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El Congreso legislará contra el despilfarro de alimentos en los comedores escolares

La Comisión de Educación del Congreso de los Diputados se ha interesado por las iniciativas que se están llevando a cabo contra el despilfarro de alimentos en los comedores escolares para poder incorporarlas al Pacto de Estado por la Educación.

Después de más de un año y medio de batallar con las  instituciones, la activista Cristina Romero, como impulsora de la campaña nacional contra el despilfarro de alimentos en los comedores escolares y como creadora del movimiento Hay que ponerse, ha trasladado a la Comisión sus propuestas para que puedan ser incluidas en dicho pacto.

Estas propuestas incluyen la modificación de la Ley de Seguridad Alimentaria. Ahora, por razones higiénicas y sanitarias, la comida sobrante no puede ser manipulada, según esta ley y los reales decretos que establecen  las normas de higiene para la elaboración.

También, pide incluir en el Plan de Educación programas de educación en reducción de despilfarro de alimentos por parte de las empresas de catering escolares, en colaboración con el centro educativo y poder otorgar un distintivo de calidad de lucha contra el despilfarro de alimentos a las entidades involucradas (las que lo posean podrán beneficiarse de subvenciones o ayudas).

Romero es una madre catalana que en enero de 2016 comenzó una campaña de firmas en Change. org , que sigue activa, para acabar con el desperdicio de toneladas de comida que se produce en los colegios.

En octubre de 2016, presentó en el Congreso 244.000 firmas para modificar la Ley de Seguridad Alimentaria. En el texto de la recogida de firmas, todavía activa, solicita que los miles de toneladas de alimentos que no se aprovechan en los comedores escolares -según un estudio del Ministerio de Agricultura de 201, podrían ser 14.000 toneladas al año-, sean destinados a los miles de familias necesitadas.

Desde octubre de 2016 hasta ahora, Cristina Romero se ha reunido con la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y con diputados del PP, Podemos, PSC y UDC y ha colaborado con políticos de otras comunidades autónomas que han dado luz verde a diversas iniciativas para el aprovechamiento de los alimentos. Además, en Cataluña, su petición será incluida en el Plan de Educación para fomentar el aprovechamiento de alimentos entre niños y adolescentes.

«En este país –señala Romero- sólo se trabaja con alimentos no perecederos y el objetivo sería hacer llegar más carne y pescado a los comedores sociales y bancos de alimentos, ya que según la Federación de Bancos de Alimentos (Fesbal), el año pasado atendieron a más de 1.500.000 personas en España».

«La dieta mediterránea es una de las más sanas, equilibradas y sabrosas del mundo. En nuestras escuelas se ofrece diariamente un menú equilibrado y saludable y es una verdadera lástima que las personas necesitadas no puedan disfrutarla. No olvidemos que muchas de ellas tan solo hacen una comida al día y si hablamos de riesgo de pobreza, este tiene en cuenta la baja intensidad de empleo y la carencia material severa como no poder comer carne o pescado cada dos días, según datos del INE», añade.

La Federación de Bancos de Alimentos tiene firmados 32 convenios, gracias a los cuales se han recuperado más de seis millones de kilos de alimentos. Por eso, la impulsora de la campaña considera un acierto que las escuelas españolas, las empresas de catering, Fesbal y otras organizaciones no gubernamentales pudiesen firmar acuerdos de colaboración y así dar un buen destino a todo ese excedente.

Según su propuesta, este excedente sería previamente seleccionado: carne, pescado, legumbres…, excluyendo los alimentos que por su naturaleza pueden ser peligrosos a la hora de darles un segundo uso: huevo, carne y marisco crudo, cremas pasteleras… Los alimentos estarían congelados a -18 grados, en un envase en perfectas condiciones y con un etiquetado que incluyera el tipo de alimento, la cantidad, la fecha de congelación y la fecha de entrega.

