse en general y, sin embargo, sí que se depilan los webs.

Sus motivos, según dicen, no son ni la salud ni la estética sino que da más gustito tenerlos pelados. Dicen.

Los hombres se casan más que las mujeres

Cuando un hombre se divorcia no se piensa en cómo llevará su soledad, sino en si sabrá arreglárselas. Aunque afortunadamente cada vez son más los que saben salir airosos del trance, aún hay dos o tres generaciones que han pasado de la madre a la esposa, en lo que a logística se refiere, y están más perdidos que un pulpo en un garaje cuando vuelven a estar solos.

Por eso, los hombres son más proclives a casarse en segundas nupcias, después de un primer intento fallido, por la estabilidad logística.

Quién lo hubiera dicho si son de siempre más reacios al matrimonio.

Lo escuché ayer en un debate en la radio, en el que apuntaban también que las mujeres, por el contrario, tras la primera separación, no quieren volver a saber nada de segundas bodas, porque han terminado hartas de llevar todo el peso: casa, trabajo fuera, hijos y marido, que requiere su tiempo.

Los datos del INE señalan que en segundas nupcias, los hombres se casan un 22% más que las mujeres y los expertos insisten en que es por eso.

Y lo dicen ellos mismos: «Los hombres somos más dependientes. Necesitamos una pareja. Nos asusta la soledad y corremos de la falda de la madre a la falda de la esposa. Sin una mujer al lado no estamos bien». Lo cuenta el presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Mujeres y Hombres Separados, Justo Sáenz, en un reportaje que publicó El País en diciembre.

La socióloga Margarita Delgado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, explica en el reportaje esta falta de entusiasmo femenino al doblete matrimonial:

«Las mujeres en realidad no se quedan solas. Están con los hijos y se apañan muy bien en casa. En cambio, ellos se quedan sin nada. Por eso corren a formar otra familia. Y la biología les favorece. Pueden tener hijos aunque tengan cierta edad y suelen buscar a chicas jóvenes para procrear».

Fingimientos sexuales a la orden del día

Vaya temita el que se dedicaron a comentar unas amigas mías en la última cenita que tuvieron: los fingimientos varios con el paternaire.

No sólo un orgasmo, sino también hacer creer que las sensaciones placenteras son más intensas.

Ellas creen que, quien más quien menos, todas las mujeres fingen alguna vez en la cama, aunque por diversos motivos.

Lo comprobaron allí mismo, ellas que son así. Mientras se tomanan unas papas y unos vinitos, hicieron la prueba por riguroso orden y todas fueron capaces de fingirlo, dicen.

Las opiniones, para todos los gustos. Unas decían que, a veces, fingir da más placer del que estás sintiendo y que acompañarse de susurros jadeos hace que la cosa se encienda, tome color y que al final termines jadeando con todas las ganas.

Otras, que prefieren fingir un orgasmo antes de que su pareja se sienta idiota o incapaz. O las que decían que nunca han fingido y que cuando no están satisfechas no dudan en decirlo y pedir su ración de placer.

Algunas contaban que fingen dos orgasmos y sólo tienen uno. O las que no tienen ninguno y fingen todo el tiempo… Cada una tiene su método y les funciona.

Varias formas de ver el trasunto, pero todas llegan a la misma conclusión: no estamos emparejadas con el que ha sido nuestro mejor amante, y la mayoría ha fingido alguna vez, ya sea por compasión, para ambientar la situación o para salir airosa del trance.

Otra amiga mía, muy clarita, dice que este es su tema, porque se ha pasado fingiendo los últimos diez años de los catorce de su matrimonio.

«Me dirás, si sé de eso un rato», dice. «Tengo tres tipos de orgasmo fingido: el ay que me voy (para cuando estoy cansada), el dios mío dios míos sí, así, un poco más un poco más (cuando estoy más animada); y por último en que se reduce a unos grititos absurdos y arrugar la almohada contra la cara, para que no me viera descojonarme. Ahora no me hace falta hacer nada de eso, porque no sé ni lo que digo ni lo que hago cuando los tengo porque me vuelvo locaaaa».

Ahora se ha emparejado mucho mejor.

Mucho sexo para parecer más joven

Las parejas que mantienen relaciones sexuales al menos tres veces por semana aparentan ser diez años más jóvenes.

Esto que no lo digo yo, aunque podría hacerlo perfectamente, lo dice el neuropsicólogo escocés David Weeks, que recomienda sexo para ser felices y estar en forma.

Ya he contado aquí algunos casos de amigos que superan de sobra esa media y que sí que parecen más jóvenes de la edad que tienen. Lo que me temo es que son muy pocos los que follan más de tres veces a la semana y muchos los que no llegan ni a una vez, aunque en la frecuencia influye la edad, o eso creía yo.

