Qué pesadito está este hombre desde que sabe que una amiga suya conoce a una chica que tiene una agencia de scorts, y le ha contado que es una mujer abierta, culta y muy interesante.
Él lo llama así, pero en lenguaje casero es una agencia de prostitutas de alto standing. Vamos que lo de llamarlas scorts no les quita ni un gramo de lo que son, ni ellas tampoco lo quieren.
Este buen hombre intenta enrollarse con la jefa de la agencia, de la que sabe de sus cosas a través de esa amiga común. Le encanta su nombre, las cosas que dice y está empeñado en meterse en su cama sin pagar, porque no quiere ser un cliente sino un amigo íntimo para empezar.
De momento, no hace más que soñar dormido con ella y tener con frecuencia sueños húmedos. Y cuando está despierto se pone a pensar en fantasías sexuales que la tienen a ella como centro de su universo.
Hace poco otro amigo me contó que sentía fascinación por estas mujeres. Se entiende que por las que se dedican a esto porque quieren, lo dejo claro. Y dice que no le importaría mantener una relación de pago.
Me extrañó porque una buena parte de los hombres que conozco nunca pagaría por tener sexo.