El paso que se dio en el Congreso a finales de junio de este mismo año, podría hacer que este hecho fuese en breve una realidad, ya que se aprobó una iniciativa para modificar la Ley de Seguridad Alimentaria tras varios meses de contactos con grupos políticos y los ministerios de Agricultura y Sanidad.

Los diputados que la presentaron señalan que se trata de un proceso de auxilio social. El cambio legal generará seguridad jurídica para facilitar la iniciativa tanto pública como privada, mejorando la eficiencia y reduciendo los niveles de despilfarro.

Iniciativas con un mismo objetivo: No al despilfarro de alimentos

Cristina Romero, una madre catalana que en enero de 2016 puso en marcha, en Change.org, una campaña para pedir al Ministerio de Sanidad medidas contra el despilfarro de comida en los comedores escolares, continúa con su misión para que se cambie la  Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición y los reales decretos que establecen  las normas de higiene para la elaboración de alimentos en estos centros.

Por razones higiénicas y sanitarias, la ley señala que la comida sobrante en los comedores escolares no puede ser manipulada y se prohíbe a los centros escolares donar lo que sobra. Y esto es lo que se quiere modificar con las miles de firmas que apoyan el cambio.

Mientras el cambio legislativo en calidad de Seguridad Alimentaria sigue su curso, surgen cada vez más acciones y movilizaciones ciudadanas o de asociaciones con un objetivo común: evitar el despilfarro de alimentos.

Un ejemplo es el de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que a principios de marzo promovió, y el PSOE presentó, un proyecto no de Ley para incentivar a que supermercados, restaurantes y escuelas puedan donar la comida sobrante y que obtengan beneficios fiscales para motivar que más gente done y no se desperdicie comida que puede beneficiar a las más de 30.000 familias con niños que se encuentras en situación de pobreza en España.

Mientras tanto, Cristina Romero continúa visitando centros escolares, el último, una escuela de Barcelona donde prácticamente el 95% de los alumnos, unos 500, son usuarios del comedor escolar. El colegio dispone de cocina propia y una empresa gestora de comedores escolares se ocupa de que el servicio de comida del mediodía discurra de una manera amena y didáctica.

Los niños son los que deciden la cantidad que comen y Cristina comprobó que en las bandejas prácticamente no quedaba nada. La autogestión, supervisada por monitores, puede ser una buena alternativa.

«Ese día no sobró mucha comida: un litro de crema de puerros, algunos buñuelos de bacalao y verdura. El congelador destinado a conservar ese excedente también contenía, de esa misma semana, potaje de garbanzos, bacalao al horno…», explica Cristina Romero.

«Pensad que la comida que reciben las familias más necesitadas procedentes de bancos de alimentos u organizaciones no gubernamentales es normalmente hidrato de carbono (arroz, legumbres…) y es de suma importancia aportar proteína (pollo, pescado…) para que lleguen a tener una dieta equilibrada«, añade.

La ONG Nutrición sin Fronteras es la que se ocupa de recoger semanalmente el excedente en esa escuela y la reparte entre las familias más desfavorecidas.

OCU y Cristina Romero han grabado un vídeo promocional que exige un cambio de Ley contra el desperdicio alimentario.

«Precisamente este problema es una cuestión social. Nos concierne a todos y cuantas más personas y organismos se involucren, más presión haremos y más adelantaremos en esta carrera que es la lucha contra el despilfarro de alimentos. Todos estamos en el mismo barco», señala Cristina Romero.

El 19 de octubre de 2016, Cristina entregó en el Congreso de los Diputados, junto con la chef Ada Perellada y un experto en seguridad alimentaria, las más de 244.000 firmas que ha conseguido para hacer posible que el excedente de comida procedente de comedores escolares sean aprovechados, ayudando así a los miles de personas que lo necesitan.

En el vídeo se explica todo lo expuesto y además, se puede comprobar, una vez más, cómo aprovechar el excedente alimentario en escuelas es cuestión de predisposición.