Pues no. Por encima de los 40 años la actividad sexual se mantiene con mucha mayor frecuencia de la que pudiera pensarse, según el mayor estudio que se ha hecho sobre la importancia de la actividad sexual, patrocinado por Pfizer.

No sé a vosotros pero a mí esto me da alas, que dice una amiga mía, muy dispuesta a seguir pareciendo más joven de lo que es. De momento, piensa seguir subiendo esa media a ver si llega a los 70 como la Preysler.

Dicen los sexólogos que la gente que disfruta de una vida sexual rica continúa llevándola hasta edades avanzadas, a diferencia del declive que se produce en las personas que tienen una vida sexual poco activa.

Si es que no hay que renunciar al sexo nunca. Con lo bueno que es para la piel, XDSSS.

Mentimos para gustar más

Ocho de cada diez personas que acuden a webs de contactos para ligar, mienten.

Pero son mentiras piadosas para gustar más al otro, según un estudio que han elaborado varios expertos de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, basado en sondeos a hombres y mujeres que participan, al menos, en tres de las cuatro páginas de contactos más importantes.

Ambos sexos mienten por igual, pero se diferencian en el tipo de mentiras que cuentan en la red.

Las mujeres pierden kilos al hacer su inscripción en una página de ligoteo y ellos ganan centímetros de altura. Nada que sea un engaño supino, porque eso supondría limitar la posibilidad de un encuentro físico posterior.

En lo que más se miente es en el peso: dos tercios de los estudiados se había quitado tres kilos, y la mitad engañó sobre su altura, pero muy poco también. Y en lo que menos, en la edad. Pero vamos, eso no es mentir, es disimular o resaltar alguna característica. Yo me esperaba más trolas y más gordas.

Se prepara ya una segunda parte, en la que se estudia más el grado de engaño en otros aspectos como el estatus social, si se tiene o no pareja o hijos. Ya han adelantado que que mientras los hombres mienten más al hablar de su posición social, las mujeres son menos permisivas con la ocultación del estado civil.

Los autores del estudio dicen, contra todo pronóstico, que el engaño sobre uno mismo en Internet no es mayor que el que se produce en nuestras relaciones sociales cara a cara. Claro que en este caso, las mentiras no ser referirán al físico, sino en otras cosas.

P.D. Por cierto, ya que estamos, pido el apoyo para mis amigas las cucas, que se han presentado a candidatas para ir a Eurovisión.

http://www.rtve.es/television/eurovision/candidatos/el-murmullo-d…

Los hombres que no cuidan a las mujeres

¿Pero qué pasa con algunos hombres? Según he escuchado últimamente, no tienen tacto en el sexo ni se preocupan de que sus compañeras también lo pasen bien.

La última en hablar del asunto ha sido una amiga que es de un país del Este y lleva siete años en España.

Decía que cuando llegó le sorprendió lo calurosos que eran los españoles, lo amigables y cercanos que le resultaban, comparados con los «hombres de los Cárpatos». Que eran caballerosos y más mimosos que los hombres que ella había tratado hasta entonces.

Sin embargo, en la práctica sexual piensa que españoles y moldavos son iguales: «le dedican muy poco tiempo a los preliminares y siempre están pensando en el momento de la penetración, sin preocuparse de si tú estás preparada ya o no».

Mi amiga cuenta que las últimas relaciones que ha tenido se han reducido a 20 minutos -no es coña- de un sexo casi desesperado, mecánico y rápido, y con la única intención de satisfacerse ellos.

«Los lubricantes que otras veces me hacían el ‘juego del sexo’ más excitante y divertido, se empiezan a convertir en imprescindibles en el bolso, pues no hay nada más incómodo que una penetración en seco».

«Los lubricantes empiezan a ser los mejores aliados de los hombres porque creo que les han hecho más vagos y despreocupados, a la hora de llevar nuestro nivel de excitación al punto de poder ser penetradas satisfactoriamente».

Dejo aquí las preguntas que ella se hace : ¿Qué les está pasando a los hombres? ¿Ya ninguno se excita, excitando? ¿Dónde ha quedado el placer en común? ¿Por qué van más a su placer y se olvidan del nuestro? ¿Tan difícil es darlo?

Por otro lado cree que cuánta más edad tienen los hombres, más despreocupados están por dar gusto; y además, no se dejan guiar, se sienten ofendidos si les dices cómo hacer.

En este sentido, prefiere el sexo con veinteañeros, porque dice que se preocupan por ella, por sus gustos, y por lo que necesita para poder llegar al clímax.

P.D. Esta es la opinión de esta amiga, asidua al blog. No significa que sea la mía. Yo creo que hay hombres así como hay mujeres asao, pero no hay que generalizar.