Desde el primer momento, Cesar ya te saluda con humildad y simpatía. Es el centro de todo el hospital, EL MÉDICO en kilómetros a la redonda, una figura que parece muy lejana, casi inalcanzable, para el resto de gente, más de lo que podamos imaginar. Sin embargo, las personas le saludan por la calle, le regalan plátanos y mangos, todo el mundo añade a su respeto por él un profundo cariño.
¿Y cómo llegó a ser algo así en un lugar donde la diferencia social es tan marcada? ¿Qué le hace diferente? Bueno, entre otras muchas cosas, porque nuestro querido médico no es sólo eso, es un verdadero contriman, un auténtico vecino de la zona, nativo en su corazón, e incluso en sus costumbres y sentimientos, y eso quiere decir muchas cosas.
Puede que sepa hacer una cesárea a la luz de una linterna o reseccionar parte de un intestino, pero cuentan por ahí que el otro día abrió con un machete una palmera caída e hizo su propio vino de palma, como cualquier otro habitante del pueblo. También será al que veas hacer una reanimación a algún enfermo grave, o el que sostenga la aguja reconstruyendo un destrozo en una pierna accidentada. Pero, al mismo tiempo, compra una oveja viva y es capaz de degollarla y despellejarla sin mancharse la camisa, para luego cocinarla.
Nuestro médico nació en el Congo, en una casa en medio de la selva. Mucho antes de coger los atlas de anatomía ya ayudaba a su familia a cultivar las cosechas, a cuidar animales o a cualquier otra de las labores que llevan a cabo a diario sus actuales pacientes. Muchos no saben ni leer ni escribir, algunos sólo hablan una lengua local indescifrable, pero no importa, porque lo que les une es algo más básico, más profundo. César les entiende y, a pesar de cómo haya podido cambiar su vida, no lo olvida.
Es así cómo tenemos un médico especial, alguien que estando lejos de su hogar, lo ha reencontrado cerca. Un médico con mayor prestigio entre sus pacientes que el mejor especialista pero que, en su humildad, no es consciente de ello. No deja que nada lo aleje de sus pacientes, como si de hijos se tratara. Es un gran médico, pero lo que le hace aun mejor, es que no renunciará jamás a ser un contriman.