El viernes pasado, la discoteca Cuomo, de Mislata, cerquita de Valencia, regaló vibradores rosa a las 400 chicas, mayores de 20 años, que llegaran antes allí, con el lema: “Vas a vibrar. Con tu entrada, premio de consolación».
Salvo que a los vibradores no me gusta llamarlos consoladores, porque parece que estamos todo el día apenadas y sólo el aparatito nos lo arregla, la iniciativa me pareció una ocurrencia simpática que la discoteca utilizó para promocionarse. Nada más.
Para los chicos también había regalos, les dieron preservativos de todos los colores, formas, tamaños y sabores y así, todos contentos.
Pero no, no todos estaban contentos, la Federación de Mujeres Progresistas ha criticado la iniciativa de la discoteca por considerar que se trataba a las mujeres como un objeto.
Un poco exagerada me ha parecido su apreciación. ¿Por qué un vibrador transforma a la mujer en un objeto? Yo que creo que ella es un sujeto activo que decide usar el aparatito para darse una alegría. Y punto.
Más objeto que ser víctimas de la moda, como lo somos todas en mayor o en menor medida, pendientes de lo que se lleva en cada temporada para comprárnoslo -hablo en general- no lo hay. Y sin embargo eso no se ataca.
O más objeto que someterse a operaciones de estética para ser jóvenes y guapos…
Otra discoteca de Valencia, Pachá, decidió sortear en noviembre de 2008 una operación de aumento de pecho entre las asistentes al local.
El revuelo que se montó y un expediente del Ministerio de Sanidad provocaron la anulación del concurso que se cambió por un corte de pelo.
Pero esto no es lo mismo que regalar un vibrador.