La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Bea ya no es TAN fea

Gracias a Dior que anoche llegaron unas cuantas pijas bondadosas a explicarle a Bea que la única culpable de todo es ella. Que esas cejas, ese pelo, esos brackets, no eran sino una manera de regodearse en su propia infelicidad y-de paso- forrarse a costa de una serie eterna en Tele5.

Menos mal que una prima lejana de Carlita Goyanes tuvo el valor de llevarse a la gafotas listilla a un spa de alto nivel (con una decoración lamentable) y someterla a las torturas de la depilación y el peeling. Albricias.

A la mierda los mensajes liberadores, la complicidad de las feas y toda esa falsa publicidad con la que la cadena ha promocionado su serie. Bienvenido sea el mensaje redentor: ¡FEAS: sois culpables de vuestro horror!

Con dos cejones.

¡Me encanta!

¡Viva!

¡Al fin ha triunfado el bien y se impone el canon, lo caro y la sumisión!

¡Alegría!

(En casa lo celebramos con una fabulosa tarta que sacamos de un horno de la línea Arguiñano, de esos que se limpian solos. Resulta que, durante los anuncios, descubrí que se acaban de mudar a un piso al lado del mío la puta de Aída y la lesbiana de Hospital Central, que se han hecho súper amigas y fans de la pirólisis. ¡Menudo juergón!)

‘The IT Crowd’: más humor inglés de oficina

Me encantan las series televisivas que transcurren en oficinas. En mi lamentable vida pasada, cuando trabajaba como asalariado para la empresa privada, siempre me decía «con este material habría que hacer una serie de TV». Pero nunca la hice, porque temí que no fuera verosímil. Ni cómico…

Hace unos años descubrí y me zampé de una sentada las dos temporadas de la versión BBC de ‘The Office – la original -, que me parece una de las series más inteligentes, rompedoras y salvajes de la televisión mundial. Que combina con muchísima inteligencia el formato de falso documental con cámara presente y la comedia de situaciones tan bestias y personajes tan límite, que la vergüenza ajena es tal que hay momentos en que no podemos mirar.

Fabulosa ‘The Office‘. Espectacular.

Y me encanta «Cámera Café« – eso ya os lo he dicho antes. E incluso «Yo soy Bea«, sí, sí, confiésolo otra vez…

Bueno, pues este fin de semana he descubierto una nueva sitcom que confirma mi gusto por los escenarios profesionales y llena ese hueco que dejó la serie que nunca dirigí. The IT Crowd se titula. Y empezó a emitirse en el Channel 4 británico algo más de un año y en el Sony Latinoamérica hace apenas un mes.

Y vosotros podéis ver los 6 capítulos de la primera temporada en Joox. Gratis total.

La serie no es TAN maravillosa como ‘The Office‘, pero ES maravillosa; el trío de actores protagonistas es fabuloso, los guiones son buenísimos y las escenas de humor físico delirantes. Tanto como algunos de los momentos de «tv dentro de tv» que aparecen en algún episodio. Geniales.

¡Viva la pandilla tequi!

Yo soy Bea

No. No es que me haya vuelto loca del todo, y tras afirmar ayer mismo que ‘I am what I am‘ hoy me dé por confesar un cambio de sexo. No. Vamos a tranquilizarnos.

Lo que pasa es que llevo una semana enganchadísimo a la telenovela de las tardes de Tele5 – sí, ya, tenéis razón; a buenas horas… después de más de doscientos capítulos ahora llego yo a hablar de »Yo soy Bea».

Bueno, pues así es. Qué le vamos a hacer.

Además – qué coño – que una telenovela tan larga como ésta consiga engancharme en el episodio 230 tiene muchísimo mérito. Y más después de haberlo intentado con los primeros capítulos y no haberme interesado nada.

Probablemente, el mérito de la simpleza y de lo obvio. Que no me parecen en absoluto elementos despreciables en el caso de una teleserie para la hora tonta de las tardes y que para sí querrían en pequeñas dosis los productores de »Círculo Rojo», esa serie de Antena 3 donde en cuanto te descuidas aparece un nuevo mensaje secreto, un nuevo villano, una nueva víctima o una sociedad secreta de sopetón.

»Yo soy Bea» tiene el encanto de la televisión confortable. De la televisión sin sobresaltos. »Yo soy Bea» retrata con inteligencia, humor y ternura las intrigas laborales de la empresa privada, el aroma a azufre de los pasillos de cualquier sede de una publicación de prensa femenina – y se queda muy corta, me atrevería a decir -, y a lo largo de los meses que lleva en antena ha sido capaz de mostrar una excelente evolución de personajes, que va desde la buenísima que decide disociar bondad de candidez,

el canalla redimido por amor

o la mosquita muerta que acaba por demostrar que nadie es lo que parece. Para bien.

Me gusta ‘Yo soy Bea‘ porque sé que todo acabará bien. Y hay días en los que uno necesita esa certeza. Aunque sea en la ficción.